La Busquedad

—¡no lo sé! Estábamos hablando y de repente se desmayó —respondió Doris con lágrimas de cocodrilo. Derek caminó con su esposa hacia la escalera para llevarla a su habitación para que descansara —¡llamen a un médico! — ordenó subiendo a toda prisa. Ninguno de los presentes se movió para cumplir su petición, poco le importaban si la chica estaba bien o no, estaban más preocupados porque no había desayuno en la mesa. —Aseguro que está fingiendo, es una holgazana —Critico la señora Olivia con desprecio —. No llamen al médico, déjenla en la habitación que descanse, esa mujer solo sabe causar problemas. -Todos salieron del lugar olvidándose de la salud de Meredith. Derek llegó a la empresa encontrándola en caos. Ahora que Alan estaba desaparecido, tendría que ocuparse el mismo de muchos asuntos, entre ello buscar un reemplazo para su asistente. Eso le llevaría tiempo. Alan era un gran trabajador, siempre fue excelente en todo lo que hacía. Aunque no lo demostrara su desaparición, lo tenía muy triste, no quería imaginar que realmente estaba muerto, ese chico de cabello dorado se había convertido en algo más que su mano derecha, para Derek era como un hermano menor, le tenía cariño, fue por eso que decidió buscarlo primero antes de poner a otro en su lugar. Derek sacó su teléfono del bolsillo y llamó a la persona encargada de buscar a Alan. —Señor Lancaster, saludó un hombre al otro lado de la línea. —¿Lo encontraron? —preguntó ansioso, aunque le había dicho a Meredith la noche anterior que solo era un subordinado más para él. No era así —aún no — contestó el hombre, haciendo que Derek se desesperara. —¡Son unos inútiles! Iré personalmente al lugar —rugió antes de colgar el teléfono y salir de su oficina a toda prisa mientras hacía otra llamada —. Papá, necesito que te encargues de la empresa, tengo algo importante que hacer —dijo caminando de prisa hacia su auto. —¿Qué pasó?—preguntó el padre al escucharlo tan angustiado. Derek respiró profundo y luego continuó hablando: — Alan está desaparecido, su chip de rastreo dejó de funcionar ayer. — La noticia tomó al hombre por sorpresa. —Es una lástima, era un gran trabajador —dijo con pesar el padre de Derek—. Voy a viajar a Londres para ver cómo va su búsqueda. —Hijo, no tienes por qué hacer eso, deja que las personas capacitadas lo hagan —aconsejo su padre con serenidad, aunque sabía que Derek no lo escucharía. —Papá, sé que hay personas que pueden hacerlo, pero quiero ser de ayuda al fin de cuentas. Alan era mi empleado —dijo con tristeza en su voz —. Un empleado se puede encontrar otra vez, no es necesario sentirte mal por él. —A Derek molestó la actitud de su padre y cerró la llamada subiendo a su auto. Tenía que tomar un avión cuanto antes y encontrar a su amigo. Después de ocho horas de vuelo, Derek finalmente había llegado hasta el Puerto de Southampton, en Londres, donde se reunió con el equipo de rescate encargado de encontrar a Alan Manchester. —Señor Lancaster, es un placer conocerlo —saludó el encargado de la búsqueda extendiéndole la mano con cortesía, un gesto que fue totalmente ignorado por Derek, que miró al hombre de arriba a abajo con desaprobación. —Ahórrese los saludos y contésteme. ¿Ya tiene alguna pista sobre el paradero de mi asistente?—preguntó de forma cortante. No estaba en ese lugar para recibir halagos por partes de esa persona; su principal objetivo era encontrar a su empleado. —Hemos buscado durante varias horas y todavía no encontramos nada —contestó el hombre retirando su mano, avergonzado por el desplante de Derek, quien en ese momento lo miraba como si quisiera lanzarlo al mar ante su respuesta negativa. -¿Eso es todo lo que tiene que decir? No puedo creer que un equipo especializado de rescate no sea capaz de encontrar a una persona incluso cuando se le dieron las coordenadas correctas. ¿Qué clase de incompetentes son ustedes? —le reclamó con evidente molestia. Cada minuto que perdían la esperanza de encontrarlo con vida disminuye. Derek resopló con fuerza y miro hasta el final del muelle encontrándose con la figura de una mujer que estaba de espaldas y miraba el mar ensimismada, su cabeza estaba cubierta por una gorra de beisbol blanca, su larga cabellera rubia estaba trenzada en una cola que le bajaba hasta la mitad de su espalda, tenía puesta una blusa de tirantes y un short cortos acompañados con zapatos deportivos. -¿quién es esa mujer? -pregunto con interés al rescatista quien giro la cabeza y puso una expresión de fastidio al verla -no sabemos, ha venido unas horas ante que usted, estaba muy alterada y actuaba de forma agresiva amenazando con asesinarnos a todos, si no encontrábamos al señor Manchester, es un alivio que ahora se encuentre más calmada -Las palabras del contratista causaron que su interés por la chica creciera aún más preguntándose ¿qué tipo de relación tenía con Alan? ¿Era familiar? ¿Su novia? ¿Una amiga? No lo sabía, pero estaba a punto de averiguarlo. Antes de que pudiese hacer algo los gritos de algunos rescatistas que salían del mar atrajeron la atención de todos los presentes quienes de inmediato se acercaron para averiguar qué estaba sucediendo -¡señor hemos encontrado un auto en las profundidades del mar! -informo uno de los hombres a su superior -¡debemos recuperar ese auto cuanto antes! -ordeno el encargado del equipo de rescate. — Revisamos el vehículo y no encontraron a nadie en su interior -explicó nuevamente el rescatista con decepción, habían estado buscando desde la madrugada y aún no daban con los restos de esa persona. —Tomen foto de la placa del auto para investigar a quién pertenece —los hombres asintieron y se retiraron del lugar a toda prisa. Derek volvió a mirar una vez más hacia el muelle en busca de la mujer de cabello rubio, pero esta había desaparecido de repente sin darle tiempo a saber de quién se trataba. “Ya habrá tiempo para investigarlo”, pensó con desilusión mientras observaba el muelle. -Lana me estás empezando a preocupar -dijo un hombre mirando a la hermosa rubia que se encontraba sentada frente a él jugueteando con su comida sin ningún ánimo de comérsela, ambos había viajo a Londres durante la madrugada ignorando el mal clima, no habían podido dormir y en el caso de ella ni siquiera había comido. —Si sigues de este modo, vas a enfermar —le advirtió con preocupación mientras sostenía su mano. Lana apartó su mirada del plato, dirigiéndola ahora hacia su acompañante. -no es que no quiera comer simplemente el nudo que tengo atorado en la garganta me lo impide -confeso dejando escapar una lágrima de sus ojos, algo que le rompió el corazón a su acompañante sabia lo importante que Alan era en su vida, no podía imaginar lo difícil que debía ser esta situación para ella. —Esta incertidumbre está a punto de volverme loca —dijo pasando una mano por su cara para limpiar sus lágrimas.

-Cada vez que el equipo de rescate llega con novedad, siento cómo mi corazón se detiene pensando que en cualquier momento unos de ellos sacará su cuerpo del mar… Jeronne… Yo… No creo soportarlo -confesó cubriendo su boca para ahogar el llanto. Jeronne se levantó de la mesa y caminó hacia donde estaba para abrazarla, mientras le rogaba al cielo que Alan se encontrara a salvo o, de lo contrario, Lana lo seguirá a la tumba.

La búsqueda duró aproximadamente dos semanas, durante ese tiempo los investigadores descubrieron que el auto que fue sacado de las profundidades fue rentado a Alan Manchester durante su estadía en Londres, en su interior encontraron varias pertenencias personales como lo eran su identificación personal, su teléfono móvil y su maleta de viaje, sin embargo, su cuerpo nunca fue encontrado, a pesar de esto fue declarado muerto un mes por las autoridades.

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