Capítulo 53: Siéntete afortunado.

Sus labios estaban apretados, las arrugas de preocupación y dolor marcaban su rostro. El enojo en sus ojos se mezclaba con una profunda tristeza, como si llevara consigo una carga demasiado pesada para soportar.

—¿Por qué habría de alejarme de mi hija?—repliqué, tratando de ocultar el nerviosismo que me invadía.

Eva frunció el ceño, sus labios temblaban ligeramente por la tensión.

—Eres un maldito hipócrita, Nicolás —escupió, sus palabras estaban cargadas de resentimiento y desprecio.

Intenté encontrar un puñado de palabras que pudieran desvanecer la ira en su mirada, pero solo logré escupir algo incoherente.

—Te ves hermosa enojada —dije en voz alta, sin darme cuenta de que había hablado.

Ella se quedó en silencio por un instante, sus ojos me atravezaban como lanzas. Dio un paso atrás.

—Vámonos, mi amor —pronunció con una voz temblorosa, tomando la mano de Loreline con determinación.

Ambas se fueron, alejándose de mí mientras avanzaban. Vi a la pequeña voltear la cabeza para mirarme
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