Este capítulo es dedicado a Laura Rosado, muchas gracias por tus palabras, siempre has sido un gran apoyo
23 años atrás… Ana no supo en qué momento, pero eran las cuatro de la mañana cuando Tania le tocó el hombro y le susurró en el oído. —Cariño… creo que es hora de irnos… —Ella asintió y miró a Armand. —Debo irme… Armand pasó un trago difícil. Decir que se sentía extasiado por esta mujer, era quedarse corto, ni siquiera sabía cómo había podido contarle su vida, y confesarle en unas horas, que se había casado con una mujer para posicionar su estatus. Pero Ana, aquí presente, lo había embelesado, flechado y embrujado como ninguna otra. Ella se levantó y Armand la tomó de la mano enseguida, es como si no quisiera que se desvaneciera de un momento a otro. —Por favor… déjame llevarte… es tarde, es peligroso… las levaré a ambas… Tania miró a Ana y asintió, mientras Ana aceptó su propuesta. A la primera que dejaron en el camino, fue a Tania, quien le pidió a su amiga comunicarse con ella en cuanto llegara, y durante el camino, Ana estuvo un poco nerviosa, pensando cómo decirle que la d
23 años atrás… Ana estaba apresurándose a colocar la ropa que pudo en una maleta. La mayoría era de Iván, algunas cosas particulares de Vladímir, y solo dos mudas de ropa para ella. No le importaba la fortuna de su marido, ahora lo único que podía ver era sus pasaportes juntos, y los minutos que estaba contando como una desesperada. —Mamá… —Ella brincó cuando Iván entró, que se puso detrás de ella, se había perdido un poco en sus pensamientos, y era demasiado tarde. Al menos ya casi media noche—. ¿Es cierto? ¿Nos estamos yendo? Ana se apresuró a colocar la mano en su boca y susurró. —Alguien no está ayudando… nos vamos todos juntos… solo debemos esperar… y no hablar sobre nuestro secreto muy fuerte. Iván frunció el ceño. —¿Se trata de tu amigo? —y ella asintió. —Sí… —No me gusta él… —No importa que no nos guste… lo importante es que nos ayudará. —¿Cuándo vendrá por nosotros? —Solo… debemos esperar… ¿De acuerdo? Iván asintió sentándose en el borde de la cama, y Ana se trepó
23 años atrás…Ana abrió los ojos y su respiración se hizo pesada. Sentía una daga en su estómago, y cuando trató de levantarse, ella vio como sus ojos, que estaban borrosos, iban aclarando una imagen frente a ella.—¿Iván…?Ella se puso la mano en su costilla, mientras se rascó los ojos con la otra.—¿Cómo te sientes? —ella pudo reconocer esa voz, que ahora odiaba con muchas fuerzas, y su corazón se disparó de inmediato ante el miedo.Poco a poco su visión enfocó a Armand, mientras a su alrededor, una habitación que nunca había visto, se abría para ella.—¿Dónde estoy?—Estados Unidos…A Ana se le secó la boca.—¿Qué?—Yo…—¿Cuánto tiempo llevó aquí? —ella lo cortó de inmediato.Armand tomó una fuerte aspiración, y luego se acercó un poco.—Un mes…—Dios… ¿Dónde está Iván? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo me trajiste aquí?Armand alzó la palma.—No iba a dejarte allá sin que nadie cuidara de ti… estabas muy mal, sobreviviste de milagro.Las lágrimas cayeron por las mejillas de Ana.—¿Y sabes po
21 años atrás… —Esto tiene que ser una maldit@ broma… —Ciro casi se arranca el pelo cuando Armand le contó todo—. Pensé que me había deshecho de esa mujer… ahora lo entiendo… entiendo las acciones, los ataques.… esa maldit@ sigue con vida…Armand estaba tomando una taza de café fuerte, cuando frunció el ceño.—¿De qué estás halando? ¿Cuál mujer? ¿Ana?Su padre hizo un gesto asquiento.—No tengo ni put@ idea de quien es Ana… pero conozco a Ágata.—¿La conoces? Ella literalmente le hizo la vida imposible a Ana…—Trabajó aquí en la mansión con su pobre familia… no niego que era hermosa… y su coquetería me hizo hacer algo de lo que me arrepiento. Sin embargo, ¿Cómo podía ella pensar que podía escogerla y dejar a tu madre…? ¡Es una loca…!Armand dejó la taza en el escritorio y arrugó su ceño.—¿Qué hiciste?Ciro lo miró directamente, y después de una larga charla, Armand se tiró del pelo.—¡Dios…! ¿Abusaste de ella?—¿Me está preguntando eso, el mismo que ha tenido a una mujer cautiva por
—Siempre fuiste tan bella… —Clara miró a Sibel, que estaba en estado de conmoción—. Tu madre era… igual a ti… a pesar de estar desgastada, herida… queriendo morir… ella era tan hermosa… Eres igual a ella, por eso Armand, de alguna forma te ama tanto… por eso… eres su ser especial… Sibel tuvo que levantarse para tomar el aire. Su estómago estaba revuelto, pero su corazón… era como si se lo hubiesen desgarrado, pedazo por pedazo. Le dolió el rostro, el cuerpo, y todos sus sentidos se concentraron en una sola cosa. Su madre no la amó ni la deseó, eso sumado a que su propio padre, la había usado imponiéndole un amor, que ella misma no sintió. ¿Y Iván? Ella tuvo que morderse los dedos ante la ansiedad apremiante que la invadió, le faltaba el aire, y quería volverse loca. Su madre era la misma que había criado a Iván, y… él lo sabía. Lo supo todo este tiempo cada vez que la hizo suya, cada vez que la miró. —¿Sibel? Nunca sentí repudiarte… yo siempre te quise, sin embargo, sabía q
A Iván le tembló la boca al escuchar lo que Sibel le arrojó, y luego pudo recordar ese día, cuando aquella carta llegó a sus manos. «Ana Vasíliev… Cariño, tuve que irme… estoy bien, pero no puedo quedarme con ustedes, esta no es mi familia, y quiero hacer mi vida. Por favor, perdóname, pero quiero ser feliz al lado del hombre que ahora amo.» Recordaba cómo con sus manos arrugó la carta, porque esta mierd@ no era de su madre, nunca en la vida, y lo que vino de parte de su abuela a continuación termino por inyectar un veneno en él. —Siempre fue una cualquiera… una put@ barata que cegó a tu padre… espero que se pudra… —Iván restregó sus ojos y miró a su abuela limpiando sus lágrimas, y mirando el ataúd, donde se encontraba su padre asesinado, cuando ella siguió—. Ahora… vamos a prepararnos. Las personas que nos hicieron esto, pagarán… Sin embargo, Iván solo tenía una sola cosa en su mente. Saber la verdad de lo que le había sucedido a su madre, y no descansaría, hasta que lo descubr
Sibel abrió los ojos en medio de la oscuridad. Su cabeza estaba encima del pecho de Iván, mientras su brazo, le rodeaba todo el torso. Él, por su parte, tenía su brazo encima de ella, y cuando levantó la cabeza para mirar su rostro, lo encontró completamente dormido. Ella movió un poco sus piernas, que estaban entrelazadas con las de él, y sintió una puntada agónica en su vientre cuando cerró los ojos. Estaba segura de que nunca iba a poder superar esta experiencia, no solo por su vida emocional destruida, la de su familia, y la de ciertas verdades que solo le enfermaban la mente, sino de esta realidad con Iván, de la que ella jamás iba a escapar, por muy lejos de él que estuviera. Ella lo apretó contra sí, y dio un beso corto en su pecho bronceado y lleno de tatuajes. Acarició su estómago, y luego pegó la nariz a su piel. Aspiró su olor con fuerza, y luego cerró los ojos, porque, aunque Iván sentía un fuerte recelo, y obsesión por ella, iba a usar todo lo que pudiera, para salir
Había pasado una semana desde aquel día en que Sibel vio los ojos de su padre lleno de dolor, y aun su mente le repetía el mismo episodio. Ciro MacMillan había salido de la UCI, y en las noticias decían que sus acciones empresariales, no podía caer más bajo de lo que ya estaban. Erich ya estaba en un centro penitenciario, y esta semana comenzaba el juicio contra su padre. Y aunque Sibel no quería oír más noticias sobre nada, estaba frente al televisor, viendo las imágenes de cómo los reporteros acosaban a Clara, y a su hermana Keira. Ella no sabía cuál era el siguiente paso de Iván, y contando el tiempo, ya habían pasado cuatro meses desde aquel día, en que toda su vida se hizo negra. Sibel saltó un poco cuando golpearon la puerta de la habitación, y luego escuchó a Sora detrás de ella. Se levantó rápidamente para ir a abrir, y luego lo vio de pie con una caja negra. —El jefe envía esto… dijo que por la noche tendrán una cena en la mansión… él va a viajar a Rusia mañana… Sibel s