VI

Una vez que los policías llegaron le conté toda la situación antes de darles las cartas que por alguna razón no quería entregar, pero ellos se encargarían de buscar un indicio de quién podía ser mi acosador.

—Por lo pronto debe mantenerse rodeada de personas señorita, aún él parece no haberse acercado lo suficiente a usted pero no sabemos cuánto dure ese sosiego, vamos a mantenerla informada sobre la investigación.

—Muchas gracias oficial —dijo Ana Alice ya que yo no iba a decir nada más y mientras mi amiga los acompañaba a la puerta Jazmín se dedicaba a acariciar mi cabello tratando de calmarme.

—No van a dejar a nadie cuidándome —susurré una vez que escuché la puerta cerrarse y los pasos de Ana caminar hacia donde estábamos.

Enseguida Jazmín me abrazó y Ana se unió después sintiéndome más segura con ellas de mi lado.

—Ellos se han ido pero nosotras nos quedamos ¿Vale? Somos chicas con garras —guiñó un ojo hacia mi haciéndome sonreír levemente—. No vamos a permitir que un psicópata mancille a nuestro bebé.

Hice una mueca ante sus palabras ya que yo era mayor que las dos pero ellas no parecieron recordarlo.

—Llamaré a Amos, él nos protegerá.

—No lo molestes Jaz, suficiente tiene con que lo dejes por estar aquí conmigo.

— ¡No días tonterías, Amos te quiere tanto como yo! Tú tranquila, ya vuelvo.

Suspiré antes de posar mi vista en Ana quien me miraba con una curiosidad que me puso en alerta.

—No querías entregar las cartas ¿No? —y antes que pudiera negarlo ella habló—. Vi tu renuencia, tampoco querías denunciarlo ¿Qué está pasando? Te conozco y creo que sé lo que está en tu cabeza.

Frunciendo el ceño me levanté del sofá nerviosa.

—No tengo idea de lo que hablas.

—Hablo de que por alguna extraña razón parece gustarte ese jueguito con este chico —habló con seriedad—, sabes que voy a apoyarte en todo lo que hagas, pero esto…

—Esto no tiene discusión Ana, gracias por quedarte pero me siento mal y no quiero discutir cosas absurdas —añadí con tono rudo.

Sabía que no se lo merecía, que ella más que yo lo sabía bien, Ana Alice me conocía como nadie pero no iba admitir eso tan horrible que estaba sintiendo.

—Amos viene en unos minutos… ¿Pasa algo?

—No, Verónica tiene sueño y es mejor dejarla descansar.

Jazmín asintió como si no se tragara todo aquello pero no dijo nada.

—Buenas noches chicas, y gracias por ser tan buenas amigas.

*

ACHERON

—Alfa, necesito decirle algo —dijo Kaden nervioso llegando frente a él.

Sin poder evitarlo gruñí con fastidio levantando la vista de mis papeles a él, Kaden removió su cabello más nervioso de lo usual y supe que aquello se trataba de Verónica, mi compañera, pues de no ser así, él no se encontraría de esa forma.

Fuera de control ante cualquier cosa que le hubiera pasado a mi luna me levanté tomándolo por el cuello para golpear su espalda contra la pared.

Mi lobo estaba intentando apoderarse de mi cuerpo ansioso por proteger a nuestra compañera pero yo sabía que si le daba el control todo sería un desastre.

Kaden tembló, no solo por mi agarre firme, sino por la mirada furiosa que era dirigida a él.

— ¡¿Qué pasa con ella?! —gruñí.

—Alfa, ella lo ha denunciado por acoso.

Entonces mis músculos se relajaron al igual que yo, sabiendo ahora que mi compañera estaba a salvo, simplemente suspiré volviendo a la calma y dejé caer al muchacho al suelo.

Kaden había tomado el puesto de su padre quien había muerto en batalla, era el Beta más joven de todas las manadas pero a mi poco me importaba, el chico sabía lo que hacía aunque a veces me fastidiara que fuera tan dócil y obediente, normalmente los lobos no somos así, quizás debía tratarse a que él era un híbrido debido a que su madre era una humana.

—Levántate —demandé sentándome de nuevo en mi escritorio—. No me importa que me acuse ante la policía —ladeé una sonrisa ante lo que había hecho mi luna, no era nada inesperado, de hecho, esperaba que lo hiciera, que intentara ‘’defenderse’’ de mí—, podemos controlar a los humanos, ellos nunca sabrán de mí.

— ¿Qué debo hacer entonces, Alfa? Amos está en su casa protegiéndola.

Contuve un gruñido de desaprobación ante ello, no debí decirle lo que había hecho con esos bastardos mirones del gimnasio, ahora tenía a Amos metido en la casa de mi mujer y aunque bien supiera lo que sentía el humano por su compañera nada me quitaba la sensación de que otro hombre que no soy yo esté en la casa de mi hembra, mi lobo desaprueba esto.

—Dile a Amos que mantenga su distancia, nadie que no sea yo va a tocar a mi mujer, también has que invente cualquier excusa para que las amigas de Verónica se vayan de su casa me gusta que su olor se mantenga y no esté mezclado cuando voy.

Porque si, yo iba siempre que podía a verla obviamente sin que ella lo supiera.

—Voy a escribir otra carta para ella, déjala en su habitación, no quiero que nadie más la lea ¿Entendido?

—Sí, Alfa.

—Esta noche es la batalla contra Luna azul, no quiero fallos, díselo a Rakish…

Ante esto el chico se vio más entusiasmado.

— ¿Pelearemos contra…?

—Tú no—dije con dureza—. No voy a confiarle mi luna a nadie más que a ti.

En mis primeras palabras bajó la cabeza, avergonzado pero cuando dejé de hablar sonrió hacia mí.

Puede que Kaden sea muy joven, además de híbrido, no obstante, es un lobo sumamente fuerte.

—Le prometo que voy a proteger a nuestra Luna, Alfa, nada malo va a pasarle.

—Más te vale o pediré tu cabeza en bandeja de plata al estilo de Salomé, Kaden ¿Lo sabes, verdad? —mi tono amenazador lo hizo tragar nervioso.

Él me miró antes de asentir.

—Vete ya.

De inmediato salió de la habitación pero esta vez no pude contener una sonrisa divertida.

*

VERÓNICA

No había podido dormir nada.

Daba vueltas por la cama sin conciliar el sueño.

Sentía algo extraño en mi pecho… como si algo fuera a pasar, esa sensación no se quitaba, entonces me levanté por un poco de agua. Justo cuando lo hacía vi una carta deslizarse por debajo de la puerta de mi habitación alertándome y no me importó nada, corrí enseguida hacia la puerta, tenía que descubrirlo, conocer su rostro, saber quién era.

Pero él parecía no tener los mismos planes, cuando escuchó la puerta abrirse comenzó a correr hacia la ventana.

Tuve poco tiempo para admirar su contextura alta y delgada pero musculosa, lo seguí lo más rápido que pude hasta tomar un trozo de cuero de su chaqueta y tirar del mismo aunque esto no sirvió de nada, él no se detuvo.

— ¡¿Piensas matarte loco?! ¡Estamos en un cuarto piso!

Pero él no habló y siguió su camino a la ventana.

Estaba tan curiosa sobre él.

Su andar era seguro, como si fuera indestructible, esto llamó mi atención pero capté el aroma de su loción y fruncí el ceño al no asociarlo con las cartas.

— ¡Muéstrame quien eres!

Entonces de un movimiento él se lanzó por la ventana, inevitablemente gemí aterrada y mi curioso interior me obligó a ver su cuerpo que debía estar ya muerto por la caída, pero para mi sorpresa él se había agarrado al balcón de abajo por el cual subió sin problemas y entró evitando mirarme.

Yo observé todo boquiabierta, ¿realmente había presenciado eso?

—¡¿Quién demonios hace algo así?!

— ¡¿Qué pasa?! —preguntó Ana llegando a su lado con Jazmín y Amos detrás.

Creo que mejor me cuido yo misma.

Me di la vuelta para encararlos y sonreír a medias.

—Nada, no tenía sueño.

—Te oímos gritar —murmuró Jazmín desconfiada.

—Es que vi una cucaracha, ya sabes cómo me pongo.

Los tres asintieron mirándome pero no parecían muy convencidos.

—Voy a mi habitación.

Y rápidamente me escabullí, no iba a decirles de la nueva carta ni de que había estado tan cerca de mi acosador que casi lo había visto ¡Joder, lo había olido!

Aunque de cierta forma me decepcionó no encontrar en su piel ese alucinante olor a hombre y a sándalo tan característico en sus cartas.

Debo estar loca yo también, a este punto.

Tomé la número seis en mis manos y rasgué el papel para finalmente leer.

‘’Joder, sé que tienes miedo de mí, preciosa.

Pero debes saber que nunca te haría daño.

No tienes por qué denunciarme a la policía.

Ellos dijeron que te mantuvieras rodeada de gente, pero eso poco me importa porque, Verónica, mis ojos solo están en ti,  en tu piel y en ese cuerpo que me hace desearte cada maldito día.

¿Qué se sentirá hundirme en ti y hacerte gemir hasta que ambos estemos saciados y unidos para siempre?

Pronto lo averiguaremos, mujer.

Desatas mi lado animal Verónica.’’

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