Tres años Antes

Un banquete se estaba celebrando en la mansión de la familia Stewart. Esa noche se anunciaría el compromiso de Dorothea Stewart y Derek Lancaster, las dos familias más poderosas de la ciudad. La fiesta era animada, había buena música y buena bebida. Las personas comentaban lo hermosa pareja que hacían los novios y lo bien que se veían juntos. A los ojos de los invitados era una pareja hecha por el cielo.

Había una persona que no estaba feliz con esta unión. Se trataba de Meredith Stewart, la hija adoptiva de la familia. La chica se encontraba sirviendo a los invitados junto al personal, llevaba puesto un uniforme de mesera color negro con un delantal blanco.

Meredith tenía el corazón roto, el hombre del cual había estado enamorada por mucho tiempo se casaba con su prima y ella no podía hacer nada para impedirlo, la noticia la tenía devastada, así que decidió quedarse en la cocina ahogando sus penas en alcohol mientras se anunciaba el compromiso, pero sus planes se verían interrumpidos,

-Meredith, te necesitan en el salón - le informó una chica del personal. Meredith maldijo en su interior su suerte —iré en seguida —contestó, levantándose del asiento y regresando al salón principal solo para ver cómo su prima se paseaba con el hombre de sus sueños enganchado de su brazo. Al verla llegar, Doris sonrió con fingida amabilidad y caminó hacia ella.

– hermana, me alegra que esté aquí – Dorothea abrazó a su prima, fingiendo ser dulce frente a los demás invitados; sin embargo, Meredith sabía mejor que nadie que ella era la persona más odiosa que pudo alguna vez conocer.

—¿No vas a felicitarnos por el compromiso? —preguntó recostándose del hombro de su prometido con ternura. Meredith sabía que su intención era lastimarla y mostrarse superior, ella era feliz viendo su miseria.

Doris le había pedido a sus padres que ella fuese parte del personal que atendiera a los invitados esa noche con el afán de sentirse superior. – Felicidades, Doris – Meredith felicita a su prima sin ningún entusiasmo en su voz. —Es solo una criada. ¿Por qué te interesa tener su bendición? —preguntó Derek de forma hiriente. Él aborrecía a Meredith. Según su punto de vista, ella era una mujer malvada que le hacía la vida imposible a su novia a pesar de vivir en la casa Stewart como arrimada.

- No digas eso, aunque es simplemente la hija de una sirvienta, es parte de la familia ¿Por qué no brindas con nosotros esta noche? – Pregunto Doris llamando a un mesero que le entrego tres copas, Meredith quería negarse, pero sí lo hacía quedaría como una grosera y sería regañada por sus tíos después. Sin más opción, no le quedó de otra que brindar con ellos.

—Eres muy amables, Doris, al querer brindar con la gentuza —dijo Derek, haciendo que el corazón de Meredith se rompiera en pedazos —. No digas eso, cariño. Hagamos un brindis por la felicidad de mi prima, espero que pronto encuentres al amor de tu vida —le deseo Doris con hipocresía chocando las copas. Meredith se bebió la copa de un solo trago y salió del lugar a toda prisa. Poco a poco empezó a sentirse mareada. Con mucho esfuerzo caminó por los pasillos agarrándose de la pared y como pudo llegó a su habitación. Su conciencia comenzaba a perderse de poco y su cuerpo comenzó a sentirse caliente.

Su prima Doris la había drogado para tenderle una trampa, desafortunadamente para Dorothea la persona que contrato, la odiaba por arrogante y grosera, así que en venganza por como Doris trataba a los demás decidió darle una lección colocando la droga en la bebida de su prometido haciendo que Derek también empezara a sufrir los efectos de la droga.

- amor no me siento bien, voy a recostarme un momento –Derek salió del salón y Doris fue con su cómplice para saber cómo iba todo - ¿hiciste todo como lo ordene? –Pregunto con arrogancia al mesero -si señorita Doris, puse la droga en la bebida de su hermana y en la del señor Humberto pronto ambos empezarán a sentir los efectos.

Doris sonrió con malicia al escuchar la respuesta del mesero. El señor Humberto era un hombre de 60 años, feo, gordo y repulsivo. Sería genial ver cómo su hermana se convertiría en la burla de todos en un momento.

—Llévalo con mi prima, esto será un buen espectáculo para los invitados —dijo la mujer muy orgullosa retirándose del lugar. El hombre miró a la mujer con una sonrisa de burla en sus labios —Oh, sí, sin duda lo será —El mesero encontró a Derek, quien estaba sufriendo el efecto de la droga y se ofreció ayudarlo guiándolo a la habitación donde vio entrar a Meredith antes, lo que había puesto en la bebida de ambos era un afrodisiaco muy potente. Sería tan divertido ver la cara de la malcriada de Meredith cuando se enterara con quién durmió su prima, para el todo estaba saliendo perfecto, se vengaba de Doris por sus humillaciones y conseguía dinero en el proceso.

Dorothea esperó unos minutos antes de empezar el espectáculo, fingiendo preocupación, se acercó a sus padres, para hacerles una pregunta: —¿Han visto, Meri? Hace mucho tiempo no la veo —preguntó en voz alta para llamar la atención de los invitados—. No, de seguro está escondida en la cocina —contestó su madre con desdén.

—Es el momento de entregar los anillos, quiero que Meri esté presente, ella es como una hermana para mí - dijo la chica con dulzura, haciendo que los presentes la viesen como una chica amable y dulce a quien no le importaba ser amiga de una sirvienta.

-Cariño, sé lo importante que esa criada es para ti, pero de seguro está ocupada, es mejor empezar sin ella -dijo su padre con una expresión de incomodidad. Lo último que quería era ver la cara de esa niña paseándose por ahí.

-el novio tampoco aparece, tenemos tiempo de esperarla -dijo Olivia viendo el reloj en su muñeca, odiaba a esa niña y si tenía una oportunidad de humillarla no la iba a desperdiciar -sabes ahora que lo mencionas, ¿se puede saber donde está el novio? - pregunto uno de los invitados mirando alrededor sin encontrar señales del futuro prometido.

-Derek no se sentía bien, fue a tomar aire fresco —contestó Dorothea sin darle mayor importancia al asunto —. Señorita Dorothea si me permite, tengo algo que informarle, —dijo el mesero a quien ella le había pagado para drogar a su prima. Una sonrisa maliciosa se hizo presente en la cara de Dorothea. Su plan estaba saliendo a la perfección —¿Qué sucede?—preguntó ella fingiendo no saber nada.

-Hace un momento vi a la señorita entrar a una habitación acompañada del señor Humberto —informó el mesero, haciendo que todos los presentes jadearan sorprendidos y se miraran entre sí. El señor Humberto era un hombre pervertido a quien le gustaba seducir jovencitas con la promesa de hacerlas ricas.

—¡No puede ser! Mi hermana jamás haría algo así - expreso fingiendo estar molesta con el mesero - no estoy mintiendo, si no me creen puede ir a comprobarlo usted misma -expreso lleno de confianza el mesero, los murmullos en el lugar no se hicieron esperar, todos estaban criticando de manera brutal a la chica, era demasiada ambiciosa para cometer semejante locura como esa.

-vayamos a confirmarlo para salir de dudas -sugirió Olivia entusiasmada con la idea de humillar a la chica y acabar con su reputación frente a la alta sociedad, sin nada más que decir, varios de los invitados siguieron a la familia para ver el espectáculo, muchos ya tenían su teléfono en la mano deseoso por grabar el momento.

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