Capítulo 30

—Ya les dije, no tengo ni idea de dónde pueda estar Alía. La verdad, también estoy preocupado. Desde que desapareció, las grabaciones pararon y pronto será la entrega de premios, si es que también nolo cancelan —dijo David, aunque hablaba tan confiado que, si no fuera porque los policías ya lo tenían identificado a través de una de las cámaras que estaba cerca del atentado, habrían creído su cuento.

Quien estaba furioso era Samuel.

—Ja, ve lo cínico que puede ser este tipo. Me dan tantas ganas de golpear este estúpido rostro que tiene. ¿En qué condiciones tendrá a mi esposa? —preguntó Samuel, y todos se hacían la misma pregunta. Aunque Samuel sabía que Alía se podía defender y armar un plan, nada le quitaba el hecho de que se preocupara por su mujer.

—Samuel, trata de calmarte un poco. Lo bueno es que ya sabemos que este hombre tiene a Alía. No lo eches a perder y sigamos el plan para que todo pueda salir bien y tener a nuestra pequeña sana y salva—. Después de escuchar a su suegro, S
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