Los días pasan y todo se vuelve agobiante, trabajaba desde el hospital, con mi hija presente, aunque a tener en cuenta, Cam solía venir a llevarla con su sobrina para distraerla.
Su hermano venía a quedarse con ella, cuando me tocaba salir a reuniones o a darme una ducha en casa. Ellos se habían mudado conmigo a la casa, me ayudaban en lo que podían respecto a Lúa, quien cada vez estaba más inquieta.Al principio era muy difícil, pues cuando Olivia cayó en cama, nuestra hija aún era alimentada por ella, sin embargo, acostumbrarla al biberón fue uno de los desafíos más difíciles por lo que pase, aunque la enfermera decía lo contrario.En este tiempo he aprendido a vestir a mi niña de manera más femenina, aunque si fuese por mí, la vestiría como niño, pues mis gustos son tan diferentes. He sacado a flote nuevamente la empresa y elIngreso a la clínica, conociendo de memoria los pasillos que conducen a la habitación de mi esposa. Ya me conocían a la perfección aquí, especialmente porque era muy exigente con los cuidados que le brindaban, especialmente en el aseo. Trataba de darle lo mejor a mi esposa y así sería hasta que abriera los ojos y viera con ellos que siempre estuvimos aquí, esperando por ella.Me adentro a su habitación, en donde había una enfermera realizando los chequeos en su carpeta, la misma que al verme, rápidamente se marchó del lugar temerosa de mi presencia. - Siguen temiéndome. – susurro, iniciando mi conversación con ella. Estoy seguro de que ella me oye. – Llegaron chismes a sus oídos, creen que tengo contactos con la mafia. – río. – No están tan locos, sabiendo que Ronin es nuestro amigo. – tomo su mano. – El idiota de Andr&
Olivia Campbell- No me abandones.- Te necesito.- Te necesitamos. - Eres lo único que tengo, por favor no te rindas, Olivia. - Quiero volver a ver esos ojos azules que me enamoraron. - Todo terminó, puedes ser feliz. - Vuelve a mí, gatita.Las palabras se escuchaban muy lejano, como si estuviera en otra dimensión. Mis pensamientos se congelan en ese momento. ¿Estoy muerta? Quiero mover mi cuerpo, sin embargo, no puedo hacerlo. Intento abrir mis ojos, pero todo se reduce a nada. Nunca me sentí tan débil para un acto tan simple como abrir los ojos, y ahora, el solo intentar me deja exhausta y me pierdo en la o
Creo que otro día más ha avanzado, pero hoy hay algo diferente, definitivamente me siento despierta. Mis manos se mueven, puedo moverlas. ¿Lo estoy haciendo yo? Mis pies también, mis dedos. Si, lo estoy yo; eso significa que estoy volviendo, que volveré a abrazar a los míos, a mi hermano, mi prima e incluso a mi princesa. A mi esposo, mi hermoso, apuesto esposo. Será una excelente sorpresa. Intento abrir los ojos, pero el brillo de la habitación se vuelve un impedimento, me golpea haciendo que vuelva a cerrarlos con fuerza. Sin embargo, aunque parezca una tarea difícil, no me rindo y lo consigo en el tercer intento exhaustivo. Nunca fue tan difícil como ahora. La habitación es blanca, muy blanca para mi gusto. Miro alrededor y veo máquinas, algunas apagadas, pero la que está a mi lado izquierdo está trabajando. Recorro con la vista de los cables y las mismas est&
Abrazar a mi hija, besarla, estrujarla entre mis brazos quedaba tan corto porque sentía que no era suficiente.Está más grande, y gatea hasta el punto que está a días de pararse en dos patitas. Mi niña hermosa, definitivamente es hermosa y se parece a mí. Bastante. - ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? – pregunto de repente, ellos se observan unos a otros evadiendo mi pregunta. – Pregunto en serio. - Casi tres meses.¿Casi tres meses? Inconsciente - Es mucho tiempo. – susurro. – y ellos asienten. - ¿Dalbert?- Nunca te dejó sola. Se mudó a trabajar aquí para poder cuidarte. – señalando un escritorio en la habitación. – pero tuvo que viajar con Paulo y aún no ha vuelto. - ¿Hace cuánto se marchó?- No te atormentes. – dice mi prima, mientras toma a Lúa en
- Sí, me encuentro bien, se… se… señora. Yo me encargo. – susurra de prisa. Cam se acerca mí, y toma a mi hija en brazos para llevarla a su habitación, Franci también lo hace para pedirme que lo acompañe. Obedezco sin problema, agradeciendo a todos por su presencia. La mujer no me quita la mirada de encima, y no es una mirada ni de agrado ni de placer, más bien una mirada curiosa. Subo los escalones en dirección a mi alcoba. La casa es parecida a la anterior, con la diferencia que esta, está rodeada de una decoración más familiar, colores más vivos, pero sin perder la esencia de mi marido, que me gritan que es el amo y señor.Al ingresar a la habitación, me quedo al pie de la puerta, observando todo. Es prácticamente la misma, con el tocador y todo. Lo único diferente es la cuna al lado de la cama grande. Camino hasta ella y acaricio el mármol de la cama de mi hija. - Él lo trajo aquí, cuando se queda a dormir, ella lo hace compañía, aunque normalmente duermen en la c
Los días pasaron, y convencer a Dalbert de que todo estaba estupendo era algo casi imposible, porque estaba empecinado de que algo sucedía. La fiesta será mañana, por lo que muy a mi pesar, tuve que llamar a Andréi y pedirle ayuda para no molestar a mis hermanos y obviamente no utilizar mi dinero porque estoy seguro que Dalbert se dará cuenta. Le comenté el plan que ideo mi familia y está encantado, no sin antes darme muchos besos y un abrazo que casi me devuelve al hospital. Ahora nos encontramos en el centro comercial buscando un vestido ideal como grandes amigas. - Ya estoy cansada de probarme tantos. – me quejo.- Se quedará sorprendido de verte, sin embargo, debes sorprenderlo con ganas de que seas su centro de atención.- Ya lo soy. – contesto seguro. - Lo sé, pero no me robes el protagonismo en estos momentos. Empezamos a reír. Mi vista
Dalbert BrownEstaba ansioso y furioso, no sé cómo describir ambos sentimientos. Ver que llegaban notificaciones del correo de mi esposa era algo que lo creía imposible, así mismo, los trabajos se redujeron y me facilitaron la vida. - Ella se encuentra aún en la clínica. – habla Paulo, cansado ya de mi ataque de histeria. - Entonces dime, ¿Quién demonios estuvo haciendo el trabajo?- No lo sé, quizás fue Camila o tu secretaria. - Ese es el problema. Mi secretaria no sabe, porque los envié en el correo de Olivia. Ni yo tengo acceso a ese correo. - En breve salimos, llegaremos para el evento y luego harás lo que quieras. Suspiro. Paulo tiene razón, deberé cal
Aterrizamos en la gran ciudad de New York, por fin en casa. Ya estamos listos la noche asecha la ciudad y el fresco tambien. Bajamos de manera imponente como siempre por los escalones del jet, y nos disponemos a subir a nuestros respectivos vehículos. Paulo en su auto particular, sin embargo, yo soy recibido por mis hombres de seguridad y una camioneta blindada. - Bienvenido señor. – saluda Luis, entallado en su traje negro a la medida. - Gracias. ¿Alguna novedad?- Ninguna, señor. – responde serio, cerrando la puerta de la camioneta para abrir la suya y poner en marcha la misma.Recorremos la transitada ciudad iluminada por los faros y letreros neón de los comercios o restaurantes, hasta que en la lejanía se ve las luces parpadeantes del salón donde se realiza el evento de mi empresa. Mientras más nos acercamos, más vehículos de lujo observamos, caros estacionad