Lucio Harper podía asegurar algo sin temor a equivocarse: jamás había sentido por ninguna mujer lo que sentía por Maya. Durante el último año se había enamorado de Marianne, la mejor amiga de su hermana Stela, pero aquel era el amor más protector, tierno y dulce que alguien podía imaginar. Ni siquiera habían llegado a tener algo físico y ahora, viendo desde su palco a aquella mujer que enloquecía al público, se daba cuenta de que era imposible comparar. A Marianne la había dejado ir porque sabía que ella no lo amaba... a Maya tenía ganas de encerrarla en una bola de cristal y follársela hasta romperla, pero si de algo estaba seguro, era de que a esa mujer, a esa loca que tocaba el violín mordiéndose los labios... ¡a esa jamás podría dejarla ir! Pasó al menos una media hora para que Maya bajara por fin de aquella tarima, contra muchas protestas, debía decirse. —¿Qué te pareció? —le dijo Maya mientras se sentaba a su lado con una sonrisa de oreja a oreja. —Eres increíble... ¿Cómo es p
—¿Qué? —exclamó Maya alarmada. Aquello ya no era casualidad.—Sí, exactamente lo mismo: dos distribuidores que habían firmado pre-contratos me pidieron un aumento del bono inicial —respondió Lucio—. No sé si son estúpidos o de verdad creen que pueden sacarme más de lo que ofrezco.Se echó hacia atrás en su silla ejecutiva y Maya se sentó sobre sus piernas, rodeándolo con los brazos.—¿Y qué crees que está pasando? —preguntó ella frunciendo el ceño—. ¿Alguien te está saboteando el negocio?—Eso parece. Un hombre codicioso no es nada extraño, pero tres que pidan exactamente lo mismo no es casualidad, ¡y por supuesto no les di absolutamente nada! —siseó Lucio—. Esto no es coincidencia, nena, alguien quiere hacerme caer y puedes apostar a que no voy a permitirlo.—¿Tienes idea de quién puede ser? —preguntó Maya, mientras Lucio la estrechaba contra sí.—No. Todos los que saben sobre el negocio y los clientes potenciales son personas de confianza, y no todos ellos tienen la misma cantidad d
No, ciertamente no era aburrido compartir con la familia Di Sávallo. Para empezar eran muchos, y para terminar todos estaban locos, no importaba lo juiciosos que parecieran por fuera. Eran como un pequeño ejército de locos que se entendían a la perfección. —¡Wow! ¿Cómo haces para que esta banda de desquiciados te obedezca? —preguntó Lucio varias horas después. —Mi hermano y yo somos los mayores de todos los primos. Stefano se impone con el carácter y yo sé hacer un muy buen uso del arco del violín —dijo Maya levantando una ceja divertida—. ¿Tienes idea de cuántos les he roto en esas cabezas duras? Lucio rio con ganas y subió las dos pequeñas maletas a una de las camionetas que los estaba esperando en el hangar privado. La caravana salió hacia la mansión familiar y Lucio se dio cuenta de que ellos no necesitaban invitados externos para una boda. —Bueno, recuérdame quién se casa a ver si no meto la pata de nuevo —pidió él. —Mi prima Cara... con mi primo Alex —dijo Maya como si fuera
Aquel fue el fin de semana más lleno de adrenalina que Lucio había experimentado en su vida. Sobraba decir que había sido el saco de boxeo de Leo Di Sávallo, el espécimen de estudio de Stefano, Kiryan y Bells, y el objeto de curiosidad de todos los primos más chicos. Y si algo era completamente acertado, era que Lucio Harper necesitó usar aquel botón de pánico más de lo que había pensado. La última vez fue cuando Alessandro pasó un brazo sobre sus hombros y silbó con fuerza, reuniendo al resto de los “mayores” del clan. —¿En serio? ¡¿Ya es hora del paseo!? —se entusiasmó Marco y Fabio le dio un codazo a Ian con complicidad. —¡Oye, oye! No te entusiasmes tanto que este es de Carlo, tú ya has tenido los tuyos… —dijo Fabio. —Y además no te puedes meter porque este también es mi momento —rezongó Ian—, no me importa que Alex sea tu hijo y mi sobrino. ¡La espartana es una tradición, nadie se salva de ella! Media hora después estaban subiéndose a aquel helicóptero y Alex, el emocionado
Maya sintió que iba a enfermarse de la rabia que sentía. Frente a ella, con la sonrisa más satisfecha del mundo, estaba Vlad.—¿Qué haces aquí? —preguntó la muchacha entre dientes.—Estoy invitado a esta boda ¿no? —dijo Vlad sin inmutarse por su tono—. No has respondido a ninguna de mis llamadas.—Claro que no te he respondido, pero ¿te crees que soy estúpida como para seguirte el juego? Ya te dije que quería terminar contigo y lo dije en serio.Vlad la miró fijamente durante unos segundos antes de soltar una carcajada.—Vamos, Maya, no me digas que no te alegras de verme —dijo acercándose a ella—. Aún me duele lo nuestro, pero sé que nosotros podemos superarlo. Además... no olvides que te conozco bien. Tienes demasiado respeto por tu familia, y ellos saben que yo he sido tu novio en el último año. No te atreverías a traer aquí al improvisado ese que te cogiste en un club...—¡Cállate! —le espetó Maya girando la cabeza para no mirarlo a los ojos—. Lo que yo haga o deje de hacer no es
El rostro sonriente de Maya era digno de verse mientras regresaban a Suiza. Habían decidido tomar un vuelo privado, ya que Maya tenía que regresar a los ensayos y no querían interrumpirle la luna de miel a Alex y a Cara junto con el resto de la familia.—¿Qué? —preguntó Lucio sonriendo—. No puedes quitar esa expresión de felicidad, ¿qué es lo que pasa?—Lanzaste a mi papá del helicóptero —rio Maya recordándolo—. Eres oficialmente el nuevo ídolo de los "viejos" Di Sávallo, es raro verlos encontrarse con la horma de sus zapatos.—¡¿Ah ahí?! ¡Pues espérate a la próxima celebración y vas a ver como lo hago mucho mejor! —replicó él con aire suficiente.Maya lo miró durante un segundo pero no dijo nada. ¿Qué significaba aquello? ¿Que Lucio pensaba asistir a la próxima celebración de la familia? ¿Y sobre todo, por qué eso le alborotaba todas las mariposas en el estómago?Llegaron a casa, descansaron y al día siguiente él se despidió de ella en el teatro como hacía todos los días. Tenía mucha
La expresión de sorpresa de Finn era tan falsa que a Lucio se le revolvió el estómago.—¡Oye! ¿¡De qué hablas!?—No quería creerlo —murmuró Lucio gruñendo de rabia—, pero era la única explicación posible. ¡Tú! ¡Tú eres el responsable de que Siux haya duplicado su precio!—¿Y por qué es mi culpa? —espetó Finn defendiéndose—. El tipo es un estafador, seguro que quería sacarte más dinero desde el principio.—¡No, no, no! —gritó Lucio levantándose del sillón—. No te vas a librar tan fácilmente, porque Siux no fue el único que pidió un aumento, fueron él y muchos otros, todos con las mismas estúpidas demandas, todos influenciados ¡por ti! Yo te contraté para que me ayudaras a conseguir distribuidores, y tú has ido saboteando todos mis intentos.—Eso no es cierto...—¡Sí lo es! ¡Ni siquiera te molestes en mentir, porque con lo que me dijo Siux fue suficiente para darme cuenta de que has estado tratando de joderme por un tiempo ya. Y por más que me duela en el fondo sabía que era posible. ¡F
Maya se sobresaltó cuando el celular de Lucio comenzó a sonar y los dos miraron la pantalla: era una llamada del detective a cargo de su caso, así que la respondieron enseguida.—Señor Harper, la casa está asegurada, estoy ahora mismo de pie en la habitación principal. Ya es seguro salir —dijo el detective.Lucio respiró hondo y salió de la habitación de pánico seguido de Maya, aunque en verdad hubiera preferido que ella se quedara allí.—¿Encontraron a alguien? —preguntó Maya agarrando fuertemente la mano de Lucio.—Alguien definitivamente entró a la casa, la entrada fue forzada y sabotearon el panel del sistema de seguridad desde afuera —explicó el detective—. Es evidente que vinieron preparados. Dejaron la casa revuelta: forzaron las puertas de atrás y de la casa de invitados y la mitad de los cajones y armarios están abiertos.Maya asintió con la cabeza, intentando tranquilizarse, pero el susto había sido demasiado fuerte y le costaba recuperar la calma.—Seguramente solo fue un l