No soy Alan
No soy Alan
Por: Gixi
Desaparecido

Málaga España 3:00 A.M

Una fuerte tormenta azotaba la ciudad, los relámpagos formaban un látigo de luz en el oscuro cielo y el rugido de los truenos se escuchaba por toda la ciudad. En el interior de una lujosa habitación de hotel, sobre una cálida y acogedora cama, se encontraba durmiendo una hermosa mujer sin preocuparse en lo más mínimo de la fuerte tormenta que caía fuera de las cuatro paredes de la lujosa habitación de hotel donde se hospedaba esa noche, el sonido de la llovizna golpeando en la ventana le hacía sentir relajada, sin embargo, su descanso se vería interrumpido por el timbre de llamada de su teléfono móvil.

La mujer abrió los ojos con pereza, susurrando una maldición. Odiaba que interrumpieran su descanso, harta del sonido, sacó una de sus manos debajo de la colcha, estirándola hacia la mesita de noche donde se encontraba su teléfono.

—Más te vale que sea algo importante para llamarme a esta hora -amenazo inmediatamente, levanto el auricular.

-Lana algo mala acaba de suceder –hablo inmediatamente la otra persona a través del auricular, Lana pudo percibir la preocupación en su voz sintiendo en su interior que algo andaba mal -¿qué sucedes? –Pregunto sentándose en la cama y pasando una mano por su cabello colocándolo detrás de su oreja

-se trata de Alan Manchester –contesto la otra persona haciendo que su corazón diera un salto en su pecho, Lana por impulso llevo su mano hacia el relicario que tenía en el cuello apretándolo con fuerza – ¿qué sucede con Alan? – Pregunto en un susurro sintiendo como el frío de la noche empezaba a calar en lo más profundo de sus huesos hasta llegar a su alma.

- Su rastreador dejó de funcional hace tres horas. —Lana sintió cómo las fuerzas se les escapaban del cuerpo, ella sabía mejor que nadie, que significaba que el chip de rastreo dejara de funcionar o se apagara, era una clara señal de que esa persona estaba muerta.

-¿hace cuánto sucedió y dónde? –pregunto conteniendo las emociones negativas que amenazaban con explotar, ella trataba de mantener la calma para no desmoronarse, no era momento de ser débil –hace cuatro horas, pudimos rastrear la señal hasta un puerto marítimo a en la ciudad de Londres, cuando llegamos solo pudimos encontrar su auto parado en el lugar sin rastro de Alan todo indica que cayó al mar –informo el hombre con preocupación, dejando completamente destrozada a la mujer del otro lado de la línea.

-¡Quiero que lo encuentren, no me importa si está vivo o no! – ordenó la mujer, cerrando la llamada y lanzando su teléfono sobre la cama llena de preocupación, al mismo tiempo que agarraba su cabeza llenándose de miedo y angustia, Alan era la persona más importante en su vida si estaba muerto ya no le quedaría nada en este mundo a quien aferrarse, la negación se apoderó de ella "él está bien, de seguro fue un fallo" intentaba convencerse, ambos tenían una conexión especial si Alan estuviese en problemas ella lo hubiese sentido cosa que no fue así "¡cálmate!" "Alan no ha muerto" Decía esa voz en su interior, quizás era la esperanza, la negación o un presentimiento, pero si de algo estaba segura era que lo encontraría con vida.

Lana se levantó de la cama y caminando con pasos lentos, logró hasta llegar a la ventana, con cuidado tiro de las cortinas, hasta abrirlas por completo, dándole una vista a la ciudad, la cual parecía cubierta por un fino manto de lluvia, un relámpago brillo en el cielo alumbrando la oscura habitación y dejando ver la silueta de la hermosa mujer, ella llevaba un fino camisón blanco de seda y su cabello rubio llegaba hasta la espalda. Lana pasó una mano por la ventana para quitar la niebla, cerró los ojos, recostó su frente del cristal, abriendo el relicario en su cuello, el cual guardaba en su interior una antigua fotografía de un par de gemelos idénticos entre sí, con una mirada de dolor Lana cerro el relicario apretándolo sobre su pecho "voy a encontrarte Alan, así sea muerto debo saber qué sucedió contigo" prometió la rubia mirando al oscuro cielo nocturno.

Estados Unidos, 7:00 p. m.

Dentro de una mansión lujosa se encontraban reunidos en el comedor una prestigiosa familia. Era la hora de la cena, todos los miembros pertenecientes a la familia Lancaster disfrutaban de una deliciosa comida junto a sus invitados, los Stewart. Ellos reían alegremente, mientras que Merendith Lancaster, esposa del hijo mayor de la familia, servía la cena para todos los presentes como otra chica más del servicio.

Date prisa y sirve la cena o se enfriará —le ordenó su suegra, mirándola con desprecio. Ella asintió moviendo la cabeza y comenzó a servir la cena. Nadie en ese lugar quería a Meredith siendo considerada poca cosa; a sus ojos era simplemente una niña adoptada por la familia Stewart.

Meredith vio dos sillas de la mesa vacías, dándose cuenta de que faltaba alguien más en la mesa. Se trataba de su esposo Derek Lancaster, quien aún no había llegado, imagino que de seguro se había retrasado con el trabajo en la oficina o se había quedado con alguna de sus amantes, de todas forma ese no era su problema y tampoco le importaba en lo absoluto lo que hiciera, solo esperaba que la cena terminara rápido para largarse de ese lugar y no tener que ser nuevamente objeto de burlas por parte de las personas que estaban presente en el lugar, estaba tan perdida en sus pensamientos que dejo caer la sopa que estaba sirviendo quemando sin querer la mano de su suegra

¡Estúpida! —exclamó la mujer al sentir el fuerte ardor en su mano, enojada, se levantó de la mesa y la abofeteó con fuerza en la mejilla, haciendo que su cara se girara a un lado.

¡Eres una inútil! ¡No sabes hacer nada bien! —Rugió con fuerza una vez más la mujer limpiando su mano con una servilleta. —Lo siento mucho, señora Lancaster, estaba distraída -Contesto Meredith guardando la rabia en su interior al mismo tiempo que controlaba sus lágrimas para no llorar por la humillación –eres realmente una idiota, no sé cómo pudimos recoger a una tonta como tú en nuestra familia –hablo su tía Grecia Stewart mirándola con enojo.

Para ella, la chica no era más que un estorbo del cual tuvieron que hacerse cargo después de que su madre muriera. Meredith era hija de una sirvienta de la casa que había quedado embarazada del hijo mayor de la familia Stewart por desgracia, él murió en un accidente de tránsito cuando su madre aún estaba embarazada, por lo tanto, nunca conoció a su padre, ella fue reconocida como un miembro de la familia por su abuelo y adoptada por su tío cuando su madre murió dejándola sola con tan solo cinco años, desde entonces la chica sufrió maltrato por parte de la familia Stewart quienes la humillaban y trataban peor que a un mendigo

- Fue orden de mi padre adoptarla, no podíamos hacer nada. Padre, se encariñó con ella por ser hija ilegítima de mi hermano —dijo su tío mirándola con odio en los ojos. Para él, esa niña solo era la vergüenza de la familia, la hija de una vulgar sirvienta que no era digna de llevar el apellido.

—Es solo la hija de una sirvienta, dudo que si realmente sea hija de tu hermano —habló Olivia Lancaster con desprecio. Meredith temblaba de rabia al escuchar las burlas de todos a su alrededor, enojada, abrió la boca para responder, pero su intento se vio frustrado por el sonido del timbre de la puerta anunciando que alguien había llegado a casa.

¿Qué esperas? Ve abrir la puerta, seguro es Derek que ya regresó —ordenó el padre de Derek a la chica, quien inmediatamente salió del lugar agradecido por no tener que quedarse un segundo más ahí.

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