-¡Despierta! ¡Oli! - la voz de Lola me sobresaltó.
Abrí los ojos con dificultad, primero sin reconocer dónde estaba.
Solamente era conciente de lo cansado que sentía el cuerpo.Y luego de unos instantes recordé que estaba en el hospital.
Joder. ¡Jeremy!
Me incorporé rápidamente y miré hacia todos lados intentando comprender qué sucedía.
-Oli, ¡Jeremy despertó! - exclamó con inigualable alegría.
Dios mío.
Despertó.
Al fin, todo comenzaba a salir bien.
- Está preguntando por ti- continuó mi amiga con una enorme sonrisa. Sus ojos estaban brillosos producto de la emoción.
Me puse de pie de un salto y corrí lo más rápido que pude hasta la habitación nueve.
Ni siquiera esperé a que una enfermera me dejara entrar; abrí la puerta y en cuanto lo ví mi corazón volvió a latir.
-Jeremy- susurr
Cuando era pequeña, mi madre me enseñó que no debía juzgar a las personas sin conocerlas.Ella me repetía, una y otra vez, que no sabía cual era la situación que el otro podía estar atravesando.Todos tenemos un pasado. Todos tenemos heridas abiertas.Y la vida no es fácil. Quizá para unos pocos afortunados sí, pero para la mayoría de los seres humanos, no y eso es motivo suficiente para no juzgar.Esa era la filosofía de vida que llevaba... Pero cuando salí al mundo, me dí cuenta que eso no funcionaba para todos. La música y los aplausos comenzaron a sonar, y caminé hacia el escenario del club. Mientras "Love on the brain" de Rihanna sonaba, contorneaba mis caderas al ritmo de ésta.Sentía la mirada lasciva de los hombres sobre mi cuerpo, y eso me daba asco. Quería salir corriendo de este lugar... pero esa no era una opción. No para mí.Seguí bailando, mientras me acercaba a la esquina del escenario y los hombres, gritando, tiraban su dinero hacia mí.A veces me atrevía a mirarlos, pero luego sus oscuros ojos y su sonrisa maquiavélica, me provocaba tal repulsión que me desconcentraba. Y cuando eso ocurría, abucheaban.Mi jefe intentaba ser paciente conmigo, pero muchas veces me amenazaba con despedirme y eso me enloquecía de sólo pensarlo.Por eso motivo, decidí dejar de mirarlos. Ahora sólo me concentraba en un punto fijo al fondo del salón o simplemente en el suelo.Llevé mi cabeza y mi torso hacia atrás, mientras cerrab1
Miré de nuevo al policía, mientras salía del auto. Su pelo marrón y sus gruesos labios eran hipnotizantes.Mierda, era lindo. Ojalá lo hubiera conocido en otra situación...Se detuvo al costado de la puerta y la abrió para que Cindy y yo podamos bajar.Ingresamos a la comisaría y otro policía, con cabello de color rubio, se acercó a mí.-Sígueme- dijo seco, y me guió por un pasillo.Ví por el rabillo de mi ojo, que Cindy se iba con el policía guapo, por otro pasillo.
Desvié la vista, concentrándome en la mesa. No quería tener que lidiar con su mirada que me recriminaba e intimidaba.–Sólo soy yo...- solté de pronto. - Sólo soy yo en el mundo. No tengo a nadie conmigo, nadie que me ayude. Hace unos años me quedé en la calle, por... razones que no vienen al caso.- Aclaré mi garganta, y continué - Tenía que encontrar alguna manera de ganar dinero, sobre todo, para comer. Dudo que usted haya dormido alguna vez en la calle... -alcé mi vista y su rostro se suavizó. Claro estaba que no había tenido que pasar por algo así.- Bueno, yo si - retomé - Y, créame cuando le digo, que no se lo deseo a nadie. El frío, el hambre, la violencia, el miedo...- la voz se me quebró mientras se me nublaba l
Luego de un rato, me senté sobre el delgado e incómodo colchón de la cama y volví a pensar...¿Por cuánto tiempo estaría encerrada acá? Mi lado racional, me repetía que no podía ser para siempre, porque el crimen que había cometido, no era tan grave. En realidad ¡No había hecho nada!Okey, tal vez había trabajado en un club siendo menor de edad. Pero en realidad eso era responsabilidad de los que me habían contratado sabiéndolo.Pero, otra parte en mi interior, me hacía fantasear con estar aquí muchos años.Dios, estaba aterrada y quería llorar, pero ya
Luego de haber estado en observación un par de horas más, me dieron el alta. Me habían colocado suero, por lo tanto ya estaba hidratada. Y me habían dado un antiemético, para no volver a vomitar.Una oficial se acercó de mala gana a la habitación, para buscarme y llevarme nuevamente a mi celda.Aquí estamos, una vez más. Pensé, cuando crucé la reja.La mujer se giró para irse, pero antes, le pregunté:-Señora ¿Qué hora es?-Molesta, miró su reloj.
-Eres libre- dijo por fin el policía.Mi cuerpo se aflojó como si hubiera estado cargando un peso insoportable. Y así había sido.Sonreí por primera vez, en días.Casi me parecía estar soñando... Así que, con disimulo, me pellizqué por debajo de la mesa. Y sonreí aún más, cuando supe que ésto era real.-Oh por Dios. ¡Muchas gracias! Me alegra tanto que hayan podido entender mi posición. -comencé a hablar con velocidad – Prometo que no provocaré inconvenientes de nuevo en mi trabajo, y...- Al otro lado de la comisaría, me esperaba la libertad. Mi futuro, mis sueños y... una tormenta que parecía el fin del mundo.Genial.No me importaba. No iba a quedarme aquí, a esperar que dejara de llover. No. Quería llegar a mi casa lo más rápido posible, bañarme y dormir.Comencé a caminar, y en cuestión de segundos, ya estaba empapada. Llovía con mucha fuerza y el viento no ayuda ni un poco. Las calles estaban bastante oscuras y desoladas. Había visto en un reloj de la comisaría, que eran las siete de la tarde. Pero, el cielo negro, podría haberme engañado tranquilamente con que era de madrugada.7