José
Sus mejillas se han puesto rosa pastel y sus pupilas se han dilatado en el momento en el que nos han interrumpido. Estuve a punto de besarla, tengo la respiración entrecortada y puedo sentir la suya palpitar tanto como la mia. El ruido de una bocina nos ha sobresaltado y cuando me giro veo un Toyota gris aproximándose a nosotros, por lo concentrado que estaba ni siquiera lo escuché acercarse. El tipo se estaciona cerca y baja la ventanilla cuando está a nuestro lado. —Disculpe la molestia, ¿sabes como puedo salir de aquí? —pregunta haciendo un repaso con la vista de los tres—. Ando buscando la licorería Cascuzo, pero me perdí y la verdad no sé en donde estoy. Madisson me lanza una mirada nerviosa, aún tiene la cara rosa y yo trato de mantener la calma para que ella sepa que no pasa nada, posiblemente solo sea un comprador. —Verás —señalo por donde ha venido—. De hecho se ha pasado la licorería, suele ocurrir que algunos se pierden porque el lugar no está en una zona muy visible, si seda la vuelta y conduce todo recto verá un letrero que dice: Restaurante Cascuzo, es al lado. El hombre agradece, sube la ventanilla y se marcha. No es hasta que ya esta bastante lejos que volvemos a mirarnos. Ella parece avergonzada, y sus mejillas van adquiriendo un tono rojizo. Se aparta el pelo de la cara cuando la brisa sopla y carraspea varias veces sin nada que decir. Juro que no había visto mujer mas hermosa. Bella, tierna, con matices que la hacen tan excepcional. Ninguno comenta lo del beso, y ella busca romper la incertidumbre que se ha creado cuando habla: —Mmm… no sabía que Víctor tenia un restaurante —comenta y aun no se atreve a mirarme. —Bueno, no hace mucho que lo abrió creo que un mes y medio aproximadamente —le cuento—. Tampoco va mucha gente como está tan metido en el campo nadie lo ve. —Ah. Ya sé —ella retoma la marcha y yo la sigo—. Creo que sé cual restaurante es, hace unos días me llevó a uno para conocer a sus padres. Noto disgusto en su voz. No comento nada al respecto, se me hace raro que Víctor la haya llevado a conocer a sus padres, él solo los busca cuando puede sacarle algún beneficio. —Y… ¿A dónde vamos? —vuelve hablar ante mi silencio. Curvo una sonrisa. —Pues me has pillado, hoy si no planifiqué a donde ir pero, ¿Qué tal si vamos a mi casa y cocino para ustedes? Ya casi es medio día, Rosefina me dijo que ni siquiera han desayunado. —¿Le has preguntado? —¿Eh? —Sí le has preguntado si habíamos desayunado. —Sí. Me mira de soslayo y sus ojos parecen brillar mas que des costumbre. Caminamos en silencio hasta llegar a mi casa aunque Lucía habla una que otra vez con su madre. Madisson es una buena madre, y después de escuchar por todo lo que ha pasado entiendo por qué es tan sobreprotectora con Lucía: tiene miedo de que su pequeña tenga una infancia traumática o peor aun que este condenada a la vida que ella esta viviendo. No tengo hijos biológicos, pero siento a Lucía como si fuera mia y desde luego que me jode toda esta situación. Tengo que pensar en cómo hacer las cosas, necesito sacarlas de ahí como sea, pero antes necesito planear las cosas bien: un coche, dinero, un lugar a donde podamos quedarnos al menos por un mes mientras contrato un abogado y pongo una querella para mandar al desgraciado de Víctor a los tribunales. —¿Vives solo? —pregunta Madisson sacándome de mis pensamientos, y es cuando soy consciente de que ellas están esperando a que yo abra la puerta. —Sí —saco mis llaves mirándola con cierta fascinación —. Bueno, con Lucía, le he montado su propia habitación, la verdad no me hago la idea de vivir solo, quiero decir me he encariñado mucho con ella, me gusta cuidarla. Ella medio sonríe y cruza por mi lado cuando la invito a pasar. Observa todo curiosa y Lucía se va a su habitación sintiéndose en sus aguas. —Ya es mas de media mañana. Pensaba prepararles lasaña. —Me encanta la lasaña —murmura con una débil sonrisa antes de comenzar a pasearse dudosa por el lugar—. ¿Se te da bien la cocina? Suelto una sonrisa vacilante entre divertida y nerviosa. —Digamos que me sé defender, pero no se me da tan mal. —¿Quieres que te ayude? —No, no —empiezo a sacar los ingredientes—. Quiero cocinar para ti. Pero si quieres puedes prepararle una tape de comida que tiene Lucía en el refrigerador. Señalo donde. —Vale. Ella se acerca como si conociera la casa de toda la vida busca y lo encuentra sin problema, luego se va a la habitación con Lucía. Me quedo solo en la cocina y busco debajo del fregadero un grupo de periódicos y revista donde juraría que vi una receta de lasaña. La encuentro y empiezo a ver todo lo que necesito y no estoy seguro de tenerlo todo. No sé lo que estoy haciendo, por quererla impresionar voy a terminar haciendo un disparate. Hojeo las páginas buscando una receta mas fácil y todo luce simple, pero o no tengo todo los ingredientes o el que me falta es el mas importante. Vuelvo a la página de la lasaña y me animo hacerla. Se empiezan a escuchar voces y risa en la habitación y no puedo evitar sonreír de labios cerrados, podría acostumbrarme a esto: verla a diario, tenerla cerca, pasar tiempo los tres, oír sus risas e incluso vivir juntos, ¿por qué no? Voy a la faena y tengo que repetir la lasaña dos veces antes de que me quede decente. Estoy sudando, y la cocina tiene rastros de humo, no estoy seguro de cuanto tiempo llevo en la cocina pero juraría que dos horas mas o menos. Cuando abro el horno por última vez veo que la lasaña esta lista, apago el horno y la saco con cuidado. —Vaya paliza me he pegado en la cocina —murmuro en voz alta, y me sobresalto cuando veo a Madisson apoyada en el marco mirándome. No sé cuanto tiempo lleva ahí, pero espero que no mucho porque soy un desastre. —Lucía se ha quedado dormida hace rato —contiene la risa y sé que me ha pillado en mi mentira de que se me da bien la cocina. —Entonces comeremos nosotros. Ella asiente. Cuando nos sentamos a comer no dejamos de mirarnos en cada movimiento. —¿Está rico? —Mucho. Seguimos comiendo en silencio. Era un silencio consentido, agradable y lleno de mirada furtivas por ambas partes. Cuando terminamos ella insiste en ayudarme a llevar los platos, ambos en la cocina; cuando de repente se gira para mirarme quedando frente a mí. —Nunca nadie había hecho esto por mi —suelta de repente. —¿Cocinar? —Intentar hacerlo aun cuando no sabe y la verdad estaba rico. —Así que me estabas observando. Ella se encoge de hombros dándome la razón mientras trata de ocultar una sonrisa. —Quizás deberías dejar de ser tan lindo conmigo. —¿Por qué? —Porque me voy acostumbrar —susurra flojo. Llevo mi mano a su mejilla y la acaricio. —¿Y que tiene de malo? —mi voz ha salido ronca y mi nariz ha ido acercándose tanto a la suya. —Que esto no es real… no es mi vida, y no es justo. —Puede que algún día lo sea. Siento su respiración, y la mia. El pulso me late cuando la tengo tan cerca y se me descontrolan todos los sentidos en tan solo un segundo. El plata intenso de sus iris me mira expectante entre nervios e incertidumbre, pero la relajo acariciando con mis yemas el nacimiento de su pelo detrás de su oreja. Cierra los ojos despacio y se deja llevar y es cuando me atrevo. Roso mis labios con los suyos y los muevo despacio casi como si mi boca estuviese deseando permiso para explorar la suya. Toda la piel se me eriza cuando me corresponde siguiéndome el ritmo. La atraigo suavemente mas a mi colocando una mano en su cintura y ella apoya su mano en mi torso. El beso es intenso, mi lengua cruza la barrera de sus labios y juega con la suya en un baile perfecto, es tan adictiva que no quiero parar, se me entrecorta la respiración y la pego un poco mas queriendo sentirla así de cerca. Tan solo ha sido un beso y me ha vuelto loco. El aire abandona nuestros pulmones y nos separamos despacio casi jadeando. No sé lo que me espera a partir de hoy, pero lo que sea, estoy dispuesto a sobrellevarlo, no voy a dar ni un paso atrás, por que lo quiero todo con ella.Madisson Unas horas después… —Me lo he pasado muy bien —murmuro cuando José me deja en la puerta de la casa de Víctor. Es de noche, él día ha sido inmejorable y sobre todo entre los dos ha comenzado a surgir una complicidad que no puedo explicar. —Yo también me he divertido y creo que Lucía también —comenta pasándole la mano por la espalda. Mi hija tiene la cabecita acostada en el hombro de José, y aunque está despierta parece gustarle estar así. —¿Nos vemos el viernes? —susurro. —Deseo que ya sea viernes —responde. Y no puedo evitar sonrojarme. —Yo también… Dejé un beso en la frente de mi hija, y José se acerca a besar mi mejilla pero termina dándome un beso en la comisura de mis labios que termina en mi boca, lo recibo con las piernas temblando y la respiración se me disloca cuando se separa, y me acaricia la mejilla como solo él sabe hacer. —Hasta el viernes, preciosa. Me pego al lumbral de la salida y lo veo alejarse con el corazón a mil. ¿Cómo puede ponerm
Madisson Viernes 10:07 a.m. No he dormido en toda la noche, Víctor no volvió a entrar a la habitación desde la discusión que tuvimos a noche. Me he cabeceado cada diez minutos entre el sueño y la incertidumbre de querer y no poder dormir. He imaginado que Víctor entraba furioso y me pegaba o algo así mientras dormía. Nunca sé que esperar de él, nunca ha sido lo suficientemente transparente como para saber que hará o qué dirá, a veces, Víctor puede llegar a ser bastante bipolar, en un rato puede estar arrastrándome del pelo por toda la casa, y diez minutos después diciéndome que me ama. Aunque todo esto resulte enfermo, él es así y no sé como actuar a veces. Estoy deambulando por la habitación de una esquina a otra, estoy preocupada y no dejo de hacerme preguntas cada dos segundos, la incertidumbre me esta matando. No hago mas que esperar, ya me he duchado y puesto una bata limpia antes de sentarme en la cama mirando a la nada y volver a deambular. Hace rato que salió el sol y
José Voy llegando a la casa de Víctor cuando lo veo salir como alma que lleva al diablo, maldice por lo bajo y se precipita a su camioneta con tanta rabia que dudo en si debería preocuparme o no por su estado, no lo digo por él, no. Lo digo por Madisson sé perfectamente que la mayoría de sus arrebatos son por alguna disputa con ella, o casi todas. Decido no hablarle y entrar por Lucía, saco las llaves y casi cuando estoy por entrar lo escucho que me llama. Me detengo y cuando me giro ya lo tengo al lado. —Quería hablar contigo —dice soltando un suspiro silencioso—. Quería pedirte que cuidaras de Lucía por unas semanas. Arrugo el entrecejo sin entender muy bien. —Ya cuido de ella —le recuerdo. —Sí, si, no me refería a eso —gesticula con la mano—. Me refería a que no estaré. Madisson y yo iremos a la ciudad, estaremos un mes fuera y por razones obvias no quiero llevarme a Lucía. —¿Un mes en la ciudad? —vuelvo a repetir en pregunta, no me agrada el hecho de que el
MadissonCortona. Italia4: 32 de la madrugada.La ciudad, las luces, las casas, todo está muy desierto, callado e iluminado. Supongo que las personas duermen. Los recuerdos se acumulan dolorosos y se me humedecen los ojos cuando pasamos por la esquina en donde comenzó todo. Estoy temblando, y todo el cuerpo me late como lo hace mi corazón.José se detiene justo frente a la casa de mi madre como le he pedido.—¿Es aquí? —pregunta José notando que parece no haber nadie viviendo ahí.—Sí —susurro entre los nervios y las ansias que me produce el momento.Tengo muchas preguntas, la primera: ¿Cómo me recibirán?, ¿y si no quieren verme? Y si no me aceptan con Lucía por ser hija del hombre que me secuestró.Si no la aceptan a ella, yo no seré bienvenida porque ella y yo somos una.—Estoy nerviosa.—Tranquila —la mano de José trata de calmarme con un gesto cariñoso—. Ya verás como tu familia te recibe con los brazos abiertos.Asiento tomando aire despacio.—¿Vamos? —susurro para que
Víctor10: 45 a.m.Estoy sentado frente a mi madre, justo en el mismo restaurante en el que le presenté a mi mujer y que hoy la cito para decirle que mi mujer a huido con mi hija, que la he buscado toda la maldita noche y que pareciera que se la haya tragado la tierra, mi madre no lo entiende, por supuesto que no lo entiende, ella dice que seguro le asustó el hecho de la boda, según ella no la vio muy feliz cuando lo mencioné. Si mi madre supiera que lo que piense o diga Madisson no me interesa, ella es mia quiera o no, nació por y para mi, para satisfacerme y darme los hijos que yo quiera, y, por consecuencia hacer con ella y mis hijos lo que me apetezca.No he dormido nada, fumo y bebo mirando a la nada como un maniático. Ya todo el mundo lo sabe, o mejor dicho mi familia. Aunque mi padre no haya venido ya está enterado.Las estoy buscando, estoy dejándome hasta el último céntimo para encontrarla y así seguiré. Incluso he sobornado algunos agentes corruptos que conocen a mi padre
MadissonHuele rico, apenas abrí los ojos y el olor a tostada y café me atraviesa la nariz. Lo primero que noté es que ni José ni Lucia estaban en la cama, me senté rápido buscándolos con la vista. Al sentarme en la cama una bandeja con un apetecible desayuno me recibió en la mesita de noche haciéndome sonar las tripas.—¿José? —hablé alto casi asomando una sonrisa. Tenía claros recuerdos de lo que pasó anoche y no puedo evitar sentirme distinta. Mas segura de mi misma, con mas ganas de vivir, con ansias de experimentar cosas nuevas.De ser feliz…Siempre creí que eso no era para mi.—¿¡José!? ¡Lucía! —volví hablar mas alto bajando de la cama y no pude evitar ver una bolsa blanca evidentemente recién comprada.Comencé a preocuparme cuando no recibí respuesta y comencé a buscar por toda la habitación: entré al baño, y a un pequeño anexo que hay abriendo una puerta.Siempre he sido tan paranoica en mi vida que comenzaba asustarme; a pensar lo peor. Pero, al salir al pequeño balcón
José Lo primero que cruza por mi cabeza es: Víctor, pero a la vez creo que no es posible que nos haya encontrado tan rápido. Madisson está pálida, y en automático se ha lanzado a sujetar a Lucia. —Yo me encargo —le susurro haciéndole seña de que se vaya al baño. Ella no tarda en hacerlo. Voy hacia la puerta y entre abro con cautela. —¿Quien me busca? —pregunto desconfiado. El hombre mira hacia su derecha antes de volver a mirarme. —Hay un agente de policía abajo, dice que quiere hacerle unas preguntas, al parecer tiene algo que ver con referencia a un coche robado. Inconscientemente suelto el aire que sostenía en mis pulmones. —Ahora salgo. Él asiente y se aleja. Camino al baño y empujo la puerta para avisarle a Madisson que puede salir. —Es la policía —le comento—. Quieren hablar conmigo. Cuando salgamos, ustedes salen fuera del hostal y me esperan del otro lado de la acera. Ella asiente y ambos salimos. Tomamos la ropa y el resto de nuestras pertenencia y b
MadissonMi mundo se vino abajo cuando vi a Víctor subir al autobús con dos tipos armados que apuntaban a todo el mundo. Fuera habían algunas patrullas con tipos vestidos de policías, corruptos.Mi preocupación por José no cesaba, ya no lo veía, y la angustia ante la idea de que le hicieran algo me descontrolaba.Jadeé de miedo cuando uno de los tipos que acompañaba a Víctor apuntó con su pistola en mi dirección.—No disparen por favor —supliqué—. Tengo una niña, no la lastimen.Un Víctor embravecido cruzó por delante del tipo y se inclinó hacia Lucia, me la arrancó de las manos, forcejeé, quise aferrarme a ella con toda mis fuerzas, pero solo me quedó mirar como la desprendían de mis dedos y se la entregaban a otro tipo que terminó sacándola del autobús, mi niña lloraba desesperada.Hice el intento de levantarme y correr en su dirección pero una fuerza mayor me obligó a volver a sentarme, lo que le siguió a ese empujón fue una bofetada brusca que me hizo mirar al autor de ese