MadissonCortona. Italia4: 32 de la madrugada.La ciudad, las luces, las casas, todo está muy desierto, callado e iluminado. Supongo que las personas duermen. Los recuerdos se acumulan dolorosos y se me humedecen los ojos cuando pasamos por la esquina en donde comenzó todo. Estoy temblando, y todo el cuerpo me late como lo hace mi corazón.José se detiene justo frente a la casa de mi madre como le he pedido.—¿Es aquí? —pregunta José notando que parece no haber nadie viviendo ahí.—Sí —susurro entre los nervios y las ansias que me produce el momento.Tengo muchas preguntas, la primera: ¿Cómo me recibirán?, ¿y si no quieren verme? Y si no me aceptan con Lucía por ser hija del hombre que me secuestró.Si no la aceptan a ella, yo no seré bienvenida porque ella y yo somos una.—Estoy nerviosa.—Tranquila —la mano de José trata de calmarme con un gesto cariñoso—. Ya verás como tu familia te recibe con los brazos abiertos.Asiento tomando aire despacio.—¿Vamos? —susurro para que
Víctor10: 45 a.m.Estoy sentado frente a mi madre, justo en el mismo restaurante en el que le presenté a mi mujer y que hoy la cito para decirle que mi mujer a huido con mi hija, que la he buscado toda la maldita noche y que pareciera que se la haya tragado la tierra, mi madre no lo entiende, por supuesto que no lo entiende, ella dice que seguro le asustó el hecho de la boda, según ella no la vio muy feliz cuando lo mencioné. Si mi madre supiera que lo que piense o diga Madisson no me interesa, ella es mia quiera o no, nació por y para mi, para satisfacerme y darme los hijos que yo quiera, y, por consecuencia hacer con ella y mis hijos lo que me apetezca.No he dormido nada, fumo y bebo mirando a la nada como un maniático. Ya todo el mundo lo sabe, o mejor dicho mi familia. Aunque mi padre no haya venido ya está enterado.Las estoy buscando, estoy dejándome hasta el último céntimo para encontrarla y así seguiré. Incluso he sobornado algunos agentes corruptos que conocen a mi padre
MadissonHuele rico, apenas abrí los ojos y el olor a tostada y café me atraviesa la nariz. Lo primero que noté es que ni José ni Lucia estaban en la cama, me senté rápido buscándolos con la vista. Al sentarme en la cama una bandeja con un apetecible desayuno me recibió en la mesita de noche haciéndome sonar las tripas.—¿José? —hablé alto casi asomando una sonrisa. Tenía claros recuerdos de lo que pasó anoche y no puedo evitar sentirme distinta. Mas segura de mi misma, con mas ganas de vivir, con ansias de experimentar cosas nuevas.De ser feliz…Siempre creí que eso no era para mi.—¿¡José!? ¡Lucía! —volví hablar mas alto bajando de la cama y no pude evitar ver una bolsa blanca evidentemente recién comprada.Comencé a preocuparme cuando no recibí respuesta y comencé a buscar por toda la habitación: entré al baño, y a un pequeño anexo que hay abriendo una puerta.Siempre he sido tan paranoica en mi vida que comenzaba asustarme; a pensar lo peor. Pero, al salir al pequeño balcón
José Lo primero que cruza por mi cabeza es: Víctor, pero a la vez creo que no es posible que nos haya encontrado tan rápido. Madisson está pálida, y en automático se ha lanzado a sujetar a Lucia. —Yo me encargo —le susurro haciéndole seña de que se vaya al baño. Ella no tarda en hacerlo. Voy hacia la puerta y entre abro con cautela. —¿Quien me busca? —pregunto desconfiado. El hombre mira hacia su derecha antes de volver a mirarme. —Hay un agente de policía abajo, dice que quiere hacerle unas preguntas, al parecer tiene algo que ver con referencia a un coche robado. Inconscientemente suelto el aire que sostenía en mis pulmones. —Ahora salgo. Él asiente y se aleja. Camino al baño y empujo la puerta para avisarle a Madisson que puede salir. —Es la policía —le comento—. Quieren hablar conmigo. Cuando salgamos, ustedes salen fuera del hostal y me esperan del otro lado de la acera. Ella asiente y ambos salimos. Tomamos la ropa y el resto de nuestras pertenencia y b
MadissonMi mundo se vino abajo cuando vi a Víctor subir al autobús con dos tipos armados que apuntaban a todo el mundo. Fuera habían algunas patrullas con tipos vestidos de policías, corruptos.Mi preocupación por José no cesaba, ya no lo veía, y la angustia ante la idea de que le hicieran algo me descontrolaba.Jadeé de miedo cuando uno de los tipos que acompañaba a Víctor apuntó con su pistola en mi dirección.—No disparen por favor —supliqué—. Tengo una niña, no la lastimen.Un Víctor embravecido cruzó por delante del tipo y se inclinó hacia Lucia, me la arrancó de las manos, forcejeé, quise aferrarme a ella con toda mis fuerzas, pero solo me quedó mirar como la desprendían de mis dedos y se la entregaban a otro tipo que terminó sacándola del autobús, mi niña lloraba desesperada.Hice el intento de levantarme y correr en su dirección pero una fuerza mayor me obligó a volver a sentarme, lo que le siguió a ese empujón fue una bofetada brusca que me hizo mirar al autor de ese
MadissonHan pasado algunos días, ocho días es el tiempo que llevo aquí. He fingido normalidad, pero estoy rota. Víctor me deja moverme por toda la casa, y desde ayer me permite salir al jardín.Echo de menos las tardes con Rosefina, no se nada de ella, lloro cada noche por mi hija y siempre que hace un bonito día recuerdo a José y, termino llorando también por él.No le dirijo la palabra a Víctor al menos no por voluntad propia, he comenzado a limpiar la casa para entretenerme en algo y pensar menos en todo.Hago un nudo a la bolsa negra que he llenado de desechos que habían en el jardín. Estoy a punto de entrar a la casa cuando escucho a Víctor hablar con el teléfono en voz alta, y me detengo de súbito pegando la oreja. —¿Por qué demonios la policía me está buscando? —le escucho reclamar a Víctor.—Alguien ha denunciado lo ocurrido, creo que ha sido un hombre, ha puesto la denuncia desde Roma. Y tu cara está en todas las noticias, una mujer dijo ser la madre de Madisson, han d
VíctorSon las once de la mañana, y conduzco en silencio al juzgado, Madisson está a mi lado muy callada desde ayer lo está, luce tan hermosa, un vestido verde turquesa se ajusta a su esbelta figura, ahora me doy cuenta de lo delgada que está. No lo había notado, al menos no con el detenimiento que ahora lo hago.Me detengo en un semáforo en rojo y la miro de reojo, su rostro de perfil es precioso.No quiero perderla.Tengo miedo, un nudo en la garganta que me estrangula fuerte, ¿en qué momento dejé que está situación se me fuera de las manos?Cuando la vi en aquel bar la quise para mi porque me había enamorado, pero el poder tenerla completamente a mi merced me hizo perder la sensatez.Una voz en mi cabeza me dice que es muy tarde para arrepentimientos. Pude haberlo tenido todo con ella, una boda, una familia, hijos a los cual criar juntos. ¿Por qué le hice tanto daño?, ¿Por qué me deje llevar por mi lado perverso?Me quedo embelesado cuando se medio gira a mirarme clavando el
VíctorDespués de lo que me a dicho mi abogado paso saliva jamás en mi vida sentí miedo no tanto como en este momentoIncluso la cárcel no me aterra me aterra perderla ahora se lo que siente un pez cuando lo sacan del agua y se va asfixiando lentamenteSigo a mi abogado hacia la sala y cuando entramos todos se callan y me miran de mala maneraSus rostros lo dicen todo incluso me señalan y cuchichean (murmuran) entre ellos.Caminamos hacia un escritorio del lado de la defensa solo hay abogados—Y Madison —pregunté.—Siéntate —ordena—. No te puedes acercar a ella, trata de no hacer una escena, no es prudente.Lo miro con el ceño fruncido, ¿por qué no puedo preguntar por ella? si ella es mía, y siempre será así, por qué me la quieren quitar es algo que me enerva.—Dudo que la vuelvas a ver —dice él sin mirarme.—Todos de pie para recibir al honorable juez Marco Onestini —Anuncian una voz autoritaria.Me puse de pie cuando todos lo hicieron y cuando mis ojos se posaron con los d