Ciro no tardó en dirigir sus pasos hasta la oficina de su esposa, necesitaba ver cómo se encontraba. Por la forma que había encontrado a Mónica de alterada podía imaginar el tipo de encuentro desagradable que le había hecho pasar a su esposa.Ciro se detuvo un momento frente a la puerta de la oficina de su esposa, por primera vez se sentía nervioso y algo cohibido."¿Qué diablos te pasa?" Se recriminó a sí mismo llevando su mano hasta el pomo de la puerta abriendola. Ciro se quedó por un momento sin poder respirar al ver a su esposa sentada tras su escritorio. Julia se veía regia imponente, una mujer hermosa, fuerte y poderosa que lo hizo suspirar sin que él pudiera evitarlo.—¿Te encuentras bien?— le preguntó sentándose en una de las sillas destinadas a los clientes e invitados que había frente al escritorio de su esposa — cuando llegué escuché como Mónica azotaba la puerta y eso solo ocurre cuando las cosas no le salen como desea. ¿Ella te molesto o se metió contigo?— Estoy perfect
Tal y como Ciro lo había planeado, frente a él se encontraba Víctor, el despreciable exesposo de Julia. El muy odioso tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro, como si tuviera la mano ganadora en un juego.— No creí que el gran Ciro Costello me hablara para encontrarnos.Ciro no dijo nada, solo lo invitó a sentarse en su sala, donde tenía una carpeta similar a la que Julia le había mostrado a él.— Tienes razón, no es de mi agrado tener que hablarte, pero me veo obligado a hacerlo por Julia. Ella está obsesionada contigo, tenías razón, no deja de pensar en ti.Con cada palabra que decía Ciro, sentía como la amargura subía por su garganta, dejando un sabor desagradable en su boca.Víctor se quedó sin palabras por un momento, hasta que escuchó que Julia seguía obsesionada con él. Por supuesto, su ego se infló al escuchar esas palabras del actual esposo de Julia.— Lo sabía, es más, creo que intenté advertírselo, pero tú le creíste a ella la última vez. ¿Cómo es que ahora me crees
Esa mañana, la llamada de su secretaria tomó a Víctor por sorpresa.— Señor, esto está lleno de policías. Están desmantelando su oficina.Sin perder tiempo, Víctor se vistió apresuradamente y salió corriendo hacia su oficina. Pronto se dio cuenta de que la alarma de su secretaria no era en vano; la escena frente a él era un caos de agentes de policía y funcionarios fiscales, minuciosamente examinando sus asuntos financieros.El impacto de la realidad le golpeó de lleno mientras observaba la meticulosa inspección de sus cuentas. Estaba rodeado de documentos y personas que examinaban cada rincón de sus transacciones. La magnitud de la situación era abrumadora, y Víctor comenzó a entender la gravedad de la trampa en la que había caído.— ¿Qué se supone que están haciendo aquí? — exclamó Víctor con furia, intentando comprender la situación.La voz que le respondió era inconfundible, y al girarse, se encontró con Julia, su exesposa, mirándolo con determinación.— Detenerte, Víctor. Eso est
Ciro no podía dejar de besar a su esposa tratando de externar en cada beso y caricia lo mucho que la quería, lo mucho que la amaba, aquello que no podía expresar con palabras.Su boca conectando con la de su esposa, mientras sus manos recorrían su silueta, la mirada de Ciro se encontró con la de ella por un momento, lo que se reflejó en su mirada lo dejó anonadado y más enamorado que nunca de esa mujer.—Julia, mi amor…— por fin de sus labios salió aquello que venía sintiendo desde hacía un buen tiempo por ella, pero el miedo a lo que la chica pudiera responder, lo hizo tomar sus labios una vez más acallando cualquier cosa que estuviera apunto de decir.Julia no quería pensar, no quería ser ella quien pronunciara sus sentimientos en voz alta también, porque decirlo lo hacía real y se le haría todavía mucho más difícil lo que tenía que hacer. Pero en el instante en que esos labios tomaron los suyos, ella ya no pudo pensar y todo se volvió solo Ciro. Su boca contra la de ella, su lengua
Esa noche Ciro y Julia derrochaban un cariño y un amor que no se habían demostrado hasta entonces. Se recostaron juntos, sus cuerpos estaban entrelazados como si estuvieran tejidos por el amor que sentían. No podían dejar de besarse, acariciarse y llenarse de cariño, como si cada roce de sus labios, de su cuerpo, de sus manos expresara los sentimientos que había entre ellos, lo único que importaba en ese instante.Las palabras eran innecesarias en ese momento, pues sus miradas y gestos decían más que cualquier frase. Cada caricia, cada cariñosa mirada hablaba de la conexión tan íntima que acababan de alcanzar a través de sus cuerpos.Finalmente, envueltos en la ternura que solo puede nacer entre dos almas enamoradas, se dejaron llevar por el sueño. Se entregaron a los brazos del descanso abrazados, como si temieran perderse.Pero al despertar a la mañana siguiente, la cruda realidad golpeó a Julia. Se deslizó con cuidado de entre los brazos de Ciro, tratando de no perturbar su sueño, y
—Son unos verdaderos inútiles, no puedo creer la cantidad de dinero que me cobran cuando no pueden hacer nada bien —Víctor tuvo que contener sus ganas de golpear a sus abogados tras pasar la noche en la cárcel y ser liberado al día siguiente.Los abogados simplemente se vieron unos a otros con las pruebas en su contra, ese hombre debería agradecerles el poder salir al día siguiente y no seguir encerrado esperando el proceso judicial. Sin embargo, no dijeron nada y se limitaron a guardar silencio observando al hombre que les pagaba.—Pero ustedes no tienen la culpa de nada de esto.Una sonrisa siniestra se hizo presente en el rostro de Víctor al pensar en la verdadera culpable de que él acabara de pasar la peor noche de su vida.Julia, esa maldita, iba a pagar muy caro el haberse puesto en su contra, por lo que tras despachar al trío de inútiles de sus abogados se puso en contacto con un detective privado, deseaba que le averiguara todos los movimientos de una persona. Por supuesto, es
Julia se encontraba bloqueada, observando el cañón del arma apuntándola. Era como si su cerebro se hubiera apagado y su cuerpo se negara a reaccionar. Por un instante, cerró los ojos, resignándose y también llevando sus manos al vientre, como si así pudiera proteger a su bebé de lo que estaba por suceder.Ni su hijo ni ella podían morir ahí, pero todo parecía indicar que eso era precisamente lo que pasaría y nadie podría impedirlo.El sonido del disparo pareció congelar el tiempo o, mejor dicho, ralentizarlo, como si de pronto todo se desarrollara en cámara lenta. Ciro giró la cabeza hacia donde Víctor estaba apuntando, y un grito horrorizado escapó de sus labios al ver a su esposa en peligro.— ¡Julia! — exclamó Ciro antes de correr hacia ella, deseando ser más rápido que la bala que parecía dirigirse hacia su objetivo. Su esposa.Solo en el instante que la bala pareció encontrar su objetivo, en ese momento el tiempo pareció que volvía a acelerarse.Los hombres de Ciro ya estaban red
Julia se sentía mal por haber usado esa excusa para poder alejarse de Ciro, lo cierto era que ya no podía seguir fingiendo, el dolor estaba empezando a hacerse imposible de ignorar y sus nervios aumentaban y se mezclaban con la sensación de culpabilidad que le hacía tener la expresión de culpabilidad de su esposo.—Hablaremos más tarde, Ciro. Lo más importante ahora es que atiendan tu herida.Después de eso, Julia se deslizó discretamente fuera de la sala, viendo cómo su esposo era atendido por la enfermera. Sacó su teléfono y llamó a Joseph, necesitaba una revisión urgente, pero no podía simplemente llegar al mostrador y admitir que estaba embarazada, especialmente después de que él la había ayudado a mantenerlo en secreto.Diez minutos después, Joseph logró que el único ginecólogo al tanto de la situación atendiera a Julia. Pronto se encontraba en la consulta, sintiéndose más aliviada al escuchar las palabras del médico.—El feto está estable, todo parece estar bien — explicó el doc