CAPÍTULO 24

Hubo un silencio extraño en el camino, Iván tenía unas gafas oscuras y Sibel lo miró algunas veces queriendo preguntar si era real que la enseñaría a disparar, pero se quedó en silencio.

Por primera vez lo detalló. Su mandíbula cuadrada, sus cabellos que siempre parecían estar mojados, y su tez un poco bronceada. Su cuerpo siempre estaba tenso, y las venas de su cuello estaban a la vista.

Ella parpadeó mirando hacia el exterior, y luego tragó grueso.

Este era el mismo hombre que quería degradarla hasta el cansancio, y el mismo que la usaba para llevar su venganza hasta el final. El mismo que mató a los hombres que quisieron abusarla…

No quería tentar a su suerte, además, por alguna razón extraña, en vez de estar llorando, destruida por lo que estaba sucediendo en su vida, sentía que una fortaleza nueva se renovaba en ella.

Y nunca se iba a rendir, pasara lo que pasara.

Ella pudo evidenciar que llegaron a un campo abierto, y el polvo que salió de las ruedas le comprobó que este era el
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