La celebración fue divertida y amena hasta altas horas de la noche. Annika jamás se había reído tanto en su vida. La gran familia de Kian era divertida y muy unida y en ningún momento la hicieron sentir menos, todo lo contrario, la trataron como a una igual y hasta bromearon a costa de ella y su relación. Tanto, que se vio aceptando la invitación que Jolie y Avery le hicieron, después de todo, se sumaba una chica más a ese grupo donde el masculino aún las superaba.Todo el nerviosismo que sentía al conocer a los padres de Kian desapareció luego de conocerlos. Al igual que su hijo, eran dos señores divertidos y muy buenas personas que la trataron demasiado bien y la hicieron sentir querida y en casa. La madre de su pareja la invitó a un almuerzo, donde pudieran conocerse mejor y entablar una mejor relación.Ella aceptó gustosa y olvidó durante la velada las notorias diferencias que tenía con sus padres. Nunca se había divertido y disfrutado tanto de una cena y de personas que la acepta
La mañana llegó con suma rapidez, apenas les dio tiempo para ducharse, vestirse en tiempo récord e ir hasta el apartamento de Annika para tomar algunas de sus pertenencias y dirigirse al aeropuerto. El avión ya tenía que haber alzado vuelo, pero, por suerte, la secretaria de Kian retrasó el despegue tal como le ordenó su jefe hasta que este apareció, tomándola por sorpresa al llegar junto a una joven que se le hizo bastante familiar y le presentó como su novia.Decir que no se sentía nerviosa, era mentir; sin embargo, Annika estaba dispuesta a darle cara a su hermano, hacerle frente y dejarle en claro que ella podía hacer con su vida lo que le diera la gana, que no tenía por qué sujetarse a las ridículas y arcaicas reglas de su padre, que ella era libre de elegir su camino y no iba a permitir que ellos siguieran irrumpiendo en su vida.Se sintió valiente por un segundo, quizá porque el hombre a su lado le infundía seguridad, aún así, sabía que debía enfrentarse a su padre y no a su he
Los siguientes días Kian estuvo sumergido de lleno en su trabajo, asegurándose de que todo marchara correctamente y no hubiese ningún inconveniente con la apertura de la nueva sede. Asignó varios ejecutivos, pero, mientras conseguía a un gerente que fuera confiable y estuviera a la altura del puesto, él debía asumir el mando. Era poco el tiempo que tenía libre, aún así, las pocas horas o minutos se los dedicaba a Annika, a hacer que su relación se fortaleciera aunque fuese con el más mínimo detalle por más cansado que se sintiera. Por otro lado, Annika, para no sentirse un estorbo o aburrirse en el hotel, decidió ayudarlo aunque no comprendiera de muchas cosas sobre su trabajo. Era como una secretaria personal, ayudándole y haciendo el trabajo de una, haciendo llamadas, organizando reuniones y redactando uno que otro informe o contrato con la ayuda de la asistente de Kian. Se sentía útil y emocionada con ayudarle. Ella, siendo una chica que no tuvo tiempo de estudiar una carrera po
-No -susurró en un hilo de voz, haciendo que ambos hombres la miraran con las cejas enarcadas.-No, ¿qué? -rebatió el hombre mayor-. No vamos a entrar en una estúpida discusión y no me hagas perder mi paciencia, Annika.-No -repitió con un tono de voz mucho más elevado, mirando a su padre con un temple que no sentía, pero decidida a no dejarse manipular ni dirigir por él-. No pienso ir contigo a ninguna parte y tampoco pienso casarme con ese hombre que ni siquiera conozco. No voy a volver a Polonia, y si lo hago, créeme que no será bajo tus reglas o porque me obligues.Su corazón latía muy rápido, podía sentir cada palpitación en sus oídos. Era la primera vez que se enfrentaba y contradecía a su padre, por supuesto que estaba nerviosa y asustada, pero también se sentía valiente.Por otro lado, su progenitor se mantuvo en silencio por largos segundos en los que sus nervios lo único que hacían eran aumentar. Lo vio sonreír de aquella manera para nada amigable y dar un paso hacia ella, p
Kian no podía creer lo que estaba escuchando, no podía creer que un padre se refiriera de esa manera de sus propios hijos. Cuando Annika le contó su historia, del por qué escapaba y se ocultaba, no creyó que el asunto fuera tan serio.Pensó que el hombre había pactado a su hija con anterioridad y por eso insistía en que se casara con el hombre que él había elegido por esa razón, pero ahora comprendía mejor que su hija no era nada importante para él y que solo la veía como un objeto de gran valor, un canje millonario que le traería grandes beneficios.También comprendía mejor por qué ella se ocultaba cada vez que salían, siendo cautelosa de no llamar demasiado la atención o estar en lugares demasiado concurridos. Se sintió tan culpable de haberla traído consigo que deseó devolver el tiempo y dejarla en Estados Unidos, donde quizás no estaría segura del todo, pero hasta el momento no habían dado con su paradero, y era mejor estar lejos pero sabiendo que estaba a salvo de las garras de s
A medida que corrían las horas, la desesperación se apoderaba cada vez más de Kian. Llevaba horas sin dormir o probar bocado alguno, dando vueltas en la habitación a la espera de que sus amigos llegaran como lo prometieron, pero sentía que la espera estaba siendo eterna. Estaba cansado, con dolor de cabeza y estómago, con algunas partes de su cuerpo inflamadas debido a los golpes y no había tratado, aún así, todo aquello quedaba en la nada cuando pensaba en Annika y en el dolor que había en su hermosa mirada y había quedado grabado en su mente. Por más que caminara de un lado a otro, no encontraba sosiego alguno. Se planteó más de una vez salir a buscarla, pero habiéndole prometido a su amigo que no cometería ninguna locura, no tuvo más opción que aguardar impacientemente.No supo cuántas horas pasaron con exactitud, él seguía aferrado a su teléfono y al de ella en espera que se comunicara con él, cuando la puerta de la habitación se abrió y por ella enteraron sus amigos junto a su
—¿No estás feliz de estar en casa? —inquirió la dulce voz de una mujer, haciendo que la jovencita que miraba por una de las ventanas de aquel majestuoso palacio, con lágrimas en sus ojos y una mueca triste, se refugiara en sus brazos de manera instantánea—. Oh, cariño, me hiciste tanta falta.—Y tú a mí muchísimo más, Katarzyna, pero... no estoy feliz de estar aquí. —Lo sé, mi cielo, sé que no te gusta estar aquí, que, de todos los lugares en el mundo, este es en el que menos deseas estar. Annika se aferró al cuerpo de la mujer que había sido su nana y lloró en sus brazos por largos minutos, deseando encontrar algo de calma en aquella anciana que tanto amaba y veía como su madre. Szczecin se sentía más frío de lo que recordaba y, aunque era un lugar hermoso y que de pequeña le encantaba visitar, con el paso de los años fue perdiendo el encanto hasta que empezó a odiarlo. Odiaba aquel palacio histórico con espectaculares vistas de la Laguna Szczecin y rodeada de un majestuoso bosqu
El largo vestido color esmeralda, que poseía un escote discreto y sensual y que tenía una ranura en una de sus piernas, estilizaba la figura de la mujer que se contemplaba en el espejo y hacia todo su esfuerzo para no arrancárselo y salir corriendo de aquella habitación que empezaba a asfixiarla. Habían dejado su cabello perfectamente peinado hacia un lado, en ondas suaves que caían sobre su desnudo hombro y que remarcaba su femenino rostro. La habían maquillado de manera muy sutil, dándole un toque más inocente, más puro.Annika se miró una vez más y odió tanto la imagen que proyectaba el espejo de sí misma. Ella odiaba los vestidos elegantes de ese tipo, siempre rehuía a ellos, pero su madre la obligaba a usarlos porque era más que un deber verde elegante, perfecta y sofisticada. Detestaba como la habían peinado y maquillado, como si fuese un muñeca de porcelana la cual pondrían en medio de un salón lujoso y nadie podía tocar por su delicadeza.Odiaba tanto estar allí, simplemente s