CAPÍTULO 89. Tú eres una chihuahua

La celebración estaba en pleno apogeo, y Gabriel iba guardando uno a uno todos los regalos. Marianne, que ya estaba un poco cansada, se sentó a descansar en el sofá. No le importaba que sus amigos la vieran así, con el vestido subido hasta las rodillas y los pies descalzos. Estaba feliz, y eso era lo único que importaba.

Al rato, Lucio se acercó a ella con una sonrisa.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó, preocupado—. ¿No estás agotada?

—No —respondió Marianne—, estoy bien. Ha sido un día largo, pero muy emocionante.

—Eso me alegra —dijo Lucio—, porque tengo un regalo para ti. Bueno, no para ti, para el bebé.

Marianne se incorporó un poco, intrigada.

—¿De verdad? ¿Qué es?

Lucio se sentó a su lado y le entregó una caja de madera pulida. Marianne la abrió y encontró una fina cadena de oro con una medallita.

—Es precioso —exclamó, asombrada—. ¿Es para el bebé, de veras?

—Lo encontré en Italia —respondió Lucio—. Hace mucho que quería hacerte un regalo, y pensé que este sería perfecto. Es una
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