—Por favor, déjame ir o mátame, no quiero seguir aquí, no quiero sentir más dolor, esto duele demasiado, por favor.Ella no paraba de llorar, el dolor se reflejaba en cada fibra de su ser, pero no puedes jugar con el diablo y esperar que no te mande al infierno.Verla de esa manera era extremadamente alucinante, despertaba en mí cosas que había dejado de lado desde que perdí a Eva, ya no disfrutaba de las muertes y las torturas como solía hacerlo.El corazón de Ariana se rompía en pedazos mientras la angustia y desesperación se apoderaban de su ser.—Por favor —suplicó entre lágrimas, pero solo me hizo reír con sarcasmo.—¿Cansada? Secuestraste a mis mujeres, amenazaste con matarlas y ¡encima te atreves a suplicar! —grité eso último mientras tomaba su mentón con rabia, quería estrangularla y ver cómo su vida se apagaba, pero eso sería demasiado sencillo.Quería ver el dolor en su mirada, quería ver cómo suplicaba e imploraba para que me deshiciera de ella. Mi rostro se contorsionó en
Ella obedeció y se levantó de la cama. Comencé a desajustar su pantalón, dejándolo caer lentamente mientras sentía un cosquilleo en mi estómago.Ni siquiera ella tiene idea de todo lo que me está haciendo sentir en este momento, de cómo mi amigo está ansioso y listo para satisfacerla. Está tan parado que me duele.—Nick —pronunció mi nombre con voz entrecortada y cada letra vibró en todo mi ser.Mis manos temblaron ligeramente mientras continuaba quitando sus bragas, las cuales cayeron al suelo en silencio. Mi corazón pareció detenerse por un instante al ver su intimidad, completamente mojada y lista para mí. Maldita sea, ella está tan caliente que...No pude resistir la tentación y uno de mis dedos rozó su humedad, provocando un leve gemido en ella. Mi boca anhelaba apoderarse de su calor, la deseaba con locura. Mi lengua se adentró en su interior, sin hacer demasiado alboroto, mientras saboreaba su esencia única. Eva es mi maldita droga, mi adicción más peligrosa.Ella dio un paso a
Era evidente que lo había sacado de la máquina de premios. Mi corazón latía más rápido mientras tomaba aire para responder.No podía contener mi emoción y la respuesta salió de mis labios sin ningún tipo de duda.—Sí, sí quiero —dije con una sonrisa radiante.La alegría invadió el lugar y nuestra pequeña princesa, no pudo contener su entusiasmo.Gritaba emocionada, anunciando a todos los presentes que sus «papis» se iban a casar. Sus palabras llenaron de felicidad mi corazón y, sin pensarlo, corrí hacia ella y la abracé con fuerza. Era un momento mágico, uno de aquellos que siempre quedaría grabado en mi memoria.Mientras tanto, Eva le colocaba el anillo de juguete en el dedito de nuestra pequeña. Era un gesto simbólico, pero cargado de amor y significado. Mi corazón se llenó de gratitud hacia Eva por hacer de nuestro amor una realidad y convertirnos en una verdadera familia.Después de ese emocionante momento, salimos de la heladería como una familia feliz, cada uno con su cono en la
Los años han pasado, Line y Juan Pablo ya están en la preparatoria, ella está en primero mientras Juan está en segundo.Ahora son novios y son un dolor de cabeza, ya que tengo que ver cómo se dan besos cuando piensan que nadie los observa.A Line le gusta hacer lo que quiere con Juan Pablo y eso me agrada mucho. Mis otras hijas tienen 9 años y están en la edad en la que los coreanos les comienzan a parecer lindos.¿A quién demonios le gustan esos afeminados?Las tres criaturas que pusieron las hormonas de Eva locas resultaron ser niñas.Estoy rodeado de mujeres que se molestan cada tres segundos. Estaba en mi despacho viendo la foto de mis hermosas chicas, ninguna de las trillizas me ha sacado mis ojos, pero sí han sacado el mal genio de su madre. Sonreí mientras Gerald, mi cuñado, entraba a mi oficina.—Tu hermana me va a volver loco —pronunció mientras se tocaba el cuello.—Te dije que no te casaras —mencioné— las mujeres son adorables cuando son novias, pero después del matrimonio
No entiendo qué quieren decir sus palabras ni qué destino me aguarda en este lugar sombrío. Pero una cosa es segura: mi existencia nunca volverá a ser igual.Estoy encerrada en un ático oscuro y sombrío, donde las sombras bailan y se contorsionan como entidades vivas por las paredes agrietadas, añadiendo una sensación de opresión a mi angustia.La oscuridad me envuelve por completo, impidiéndome distinguir cualquier detalle más allá de la negrura que me rodea.Las lágrimas siguen su curso constante por mis mejillas, dibujando surcos de desesperación en mi rostro mientras imploro una y otra vez que me liberen de esta prisión sin sentido.La incertidumbre y el miedo se entrelazan en mi mente, preguntándome una y otra vez qué hice para merecer este castigo cruel y despiadado.—¡Por favor, déjenme salir! No entiendo por qué estoy aquí, no he hecho nada malo —mi voz se quiebra con el peso de la angustia, esperando desesperadamente una respuesta que no llega.El silencio persiste, es una ma
★ NickEl bullicio de las calles me resulta insoportable mientras me abro paso hacia mi oficina, envuelto en el caos urbano que define mi vida cotidiana.Cada mañana, debo enfrentarme al estruendo ensordecedor de la ciudad mientras me encamino hacia el imponente edificio que alberga una de las empresas más destacadas del panorama empresarial, y que, para mi orgullo, lleva mi nombre.Desde que asumí la responsabilidad de dirigir esta empresa, que ha consolidado su posición como líder indiscutible en su campo, el apellido Evans ha evolucionado de ser temido a ser reverenciado.Mis padres son figuras prominentes en el ámbito de la psicología, han dejado una marca indeleble en el mundo con sus respectivas contribuciones.Mi padre, dotado de astucia e inteligencia, ejerce como psicólogo para el FBI, desentrañando las complejidades de la mente criminal. Mientras tanto, mi madre, con su dedicación y empatía, se especializa en el tratamiento de jóvenes y niños, brindándoles apoyo en sus lucha
Mis estudios universitarios son lo único que me importa; quiero ser un orgullo para mis padres. Al llegar a casa después de un día de estudio agotador, lo único que deseaba era tranquilidad, subir a mi habitación y tomar una larga siesta. Los exámenes me están agotando y ya no creo que pueda seguir el ritmo. Una vez que bajé del taxi y entré a casa, todo parecía normal hasta que abrí la puerta. Me encontré con varios muebles volcados en la entrada, los cuadros torcidos en las paredes y todas las demás cosas destrozadas, apenas podía moverme sin tropezar. Caminé entre los objetos en el suelo, sintiendo que podría caer en cualquier momento. A medida que avanzaba por la casa, me di cuenta de que el desastre se extendía por todos lados. El caos que reinaba en mi hogar era abrumador. No podía entender qué había sucedido ni por qué. Cada paso que daba era como moverse en un campo minado, con la preocupación de tropezar con algo más y empeorar la situación. El desorden era una afrenta
En el abismo de mis sueños, reviví la escena una y otra vez.Los hombres vestidos de negro, con actitud despiadada, tenían a mi padre arrodillado, su mirada estaba fija en mí.Juré ver una lágrima escapar de sus ojos mientras aguardaba su destino incierto.Cuando finalmente emergí de las profundidades de la inconsciencia, me encontraba de vuelta en casa, tendida en mi propia cama.Mi madre estaba frente a mí, con la preocupación marcada en su rostro.La abracé con fuerza, sintiendo el alivio de su presencia y el peso de la realidad desvaneciendo el horror de mis sueños.La imagen de mi padre aún me atormentaba, pero poco a poco me di cuenta de que todo había sido un sueño.La escena macabra, la casa en desorden, las deudas abrumadoras de mi padre, todo era producto de mi mente turbada.—¿Qué pasa, cariño? ¿No te fue bien en algún examen? —preguntó mi madre, acariciando mi cabello con ternura.—Mamá, ¿y el abuelo? ¿Dónde está papá? —inquirí, confundida y aún aturdida por las imágenes p