Este capítulo es dedicado a Cecilia Espinoza, amo tus comentarios, muchas gracias por tu apoyo constante.
—Vasíliev… —Alexey se levantó con un traje puesto, mientras vio la quijada de Iván apretada—. Tu regalo… no me gustó tanto… se le veía mejor a Sibel… —¿Es en serio esto? —Iván casi llegó a su nariz y ambos se miraron de frente. Pero luego Alexey negó y sonrió tomando su rostro y palmeándolo. —¿Crees que puedo ir detrás de una mujer que mira a otro? Mírame… ¿Crees? —¿Por qué put@s la ayudaste? —Alexey se despegó de Iván y luego le ofreció un puro, que eran de sus favoritos—. No me apetece ahora… —Relájate… ella estaba al borde de la locura… pudo hacer algo peor. ¿Qué hiciste para tenerla así? —Alexey sonrió, pero Iván restregó su rostro. —Bien.… no te importa ella… ¿Entonces cuál es tu propósito entonces? —Alexey alzó los hombros. —Eres mi hermano… literalmente has puesto tu carne al frente por mí, puedo hacer cualquier cosa por ti también… nunca olvido. Iván relajó sus hombros y luego recibió el puro, para sentarse en el sillón. —¿Por qué no me dices de qué se trata? ¿Y dónde
—¿Qué ha pasado? —Sora miró a Sibel que tenía lágrimas en los ojos, cuando Iván llegó a la camioneta y la abrió con urgencia. Él tocó su mejilla rasguñada y su ceño se frunció. —Sibel… —ella parpadeó tratando de contener sus emociones, y negó. Se sentía una imbécil por parecer que estaba así por la pelea, le importaba una mierd@ los golpes de hace una hora, porque lo que le había dicho Sora, la había dejado completamente fría. —Habla maldit@ sea… ¿Qué ocurrió? ¿Mila te atacó sin más? Sibel asintió y luego miró a Sora. Se secó las lágrimas de inmediato e intentó decir algo. —Creo que… creo… —¿Qué te ocurre? —Iván tomó su rostro y luego miró a Sora—. ¿Qué le pasa? Sora negó totalmente, serió y Sibel tomó las manos de Iván con urgencia. —Yo… lo siento Iván… —Sora apretó su mandíbula mientras los labios de Sibel temblaron. —¿De qué estás hablando? —Iván se quedó quieto, un poco impactado por su conducta sumisa. En la vida, Sibel le había pedido una disculpa. —Es por tu camiset
—Nos vamos esta misma noche a Estado Unidos… Sibel asintió sin más, y luego vio cómo Iván se sentó en la mesa de vidrio, que estaba delante de ella. —¿Qué te dijo Mila? Habla ahora… Ella negó. —Solo estaba furiosa… —Sibel tenía la mirada hacia abajo—. Yo estaba saliendo al césped y ellas tenían una conversación. Creo que actuó desde su rabia… la dejaste sola en medio de toda esa gente… y se supone que yo soy una empleada tuya… debe estar muy confundida… —Claro… y tú, estás de lado de ella de un momento a otro y loca que está dentro de ti, ha desaparecido por arte de magia… Sibel alzó la mirada, y se perdió en esos ojos negros. —¿Iván? —él apretó la mandíbula y asintió como si preparara para recibir sus palabras—. Estoy un poco cansada de este juego… pero quiero saber una cosa… Iván se levantó un poco fastidiado. —¿Qué ocurre contigo? —Querías que estuviera a tu disposición… que fuera sumisa a tus órdenes… —NO… —él la levantó de donde estaba y restregó su palma por su cara—.
Al siguiente día por la mañana, cuando Sibel salió a trotar dentro de la casa, Sora se puso en medio, y ella se detuvo con agitación. —Me han pedido que la lleve a un lugar… —Sibel tomó de su botella de agua y luego asintió. —¿Iván? —Su abuelo está en la UCI, tuvo un infarto… Los ojos de Sibel se abrieron, y todo su cuerpo se estremeció. —¿Cuándo? —Ayer por la noche… Ella literalmente se fue corriendo a la habitación a ducharse muy rápido, y se vistió con lo primero que encontró. Tenía una situación en la boca del estómago, y cuando llegó a aquella clínica a donde Sora la acompañó, juntos a varios hombres, se enfrentó a una realidad, que ella no había previsto. En la sala de urgencias estaba Clara, la mujer que siempre pensó era su madre, y su hermana Keira. Ella disminuyó los pasos, y pasó un trago cuando Clara levantó la mirada para verla. Allí no estaba esa sensación en sus ojos de querer verla como en el pasado, y su hermana primero miró a su mamá, antes de mirarla de alg
23 años atrás… —¿Estás bien? —Ana se limpió una lágrima y negó. —No… no lo estoy… —¿Por qué no vuelves a bailar…? En el club te esperarían con los brazos abiertos. Ana miró a su vieja amiga Tania, y pasó un trago grueso. —Después de Vladímir, supe que jamás volvería a mi vieja vida… —Ana… Vladímir está postrado en una cama, y crías un hijo que no es tuyo… sé que… Ana puso la mano sobre Tania y negó. —No Tania… Amo a Iván como si fuera mío… yo lo tuve en mis brazos desde que era solo un bebé… Y él me ama como su madre. Y te juro que no me pesaría la enfermedad de Vladímir, sino fuera por su madre encima de mí todo el tiempo. —Es una mierd@ de mujer, no sé cómo la aguantas… Ana negó con las manos temblorosas. —Vlad ha hecho mucho por mí, y no puedo dejar a Iván solo. Aún recuerdo cuando Vladímir Vasíliev llegó al bar por primera vez… él me trató… me trató como la mejor mujer del mundo. —Lo recuerdo… recuerdo cuando llegó con todos sus hombres… como todo un hombre de la mafia…
23 años atrás… Ana no supo en qué momento, pero eran las cuatro de la mañana cuando Tania le tocó el hombro y le susurró en el oído. —Cariño… creo que es hora de irnos… —Ella asintió y miró a Armand. —Debo irme… Armand pasó un trago difícil. Decir que se sentía extasiado por esta mujer, era quedarse corto, ni siquiera sabía cómo había podido contarle su vida, y confesarle en unas horas, que se había casado con una mujer para posicionar su estatus. Pero Ana, aquí presente, lo había embelesado, flechado y embrujado como ninguna otra. Ella se levantó y Armand la tomó de la mano enseguida, es como si no quisiera que se desvaneciera de un momento a otro. —Por favor… déjame llevarte… es tarde, es peligroso… las levaré a ambas… Tania miró a Ana y asintió, mientras Ana aceptó su propuesta. A la primera que dejaron en el camino, fue a Tania, quien le pidió a su amiga comunicarse con ella en cuanto llegara, y durante el camino, Ana estuvo un poco nerviosa, pensando cómo decirle que la d
23 años atrás… Ana estaba apresurándose a colocar la ropa que pudo en una maleta. La mayoría era de Iván, algunas cosas particulares de Vladímir, y solo dos mudas de ropa para ella. No le importaba la fortuna de su marido, ahora lo único que podía ver era sus pasaportes juntos, y los minutos que estaba contando como una desesperada. —Mamá… —Ella brincó cuando Iván entró, que se puso detrás de ella, se había perdido un poco en sus pensamientos, y era demasiado tarde. Al menos ya casi media noche—. ¿Es cierto? ¿Nos estamos yendo? Ana se apresuró a colocar la mano en su boca y susurró. —Alguien no está ayudando… nos vamos todos juntos… solo debemos esperar… y no hablar sobre nuestro secreto muy fuerte. Iván frunció el ceño. —¿Se trata de tu amigo? —y ella asintió. —Sí… —No me gusta él… —No importa que no nos guste… lo importante es que nos ayudará. —¿Cuándo vendrá por nosotros? —Solo… debemos esperar… ¿De acuerdo? Iván asintió sentándose en el borde de la cama, y Ana se trepó
23 años atrás…Ana abrió los ojos y su respiración se hizo pesada. Sentía una daga en su estómago, y cuando trató de levantarse, ella vio como sus ojos, que estaban borrosos, iban aclarando una imagen frente a ella.—¿Iván…?Ella se puso la mano en su costilla, mientras se rascó los ojos con la otra.—¿Cómo te sientes? —ella pudo reconocer esa voz, que ahora odiaba con muchas fuerzas, y su corazón se disparó de inmediato ante el miedo.Poco a poco su visión enfocó a Armand, mientras a su alrededor, una habitación que nunca había visto, se abría para ella.—¿Dónde estoy?—Estados Unidos…A Ana se le secó la boca.—¿Qué?—Yo…—¿Cuánto tiempo llevó aquí? —ella lo cortó de inmediato.Armand tomó una fuerte aspiración, y luego se acercó un poco.—Un mes…—Dios… ¿Dónde está Iván? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo me trajiste aquí?Armand alzó la palma.—No iba a dejarte allá sin que nadie cuidara de ti… estabas muy mal, sobreviviste de milagro.Las lágrimas cayeron por las mejillas de Ana.—¿Y sabes po