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1. Cuidado con lo que deseas

Charlin:

¿Qué era peor que te regañaran en clase por estar hablando? Que lo hicieran sin siquiera tú ser la responsable. Me habían llamado la atención las escasas veces que le había respondido a Ellie, mi mejor amiga y fan número uno de un pianista rico, guapo, y por demás talentoso; ella me había insistido por demasiado tiempo sobre escuchar su música o ver uno de sus conciertos, había accedido a lo primero, me bastaba escuchar; en efecto era bueno.

- Casi me sacan del salón por tu culpa –digo tras la salida del profesor–, sabes que el tipo no me gusta, así que la respuesta sigue siendo no –sentencio mientras guardo mi carpeta, esta materia era importante, por lo tanto, una de las más pesadas.

- Por favor, no sabes todo lo que tuve que hacer para conseguir esas entradas –dice en modo dramático.

- Con eso te refieres a todo lo que tuviste que fastidiar a tu padre, ¿justo cómo lo haces conmigo? –la miro alzando una ceja, su padre decía que eventos así, eran una mala inversión, así que debió haber estado harto para acceder.

- Oye, mi papá me ama y me las dio porque soy su princesa –frunce el ceño y hace un puchero, comienzo a reír.

- Tu padre preferiría comprar la torre de pizza porque les dejaría ganancias a unas entradas para ver a un niño bonito –río negando, ella se cruza de brazos.

- Por favor Char, te lo suplico –dice poniendo sus ojos de cachorro a medio morir–, te prometo no volver a hablar de él si me acompañas hoy –dice juntando sus manos a modo de súplica.

- Esta bien –la miro mal, ella chilla y salta para abrazarme mientras me sacude cual muñeca de trapo.

- Muy bien, paso por ti a las 7 –dice tomando sus cosas con rapidez.

- No pensarás que yo iba a pasar por ti, ¿verdad? –la miro mal, ella ríe y niega antes de salir corriendo del salón, seguro iría a buscar que ponerse, por mi parte, debía irme para el trabajo, le pediría permiso a mi jefa de salir más temprano hoy.

- Claro que sí cariño, no puedo negarte esta salida, casi nunca lo haces por gusto, siempre es por la universidad o por tu familia –dice suave una mujer mayor, era la amable dueña de un café cerca del campus, por lo que muchos chicos como yo, solíamos pedir trabajo a medio tiempo, era muy flexible cuando se trataba de pedirle permisos.

- Sólo es por hacerle un favor a mi amiga, ya sabe que no me gusta ese niño bonito –ruedo los ojos negando, ella me lo pintaba como un chico perfecto, tanto hablaba de él, que ya lo aborrecía.

- No te centres en él, ve su técnica, observa cómo se mueve en el escenario, bueno, si lo ves de cerca, claro –la miro asintiendo, tenía razón, como estudiante debía ver diferentes técnicas, la de él no sería la excepción.

- Tiene razón –ella me sonríe–, creo que tendré la oportunidad de verlo desde un buen lugar, conociendo al padre de Ellie, que no gaste en cosas ordinarias no quiere decir que vaya a comprar lo más barato que encuentre.

A eso de las 6:30 me dispongo a guardar mis cosas, Ellie me había dicho que me traería un conjunto precioso, sólo esperaba no fuese una trampa mortal.

- ¿Dónde está la más bella, inteligente y simpática mejor amiga? –dice entrando al local casi gritando, suspiro mientras niego, ella me arrastra al baño y me empuja con algo de fuerza, chillo por la violencia.

- También deberías agregar, delicada a tu descripción –digo mientras ella saca el vestido–. ¿No crees que exageras? –pregunto a ver el vestido de lentejuelas con escote en forma de corazón.

- Claro que no, debemos estar a la altura de este evento –dice con orgullo en su vestido de satín azul cielo, escote en v dejando ver el inicio de sus pechos; sus tacones de aguja la hacían ver más alta y por supuesto, más refinada.

- Son demasiado altos –la miro mal, podía usar ese exagerado vestido para el evento, pero no esas trampas mortales.

- Son de tacón corrido, vas a estar bien, y no son tan altos –le muestra, no pasaban de los 8 o 10 centímetros.

- Mejor con mis preciosas y confiables zapatillas –le muestro los zapatos que suelo usar para todo.

- No, ponte estos –sentencia mostrándome los zapatos, suspiro.

- Si muero hoy, vendré a perseguirte por el resto de tu vida –digo tomando los zapatos con algo de molestia. Ella sale y comienzo a vestirme, entendía un poco por qué quería que usará los tacones, de lo contrario, el vestido arrastraría y correría el riesgo de pisar el vestido y caer, todo era una m*****a trampa mortal.

- Te ves preciosa –me sonríe mientras me sienta para poder maquillarme, le había pedido algo natural, y por primera vez, me había hecho caso–. Bueno, eres hermosa y no necesitas mucho para verte bellísima –dice con orgullo.

- Eres una exagerada –río negando–, mejor nos vamos o no vamos a llegar –tomo mi cazadora, esto no me lo iba a quitar, no sabía si haría frío más adelante.

Con cuidado y alzando un poco mi vestido, comienzo a caminar hacia su Audi, era un automóvil precioso, me gustaba cuando ella pasaba por mí.

- Me encanta esta pieza –dice subiendo el volumen, si mal no recordaba, era su último éxito, luna y sol, debía admitir que era una melodía bella aunque algo melancólica.

- A ti te gustan todas –le sonrío negando, ella suspira cuando casi termina, el siguiente sencillo de ese hombre se volvería su canción favorita.

Tras unos cuantos minutos llegamos, no fue difícil encontrar dónde estacionarse, bajé con cuidado y sosteniendo mi vestido comencé a caminar, me sentía nerviosa, no se me daban bien los eventos sociales, mucho menos donde se reunía la gente con dinero, me sentía como un pez fuera del agua. Una sensación que no me abandonó durante todo el tiempo que esperamos en la fila, podía sentir como era juzgada por los que estaban atrás.

- Gracias –dice mi amiga tras entregar las entradas y darnos el acceso, suspiro caminando con cuidado, no quería pisar el vestido y caer frente a toda esta gente.

- Menos mal –digo tras sentarme en mi lugar, la verdad es que la vista era muy buena, podría ver su técnica a la perfección.

- Exageras –dice suave, claro, para ella todo esto era muy normal, pero para esta pobre mortal no.

Asiento sin querer discutir más, revisaba mi móvil esperando que ellos estuviesen bien mientras no estaba en casa, sabía que me preocupaba de más pues mi tía me había dicho que me divirtiera y que no me preocupara por nada, y eso intentaba hacer, pero no solía estar fuera de casa a deshoras y mucho menos, por diversión.

- Les agradecemos su presencia esta noche, sin más, Gregory Athens –dice aplaudiendo mientras él se acerca al centro del escenario, por educación me uno a los aplausos, estaba más interesada en el bellísimo piano que habían iluminado cuando Gregory entró. Era un precioso piano de cola de la marca FEURICH 218 concert en color negro, era una pieza carísima por la fabricación, ya que era un diseño exclusivo que sólo la marca tenía. Verlo era un deleite para mis ojos, y sólo noté cuando Gregory se sentó porque las luces del público se atenuaron y sólo se centraron en él.

Miraba el movimiento de sus dedos con detalle, casi parecían flotar sobre las piezas, ver sus dedos moverse era un deleite visual, sin poder evitarlo, cierro los ojos para poder disfrutar de la bella y triste canción, todas ellas sonaban un poco tristes, suponía que eso era parte de su esencia. En mi mente podía ver como sus dedos se movían mientras la suave música sonaba, y de manera inconsciente movía mis dedos en mis piernas.

Abro los ojos al escuchar los aplausos ensordecedores de la gente, me había perdido tanto que ni cuenta me di cuando las luces se encendieron, aplaudo un poco avergonzada, la señora Adams tenía razón, había sido una buena idea estudiar su técnica.

- Vamos –dice mi mejor amiga emocionada mientras agita los pases para bastidores, suspiro poniéndome de pie con cuidado, recojo mi vestido y comienzo a caminar tras ella, al ver la larga fila suspiro de frustración, seguro tendría que esperar más de media hora para poder verlo, no creía soportar tanto con los zapatos.

- Debiste dejarme usar zapatillas –digo en vano, ella estaba saltando de emoción por pensar que podría verlo de cerca, suspiro comenzando a revisar mi teléfono, no había nada, no sabía si sentirme tranquila o ansiosa.

- Vamos –chillo al sentir como me jalan, escucho gritos y lo siguiente que sé, es que pierdo el equilibrio tras sentir como todos se agolpan hacia quién sabe dónde.

Gregory:

Tras dar las debidas indicaciones para el piano, había ido a mi camerino, ahí recibiría a mis fans, les agradecía mucho, pero en momentos como este, sólo quería descansar.

Observo con horror como todas se mueven en mi dirección, como puedo evito que me atropellen, lo que no puedo evitar es que un chico me empuje por accidente, consiguiendo que caiga al piso.

- Charlie –escucho que gritan, supongo que le hablan al chico que me empujó, chillo al sentir que alguien cae encima, abro los ojos molesto, y lo único que puedo ver es una cabellera castaña y un chillido agudo por la caída.

- Lo lamento –dice una suave voz, cuando alza la vista, puedo notar un par de ojos café oscuro, aunque bien podría ser por la poca luz.

- Arriba –digo lo más suave que puedo, ella se mueve avergonzada, me pongo de pie y con cuidado la ayudo, la llevo conmigo al camerino.

- Lamento todo, comenzaron a empujarse y pisé mi vestido –dice nerviosa, su cabello estaba revuelto, en otras circunstancias me habría reído de su lamentable estado, pero estaba molesto porque me habían tirado al suelo. Sacudo mi pantalón y me arreglo la solapa, sólo para darme cuenta que el broche se ha roto.

- No me importan tus patéticas excusas –alzo la vista más que molesto–, me esperas aquí, ya vuelvo –sentencio quitándome el broche, salgo y doy la cara ante los medios.

- ¿La chica está bien? –pregunta uno de los reporteros, pongo mi mejor sonrisa antes de contestar.

- Claro que sí, sólo que estaba un poco asustada, pero ahora está más tranquila, con permiso, debo irme –sonrío antes de entrar de nuevo, puedo ver que habla con alguien, niego cuando escucho que su interlocutora pregunta dónde está.

- Estoy bien, tranquila –dice bajo–, lo lamento, me fui en taxi a la casa, no te vi y sabes que odio esperar así que, me fui –dice en tono tranquilo, sin embargo, podía ver lo nerviosa que estaba–, sí, sí, mañana –suspira tras colgar.

- Sabes que acabas de arruinar un broche invaluable –sentencio cruzándome de brazos, ella juega con la falda de su vestido.

- Sé que es invaluable porque te lo dio alguien importante para ti –dice bajo pero segura–, no tengo dinero para pagarlo, al menos no en una sola exhibición, yo podría trabajar muy duro e ir pagándolo de a poco –la miro pasar saliva.

- Ni aunque trabajaras 10 vidas podrías pagarlo –digo con desprecio, ella se encoge nerviosa.

- Haré lo que sea para pagarlo –dice con voz temblorosa.

- ¿De verdad? –me acerco a ella, puedo ver como retrocede unos cuantos pasos, chilla al pisar su vestido, por suerte cae en mi sillón.

- No te hagas ideas equivocadas niña, ponte de pie y vamos –sentencio con fastidio, ella se pone de pie, recoge su vestido y me sigue lo más rápido que puede moverse.

Al llegar al estacionamiento, abro la puerta invitándola a pasar, ella duda un momento, suspira y entra sin más, subo y cierro la puerta.

- ¿A dónde vamos? –dice bajo, no dejaba de jugar con un mechón de su cabello.

- A mi casa –digo con simpleza, logrando que ella se gire a verme casi con espanto–. Ya te dije que no te hagas ideas equivocadas –digo sin girarme a verla–. Dijiste que harías lo que fuera para pagar mi broche, ¿no es verdad? –ella asiente nerviosa–, bien, lo que harás, será ser mi novia.

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