Luego de todo el ajetreo, por fin se fueron los musulmanes, Paulo se marchó con su cita y Franci se fue a su departamento para estar con su hija. Subo las escaleras de manera tranquila, y cuando pienso ingresar a mi habitación, la desvío para ir directo a la de mi hija. Se encuentra balbuceando cosas sin sentido, con las manitas al aire y una sonrisa que derrite el corazón a cualquiera.
Definitivamente es hermosa, y como dijo mi padre, es igual de bella que su madre, tiene sus mismos ojos y su mismo color de piel. La tomo en brazos y le lleno de besos, mientras le empiezo a hablar de mi día a día, de que será la futura heredera de todo nuestro imperio.Me siento en la mecedora que suele usar Oli para alimentarla, y sin darme cuenta, me he quedado dormido cantándole una canción de cuna. Su aroma me relaja.Siento que me mueven, lentamente y gruño porque no me dejan descansar.- Cariño.Olivia CampbellLa noticia fue un golpe duro, y aunque Dalbert quiere ocultar lo que siente, se perfectamente cuan afectado se encuentra por la partida de su padre. Ahora somos dos huérfanos practicando en ser padres. Quizás no somos perfectos, pero haremos lo mejor para que a Lúa no le falte nada.Enciendo el televisor, que solo sirve de adorno en la habitación y los reportes son una bardeada con la familia Brown. Ya los medios dan aviso de la muerte del padre de mi esposo, e imagino como deben estar indagando en su vida. Me visto de manera casual con unos tenis y salgo a ver a mi niña, se encuentra despierta en su cuna, balbuceando y sonriendo. La cargo en mis brazos para poder alimentarla. Minutos má
Dalbert Brown Ver a lo lejos el humo espeso de un color oscuro me ponía los pelos de punta. Sólo quería llegar y encontrar a mi familia sanos y salvos, pero todo deseo se desvanecía poco a poco mientras más me acercaba al lugar que llamaba hogar. Los escombros a la par que llegaba eran muchos, todo estaba derrumbado y mi corazón latía a gran velocidad al no ver en ninguna parte a mi esposa. Las sirenas me desesperaban, los curiosos me molestaban y la falta de visión me aturdía. No me importaba nada, solo quería saber que estaban bien.Los bomberos y paramédicos hacían su trabajo, mientras yo me abría paso entre ellos en busca de una señal, hasta que mis ojos captaron una silueta conocida y mi corazón se desgarró al escucharlo gritar por ayuda. Luis se encontraba
En la mirada de la platinada pasaban una serie de sentimientos, entre sorpresa, temor, enojo, frustración. Sí. Así te quería ver, temiendo por tu vida. - ¿Quién ríe ahora Jess? – musito con burla, mientras sus ojos siguen clavados en el cuerpo que se encuentra inerte a en mi espalda. – Tu amiga perdió la vida por tus juegos. – susurro, mientras me acerco a ella. Sus ojos al fin están puestos en los míos. Con miedo. - Estas de suerte. – confieso, mientras una sonrisa ladeada coloco en mi rostro. Le acaricio el rostro con el arma y puedo ver como su piel se eriza y su cuerpo empieza a temblar. – Yo no te voy a matar, porque sabes que no soy un asesino. – he de parecer un psicópata con mi manera de hablar. Tan inocente. – Por ende, no puedo ensuciarme las manos. Pero. – río – Hay alguien que estaría encantado de hacerlo.
Los días pasan y todo se vuelve agobiante, trabajaba desde el hospital, con mi hija presente, aunque a tener en cuenta, Cam solía venir a llevarla con su sobrina para distraerla. Su hermano venía a quedarse con ella, cuando me tocaba salir a reuniones o a darme una ducha en casa. Ellos se habían mudado conmigo a la casa, me ayudaban en lo que podían respecto a Lúa, quien cada vez estaba más inquieta. Al principio era muy difícil, pues cuando Olivia cayó en cama, nuestra hija aún era alimentada por ella, sin embargo, acostumbrarla al biberón fue uno de los desafíos más difíciles por lo que pase, aunque la enfermera decía lo contrario.En este tiempo he aprendido a vestir a mi niña de manera más femenina, aunque si fuese por mí, la vestiría como niño, pues mis gustos son tan diferentes. He sacado a flote nuevamente la empresa y el
Ingreso a la clínica, conociendo de memoria los pasillos que conducen a la habitación de mi esposa. Ya me conocían a la perfección aquí, especialmente porque era muy exigente con los cuidados que le brindaban, especialmente en el aseo. Trataba de darle lo mejor a mi esposa y así sería hasta que abriera los ojos y viera con ellos que siempre estuvimos aquí, esperando por ella.Me adentro a su habitación, en donde había una enfermera realizando los chequeos en su carpeta, la misma que al verme, rápidamente se marchó del lugar temerosa de mi presencia. - Siguen temiéndome. – susurro, iniciando mi conversación con ella. Estoy seguro de que ella me oye. – Llegaron chismes a sus oídos, creen que tengo contactos con la mafia. – río. – No están tan locos, sabiendo que Ronin es nuestro amigo. – tomo su mano. – El idiota de Andr&
Olivia Campbell- No me abandones.- Te necesito.- Te necesitamos. - Eres lo único que tengo, por favor no te rindas, Olivia. - Quiero volver a ver esos ojos azules que me enamoraron. - Todo terminó, puedes ser feliz. - Vuelve a mí, gatita.Las palabras se escuchaban muy lejano, como si estuviera en otra dimensión. Mis pensamientos se congelan en ese momento. ¿Estoy muerta? Quiero mover mi cuerpo, sin embargo, no puedo hacerlo. Intento abrir mis ojos, pero todo se reduce a nada. Nunca me sentí tan débil para un acto tan simple como abrir los ojos, y ahora, el solo intentar me deja exhausta y me pierdo en la o
Creo que otro día más ha avanzado, pero hoy hay algo diferente, definitivamente me siento despierta. Mis manos se mueven, puedo moverlas. ¿Lo estoy haciendo yo? Mis pies también, mis dedos. Si, lo estoy yo; eso significa que estoy volviendo, que volveré a abrazar a los míos, a mi hermano, mi prima e incluso a mi princesa. A mi esposo, mi hermoso, apuesto esposo. Será una excelente sorpresa. Intento abrir los ojos, pero el brillo de la habitación se vuelve un impedimento, me golpea haciendo que vuelva a cerrarlos con fuerza. Sin embargo, aunque parezca una tarea difícil, no me rindo y lo consigo en el tercer intento exhaustivo. Nunca fue tan difícil como ahora. La habitación es blanca, muy blanca para mi gusto. Miro alrededor y veo máquinas, algunas apagadas, pero la que está a mi lado izquierdo está trabajando. Recorro con la vista de los cables y las mismas est&
Abrazar a mi hija, besarla, estrujarla entre mis brazos quedaba tan corto porque sentía que no era suficiente.Está más grande, y gatea hasta el punto que está a días de pararse en dos patitas. Mi niña hermosa, definitivamente es hermosa y se parece a mí. Bastante. - ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? – pregunto de repente, ellos se observan unos a otros evadiendo mi pregunta. – Pregunto en serio. - Casi tres meses.¿Casi tres meses? Inconsciente - Es mucho tiempo. – susurro. – y ellos asienten. - ¿Dalbert?- Nunca te dejó sola. Se mudó a trabajar aquí para poder cuidarte. – señalando un escritorio en la habitación. – pero tuvo que viajar con Paulo y aún no ha vuelto. - ¿Hace cuánto se marchó?- No te atormentes. – dice mi prima, mientras toma a Lúa en