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—No sé cómo le hiciste, así que deja este teatro de una vez por todas. Maldita la hora en que caí en tu juego, resultaste más zorra de lo que pensaba.

—¡Suéltame! O grito —le increpó a su padre, o bueno, al hombre que la engendro—, Zorra, tu hijita, que se le metió por los ojos a quien era mi novio. Desde el fondo de mi alma, les deseo a los novios tanta desdicha como la que viví yo siendo parte de la familia Montiel.

Sebastián Montiel hizo el ademán de querer levantar la mano para golpearla, pero aquel acto fue detenido por Bastian, quien lo miró con furia, con ojos inyectados de un rencor inimaginable, aún después de todo lo que había hecho en contra de Elizabeth, se atrevía a querer golpearla.

—Nunca más en su maldita vida, se atreva a levantarle una mano a Elizabeth, porque juro que no respondo y me olvido que es un anciano.

—¿Cómo la llamaste? — Su voz salía entre cortado, horrorizado de que sepa la verdad.

—Sé todo de ella, así como sé todo de usted, viejo, miserable, pero tranq
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