Una vez que los policías llegaron le conté toda la situación antes de darles las cartas que por alguna razón no quería entregar, pero ellos se encargarían de buscar un indicio de quién podía ser mi acosador.
—Por lo pronto debe mantenerse rodeada de personas señorita, aún él parece no haberse acercado lo suficiente a usted pero no sabemos cuánto dure ese sosiego, vamos a mantenerla informada sobre la investigación.
—Muchas gracias oficial —dijo Ana Alice ya que yo no iba a decir nada más y mientras mi amiga los acompañaba a la puerta Jazmín se dedicaba a acariciar mi cabello tratando de calmarme.
—No van a dejar a nadie cuidándome —susurré una vez que escuché la puerta cerrarse y los pasos de Ana caminar hacia donde estábamos.
Enseguida Jazmín me abrazó y Ana se unió después sintiéndome más segura con ellas de mi lado.
—Ellos se han ido pero nosotras nos quedamos ¿Vale? Somos chicas con garras —guiñó un ojo hacia mi haciéndome sonreír levemente—. No vamos a permitir que un psicópata mancille a nuestro bebé.
Hice una mueca ante sus palabras ya que yo era mayor que las dos pero ellas no parecieron recordarlo.
—Llamaré a Amos, él nos protegerá.
—No lo molestes Jaz, suficiente tiene con que lo dejes por estar aquí conmigo.
— ¡No días tonterías, Amos te quiere tanto como yo! Tú tranquila, ya vuelvo.
Suspiré antes de posar mi vista en Ana quien me miraba con una curiosidad que me puso en alerta.
—No querías entregar las cartas ¿No? —y antes que pudiera negarlo ella habló—. Vi tu renuencia, tampoco querías denunciarlo ¿Qué está pasando? Te conozco y creo que sé lo que está en tu cabeza.
Frunciendo el ceño me levanté del sofá nerviosa.
—No tengo idea de lo que hablas.
—Hablo de que por alguna extraña razón parece gustarte ese jueguito con este chico —habló con seriedad—, sabes que voy a apoyarte en todo lo que hagas, pero esto…
—Esto no tiene discusión Ana, gracias por quedarte pero me siento mal y no quiero discutir cosas absurdas —añadí con tono rudo.
Sabía que no se lo merecía, que ella más que yo lo sabía bien, Ana Alice me conocía como nadie pero no iba admitir eso tan horrible que estaba sintiendo.
—Amos viene en unos minutos… ¿Pasa algo?
—No, Verónica tiene sueño y es mejor dejarla descansar.
Jazmín asintió como si no se tragara todo aquello pero no dijo nada.
—Buenas noches chicas, y gracias por ser tan buenas amigas.
*
ACHERON
—Alfa, necesito decirle algo —dijo Kaden nervioso llegando frente a él.
Sin poder evitarlo gruñí con fastidio levantando la vista de mis papeles a él, Kaden removió su cabello más nervioso de lo usual y supe que aquello se trataba de Verónica, mi compañera, pues de no ser así, él no se encontraría de esa forma.
Fuera de control ante cualquier cosa que le hubiera pasado a mi luna me levanté tomándolo por el cuello para golpear su espalda contra la pared.
Mi lobo estaba intentando apoderarse de mi cuerpo ansioso por proteger a nuestra compañera pero yo sabía que si le daba el control todo sería un desastre.
Kaden tembló, no solo por mi agarre firme, sino por la mirada furiosa que era dirigida a él.
— ¡¿Qué pasa con ella?! —gruñí.
—Alfa, ella lo ha denunciado por acoso.
Entonces mis músculos se relajaron al igual que yo, sabiendo ahora que mi compañera estaba a salvo, simplemente suspiré volviendo a la calma y dejé caer al muchacho al suelo.
Kaden había tomado el puesto de su padre quien había muerto en batalla, era el Beta más joven de todas las manadas pero a mi poco me importaba, el chico sabía lo que hacía aunque a veces me fastidiara que fuera tan dócil y obediente, normalmente los lobos no somos así, quizás debía tratarse a que él era un híbrido debido a que su madre era una humana.
—Levántate —demandé sentándome de nuevo en mi escritorio—. No me importa que me acuse ante la policía —ladeé una sonrisa ante lo que había hecho mi luna, no era nada inesperado, de hecho, esperaba que lo hiciera, que intentara ‘’defenderse’’ de mí—, podemos controlar a los humanos, ellos nunca sabrán de mí.
— ¿Qué debo hacer entonces, Alfa? Amos está en su casa protegiéndola.
Contuve un gruñido de desaprobación ante ello, no debí decirle lo que había hecho con esos bastardos mirones del gimnasio, ahora tenía a Amos metido en la casa de mi mujer y aunque bien supiera lo que sentía el humano por su compañera nada me quitaba la sensación de que otro hombre que no soy yo esté en la casa de mi hembra, mi lobo desaprueba esto.
—Dile a Amos que mantenga su distancia, nadie que no sea yo va a tocar a mi mujer, también has que invente cualquier excusa para que las amigas de Verónica se vayan de su casa me gusta que su olor se mantenga y no esté mezclado cuando voy.
Porque si, yo iba siempre que podía a verla obviamente sin que ella lo supiera.
—Voy a escribir otra carta para ella, déjala en su habitación, no quiero que nadie más la lea ¿Entendido?
—Sí, Alfa.
—Esta noche es la batalla contra Luna azul, no quiero fallos, díselo a Rakish…
Ante esto el chico se vio más entusiasmado.
— ¿Pelearemos contra…?
—Tú no—dije con dureza—. No voy a confiarle mi luna a nadie más que a ti.
En mis primeras palabras bajó la cabeza, avergonzado pero cuando dejé de hablar sonrió hacia mí.
Puede que Kaden sea muy joven, además de híbrido, no obstante, es un lobo sumamente fuerte.
—Le prometo que voy a proteger a nuestra Luna, Alfa, nada malo va a pasarle.
—Más te vale o pediré tu cabeza en bandeja de plata al estilo de Salomé, Kaden ¿Lo sabes, verdad? —mi tono amenazador lo hizo tragar nervioso.
Él me miró antes de asentir.
—Vete ya.
De inmediato salió de la habitación pero esta vez no pude contener una sonrisa divertida.
*
VERÓNICA
No había podido dormir nada.
Daba vueltas por la cama sin conciliar el sueño.
Sentía algo extraño en mi pecho… como si algo fuera a pasar, esa sensación no se quitaba, entonces me levanté por un poco de agua. Justo cuando lo hacía vi una carta deslizarse por debajo de la puerta de mi habitación alertándome y no me importó nada, corrí enseguida hacia la puerta, tenía que descubrirlo, conocer su rostro, saber quién era.
Pero él parecía no tener los mismos planes, cuando escuchó la puerta abrirse comenzó a correr hacia la ventana.
Tuve poco tiempo para admirar su contextura alta y delgada pero musculosa, lo seguí lo más rápido que pude hasta tomar un trozo de cuero de su chaqueta y tirar del mismo aunque esto no sirvió de nada, él no se detuvo.
— ¡¿Piensas matarte loco?! ¡Estamos en un cuarto piso!
Pero él no habló y siguió su camino a la ventana.
Estaba tan curiosa sobre él.
Su andar era seguro, como si fuera indestructible, esto llamó mi atención pero capté el aroma de su loción y fruncí el ceño al no asociarlo con las cartas.
— ¡Muéstrame quien eres!
Entonces de un movimiento él se lanzó por la ventana, inevitablemente gemí aterrada y mi curioso interior me obligó a ver su cuerpo que debía estar ya muerto por la caída, pero para mi sorpresa él se había agarrado al balcón de abajo por el cual subió sin problemas y entró evitando mirarme.
Yo observé todo boquiabierta, ¿realmente había presenciado eso?
—¡¿Quién demonios hace algo así?!
— ¡¿Qué pasa?! —preguntó Ana llegando a su lado con Jazmín y Amos detrás.
Creo que mejor me cuido yo misma.
Me di la vuelta para encararlos y sonreír a medias.
—Nada, no tenía sueño.
—Te oímos gritar —murmuró Jazmín desconfiada.
—Es que vi una cucaracha, ya sabes cómo me pongo.
Los tres asintieron mirándome pero no parecían muy convencidos.
—Voy a mi habitación.
Y rápidamente me escabullí, no iba a decirles de la nueva carta ni de que había estado tan cerca de mi acosador que casi lo había visto ¡Joder, lo había olido!
Aunque de cierta forma me decepcionó no encontrar en su piel ese alucinante olor a hombre y a sándalo tan característico en sus cartas.
Debo estar loca yo también, a este punto.
Tomé la número seis en mis manos y rasgué el papel para finalmente leer.
‘’Joder, sé que tienes miedo de mí, preciosa.
Pero debes saber que nunca te haría daño.
No tienes por qué denunciarme a la policía.
Ellos dijeron que te mantuvieras rodeada de gente, pero eso poco me importa porque, Verónica, mis ojos solo están en ti, en tu piel y en ese cuerpo que me hace desearte cada maldito día.
¿Qué se sentirá hundirme en ti y hacerte gemir hasta que ambos estemos saciados y unidos para siempre?
Pronto lo averiguaremos, mujer.
Desatas mi lado animal Verónica.’’
La última carta había hecho que mi cuerpo se erizara por completo. ¿Hundirse en mí y hacerme gemir? ¡Ja! Como si pudiera ser posible. Nunca me enredaría con un psicótico que parece que está sobre mi culo todo el tiempo. Y eso había dicho cuando la leí entonces pasaron los días sin recibir más cartas cosa que me dejaba un sabor extraño en la boca y mi pecho dolía de vez en cuando haciéndome sentir extraña. Era como si una escondida parte de mi sistema… ¿Ansiara recibir más cartas? No lo sé. Todos los días me reprochaba cuan estúpida podía ser cuando ese pensamiento aparecía en mi cabeza. ¿Qué había pasado con él? ¿Me atraía este hombre que desconocía? ¡No, nunca! Entonces... ¿Por qué echaba de menos sus cartas? ¡Porque por Dios que lo hacía! Estoy loca, estoy muy loca. Ana había tenido razón, me gustaba el jueguito que tenía él con las cartas de una retorcida manera. —Necesito que alguien me lleve a un jodido manicomio —gemí dejándome caer en la cama hasta que abrí los o
Enseguida Kaden asintió.Cuando se marchó caminé con decisión hasta ella, al entrar en su habitación su olor me golpeó dulcemente y me contuve para no soltar un gemido vergonzoso como si me tratara de un maldito adolescente humano. La verdad era que lo que despertaba mi compañera en mí era algo sublime, ¿Cuánto más lo sería si estuviéramos juntos?Era lo que más anhelaba en mi vida, era débil ante ella, sin embargo, no podía arriesgarme a perderla, había pasado muchísimo tiempo después de haberla visto, no tuve tiempo para escribirle cartas , aunque mi corazón, mente y alma estaban con ella siempre.Todo lo que hacía era por tenerla conmigo para siempre y no solo por un rato.A pesar de ser el alfa más fuerte de todas las manadas la arriesgaría trayéndola conmigo, tengo enemigos rastreros que no les importaría tomar a mi compañera para hacerme más débil.Era difícil mantenerme centrado cuando mi mente y cuerpo clamaban por mi alma gemela, caminé hasta estar al lado de su cama.Ella do
- ¡Enfermo pervertido!Me había tocado sin mi consentimiento ¿Y lo peor?¡Fui receptiva a su toque!Sí, sé que fue una reacción inconsciente pero sea como sea fui débil ante sus caricias impuras, además de que... mierda, ni puedo mentirme a mí misma, sentí algo extraño tras leer su carta.¡Y eso era lo que me enfurecía verdaderamente!-Soy una zorra -murmuré atormentada con mis pensamientos-, soy una maldita zorra.Él tiene la culpa.Aparté las lágrimas que caían por mi rostro, histérica y me levanté la cara, no podía permitir esta sensación en mi cuerpo, necesitaba desahogarme así que tomé el teléfono con rapidez y llamé a Ana Alice, sin embargo, ella no contestó.La siguiente en llamar fue a Jazmín, pero obtuve el mismo resultado.¿Qué podía hacer una chica como yo cuando sus amigas estaban ocupadas y necesitaba consuelo?No tenía a nadie más así que ¿Por qué no hacer lo que tenía pensado?¿Quizás por qué te trató como una mierda la última vez?Sí, eso podía ser una buena excusa.Cu
¿Y qué quería yo?En este momentos ser follada por él, en esos instantes no era yo, mi cuerpo no me pertenecía, se había apoderado de un súcubo impetuoso que buscaba no drenar energía sino meramente el placer carnal.Anhelé en secreto a un hombre que me hiciera delirar en ese mundo de lujuria, en el reino de la pasión aún más cuando mi sexo se contrajo en un pequeño orgasmo que supe que no sería suficiente para calmar mi ímpetu.Tan rápido como la sensación acabó la vergüenza me golpeó y de inmediato me envolví entre las sabanas, incrédula de que hubiera hecho aquello aún peor, pensando en mi acosador.*ACHERONFuera de sí corrí en dirección de mi compañera por suerte la pelea no se alargó demasiado, sin embargo, las palabras dichas por el Alfa de la tercera manada más fuerte del mundo, quien me había declarado la guerra abiertamente, me tenían en vilo, no porque le temiera, sino porque me aterrorizaba que alguien pudiera hacerle daño a mi compañera y que yo no esté ahí para salvarla
Ayer te vi furiosa al leer mi carta, dijiste que era un enfermo pervertido y luego llamaste al maldito de tu ex pero yo no dejé que fuera a por ti, eres mía aunque no lo quieras.Luego lo entendí.Leíste la nota una vez más pero él nunca llegó.Furiosa la arrojaste al suelo y apagaste la luz.Querías que yo no viera, sin embargo, poco sirvió, mujer.Te vi caminar desnuda hasta tu cama.Allí abriste tus piernas como una invitación silenciosa a mí.Introdujiste tus dedos en tu centro caliente y gemiste hasta encontrar tu placer.¿Quieres enloquecerme?Quería follarte tan duro que no pudieras caminar sin que recordaras que yo estuve dentro de ti.Pero lo que finalmente me alegró fue que te gustaran mis cartas, porque ahora sé que te gustan.No vuelvas a llamar a tu maldito ex para que calme las necesidades que yo he desatado.Pon en tu puerta un pañuelo rojo y yo entenderé tu invitación.- ¡¿Estás loca?! Yo nunca haría eso con un completo desconocido y menos desquiciado como ese sujeto.
No pude continuar leyendo, la libido me estaba subiendo por la cabeza y eso no era nada bueno.Este hombre está consiguiendo que me vuelva tan loca como él.— ¡Cerdo! —grité por si acaso me oía tratando de calmar los frenéticos latidos de mi corazón.Sin embargo trataba de engañarme a mí misma.Desatas mi instinto animal, Verónica.Negué con la cabeza arrugando el papel y arrojándolos la basura, me tomé de golpe el vaso de vodka dispuesta a irme a dormir, fue cuando las luces se apagaron por completo al igual que la música.—Mierda —susurré.De pronto recordé dónde había colocado mi teléfono, fue a por él pero en el camino trastabillé y casi caí al suelo no obstante un par de manos grandes me sujetaron deteniendo la caída, sentí una caliente respiración al oído seguida de una gruesa voz que hizo que mi vello se erizara por completo.Solo esas dos palabras bastaban para dejar helado a cualquiera.— Te tengo.De inmediato mi respiración se cortó, sentí el miedo alcanzarme pero a la vez
- ¿Has puesto el pañuelo rojo entonces?Pronto me sentí asqueada pero no de él sino de mi misma.- ¡Nada de eso! Ese estúpido enfermo estuvo aquí para violarme, si no llamo a la policía créeme que sería muy tarde.Ana Alice me miró con duda antes de abrir la boca otra vez.-Crees que no le daría tiempo de... tocarte antes de que llegara la policía, yo creo que...- ¡No te atrevas Ana! Él quería violarme -dije más para convencerla convencerme a mí-, no tiene disculpa alguna.-Lo siento, tienes razón -pero en su cara podía ver que no estaba demasiado de acuerdo con ello-. ¿Por qué no vienes a dormir a mi casa en lo que lo atrapan? No me gusta que estés sola.-Van a dejar a uno de los policías custodiando mi casa, estoy segura.Murmuré aunque yo misma no confiaba en esa seguridad.-Entonces me voy, ha sido un día largo.Ana Alice caminó hasta la puerta perdiéndose en la oscuridad de la noche.Mientras yo pensaba que no podría dormir esa noche, no podía dejar de pensar en lo ocurrido.*U
Miré al chico que me observaba con atención y le pedí un momento, apartándome de él hablé.—Pensé que me habías dejado en paz, maldita sea —Traté de sonar lo más dura que podía pero la verdad era que me temblaban las piernas mientras sentía un ansia extraña que nunca había sentido salvo con el enigmático desconocido—, no tienes ningún derecho a pedirme que me aleje de nadie.—En eso te equivocas dulce Verónica, tú eres mía y si ese bastardo no sale de tu casa ahora mismo algo muy malo pasará.Me tensé por la contundente amenaza.¿Él sería capaz de hacerme daño o a Drey?— ¿Me estás amenazando?Mi voz sonó tan temblorosa que me sentí molesta conmigo misma.—A ti no, amor —esta vez su voz sonó mucho más suave—. A ti nunca te haría daño, es él quien pagará, has que salga.Furiosa colgué el teléfono acercándome a Drey, al llegar a su lado sonreí mientras él pareció darse cuenta de inmediato que mi sonrisa era fingida.— ¿Malas noticias?—Un poco la verdad.— ¿Quieres que me vaya? —No había