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~NOTAS… ESAS MALDITAS NOTAS~

"Estúpido Tanner"

"Estúpido Joseph"

"Estúpido Owen, estúpido"

Esa fue la nota que escribí cuando volví a casa.

No ayudaba en nada, sin embargo, me calmó un poco. La observé un largo momento antes de arrugarla y tirarla al suelo de madera de mi habitación.

Mi segunda nota fue un poco más triste. 

▪︎¿Me gustaría cambiar?¿Me gustaría ser diferente, ser normal? ¿Me gustaría tener a alguien a quien amara y que amara de nuevo?▪︎ 

La tercera fue solo su nombre…

"Joseph"

Escribí un par más.

Luego simplemente me quedé observándola en silencio.

Era absurdo.

Era demasiado absurdo que me sintiera de esa manera, cansado, triste, ansioso.

No quería complicar las cosas con Joseph, pero de cualquier manera termine haciéndolo.

Suspiré.

Quizá pensé que mis sentimientos estaban bien respecto a Joseph si así lo pensaba, pero en realidad me estaba dando cuenta que quería estar con él y no quería perderlo por una estupidez, realmente ya sonaba complicado.

Deje las notas sobre el escritorio y me tire a la cama.

Mi familia, Joseph, Mackenzie, Tanner, todo estaba comenzando a asfixiarme y dudaba mucho que las cosas volvieran a ser como antes.

Cerré los ojos con fuerza y traté de no pensar en nada más al menos por unos minutos. 

                                    ❁❁❁❁❁❁

No supe cuando me quedé dormido.

Desperté en el momento que un par de finos dedos acariciaron mi mejilla, demasiado fríos un poco temblorosos, abrí los ojos y la mano de Joseph se congeló por un segundo, luego simplemente siguió acariciando mi mejilla, yo recosté mi rostro sobre su palma, él me sonrió.

—Joseph — susurré, cuando entendí que era real y no un producto de mi imaginación, me senté sobre las sábanas y él recostó su cuerpo contra el escritorio viendo de reojo mis notas.

—¿En qué estás trabajando ahora? — preguntó, me encogí de hombros.

—Una tontería quizá — dije, pase una mano por mis cabellos.

—Vaya, por fin decidiste cortar tu cabello, te ves bien – sonrió, yo toqué los mechones rubios de mi corto cabello, mi madre me había obligado a cortármelo mientras estuvimos en el centro comercial, no pude decir nada más. Solo que ahora me sentía extraño y ligeramente molesto por esa decisión.

—¿Qué haces aquí? – pregunté, Joseph se encogió de hombros y tomó una de mis notas, supuse que llevaba tiempo en mi habitación ya que la carpeta verde que solía llevar estaba abierta y un par más de notas estaban sobre la madera del escritorio, debería buscar un sitio mejor donde guardarlas.

—No contestas el teléfono o mis mensajes, estaba preocupado. Además, le dijiste a Mackenzie que tenías algunos asuntos que resolver con tu padre, pero aquí estás – me lanzó una de las notas que había escrito hacía unas horas, la que decía su nombre, yo la arrugué en mi mano y la lance a la papelera.

—¿Preocupado? ¿Por qué?

—Owen, ¿en serio? – suspiro y camino tranquilamente por la habitación, simplemente lo observe hacerlo sin decir nada más.

—Dime, Owen, ¿conociste a alguien?

—¿Por qué rayos preguntas algo cómo eso?

—Sé que estás molesto conmigo, pero creo que fuimos claros al principio de todo esto, así que, no entiendo por qué estás actuando de esta manera. 

—¿Qué más te da? Es como lo dices, ¿no? Fuimos claros al principio así que tampoco tienes que venir corriendo cada vez que no conteste el teléfono.

—Bueno, sí, pero somos amigos, ¿o no?

—Además, no fui solo yo quien vino a verte, Mack está abajo con tu madre – lo miré, lo menos que quería ahora era verlo a él y mucho menos quería ver a Mackenzie o hablar con ella.

—¿En serio? ¿No podían dejarme solo un día? – rodee los ojos y suspire con pesadez, Joseph sonrió ligeramente.

—No, creo que no. Iba a venir a verte solo, pero Mack insistió en venir también, no pude negarme y quieras o no, siempre nos vamos a preocupar por ti. Quizá Mackenzie no se da cuenta de lo que sucede, pero te conozco sé que será peor dejarte por tu cuenta.

—¿Me conoces? – pregunté, Joseph se encogió de hombros y tomó otra de mis notas.

—Entonces, ¿conociste a alguien? ¿Quién es este Tanner que aparece tanto en tus notas? – me quedé callado y observé a Joseph, su semblante relajado y sus hermosos ojos en mí.

—¿Cuánto tiempo llevas revisando mis cosas? – pregunté evadiendo su pregunta, un pequeño tic nervioso se instaló en mi ojo derecho, él miró el reloj.

—Quizá 5 minutos, no lo sé. Realmente no es como si quisiera revisar tus cosas, las notas están en todos lados. Además, te veía dormir, te ves precioso cuando duermes.

—Ahórrate tus estúpidos halagos para alguien más, Joseph. Estoy harto. – dije con voz dura, él se encogió de hombros de nuevo y volvió a lanzarme una de las notas que había escrito, ni siquiera hice el esfuerzo de tomarla, cayó sobre las sábanas de mi cama.

—Bien. ¿Qué diablos te sucede Owen?

—Nada.

—¿De nuevo nada? Está bien si no quieres hablar conmigo, creo que me lo merezco, pero...

—Cállate Joseph, estoy harto de hablar contigo – dije, su expresión cambió un poco, ahora sus ojos color avellana se clavaron en mí con un poco de resentimiento, apretó los puños y luego volvió a relajarse. Lo vi caminar hasta la cama, se sentó a mi lado y suspiró pesadamente.

—Hace un momento parecías muy feliz de verme, cuando despertaste – susurro, se acercó un poco a mi rostro, fui yo quien interpuso su brazo para alejarlo, él en cambio tomó mi mano con la suya y entrelazo nuestros dedos.

—Hey… basta – susurré, pero ya era demasiado tarde mi cuerpo cedió ante su delicado toque, mi mente se nubló y me perdí en sus ojos, en el calor que su cuerpo irradiaba, en el suave gesto que tuvo de tocar mi mejilla con sus nudillos, luego mis labios.

Fui yo de nuevo quien lo besó.

Fui yo quien deseaba alejarlo, pero era inevitable.

Joseph era a quien jamás podría tener, sin embargo, estaba ahí. Besando mis labios con demasiada desesperación, podía sentir el suave toque de su lengua con la mía y sus dientes en mis labios.

—Owen – susurró contra mis labios, abrí los ojos y sonrió, fue él quien me besó ahora, pasó sus manos por mi cabello ahora corto y un suave cosquilleo recorrió mi piel casi como un grito silencioso. Mis manos recorrieron sus brazos, su abdomen hasta que me topé con el dobladillo de su camiseta gris, mis manos se hundieron desesperadamente dentro de su ropa; volvió a morder mi labio y sentí como un leve gemido se quedaba atorado en mi garganta.

Joseph repaso con soltura la forma de mis labios con su lengua, se detuvo a mirarme por unos segundos antes de seguir y sus manos jalaron con fuerza mi cabello para atraerme más cerca de su cuerpo.

—¿Owen? ¿Joseph? – la voz de mi mamá desde la escalera fue lo que me hizo retroceder asustado; Joseph parpadeo un par de veces antes de enfocarme con claridad, me puse de pie y alise con mis manos mi camiseta, mis manos temblaban.

—¿Qué pasa, mamá? – grité, mientras acomodaba los mechones de mi cabello rubio, me acerqué a la puerta y la abrí solo un poco.

—¿Están bien? – preguntó, me observó detenidamente y luego a Joseph que se encontraba sentado ahora en la silla de mi escritorio, por un momento sus ojos verdes se posaron en la cama que ahora era un desastre.

—Sí, revisábamos el proyecto del que te hablé más temprano – mi madre pasó su mirada de Joseph a mí por un largo minuto, quizá algo de lo que había dicho por la tarde la había golpeado de repente y deseaba con todas mis fuerzas que no fuera de esa manera.

No ahora.

No, no, no…

—Bien. La cena casi esta lista, bajen rápido, Mackenzie está esperando en la cocina – se acercó a mí y acomodo mi cabello con ligeros toques sin apartar la mirada de mis ojos.

—Hey – murmuré, ella volvió a darme esa mirada extraña, no dijo nada más y se marchó, cerré la puerta despacio.

—Tu madre, ¿ella lo sabe? – preguntó Joseph desde su lugar, yo me encogí de hombros. Mis manos seguían temblando. 

—Está bien, cálmate. Aún no les dices nada, ¿cierto?

—Mmm.

—¿Qué diablos significa eso?

—Yo, quizá lo mencione hoy por error, pero ella no lo creyó, cree que salgo solo con chicas – susurré.

—¿En serio? – asentí, Joseph enarcó una ceja en mi dirección – no es como que nos encontrara besándonos de todos modos, quizá lucían extraños, pero no puede tener pruebas de nada, además que piensa que teníamos una pelea, ¿no?

—Sí.

—Solo cálmate de una vez, si ella pregunta estábamos discutiendo el estúpido proyecto que mencionaste antes, ¿de acuerdo?

—Entiendo – susurré, cerré los ojos y traté de pensar que ella simplemente creyó que peleábamos o algo parecido. Luego desee que no le preguntara nada a Mackenzie sobre nuestro supuesto trabajo juntos o estaría en problemas. 

Joseph me dio un beso rápido en la mejilla, después de eso salió de mi habitación y yo lo seguí unos pasos detrás. 

Cuando bajamos Mackenzie estaba poniendo la mesa, me miró y sonrió, traté de devolver la sonrisa, pero solo pude apretar mis labios en una mueca temblorosa, maldición.

 —Hola, Owen – me saludó mientras se acercaba, me abrazó y yo la rodeé con mis brazos torpemente, su cabello olía a galletas y té, se alejó de mí, y enarco una ceja en mi dirección. 

—Vaya, ese nuevo corte te queda bastante bien. Te ves lindo – sonrió, la mueca de Joseph me llegó desde la barra del desayuno. ¿En serio? ¡¿En serio?!

—Gracias – fue lo único que dije, luego simplemente me aleje hacia donde mi madre estaba dejando los platos con comida para la cena, la ayude a servirlos y Mackenzie y Joseph tomaron un lugar en la mesa, mi madre se unió a ellos y me vi arrastrando los pies para sentarme a su lado.

Hablamos sobre todo de las clases que estábamos llevando, mi madre escucho con atención todo lo que Joseph y Mackenzie tuvieron que decir, pero algo en la forma que tomaba los cubiertos, en la manera tensa de su cuello y sus hombros me hizo sentir mal, me hizo sentir como un estúpido total, más de lo que normalmente lo era y vaya que lo era.

Quizá simplemente era una ligera sospecha por lo que yo había dicho más temprano en el estacionamiento del supermercado, pero aun así mis manos temblaron, no pude apartar la mirada de mi plato o escuchar con atención sobre lo que Mackenzie decía sobre su madre y su abuela o sobre la hermana y el sobrino de Joseph. Nada, solo había un ligero zumbido en mis oídos y una sensación de irrealidad, tal vez.

La cena termino conmigo limpiando la cocina después de que Joseph y Mackenzie se fueran a casa, mi madre tomaba una taza de café en la sala y leía un libro, mientras esperaba a que mi padre regresara del trabajo; Sam había llegado a casa, pero tan pronto llegó tomó su porción de cena y subió a su habitación sin decir mucho. A veces deseaba que Sam no fuera de esa manera, a veces desearía poder estar con él y saber de su día y contarle lo que sucedía en mi propia vida, pero, no era de esa manera, ya no más.

Me dejé caer en uno de los sillones oscuros de la sala donde mi madre alzó la mirada y yo trate de no hacer contacto visual con ella.

—Mackenzie me dijo que Joseph y tú no toman clases juntos – y eso era todo, mi mirada se encontró con la suya y apreté la mandíbula esperando que todo eso fuera una broma.

—Ella… ¿Ella te dijo? – tartamudeó de cualquier manera, podría simplemente decirle que era todo un malentendido y ya, ¿no es así? No tenía por qué alarmante realmente.

—Se lo pregunté. Hay algo que me incomoda, Owen.

—¿Qué es? – pregunté, mi madre suspiró y dejó la taza vacía en la mesa de cristal del centro, marcó la página de su libro y me miró.

—Es sobre lo que me dijiste esta mañana – mi cuerpo se volvió más pesado, más tenso.

Maldición.

—¿Qué sobre lo que dije esta mañana específicamente, mamá?

—Bueno, todo lo que dijiste tal vez, pero lo último que mencionaste sobre si no eran realmente chicas…

—Mamá – murmuré, ella se llevó un mechón de cabello detrás de su oreja, suspiré – era una broma.

—¿En serio, Owen? – sus ojos verdes me miraron esperando algo, buscando algo en mi interior, sabía que no podía seguir mintiendo, pero no podía tampoco destruir sus ilusiones acerca de mí.

¿Y si no lo entendía? ¿Y si me odiaba por eso? ¿Y si todos me odiaban por eso?

—Lo era – sonreí, pero ella solo se quedó observando, fue mi padre quien me salvó en ese momento, abrió la puerta y nos saludó mientras dejaba su abrigo en el perchero y sus cosas en el suelo de la entrada, lo saludé y corrí a mi habitación antes de que mi madre pudiera detenerme y tener una charla más con mi padre.  

         ❁❁❁❁❁

Desperté y tomé un baño, lo menos que quería ahora era tener otro día de desayuno familiar en donde me hicieran preguntas, ya no podría soportarlo. Me tomé mi tiempo en bañarme, vestirme, tender la cama y en guardar dentro de mi armario cada una de las notas que había escrito durante estas últimas semanas. Después de eso, tome mis cosas y baje al comedor donde mis padres y Sam desayunaban tranquilamente, lo saludé y me colé a la cocina por algo de jugo, no iba a sentarme el día de hoy y fingir que estaba bien o mal, simplemente sería lo más indiferente posible.

Mi madre se acercó a la cocina, su expresión era confusa y cansada, traté de escabullirme lejos de ella, pero tomó mi mano con la suya en silencio. No dije nada tampoco, ¿Qué es lo que necesitaba que dijera?

—Necesito saber algo, Owen – fue lo que dijo, su mirada evitó la mía por primera vez, entonces la vi sacar una de las notas que había escrito, mi corazón latió con fuerza .

—¿Qué diablos es esto?

—¿Qué? – murmure, dejo la nota sobre mis manos, una nota que yo mismo no sabía que estaba entre mis cosas o que había escrito: 

•Su voz.

El sonido de su voz llamándome.

El sonido de su voz cuando dijo mi nombre.

El sonido de mi corazón romperse cuando él dijo que le gustaba ella.

Que le gustaba M...

La leí una vez.

La leí una vez más y temblé.

La tercera vez, quise gritar.

La cuarta que alguien me matara.

La quinta que mi madre no relacionara algunas cosas con otras.

La sexta ella me arrebató la nota de mis manos.

—¿Qué es lo que quieres que te explique? – mi voz sonó un poco más aguda de lo normal, traté de tomar una vez más la nota mi madre la guardó en su bolsillo. Esas estúpidas notas, esa ridícula manía de hacerlas y dejarlas tiradas por todos lados. 

—¿Qué es esto? – preguntó, yo suspiré e hice una mueca de disgusto tratando de parecer lo más normal del mundo.

—Escribo otra novela, escritura creativa, ¿te suena? – ella levantó una ceja en mi dirección.

—¿Estás tomando el curso? – murmuró, yo asentí. Era una mentira más.

—¡Mamá, debo irme! – y ese fue Sam, voltee a verlo y me hizo un gesto para que lo siguiera.

—Bien, también debo irme. Adiós – besé la mejilla de mi madre y Sam hizo lo mismo, luego me despedí de mi padre que aún estaba en el comedor tomando su segunda taza de café y seguí a Sam fuera de la casa.

—¿Qué sucede? – preguntó, yo lo miré mientras me colocaba la mochila en uno de mis hombros, la calle estaba vacía, Mackenzie no estaba por ningún lado, di gracias en silencio.

—¿Sobre qué? – Sam me miró, el parecido de mi padre y Sam era increíble de alguna manera él había sacado todos los rasgos buenos de papá, los mismos ojos cafés y piel clara, el cabello oscuro y desordenado, su complexión delgada pero atlética y su altura, su tranquilidad; era una versión más joven de mi padre.

—Mamá no se veía bien esta mañana, dijo que estaba preocupada por ti y esta no es la primera vez que escucho algo como eso – suspiró y se rascó la mejilla con suavidad, yo imité su gesto.

—Mm…

—Esa no es una respuesta, Owen. Sé que no hemos sido tan cercanos desde hace un tiempo y lamento eso, pero sé también que tienes buenos amigos, ¿no? – yo me encogí de hombros.

—Podrías darle más créditos a Mack y Joseph seguro que también se cansan de lidiar contigo – sonrió, yo asentí. 

—Bien, vamos voy a comprarte algo para desayunar y me dirás que es lo que pasa. 

Sam y yo caminamos tranquilamente por las calles de nuestro vecindario hasta la cafetería más cercana. Me sentí por primera vez en mucho tiempo tranquilo a su lado, aun no pensaba decirle mucho, pero Sam quizá, quizá me ayudara a calmar a mi madre.

Después de que Sam ordenara una hamburguesa con queso para mí, un té helado y un café para él, se sentó a mi lado y me observó comer en silencio mientras bebía su café a suaves sorbos. Hice las preguntas normales que cualquier hermano haría, como eran sus clases, se divertía en la universidad, si sus amigos estaban junto a él en alguna materia, si ya había decido que deseaba realmente estudiar y si había alguna persona que le gustara.

Sam respondió a todas mis preguntas, dejó que le contara sobre mis clases también y por primera vez luego de mucho tiempo pudimos tener una conversación donde ni él o yo fuéramos unos idiotas con el otro.

—¿Qué sucede, Owen? ¿Por qué mamá está tan preocupada? – dejé a un lado mi segundo vaso de té helado y lo miré.

—Nada importante.

—Mm…

—Eso no es una respuesta – dije, Sam se encogió de hombros.

—Mira Owen, realmente odio tener que estar sobre ti, sabes que no pasamos tanto tiempo juntos, pero cuando realmente quieras hablar de algo importante o solo tonterías siempre podrás encontrarme al final del pasillo de nuestra casa o bien venir aquí y comer o tomar algo.

—Sam, gracias – sonreí porque era lo más sincero que él me había dicho en los años juntos.

—De nada, pagaré la cuenta y podrás ir a la escuela. Pero, prométeme que dejarás actuar de esa forma tan extraña en casa o con tus amigos y que no le diremos nada de esto a nuestros padres o van a matarme.

—Por supuesto – luego de eso se alejó hacia la barra donde una chica rubia sonrió al verlo acercarse, me encogí de hombros.

Idiota.

Todos estaban tan preocupados por mí, ¿en serio?

Sabía que en ocasiones cuando salía y me gustaba un chico, solía ser más cauteloso y parecer extraño, sin embargo, ellos no se habían dado cuenta de las muchas veces que yo me escabullía por las noches o cuando iba a casa de Joseph solo para estar juntos, ¿Cómo es que ahora era diferente?

Había sido muy idiota al decirle aquello a mi madre ayer, había sido tan irresponsable y peor aún había estado besándome con Joseph en mi habitación, con regularidad lo hacíamos en su casa, era el lugar más seguro, los padres de Joseph viajaban mucho así que no había problema pues su hermana iba a la universidad y su sobrino estaba siempre en la guardería de su facultad.

Dejé caer mi cabeza contra la madera de la mesa, podía escuchar a Sam sosteniendo una conversación bastante animada con la chica de la registradora, sonreí.

—Hola, Owen. Es bueno verte – la voz me hizo levantarme de golpe, unos ojos azules me devolvieron la mirada, me estremecí al verlo.

—Ah, ho…hola, Tanner – tartamudeó, él me sonrió y esa sonrisa volvió abrirse paso dentro de mí con demasiada brusquedad.

—¿Qué haces aquí, no deberías estar en la escuela? — preguntó levantado una ceja en mi dirección mis mejillas ardieron de repente.

—Nada. Desayuno — contesté con rapidez, miré hacia donde Sam aún conversaba con la chica rubia, podía escuchar la risa profunda de mi hermano, Tanner siguió mi mirada.

—¿Es tu novio? — preguntó, sus ojos azules me miraron esperando.

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