01: Botada y atrapada.

—Es un desgraciado —espeta Jacky.

—¿Cómo puede creer que podría aceptar algo como eso? Es una cerdo apestoso y viejo.

—¿Y si hubiese sido un hombre, como yo?

Evangeline se atraganta con la bebida y rápido recobra la cordura al saber que su amigo es gay.

—Lo podría considerar, Jack, y aun así, no es fácil mi vida ahora como para preocuparme por dar sexo por obligación.

La sola idea la perturba. Los últimos dos años para ella no han sido nada fáciles.

Después de que una neumonía brutal se esparciera en su pueblo natal, Evangeline fue una de las pocas sobrevivientes transferidas a la ciudad gracias al sistema de Salud y Rescate.

En cuanto recuperó todos sus sentidos y quiso buscar a sus padres, la devastadora noticia la mantuvo en depresión. Ambos habían muerto, y por lo tanto ella había quedado sola en el mundo.

Así que con ayuda del gobierno, dos meses después de su recuperación, comenzó a trabajar en una empresa de textiles dedicada a la fabricación de uniformes para los mejores hospitales y clínicas en la ciudad.

—Así es como funciona la vida, Eva, un día todos te tratan bien, y al otro cuando pides un aumento te ponen como requisito ser amante del gerente general.

Jacky solo ríe porque también le parece gracioso. Él realmente no ve a Eva como una chica de esas. Es una chica de pueblo, con problemas financieros, una vida triste y poca experiencia amorosa.

—¿Qué te parece si vamos a celebrar tu renuncia a un lugar especial?

—Depende.

—¿De qué?

—¿Cuánto cuesta la entrada?

—No te preocupes, cariño. La casa paga, ven.

Unos cuantos minutos después ambos entran a uno de los clubes más prestigiosos de la ciudad. Lleno de cosas lujosas y gente elegante.

—¿Recuerdas que te he hablado de Magnus e Irina Keller? Bueno, ambos son aliados de este club ¿y a que no adivinas?

Evangeline se siente intimidada por las mujeres que pasan a su lado con estrechos vestidos, mientras ella solo tiene jeans anchos y camisa de botones.

—Te dieron pase vip.

—Bueno, me lo gané. Trabajé aquí por tres años como barman mientras estudiaba en el día; me gradué en administración y como sabes ahora soy  asistente administrativo de una de sus empresas. Ese matrimonio es el sueño americano.

Tras el suspiro pesado de parte de su amigo, la chica alza los hombros. La verdad, no le interesa saber nada de nadie, solo quiere olvidar un poco lo ocurrido esta tarde y también pensar en dónde rayos comenzará a trabajar a partir de ahora.

—¿Qué se suponen que hacen? —cuestiona con los ojos bien abiertos, asustada, cuando un hombre con un látigo en la mano casi arrastra a una chica de su misma edad hasta una zona oscura.

—Ah ¿eso? La parte sucia de los más poderosos.

—¿Y quién es ese hombre?

—Xan Chio, hijo del ministro de Corea del Norte.

—¿Qué? ¿Y lo dices así de normal? —inquiere llena de pánico—. ¡Por todos los cielos, Jack! en mi vida estos hombres solo se ven en televisión.

—Pues estamos en vivo y en directo, Eva.

—Quiero irme de aquí.

No tiene un buen presentimiento.

—No vamos a irnos, ¡apenas llegamos!

No es un lugar que parezca divertido para ella, necesita salir de allí.

—Bien, entonces ¿en donde queda el baño?

—Muy lista, pero no, vamos a tomar algo. Mírate, Evangeline, eres una chica preciosa de veintidós años con una mentalidad de cinco, carajos, solo diviértete un poco. Nadie te va a llevar a la cama al menos que lo quieras.

—¿Estás seguro?

—Sí, ten. ¡Salud!

Ella toma con mucho terror su trago, siente que su garganta arde así que tose. Y de inmediato las imágenes en su cabeza golpean sus pensamientos.

—No, papá, mamá... —masculla con un nudo en la garganta y ojos cerrados.

Los puede ver en su mente y escuchar tosiendo sin parar, adoloridos y agonizando.

—Ay no, no, no otra vez...

El chico rápido se arrepiente de haberla llevado cuando ve sus manos temblando y su piel pálida.

Solo ha pasado un año desde que sus padres murieron, ¿en qué carajos estaba pensando?

Jacky la lleva al baño con la promesa de buscar ayuda porque no consigue cómo sacarla de su trance estático, y se pierde entre el pasillo, maldiciendo.

—¿Jack?

Segundos después de verse fijamente en el espejo del baño da un brinco cuando una mujer sale de uno de los baños.

Se aleja como una niña pequeña asustada cuando la mujer la mira con extrañeza mientras se lava las manos, se echa labial y abandona el baño, dejándola sola.

—Bien, no ha pasado nada, Eva, vamos a salir de aquí.

Llenándose de valentía, aún con el corazón palpitando por los feos recuerdos, sale del baño.

No recuerda cómo llego pero hay más de una puerta en ese pasillo con escaleras tanto para subir como para bajar, así que dejándose llevar por su instinto abre una de las tantas puertas y baja las escaleras con cautela.

Siente escalofríos porque parece un almacén abandonado, sombrío y con olor a químicos que desconoce, así que sabiendo que por allí no es posible llegar al sitio de inicio, da vuelta para devolverse.

No obstante, cuando está a punto de hacerlo, la puerta es abierta y ella se esconde de inmediato detrás de unos estantes.

El hombre que ve por la rendijas es uno de aparentemente treinta años, con una camisa manga larga arrugada, y un saco colgando de su dedo detrás de su espalda.

Suelta un chillido cuando ve que en la otra mano el hombre lleva un cuchillo junto a una bolsa negra y justo cuando piensa que podrá ser descubierta, una voz femenina hace eco en todo el lugar.

—¡Amor!, ¿por qué tardas tanto?

El hombre suelta un gruñido molesto al mismo tiempo en que rueda los ojos y echando un último vistazo por los estantes, al no ver nada, sigue su camino.

Evangeline piensa irse de allí pero inesperadamente la curiosidad que no es parte de sus virtudes ni debilidades, se hace presente a tal grado en que pronto se encuentra siguiendo los pasos del hombre, a la distancia, encontrándose con una escena que le corta la respiración.

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