Después de la noticia y ver como Samuel poco a poco despertaba después de la noticia que recibió encontró a una nerviosa Alia, que después de reír por lo que le paso a su esposo la preocupación la comenzó a invadir al ver que el no respondía.–¡Hey! ¿te encuentras bien cielo?– Alia tomó la mano de Samuel para ayudarlo a que se sentará mejor.– Pequeña, me haces el hombre más feliz del mundo ¿Lo sabes verdad?– Alia solo le pudo sonreír a su esposo.los dos se fundieron en un gran abrazo y Alia estaba lista para dar ese paso.Con cuidado sacó la pequeña cara que tenía en su bolso y procedió a dárselo a Samuel, quien viéndola como estaba de nerviosa se relajó.–¡Amor! ¿esto que es?- Tu solo ábrela samuel.Ya Alia se encontraba con los ojos cristalinos por las lágrimas, pensar que este hombre le hiciera sentir tantas cosas, gracias a dios ella no se excedió en hacer pasar un mal rato a samuel si no estuviera arrepentida.Samuel soltó un suspiro y procedió abrir el obsequió. después de es
Alía Rodó los ojos cuando Samuel Anderson El Socio y amigo de su padre le beso el dorso de la mano. Podría dejar de ser tan empalagoso, Alía simplemente no soportaba que un hombre fuera tan libertino, o eso pensaba ella. —Alía — Gruñó su padre cuando vio que quitaba su mano de forma tan grosera, no podía soportar ver cómo su preciosa hija pudiera comportarse de esa manera. —Papá Simplemente puede dejar de ser tan empalagoso y libertino, sé que lo aprecias y es tu amigo, pero simplemente no soporto su forma de ser. Dijo Alía Viendo los ojos de Samuel, y aunque en su mirada vio pasar un rastro de tristeza, fue tan fugaz que simplemente pensó que estaba loca. —Alía, Pronto serás su esposa, lo que menos merece Samuel es un trato tan hostil y desinteresado de tu parte, creo que con los años que llevan de conocerse deberías conocer mejor la forma de ser de Samuel— Su padre simplemente no podía permitir que fuera tan maleducada con el hombre que hace años les salvo la vida, fue u
Samuel se encontraba en su oficina, firmando unos documentos para su empresa. Es uno de los hombres más ricos de Livor, cuando era joven era muy aplicado y a pesar de haber tenido una infancia difícil supo salir adelante, y siempre se propuso ser el mejor. Todos en la empresa recibieron a Amanda Félix, una de las mejores diseñadoras de interiores que tenía la empresa de Arquitectura "Samuel's & Co." La mujer era firme, esbelta y muy hermosa, camino por el largo pasillo hasta dar con la oficina de Samuel. —¿Está El señor Anderson?— La secretaria de la entrada asintió dejándola pasar, pues sabía que cuando la señorita Amanda llegaba sin ser avisada, eso se refería a problemas. Amanda estaba por tocar, cuando escucho a su amigo Tomás Hablar. — ¿Cómo te fue ayer?.— pregunto Tomás A Samuel con una mirada impasible. — No le agradó la idea Tomás.— Amanda sintió un tirón en el corazón cuando escucho la voz de Samuel tan melancolía. —Me Odia.— — No es para menos Amigo, estás o
Alía Odiaba cuando su mamá invitaba a las chismosas de sus" amigas" No podía evitarlo, ella odia a esas mujeres, simplemente no podía evitar pensar cómo su mamá se podía juntar con esas víboras. Por qué sí eran unas víboras con vestidos muy elegantes y un horrible maquillaje. ¿El matrimonio De Alía será en dos semanas Mía?.— preguntó la víbora número uno. —Y nada más y nada menos que con Samuel Anderson, el joven promesa más rico de Livor.— La víbora dos soltando su envidia, solo porque no era su espantosa hija. —Si mi hija se casará con Samuel Anderson, la boda será en dos semanas— Respondió con orgullo Mía Klau, La madre de Alía. Alía Rodó los ojos al escucharlas. —Dios tengo tanta envidia.— Respondía una —si antes lo tenías seguido en tu casa, ahora que ser tu familia lo tendrás con más frecuencia.— —te imaginas ser la suegra de Samuel Anderson.— Esas mujeres estaban llenas de envidia. Aunque Alía no lo podía negar, ella misma lo sabía, Samuel era un hombre Muy
Amanda Bajo la mirada hacia sus manos. Se tragó las palabras de desesperación para hacerle entrar en razón. Samuel se iba a casar, y a pesar de todo, se veía muy feliz con la idea de su boda. —¿Amanda?— pregunto Samuel con el ceño fruncido mientras miraba preocupado a la mujer. — Espero tengas la decencia de invitarme a la boda.— dijo Amanda subiendo la mirada mostrando su mejor sonrisa. Ella no suplicaría ni lloraría, mucho menos se rebajaría. No era ese tipo de mujer. —Realmente espero que todo salga bien.— dijo Samuel, dejando a un lado los papeles y recostándose a su silla. —¿Problemas?— pregunto la castaña. —Alía Parece Odiarme mucho más en estos momentos— dijo Samuel Cerrando con una tristeza sus ojos, y suspirando fuertemente. Parecía muy afligido y desanimado. —no me parece extraño Samuel. Prácticamente, la están obligando a casarse sin ella haber dado el sí.— dijo Amanda Mientras lo miraba con reproche. — Lo sé, pero…— Samuel la miro afligido. —Voy a darle
Lejos de lo que todos pensaban, Samuel Anderson nunca fue un hombre de poder y prestigio. Cuando era joven vivía en la miseria y carecía de fuerza y salud. En el barrio donde vivía, tuvo que sufrir de bullying, golpes, sus amigos se reían de él. Siempre fue humillado. Cuando Anthony Klau sufrió aquel atentado junto con su familia, Samuel, aun estando débil y con un fuerte dolor en su cuerpo hizo todo por ayudarlos, se quedó con la pequeña Alía escondidos mientras llamaba a la policía. Eso fue lo que más lo lleno de orgulloso, después de un tiempo Anthony fue por él, quiso criarlo como un hijo, pero el joven ya era mucho mayor, aun así lo ayudo con estudios y sacándolo de esos barrios marginales donde el joven vivía. Así fue como se vio rodeado de la gente de estatus, nunca pensó en su vida tener esta vida, pero es algo que ahora le gusta. Tenía la mirada puesta en Alía, durante años, creció creyendo que era una mala idea, que no podía enamorar a la hija de su amigo. Pero
Toda la casa estaba siendo decorada en extremo cuidado. La boda se realizará en menos de dos semanas. —¿Estás Bien Alía?.— le pregunto Sofía Michel, su mejor amiga. —¿En serio me preguntas eso?— Alía Tenía Ganas de gruñirle a todo el mundo —Esto es una m****a. —Tranquila.— La morena le sonrió no sabiendo que más decir —samuel es… —Basta Con Eso.— paro Alía A Sofía —En los últimos días solo he escuchado halagos para el gran y valeroso Samuel Anderson. Alía Más Que cabreada estaba eufórica. De verdad quería morir, y estaba contemplando la distancia del balcón, para ver si a esa distancia… —Alía,.— Hablo su madre —Samuel te espera en la sala. Alía se hundió en el sofá. —Dile que ayer fue mi entierro. Sofía Comenzó a reír al oír su patética excusa. Alía— su madre la regaño con verdadero disgusto. Sin más nada que hacer, respiro Hondo y se levantó del sofá. Sofía se las pagaría por no evitar esa tragedia. —Buenos días, Alía— Samuel la miro con una gran sonrisa, hoy su pequeña
Alía estaba furiosa, aun sabiendo que aunque no quería ese matrimonio, era lo mejor, quería llorar. Su carrera de actriz estaba en su mejor etapa y aunque sabía que Samuel no le impedirá que deje de lado su profesión, aún sabía que tenía que ser una esposa trofeo. Trato de hablar con su padre y su madre y aunque no llegó a ningún acuerdo, sentía que el mundo se le iba. —¡He! Alía querida, esta es la nueva novela que vas a protagonizar, se trata de una mujer que creer haber perdido el amor de su vida por su hermanastra viciosa— dijo Talía, su mánager. Alía solo asintió perdida en otro mundo. Estaba recordando la última vez que vio a Samuel, ese porte tranquilo y relajado que siempre muestra a su lado, la sonrisa tierna y resplandeciente que tiene cuando la ve. No podía pensar que haya actuado de esa manera, sonrojándose y perdiéndose en esa mirada azul que tiene. —¿Alía estás bien?— dijo preocupada Talía al verla que se puso muy roja —no me pasa nada, todo está bien, no pi