Este capítulo es dedicado a mi querida Elizabeth Giraldo, no sabes cómo me encanta que hagas tantas teorías, eres un amor.
Sibel parpadeó varias veces para darse cuenta de que el lugar aún estaba oscuro. Las velas estaban apagadas, y solo había una luz muy tenue en una esquina de la suite, que daba como a una calefacción eléctrica. Ella no se movió mucho, pero si giró su rostro hacia Iván, que permanecía dormido a su lado. Debían ser las cinco de la mañana, tal vez, ni siquiera sabía cuántas veces este hombre la tuvo en sus brazos haciéndola suya, y cuantas veces perdió la conciencia y el juicio de su realidad. Lo único que podía recordar e hizo que reprimiera sus ojos antes la vergüenza, fueron sus sonidos en su mente, y de cómo se entregó a este hombre, una y otra vez hasta que la dejó sin aliento. Apretó sus muslos contra sí, y luego se quedó mirando el rostro dormido de Iván. Todo su cuerpo estaba desnudo, apenas cubierto por una sábana que tenía enredada en sus piernas. “Nunca vas a sacarme de ti” Su pulso se aceleró de nuevo mientras su vientre se contrajo. No tenía idea de qué iba a hacer cua
Sibel tuvo que pasar un trago duro y luego intentó tomar un poco de aire cuando Alexey le abrió la puerta de su camioneta. Había una sensación en su pecho muy caliente, y algo en su garganta que no podía descifrar. Era obvio que Iván no sabía que ella vendría aquí, ahora entendía por qué Sora quería sacarla del centro comercial a la mansión mecánicamente después de las compras, pero no podía entender cómo este hombre tenía las agallas de tener una prometida, y follarse a otra con tanta tranquilidad. Y no porque su prometida no fuese importante, sino que se trataba del medio de su venganza, él solo la estaba usando para un medio. —Ve adelante… —ella parpadeó al escuchar a Alexey decirle a Sora, pero el guardaespaldas la miró como si le advirtiera. —No puedo dejar sola a la señorita Sibel… sabes cómo es, Alexey… —en su tono se podía sentir los nervios del hombre. —Ve adelante… no te preocupes… —Sibel solo pudo asentir hacia Sora para calmarlo, y luego vio cómo se sentó adelante, a
Ella necesitaba hablar con Alexey por una vez, pero solo iba a poder ser cuando Iván no estuviera en la casa, y ella tenía que salir de la mansión. Se quedó dormida a pesar de su estrés, pero en medio de la noche, sus ojos se abrieron cuando sintió como si alguien la levantaba de la cama. Se removió un poco, pero ya conocía a la perfección ese olor que tomó su cuerpo y caminó con ella. —¿Dónde…? —Shuuuu… —ella sintió el aliento de Iván en su rostro, mientras sintió cómo él caminaba de forma apresurada hasta que llegaron a la habitación principal en la que ya había estado. Sibel fue puesta en la cama, mientras su pijama era arrancado de su cuerpo. —Espera… —ella trató de decir aún soñolienta. —He esperado demasiado… —Iván llegó a su boca para succionarla con fuerza, mientras que su cuerpo se despertó en un solo segundo. Ella se retorció un poco ante los besos en su cuerpo, las manos ávidas de Iván sobre sus pechos, hasta que, de un momento a otro, él la haló de las piernas para c
Sibel lavó su cara varias veces mientras su mente se volvía loca. Tenía más de cinco minutos en el baño, y en cuanto tomó un toallin para secarse, uno de los hombres, sin importar, entró al lugar para buscarla porque ya sospechaba de ella. —Señorita Sibel… ha tardado demasiado… —Sibel tomó el aire y asintió. —Ya estoy lista… —salió mientras él la siguió. Ella caminó mecánicamente con el corazón en la garganta, sin sentido en su andar, y luego escuchó. —Señorita Sibel… ¿Exactamente a donde nos dirigimos…? —ella parpadeó varias veces, y negó. La pequeña y apresurada charla con Alexey, la había metido en un plan de último momento, y debía seguir sus indicaciones para dejar a estos hombres. —Por favor… solo colaboren… —el hombre frunció el ceño ante su mención. —¿Qué? —Vamos a irnos ahora… —Pero… si acabamos de llegar… Sibel subió los hombros dirigiéndose nuevamente al auto que los trajo y el hombre dio la orden de retirarse a sus demás hombres de manera inmediata. —Entonces,
Iván estaba sentado tomando su whiskey preferido, rodeado de los Sokolov, la familia de Mila, mientras sus pensamientos estaban en la noche anterior. Su abuela había decidió ocupar la misma mesa con una de sus amigas ricas, mientras en el ambiente hablaban sobre las megas empresas que Sokolov había levantado con su ayuda. —Estás tenso… —Iván pasó la mirada a la mano de Mila, que tocó su muslo, y luego miró su boca, pintada en apenas por solo un brillo. Había conocido a Mila cuando celebraba sus 30 años, aproximadamente unos tres años y medio atrás. Literalmente la había conocido por una amiga de Alexey que había arrastrado a Mila hasta el lugar. Su abuela había flechado con ella en primera instancia, incluso él llegó cuando los Sokolov estaban financieramente inestables, y él había sido clave para el resurgimiento de sus empresas. Mila no tenía que ver en sus negocios, los entendía sin discusión, y sabía perfectamente lo que hacía. No la amaba, pero tenía cierta conexión con ella,
Sibel creía que podía haberse vuelto loca. La adrenalina que se le disparó por este suceso, era demasiado para ella, y el que ahora caminara con Iván tomándola de la mano, había encendido un fuego en sus entrañas que incluso le formaron una curvatura en su boca. No podía asimilarlo. No podía con esta sensación dentro de su pecho, porque ella había venido aquí a joderse en él, a verlo irse con su prometida, mientras la observaba desde lejos lanzándole advertencias por estar con Alexey y retarlo. Pero literalmente, Iván había mandado a la m****A todo. Estaba agitada hasta la médula, y su cuerpo vibraba de la pura satisfacción, aunque sonara cruel, y fuera de contexto. Y cuando no había nadie a la vista, y los hombres de Iván estaban a fuera con sus autos, él la haló pegándola a uno de ellos, mientras se dirigió a los hombres. —Busquen a Sora… necesito explicaciones, porque si no todos van a morir… A Sibel le tembló la mandíbula. No podía permitir que por su acto alguien más pagara
Sibel apretó los puños de sus manos cuando esa descarga mortal vino a invadir su cuerpo, ante las palabras de Iván. ¿Estaba obsesionado con ella? Su piel se contrajo de la pura anticipación, porque si no era verdad lo que decía, sus actos demostraban que estaba en lo cierto. Iván apretó aún más sus piernas. Él tenía razón, si dejaba toda la fuerza de cuerpo guindando por las cuerdas en sus muñecas, iba a lastimarse mucho. Pero lo contrario sería ceder a su torso, y literalmente complacerlo. Iván metió la mano entre sus piernas, y ella se estremeció cerrando los ojos. Él apretó sus glúteos y luego comenzó a rastrillar sus dedos en todo el cuerpo de Sibel, haciendo que ella cada vez se contrajera más a su anatomía que quería estallar, como si con eso la estuviera castigando. Apretó sus pechos, su vientre, le mordió la piel muchas veces, haciendo que Sibel gimiera ante el desespero, y luego la puso en su anatomía y entró en ella de golpe. Con su mano retenía su cuello, y luego sus
—¿Ella está aquí? —Mila estaba agitada hasta el cansancio, incluso apenas había podido dormir ante la angustia, la humillación, y sus sentimientos aplastados en su pecho. Ágata alzó la palma y la invitó a sentarse en el sofá, en medio de un salón privado en la mansión. —Tranquilízate… —Mila limpió sus lágrimas—. Mírate… estás horrible… ¿Cómo quieres tener a Iván en tu palma? Y Mila se exasperó. —¡Nunca lo he tenido en mi palma! No importa lo que haga, como me vista o lo que haga… él nunca está en mi palma ni siquiera en la tuya… —Mila… —Ágata advirtió, mientras las lágrimas de Mila bajaron incesantemente. —¿Él vino aquí esta mañana con ella? ¡Dime! Ágata asintió. —Los vi entrar… pero Iván se fue rápidamente… parece que tenía asuntos. —Alguien llamó a mis padres de su parte, dijo que tendría una conversación con ellos, y estoy aterrada. —No pasa nada… —Ágata habló con tranquilidad, pero Mila estaba al borde del desespero. —¿Has visto las imágenes? ¡Por Dios! —Su mandíbula tem