3. La casa Athens

Charlin:

Suspiro mientras tecleo algo rápido a mi tía, por ahora le diría que me quedaría en casa de Ellie, a ella no podía decirle que dijera que estaba ahí cuando le dije que iba a mi casa, igual mi tía confiaba en mí y no le preguntaría. Ahora, la cuestión era saber cómo demonios le haría para el resto del tiempo; los dedos me temblaban mientras le respondía a mi tía.

Estaba tan angustiada que no me di cuenta cuando llegamos a la casa de Gregory, aunque casa era quedarse corto, lo suyo era una mansión enorme, algo me decía que la pasaría muy mal aquí, era todo por lo que me ponía nerviosa.

El chófer abre la puerta y me ayuda a bajar, alzo mi vestido para evitar pisarlo y caerme, eso era lo último que necesitaba.

- Creí que vendrías más tarde –se escucha una voz masculina a la distancia.

- Surgió algo –dice restándole importancia a nuestro desastroso accidente.

- Creí que –el chico se detiene tras salir de una habitación, su sorpresa es enorme al verme.

- Harvey, te presento a Charlin, mi prometida –toma mi mano con delicadeza depositando un casto beso, ese gesto tan repentino me hace sonrojar con ganas–, Char, él es mi hermano menor, Harvey –dice con desinterés, podía ver que no se llevaban bien.

- Así que ella es la noviecita que le mencionaste a madre –me mira con interés, sonrío nerviosa mientras escudriña mi ropa–. Veo que tuvieron un buen momento en el auto –sonríe de lado a modo de burla, mis mejillas se calientan.

- En realidad, un idiota nos chocó y caímos en el concierto –le mira de mala gana–, no soy tan vulgar, con permiso –besa mi mano de nuevo y se aleja hacia las escaleras.

- Oye, ¿no vas a llevarte a tu prometida al cuarto? –Gregory se detiene pero no se vuelve para ver a su hermano.

- Soy un caballero, ella dormirá en el cuarto de huéspedes, se bueno y llévala –dice en tono frío antes de seguir caminando, perdiéndose en aquel palacio.

- Lamento las molestias, si me das indicaciones, sabré llegar –digo suave, algo apenada.

- No es problema llevarte, vamos –hace un ademán con la cabeza, asiento comenzando a seguirlo. Era cuidadosa con cada paso que daba, caerse del suelo estaba bien, pero rodar por las escaleras, no quería morir aún.

- Muchas gracias –digo suave, él había sido paciente en seguir mi ritmo.

- ¿Dónde conociste a mi hermano? –pregunta mientras caminamos por un largo pasillo, trago saliva, de eso no habíamos hablado, un recuerdo viene a mi mente.

- Mi profesor encargado hace mantenimiento a los pianos de algunos famosos, en esa ocasión me toco acompañarlo, ahí conocí a tu hermano, comenzamos a hablar de música y de instrumentos, después continuamos por mensaje y comenzamos a salir en secreto, aclaro que yo le pedí que lo mantuviéramos en privado, no soy buena manejando la atención –suspiro, eso había sonado muy convincente.

- Tendrás que acostumbrarte si te vas a casar con mi hermano, será la boda del año –dice deteniéndose frente a una enorme puerta, me sentía cual cenicienta.

- Bueno, no hay fecha definida, tengo que terminar mi carrera, mi práctica y así –muerdo mi labio, esas excusas sonaban patéticas.

- No hay prisa, supongo –se encoge de hombros–. Adentro encontrarás todo lo que necesitas, creo que hay varios camisones, aunque también hay pijamas, siéntete como en casa –sonríe de lado, podía ver que no le gustaba estar aquí.

- Gracias –digo suave antes de abrir la puerta y entrar, al girarme, lo veo alejarse, vuelvo a suspirar, los Dioses benditos me ayudaran.

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