Lo había advertido a tu amantes, lo intenté, pero él me ordenó separar las piernas y que no me moviera - dijo ella con tristeza. Isaac maldijo entre dientes, olvidando por un momento con quién estaba. Respiró hondo y trató de enmendar su error._"Te pido disculpas por mis actos y mis palabras. Me he comportado igual que el hombre que te hizo daño, y te juro que lo mataré cuando lo encuentre. ¿Por su culpa crees que todos los hombres son unos salvajes sin escrúpulos?" - dijo él enojado._"No, por favor" - ella suplicó mientras él la agarraba del brazo._"No pienses en matar, no merece la pena" - insistió ella._"Pero tú sí mereces la pena" - dijo él._"Pero todo fue mi culpa, mía" - insistió ella, cerrando los ojos. Él puso una mano en su cintura para que se acercara y descansara la cabeza en su hombro._"Y esa noche he vuelto a cometer el mismo error al perder la cabeza y venir contigo" - parecía a punto de echarse a llorar, sin pensar en que pudiera asustarla. Él la estrechó en sus b
El corazón de él se contrajo al escuchar las palabras de Nicolás. Aunque no podía encontrar alivio en ese momento, sabía que Ivonne era la responsable de todo. Su prima había sufrido a causa de los actos de la otra, y él no podía evitar sentirse afectado por ello. Suspiró profundamente, intentando comprender qué había motivado a Ivonne a actuar de esa manera.Miró hacia otro lado, avergonzado por los motivos que le daban vergüenza. Sin embargo, decidió poner su mano en la sombra de Dolores, obligándola a mirarlo a los ojos._"Debes contármelo, Dolores", le dijo con firmeza.Dolores suspiró nuevamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas._"Es que Miranda no deja de interponerse entre nosotros, reclamando tu atención", confesó finalmente. "Intenta demostrarme que ella puede lograr lo que yo no, lo cual admito que no es difícil de conseguir. Ivonne está celosa de mí y quiso darle una lección".La sorpresa fue tan grande para él que no pudo evitar soltar una carcajada._"Pero si
Mientras Dolores recuperaba el aliento y el calor en los brazos de su marido, Aita estaba ella, manteniéndose acalorada en la mansión del Duque, obteniendo la calidez que había perdido. Trataba de recuperar y olvidar ese olor que había vivido, intentando salvarse de su pasado desgarrador. Mientras tanto, Verónica planeaba un plan salvaje para dejar a Valeria en un mundo sin retorno. Era una tarde próspera, con un cielo calmado y las flores bailando al ritmo de la música. La ciudad estaba animada, la fiesta del festival de los juegos había llegado a la casa de té donde solía sentarse. Allí se congregaban todas las princesas y las personas de gran estatus.Maite se había sentado en el centro, relajada, mientras recordaba cada gesto del príncipe que la había mirado. Quedó en velada por su parte, mirando cada rastro que se creaba, describiéndolo en su mente y sin parar de mirar y pensar para sí misma en lo que pasaba en ese instante. Valeria entró en la casa de té acompañada de su doncell
Aita entró en el vestíbulo de mármol con una mezcla de alivio e inquietud. Su padre se había puesto furioso al ver al Señor Heliodoro en la fiesta de la noche anterior, y estuvo a punto de avergonzarse a sí mismo al hacer un desaire al Duque. Sin embargo, subestimó la influencia que Isaac tenía sobre él, así como la impaciencia de la mujer por echar a su hijastra de la casa.Con Octavio, todo se calmó. La verdad transcurrió sin incidente, y el señor y lo duro se retiraron inteligentemente de la fiesta después de haberla sufrido en el suelo con el Duque. No le correspondía a Eren defender su honor, para eso tenía un padre y una madraza. Pero ¿qué podía esperar de una mujer ansiosa por ofrecer el poco honor que le quedaba a su hijastra para que el Duque pudiera hacer con ella lo que quisiera? Aita recordó con firmeza que el Duque había prometido que no le haría daño, pero no tenía la menor duda de que la cita de aquel día terminaría con ella boca arriba y el Duque intentando enseñarle l
Valeria se encontraba sentada en su hermoso diván de cuero, con incrustaciones de diamantes y oro, sumida en sus pensamientos. Recordaba los rumores que había escuchado acerca de Ghrand y decidió llamar a su doncella."¿No hay noticias de Ghrand?", preguntó con cierta ansiedad."Sí, mi princesa, hay una carta de Virginia. Se la traigo ahora mismo", respondió la doncella."¿Desde cuándo está esa carta?", inquirió Valeria."Llegó ayer, mientras estábamos de salida", contestó la doncella.Valeria tomó la carta, retiró el sello y comenzó a leer. Al llegar a cierto punto, no pudo contener un gesto de sorpresa y horror. Se llevó la mano a la boca y suspiró profundamente."David ha muerto", murmuró con pesar."¿Qué? ¿Qué le ha pasado al heredero de Romson?", preguntó la doncella consternada."Ha muerto. Mi querida Dolores debe estar muy apenada en estos momentos. Me gustaría estar con ella para consolarla", expresó Valeria con tristeza."El joven David, de Romson, era muy valiente y prometed
Raruq, con elegancia y determinación, levantó su flecha servida por su sirviente y disparó con precisión milimétrica. La flecha cayó directamente en el dardo de Valeria, dejando a todos los presentes en un estado de conmoción y asombro. "_¿Se habrá equivocado el príncipe heredero de tablero?" - murmuró alguien en la multitud, desatando un murmullo de especulaciones y dudas. "_Dicen que la princesa que conquistó su corazón fue Veronica, ¿qué pasó?" - cuestionó otra voz, alimentando aún más las habladurías y rumores que comenzaban a circular. Las especulaciones habían comenzado a tejerse, y la rabia de Veronica se hacía cada vez más evidente. Mientras tanto, los tres príncipes del trono de Jodar tomaron posición y dispararon sus flechas con destreza. Aly apuntó directamente a la de Phoebe, mientras Atef hizo lo propio. Sherak, por su parte, dirigió una mirada furtiva hacia Maite, recordando el primer encuentro en el que sus miradas se cruzaron. Ambos anhelaban que el otro actuara se
Isaac, convencido de que rompería su palabra, pero ni mucho menos está asustado._"Como debería estar, eres el diablo en persona", se sentó rígido, recto, escapando de la tentación más espléndida._"Eso crees", le pellizcó el dedo meñique y ella volvió a gemir. "Pues tú debes de ser una pecadora irredimible. Si tan fácilmente te deja seducir por mí", empezó a tirarle solamente de las medias. En pocos segundos, aquellas manos supuestamente inocentes avanzarían hasta las ligas, luego se pararían en las rodillas y los dedos abrirían el camino para la invasión, dispuesto a plantar batalla en el terreno del sexo, y ella se relajó lo suficiente para darse cuenta de que las manos seguían en los tobillos. "No te he dicho que no tenías nada que tener", ella abrió los ojos preguntándose si había expresado sus pensamientos en voz alta. No sabía qué decir. "Veo que estás preocupada", observó él. "Se nota en la atención de tu cuerpo y la expresión de tu cara."Lo siento, no puedo evitarlo", dijo e
Isaac se levantó con gracia y rodeó el sofá con una elegancia natural, recogiendo las zapatillas que descansaban cerca. Con un gesto reverente, volvió junto a ella y se arrodilló, como si estuviera rindiendo homenaje a su presencia. Con delicadeza, deslizó las zapatillas en sus pies, sintiendo un pequeño vuelco en el estómago al hacerlo.Ella, por su parte, experimentó una extraña mezcla de emociones al verlo humildemente a sus pies. Sacó con cuidado el dedo del pie por debajo de la falda, y él, con galantería, le agarró el pie para calzarla. El gesto no pasó desapercibido para ella, quien se sintió más culpable que asustada ante las muestras de devoción que le brindaba."Gracias", murmuró ella, refrenando el impulso de despedirlo como a un criado. La situación la incomodaba, pero al mismo tiempo la llenaba de un sentimiento de res