Agradezco enormemente a mis lectoras por el apoyo que estoy recibiendo con esta novela. Puede ser difícil encontrar sus comentarios en los capítulos, por eso me gustaría animarlas a dejar sus impresiones en la página principal. Sus comentarios son realmente valiosos para mí y me motivan a seguir escribiendo. Además, si pueden tomarse un momento para puntuar la novela y expresar si les está gustando, me ayudaría mucho en mi labor. Estoy comprometida a actualizar con mayor frecuencia y traerles más novelas como esta. ¡Gracias por ser parte de esta aventura literaria!
—Son unos verdaderos inútiles, no puedo creer la cantidad de dinero que me cobran cuando no pueden hacer nada bien —Víctor tuvo que contener sus ganas de golpear a sus abogados tras pasar la noche en la cárcel y ser liberado al día siguiente.Los abogados simplemente se vieron unos a otros con las pruebas en su contra, ese hombre debería agradecerles el poder salir al día siguiente y no seguir encerrado esperando el proceso judicial. Sin embargo, no dijeron nada y se limitaron a guardar silencio observando al hombre que les pagaba.—Pero ustedes no tienen la culpa de nada de esto.Una sonrisa siniestra se hizo presente en el rostro de Víctor al pensar en la verdadera culpable de que él acabara de pasar la peor noche de su vida.Julia, esa maldita, iba a pagar muy caro el haberse puesto en su contra, por lo que tras despachar al trío de inútiles de sus abogados se puso en contacto con un detective privado, deseaba que le averiguara todos los movimientos de una persona. Por supuesto, es
Julia se encontraba bloqueada, observando el cañón del arma apuntándola. Era como si su cerebro se hubiera apagado y su cuerpo se negara a reaccionar. Por un instante, cerró los ojos, resignándose y también llevando sus manos al vientre, como si así pudiera proteger a su bebé de lo que estaba por suceder.Ni su hijo ni ella podían morir ahí, pero todo parecía indicar que eso era precisamente lo que pasaría y nadie podría impedirlo.El sonido del disparo pareció congelar el tiempo o, mejor dicho, ralentizarlo, como si de pronto todo se desarrollara en cámara lenta. Ciro giró la cabeza hacia donde Víctor estaba apuntando, y un grito horrorizado escapó de sus labios al ver a su esposa en peligro.— ¡Julia! — exclamó Ciro antes de correr hacia ella, deseando ser más rápido que la bala que parecía dirigirse hacia su objetivo. Su esposa.Solo en el instante que la bala pareció encontrar su objetivo, en ese momento el tiempo pareció que volvía a acelerarse.Los hombres de Ciro ya estaban red
Julia se sentía mal por haber usado esa excusa para poder alejarse de Ciro, lo cierto era que ya no podía seguir fingiendo, el dolor estaba empezando a hacerse imposible de ignorar y sus nervios aumentaban y se mezclaban con la sensación de culpabilidad que le hacía tener la expresión de culpabilidad de su esposo.—Hablaremos más tarde, Ciro. Lo más importante ahora es que atiendan tu herida.Después de eso, Julia se deslizó discretamente fuera de la sala, viendo cómo su esposo era atendido por la enfermera. Sacó su teléfono y llamó a Joseph, necesitaba una revisión urgente, pero no podía simplemente llegar al mostrador y admitir que estaba embarazada, especialmente después de que él la había ayudado a mantenerlo en secreto.Diez minutos después, Joseph logró que el único ginecólogo al tanto de la situación atendiera a Julia. Pronto se encontraba en la consulta, sintiéndose más aliviada al escuchar las palabras del médico.—El feto está estable, todo parece estar bien — explicó el doc
—Dígame, señor Costello, ¿cómo terminó alguien como usted con el hombro herido por una bala? — le preguntó el doctor a Ciro una vez que terminó de suturar su herida.A Ciro le hubiera gustado decirle al doctor que se mantuviera en sus asuntos, pero comprendía que no solo era curiosidad, sino también parte de su deber hacer ese tipo de preguntas, sobre todo si había un proceso legal en puerta y eso iba a quedar registrado en su expediente médico.—Fue un error tonto. Intentaba ayudar a mis hombres a rescatar a una mujer que estaba siendo asaltada en la calle, y recibí este disparo. Aunque estaba en un lugar seguro, el peligro no me evitó. Y aquí estoy.—Espero que declare y que pronto arresten al culpable —comentó el doctor.Ciro le sonrió al médico después de escuchar su comentario sobre el arresto del culpable.—Por supuesto, doctor. Eso haré. Lo bueno es que mi esposa no estaba conmigo. Por cierto, debería enviar a alguien por ella para que venga por usted.—Ella vino conmigo, solo
Julia observaba la conversación como si se tratara de un partido de tenis, su mirada se deslizaba de uno al otro sin saber muy bien como actuar. Sí, Joseph había revelado que fue quien la salvó, también podía revelar lo de su embarazo y ella solo podía pensar en cómo evitar que la discusión avanzara.Por eso cuando Ciro se levantó, ella no dudó en hacer lo mismo. Observando a Joseph con mirada suplicante para que parara, pero él no parecía centrar su atención en nada más que en seguir enfrentándose a Ciro.— Joseph, no son órdenes, él es mi esposo — dijo levantándose también para marcharse con su esposo — no me gusta el tono que está tomando, esta conversación, hablaremos en otro momento.—Está bien Julia…—Joseph se dio por vencido justo cuando Julia habló, fue como si un balde de agua se le cayera encima, más al ver cómo ella seguía tomada de la mano de su esposo pese al tono que esté había usado para hablarle.Julia se giró y dejó que Ciro la guiara de camino a la salida, podía sent
Una hora después Víctor era liberado a las afueras de la ciudad con una única oportunidad para salvar su vida, en ese punto sabía que sus días estaban contados si no hacía lo que Ciro le había ordenado que hiciera. Con solo recordar la expresión y la mirada del esposo de Julia, hizo que todo su cuerpo se estremeciera de miedo, no tenía escapatoria más que la de cumplir, para después echar su cabeza hacia atrás y reír al darse cuenta de que no había mejor castigo para Julia que el estar casada con ese hombre.—Julia, no necesito hacer nada para hacerte pagar, ya tienes tu verdugo a tu lado. Ciro Costello el mismo te hará pagar el haberme traicionado.En casa de los Costello, todo parecía tranquilo. Julia finalmente había logrado relajarse lo suficiente como para dormir. El día había sido demasiado intenso para su estado, incluso para alguien que no estuviera embarazada. Un intento de asesinato y una pelea con su esposo eran situaciones abrumadoras.Despertó apenas unos minutos antes d
Ciro ya se había convertido en el héroe que llegaba siempre para protegerla y Julia no podía creer que incluso se hubiera enfrentado a su abuela para eso, entrelazó los dedos con los de él, cuando la tomó firmemente de la mano y esperó a que la visita se marchara.— Ciro, sobre lo del aborto yo…— él se merecía saber la verdad y Julia estaba harta de mentir, no era posible que un hombre que se había arriesgado a recibir un disparo de bala por ella y que demostraba una y otra vez protegerla, no fuera a entender lo que sentía tal vez si lo hablaban abiertamente — sobre lo de tener un hijo…—No, no te sientas mal por eso Julia —, él rozó su nariz con la de su esposa para verla a los ojos —mi abuela debe entender que no deseo tener hijos.Ciro tomó de la mano a Julia y la llevó hasta uno de los sillones, sentándose y acomodando a su esposa sobre sus piernas para poder besarla. Fue un beso suave y tierno que Julia no pudo evitar corresponder, amaba a ese hombre, era incapaz de no perderse c
Por fin, el día había llegado y Julia terminaba el máster que estaba cursando en la universidad.— Julia, me alegra mucho verte aquí. Quiero felicitarte personalmente por tu logro — dijo el profesor de Julia con una sonrisa sincera mientras estrechaba su mano.— ¡Profesor! Muchas gracias — respondió Julia, emocionada por la felicitación de su mentor académico. — Ha sido un largo camino, pero estoy contenta de haberlo completado. — No solo has completado tu máster, sino que también lo has hecho con la mejor nota en toda la clase. Tu trabajo ha sido excepcional y estoy seguro de que tienes un futuro brillante por delante, además de que …— el profesor le entregó la carta de aceptación en aquella universidad en el extranjero a la que Julia quería asistir.— Gracias, profesor. Sus enseñanzas y apoyo han sido fundamentales para mi éxito. Realmente he aprendido mucho en sus clases.—Ella abrió la carta y su rostro se iluminó al leer lo que ponía.— Esto no es posible, yo no pedí plaza todaví