—¿Cómo estás?—La verdad, extrañándote, nadie puede derrotarme jugando a las carreras.—Pero bueno, ya estoy de regreso.—Tu tono de voz se siente, no sé más. ¿Alegre? Parece que las cosas te están yendo bien.—No sé si alegre, pero sí me siento mejor que otros días. Bueno, vamos por esa partida, vamos tres a dos y tal vez podamos ver lo que el viento se llevó, la puedo exhibir si conversamos en una reunión virtual, tranquila, sin vernos las caras.—Así es mejor.…—No sé si andas suspirando por tu dichoso y supuesto novio o el señor N, te oí conversando con él, mujer, andabas maldiciendo al mando del videojuego.—No digas eso, bueno, si es que con el señor A, hasta me olvido que soy una señorita bien portada que ni siquiera eructa.—No me cuentes esas cosas, mujer, un poquito de amor por mis dulces oídos, por favor, no sé cómo puedes hablar con un extraño de esa manera.—No es un extraño, es el señor A.—Ni que fuera un personaje de comic, pero bueno, entonces si tus suspiros no eran
—No sé cómo le hiciste, así que deja este teatro de una vez por todas. Maldita la hora en que caí en tu juego, resultaste más zorra de lo que pensaba.—¡Suéltame! O grito —le increpó a su padre, o bueno, al hombre que la engendro—, Zorra, tu hijita, que se le metió por los ojos a quien era mi novio. Desde el fondo de mi alma, les deseo a los novios tanta desdicha como la que viví yo siendo parte de la familia Montiel.Sebastián Montiel hizo el ademán de querer levantar la mano para golpearla, pero aquel acto fue detenido por Bastian, quien lo miró con furia, con ojos inyectados de un rencor inimaginable, aún después de todo lo que había hecho en contra de Elizabeth, se atrevía a querer golpearla.—Nunca más en su maldita vida, se atreva a levantarle una mano a Elizabeth, porque juro que no respondo y me olvido que es un anciano.—¿Cómo la llamaste? — Su voz salía entre cortado, horrorizado de que sepa la verdad.—Sé todo de ella, así como sé todo de usted, viejo, miserable, pero tranq
—Gracias por la invitación, Ivanna, muy amable de tu parte —mientras caminaban por el centro comercial, mirando una que otra tienda—Sí, claro, entremos a esta tienda, me gusta su nueva colección —la hizo entrar a una de las más prestigiosas, por ende, la que más costaba, después de todo era una simple asistente.Caminaron viendo cada una de las prendas, ella solo señalaba las que quería y se las iban juntando. Una sonrisa de satisfacción se le dibujó, cuando observó que Elizabeth, miraba prenda por prenda, sin escoger ninguna.—Todas son bonitas, pero no el color que quisiera— Si, claro como no, pensaba Ivanna.—¿Qué color quieres? Tal vez tenga stock.—Uno de color negro, a Bastián le gusta de ese color en mi cuerpo—No sintió vergüenza, no sintió falta de pudor, era la verdad, estaba observando un vestido muy escotado cubierto con pedrería.—Señorita, tenemos en color negro.—Perfecto, dame en negro y este color piel. También buscaré unas sandalias que hagan juegos, bolsos, no po
—¿Y si voy de blanco? — Preguntó ella.—Es muy directo.—Tienes razón, mejor voy de negro, conseguiste lo que te pedí, me imagino —Claro princes, esta venganza no sería épica sin eso, ya los veo corriendo a buscar los baños más cercanos.—A eso súmale, otros detallitos, esa boda va a ser memorable, pero por otra cosa, nadie va a poder olvidarla jamás.—Mira que Bastián, se anotó una, eso de desviar la caravana del circo—Mientras doblaba el cuello de un lado a otro, se sentía estresada, con el peso del mundo sobre ella, no era fácil organizar una venganza y seguir siendo la asistente novia falsa de Bastián.—A él se le hace fácil, ya que lleva queriendo hacer esto antes que yo, es un genio, ni imaginas los planes que tiene.—una enorme sonrisa apareció en su rostro, no podía evitarlo, era algo por lo que no tenía control.—Deberías dejar de ser tan obvia—Ahora, ¿Yo qué hice? — Mirándolo con detenimiento. — Antuhant, se posicionó detrás de ella y acaricio sus hombros para quitarle el
—¡Imposible! No puede asistir a la boda así. Mejor ponte una bolsa en la cabeza— Ivanna estaba horrorizada, su tan añorado novio, tenía el labio hinchado y encima estaban buscando el mejor cirujano dentista que le ayudará con el diente delantero faltante, todo esto a escasos solo dos días para la boda.—Se te ocurre hacer una boda, en días festivos, por eso no hay médicos disponibles.—En vez de pelear conmigo, eso hubieras hecho con tu hermano, eres un inútil, un pelele— Franco no iba a soportar que una mujer como ella, se la diera de digna y se atreviera a insultarlo como si nada, la tomó del brazo de una manera brusca y con la mirada fría y oscura le dijo.—Cierra esa maldita boca tuya, porque cariño, quien no tiene rabo de paja que me juzgue y tú, por favor, te recuerdo que ambos estamos cortados por la misma tijera. ¿Quieres saber por qué me pego?—¡Suéltame! Me estás lastimando y no quiero escuchar nada.—Me importa una mierda, si quieres o no quieres, me golpeo porque intenté
El camino de regreso al departamento fue casi como una tortura. Pensar que a nadie le importaba lo tenía al extremo molesto, pero una persona más bien una voz vino a su mente, con ella siempre se le iban los malos momentos o estos pasaban a último plano.—Debería llamarla, la señorita N siempre me hace sentir mejorUna sonrisa se dibujó en su cara, estaba convencido de que fuera de Elizabeth, la señorita N era la única que podía traerle sonrisas, ni quiera se había percatado que estaba dejando de pensar en su querida Sam o visitado su tumba, estaba durmiendo mucho mejor que antes, pero eran cosas a la que no quería analizar demasiado, porque por algún motivo que no quería admitir, sabía que lo podría terminar arruinando, después de todo él no había nacido para ser feliz como tantas veces se dijo a sí mismo, producto del dolor por la muerte de su prometida e hijo.Él estaba estacionando su auto, lo sabía porque hablo con el encargado de la seguridad del condominio para que le avisara,
—No Puedo — Fue lo primero que salió de sus labios a modo de respuesta.—Si esa es tu respuesta, entonces no hay nada más que decir, cierra la puerta al irte— Se levantó del sofá, le dio la espalda y de enrumbada a la segunda planta de su casa, a la vez que se quitaba el gorro que según lo hacía ver un tonto y solo lo había tolerado por ella, lanzándolo el piso, no quería explotar no quería que ella se diera cuenta lo que su decisión le estaba causando, nunca creyó volver a sentir aquello por alguna otra mujer que no fuera Samantha, pero tampoco iba a rogar por migajas que según era un cariño que no existía.—Bastián, no dejemos las cosas así— Tomándolo de la muñeca, como quien retiene lo querido.—¿Qué quieres? ¿Qué te ruegue? No lo voy a hacer, tú no quieres una relación conmigo, muy bien, solo déjame en paz —se soltó con brusquedad, dispuesto a dejarla atrás, mientras que ella se batía una batalla interna, entre lo correcto, lo incorrecto y lo que quería. ¿Qué quería Elizabeth? La
—Podría hacerte, mía, sin importar los presentes— Hablándole al oído en plena ceremonia, ella sentía que la piel se le erizaba y no pudo evitar reír, sin importar que fue en la parte donde el padre decía: “Jura ser fiel” Había muchas cosas que salieron mejor que planeadas.—Lo siento — Se disculpó ella, tratando de tomarse las cosas con seriedad, mientras Franco la miraba como queriendo que ella dijera ME OPONGO NO TE CASES TE AMO, pero nada más lejos de la realidad, ella anhelaba que él dijera ese bendito ACEPTO tal vez así lo podía apartar de su vida para siempre si eso era posible, este solo hizo una mueca, reír no podía, mostrar la dentadura mucho menos, aquel médico que un viejo amigo le había conseguido, solo hizo un desastre nada digno de mostrar.—No sé ni para que vino— Tratando de disimular, nada de lo que habida planeado, salió como se supone que saldría, casi llegando la llanta del auto que había contratado, se desinfló y el chofer había olvidado la de repuesto, eran solo