Sus labios estaban apretados, las arrugas de preocupación y dolor marcaban su rostro. El enojo en sus ojos se mezclaba con una profunda tristeza, como si llevara consigo una carga demasiado pesada para soportar.—¿Por qué habría de alejarme de mi hija?—repliqué, tratando de ocultar el nerviosismo que me invadía.Eva frunció el ceño, sus labios temblaban ligeramente por la tensión.—Eres un maldito hipócrita, Nicolás —escupió, sus palabras estaban cargadas de resentimiento y desprecio.Intenté encontrar un puñado de palabras que pudieran desvanecer la ira en su mirada, pero solo logré escupir algo incoherente.—Te ves hermosa enojada —dije en voz alta, sin darme cuenta de que había hablado.Ella se quedó en silencio por un instante, sus ojos me atravezaban como lanzas. Dio un paso atrás.—Vámonos, mi amor —pronunció con una voz temblorosa, tomando la mano de Loreline con determinación.Ambas se fueron, alejándose de mí mientras avanzaban. Vi a la pequeña voltear la cabeza para mirarme
★ Nicolás.Salí del departamento donde me estaba quedando y fui a casa de mis padres. La primera en recibirme fue Daiana.—El idiota ha llegado a casa —dijo mientras saltaba a mis brazos.—Daiana, deja de molestarme.—Soy tu hermana menor y tienes que aguantarme. Mamá mencionó que vendrías y mamá jamás se equivoca. Nicolás, ¿ya sabes quién es la hija adoptiva de papá y mamá? ¿Y sobre Loreline?—Sí, lo sé todo.—Tía.Volteamos a ver las escaleras donde una pequeña se cubría los ojos y hablaba con voz adormilada.Hasta despeinada se veía hermosa.Parecía una pequeña duendecilla. Daiana volteó a verme y me dio una palmada en el hombro antes de retirarse.—Señor guapo —dijo la pequeña con una enorme sonrisa en el rostro.—¿Sigues buscando hombres guapos? No creo que sea sano para una niña —me acerqué a ella y me incliné un poco para estar a su altura.Le acomodé su cabello y le acaricié la mejilla. Ella es mi hija, mi adorada niña.—Sí, ¿continuemos con nuestra conversación? —dijo, mientr
La revelación impactante de que Nicolás era el hijo biológico de Rachel y Demian dejó una profunda marca en mi ser.Durante mucho tiempo, consideré este lugar como mi verdadero hogar, una familia a la que había creído pertenecer de todo corazón. Sin embargo, las bases de esa confianza se tambaleaban ahora, dejándome en un estado de traición y confusión.Aunque Rachel intentaba tranquilizarme y asegurarme que me protegería de Nicolás, no podía evitar sentir dudas sobre la sinceridad de sus palabras.¿Cómo podía confiar en alguien cuya lealtad era naturalmente hacia su propio hijo?Mientras tanto, me convencía a mí misma de que yo solo era una adoptada, una mera adición a la familia, lo cual acrecentaba mis pesares y me hacía sentir aún más distante y ajena.La certeza que tenía sobre mi lugar en el mundo se desmoronaba, dejando paso a un torbellino de cuestionamientos sin respuestas claras.¿Qué significaba esto para mi identidad y mi sentido de pertenencia? ¿Acaso siempre estaría en s
★ NicolasSentía la nostalgia al encontrarme en mi antigua vivienda, observando detenidamente desde el balcón.Hacía tanto tiempo que no pisaba estos suelos, que incluso había olvidado los exuberantes rosales y la algarabía de los perros correteando alegremente en el patio trasero.Rememoré mi infancia, en la que mi terquedad infantil me llevaba a persuadir a mis padres para que me otorgaran la mejor habitación, aquella que ofreciera la vista más impresionante.Originariamente, esa habitación estaba destinada a ser el dormitorio principal, pero siempre lograba obtener lo que quería desde temprana edad.Me apoyé cómodamente en la barandilla del balcón, contemplando a Daysi 3 ir y venir con frenesí, persiguiendo alegremente a mi hija.La noche había caído e incluso en medio de la oscuridad, parecía que a la pequeña no le importaba en absoluto, sumergida en su juego con la canina.Una sonrisa iluminaba su rostro con un encanto indescriptible. De repente, detuvo su carrera y se arrojó sob
Ella me miró con los ojos brillantes de la curiosidad.—¿Qué cosa? —preguntó emocionada.Los ojos de mi hija brillaban.—Esa vez que comimos pollo frito, tu abuelo lo vomitó todo —le conté entre risas. Por supuesto, no le mencioné que mi padre no comía carne de animales, sino de humanos, por eso su malestar.Justo en ese momento, mi madre interrumpió el momento.—Niños, a comer —nos llamó, refiriéndose a Loreline y a mí.Nos acomodamos en nuestras sillas mientras me percaté de la mirada molesta de Eva. Parecía resentida. Mientras tanto, ni siquiera probé bien la comida, distraído por la tensión en el ambiente, mientras mi hija comía como si no tuviera fondo.Al terminar la cena, Loreline tomó mi mano y me arrastró hacia su habitación.—Papá, ¿me cuentas un cuento para dormir? —me pidió con ojos suplicantes.—No, no me sé ninguna historia —le respondí con una sonrisa.—¿Una canción?.Sonreí y comencé a cantarle una suave canción de cuna, acunándola en mis brazos.—Papá, ¿estás feliz de
★ EvaA la mañana siguiente, Rachel me comentó que Daiana, Nicolás y Loreline habían salido temprano.La noche anterior no había logrado dormir. La sucesión de eventos recientes me había dejado atrapada en una maraña de pensamientos oscuros, incapaz de encontrar calma. El insomnio se apoderó de mí, y solo logré cerrar los ojos cuando la madrugada ya era vieja. Como consecuencia, no me desperté a tiempo para llevar a mi hija a la escuela.Al menos sabía que no se había quedado sola con Nicolás, algo que me reconfortaba aunque fuera ligeramente. El simple pensamiento de que él pudiera aprovechar cualquier descuido para apartarla de mí era suficiente para mantenerme alerta, incluso en mis momentos de mayor agotamiento.Más tarde, Daiana me informó que ella misma había llevado a Line a la escuela, mientras que Nicolás había salido rumbo a sus asuntos. Sin embargo, mi tranquilidad se desmoronó como un castillo de naipes cuando, al llegar a la oficina, me lo encontré de frente.Lo observé d
Los condujeron hasta uno de los almacenes abandonados que pertenecían a la familia Evans.A Nicolás lo encerraron en un oscuro rincón, atado con una soga que rodeaba su cuerpo.La mujer, aún inconsciente, la coloqué dentro de una jaula metálica suspendida sobre un fogón improvisado.Para asegurarme de que nada quedara oculto, coloqué una pequeña cámara dentro de la tapadera de la jaula.Luego, me acerqué al rincón donde estaba Nicolás. Al abrir la puerta, encontré su figura recostada en el suelo, en un gesto de resignación y desconcierto.—Tardaste mucho —pronunció, con sorpresa y acogida.Encendí la luz, sintiendo la opresión de mi claustrofobia mientras contemplaba su rostro.—Nicolás Evans, ¿pensabas que te permitiría ser feliz al lado de la mujer que amas? —le espeté, dejando en claro mi determinación.Un fugaz destello de satisfacción se pintó en sus labios, lo cual solo avivó aún más las llamas ardientes que habitaban en mi interior.—En el fondo espero que lo hagas —respondió c
—No lo haré —respondí, firme en mi decisión.—Bueno, eso significa que este lugar se ha vuelto demasiado blando con sus reglas, ya no se cumplen los favores del vencedor —dijo ella, con desafío y burla en su voz..—¡Cállate, zorra! —gritó furioso un hombre de aspecto amenazante, mientras agarraba bruscamente el brazo de Eva.Sentí cómo mi sangre hervía ante el atrevimiento de alguien tocando a mi mujer, su delicada piel no merecía ser mancillada de esa manera.—¡Aparta tus asquerosas manos de mí o te las arrancaré de tu cuerpo! —pronunció Eva, desafiante, su voz resonaba llena de coraje.Pude ver el brillo desafiante en sus ojos, como si estuviera dispuesta a enfrentarse al mundo entero por defender su dignidad.El hombre comenzó a reír de manera despectiva, sintiéndose poderoso ante la aparente vulnerabilidad de Eva y se disponía a golpearla, dando un paso adelante. Sin embargo, ella sorprendió a todos, incluyéndome a mí, al aplicarle una llave, doblando su brazo hacia atrás y quebrán