Unos días después, entre que nos coqueteábamos y Cristian me insistía por vernos en persona, yo trataba de inventar alguna excusa con mi madre, ya que aún no me atrevía a decirle a Cristian absolutamente todo de mí, sentía que lo espantaría antes de vernos personalmente.
Decidí ir de frente con mi madre, comencé a contarle sobre Cristian, lo que hacía, su edad que llevábamos tiempo conversando y viéndonos por webcam y algunas otras cosas más para pintarlo como el hombre perfecto.
Mamá siempre ha sido reacia a toda la modernidad del chat y de todo lo que tenga que ver con internet, no soporta nada moderno, está pegada en un pasado del que no quiere salir y nadie la hará cambiar de opinión.
Me miraba con dudas y desconfianza, pero yo le insistía que no pasaría nada y que de conocernos sería en un lugar público con mucha gente alrededor
—Mamá iremos a los cafés que están cerca del Centro comercial, no pasará nada. Además, si no lo conozco en persona, cómo sabré si tengo alguna posibilidad con él —explico—. Es Abogado, tiene veintiséis años, se ve que es un buen chico —digo casi como una súplica—. Por favor, confía en mí. Si siento que algo anda mal o sus intenciones son otras, me vendré de inmediato a casa. Tú me criaste, sabes cómo soy —Se hizo un silencio y luego ella asintió.
—Está bien, ya sabes las reglas y la hora de regreso a casa. Llama en caso de cualquier cosa.
—Sí, mamá ¡Gracias! —¡Ufff al fin podía respirar!
¡No lo puedo creer! Al fin conoceré al hombre que me trae el estómago revuelto con mariposas. No pasaban nunca las horas para encontrarme con él en el chat y así poder decirle.
Unas horas después
Emilia: El sábado a las cuatro de la tarde, en los cafés cerca del centro comercial, ¿puedes? —Quedo como estúpida mirando la pantalla y no hay respuesta, ni siquiera está en línea.
Cristian (después de casi una hora): ¡Hola, Emi! ¡Claro que sí! —al menos se lee más emocionado que yo.
Emilia: ¡¡Genial! —No sé qué más decirle.
Cristian (enciende la webcam para que nos veamos): ¡Al fin! Pensé que estabas evadiendo un encuentro conmigo… Obvio que puedo linda. Lo único que quiero es conocerte en persona —Un escalofrío me recorre el cuerpo. ¡Es tan guapo!
Emilia: ¡No digas esas cosas! ¡Claro que quiero conocerte! Pero, no quiero que me subestimes, no soy tan linda en persona, la cámara me hace mucho el favor —Me rio y le saco la lengua.
Cristian: ¡Bah! No seas así, no es lo que mis ojos ven. Además, déjame a mi juzgar si eres linda o no, ¿vale? —Frunce el ceño y luego ríe.
Emilia: Está bien, no diré nada más ¡pero que conste que te lo he advertido todo este tiempo! —Levanto una ceja.
Cristian: Yayaya… me iré a dormir ahora, sólo venía a desearte las buenas noches y saber cómo estabas y me has dado esta noticia —Mira serio a la cámara.
Emilia: No te enoooojes… todo bien, ¿y tú? ¿qué tal tu día? —Hago un puchero.
Cristian: Todo bien , descansa ¿sí? —Creo que es un beso lo que me manda y yo siento que morí en vida.
Emilia: ¿Eso fue un beso? :-O —Le tiro un beso yo y él hace un gesto como si lo agarra con la mano y lo lleva a su boca.
Emilia: Descansa tú también, mañana afinamos detalles. Buenas noches Cris —Apago la cámara.
Cristian: buenas noches linda... :-*
¡Aaahhhhhhh!, suspiro, apago el computador y me tiro en la cama…
¿Tendremos la misma química en persona? —Me pregunto.
Siento que cada vez que lo veo a través de la cámara, mi estómago se alborota y me pasan muchas cosas. Pero tampoco quiero ilusionarme, lo más probable, es que me vea y salga arrancando, bufo. Dejaré de pensar por ahora, por mi propia salud mental.
(…)
Hace un par de días había estado conversando con una ex compañera de la primaria, Carolina. Fue mi mejor amiga en esos años y coincidentemente, estudió diseño al igual que yo.
Está trabajando freelance y necesita alguien para ayudarle, así que, como sigo sin trabajo, acepto feliz su ofrecimiento, ya que es un trabajo desde casa y realmente es muy fácil de hacer, por lo que había estado dedicando las mañanas a buscar un trabajo más estable y por las tardes me dedicaba al freelanceo.
Carolina: ¡Hola mona! Como te estuve diciendo antes, sólo necesitas recortar el fondo y dejarlo gris, con las medidas que te di. Son las fotografías para el carnet escolar y mientras más hagas al día, más te pagarán por ello —explica.
Emilia: ¡Genial!, gracias, Caro. La verdad es que me ha costado mucho encontrar trabajo, está muy saturado y somos muchos, jaajaj
Carolina: Tranquila, a mí también me costó un montón encontrar algo. Te entiendo perfectamente. Te enviaré las primeras carpetas para que comiences a trabajar en ello.
Emilia: No hay problema, si termino antes, te pido más.
La tarde pasó rápidamente con este nuevo trabajo de medio tiempo, así que espero que todo esto sea un empujoncito, para las nuevas cosas buenas que se vienen, sé que sueno extraña diciendo cosas positivas, pero si no me doy los ánimos yo, ¿quién?
Al menos mamá, no me ha reclamado nada durante el día, ya que, cuando le expliqué sobre el nuevo trabajo freelance, se puso “contenta”, ya que al menos haría algo y no me quedaría vegetando todo el día.
La conversación con Cristian fue muy corta. Dijo que estaba contando las horas para vernos y que se juntaría con un par de amigos por la noche. Le dije que lo pasara bien y que también estoy ansiosa por conocerlo.
(…)
El día llegó, así que después de comer algo liviano, fui a mi dormitorio para arreglarme. No sabía qué ponerme, ya que, según mi perspectiva, todo me queda mal.
Finalmente me decidí por unos leggins y un suéter negro sin hombros, unos pendientes largos, son mi accesorio favorito, y unos botines negros. Mi pelo crespo siempre suelto con los rulos bien definidos, si hay algo que me gusta de mí, es mi pelo.
Me delineo negro los ojos, pongo un poco de máscara para pestañas y los labios color bordó, además de unos toques de perfume. Me preparé para salir, tomando mi bolsa, las gafas de sol y por esta vez, decidí por ir en metro.
Tomé mis llaves y me despedí de mamá, ya que papá, como buen sábado, está durmiendo siesta después de almorzar.
—Ya mamá, voy saliendo ¡Deséame suerte! —digo un tanto nerviosa.
—Que te vaya bien y por favor, mantén tu teléfono a mano. Si pasa algo, sal de ahí rápido —trato de no revolear los ojos y asiento.
—Sí, mamá, no te preocupes. No es la primera vez que me junto con alguien, así mismo conocí a Francisco, haz memoria y quédate tranquila —Me da una repasada con la vista de arriba hacia abajo, asintiendo en aprobación.
—Está bien. Vuelve temprano —Supongo que no me veo mal, o hubiese sido lo primero que me hubiera reprochado.
—¡Nos vemos!
Llego rápidamente al lugar, ya que queda relativamente cerca de casa. Preferí llegar un poco antes, para poder observar el lugar en caso de cualquier cosa. Mi mamá había conseguido ponerme más nerviosa y a la defensiva, con sus comentarios.
Me siento en una banca cercana al café donde nos juntaremos, mientras miro un punto fijo sin motivo. Muevo el píe constantemente y me sudan las manos, estoy realmente nerviosa y ansiosa. Siento un hormigueo en el estómago, hasta que de pronto veo un monumento de hombre acercarse, con paso dubitativo a mí. Debe medir al menos un metro ochenta y cinco, quizás más. Espalda ancha, cabello castaño, ojos almendrados de color miel, vestido con jeans rajados y una camisa a cuadros remangada, muy grunge su estilo, tal y como me gustan a mí.
—¿Emilia? —pregunta con una voz muy gruesa.
—¡Hola, Cris-tian! —Me quito los lentes, me pongo de pie y lo beso en la mejilla.
—Menos mal eras tú, no estaba seguro por tus lentes de sol —dice, tocándose la nuca y sonriendo.
—¡Sí! Lo siento, es que es un accesorio que no me puede faltar —digo en tono gracioso. Él también ríe.
—Te encontré —dice coqueto y levanta una ceja. Creo que me dará algo, siento mis mejillas enrojecerse rápidamente.
—Así es ¡aquí me tienes! —Veo cómo me mira de pies a cabeza. Me tomo las manos apretando mis dedos, estoy casi temblando de nervios.
Estas situaciones siempre me ponen así, además de ser insegura con mi cuerpo, lo que me hace ser tímida, así que no sé de dónde saqué esta frase con tanta seguridad.
—¿Qué quieres hacer? ¿Tomar un café o hacemos otra cosa? —Lo veo que observa alrededor.
—Podríamos tomar un café y así conocernos un poco más —Levanto una ceja con cara de pregunta, mientras esquivo su penetrante mirada. No soy de mirar mucho a los ojos, creo que me delatan demasiado.
—Vamos entonces —Pone su mano es mi espalda baja y me dirige al lugar. Mientras me siento como la mantequilla al sol y que me derrito lentamente.
Ya en el café, nos sentamos frente a frente. Nos toman rápidamente el pedido. Y aquí estamos, al fin.
—Bueno y ¿qué tal anoche, con tus amigos? —pregunto, para romper el hielo. Le sonrío coqueta.
—¡Bien! nos tomamos unas cervezas en mi casa, pero nada del otro mundo. Sólo esperaba que pasara rápido el tiempo para verte —dice nervioso.
—Y bueno, ya me estás viendo —digo graciosa/nerviosa—. ¿Ves que la cámara me hacía el favor? —No podía faltar la pregunta tonta de mi parte, como siempre arruinando las cosas antes de tiempo.
—La verdad es que no. Eres tan o más bonita en persona ¿Por qué insistes en decir lo contrario? —cuestiona serio, alzando una ceja.
—Tengo pésima autoestima. Me hicieron mucho bullying en el colegio y eso me hizo ser siempre muy insegura, pero bueno, ya estamos aquí. Cuéntame de ti —contesto sincera y trato de cambiar el tema.
—Conozco el tema del bullying de cerca, también lo sufrí —Lo miro con cara de pregunta por lo que responde enseguida—. Pasé gran parte de mi niñez enfermo, hasta la adolescencia —explica—. Faltaba mucho a la escuela y nunca generé un vínculo con mis compañeros de clase, así que cuando me sentía mejor e iba a clases, siempre me molestaban —dice como si nada.
Nos interrumpe el mesero con nuestros cafés y unos vasos con agua gasificada.
—Wow, qué fuerte... ¡pobrecito! —respondo—. Y ¿de qué estuviste enfermo tanto tiempo? —pregunto con mucho interés y preocupación, por lo que logro mirarlo a los ojos sin parpadear.
—Tuve problemas en el riñón, por lo que me hicieron un trasplante —Mis ojos se abren de par en par—. Pasé gran parte de mi vida en hospitales, clínicas, con doctores y todas esas cosas. Pero ya estoy bien, llevo unos cuantos años sano, cien por ciento sin complicaciones —dice con tono conciliador, ya que seguramente vio preocupación en mi mirada—. Igual debo hacerme chequeos dos veces al año, pero no es la gran cosa.
—¡Pobrecito! pero de verdad me alegro que ya estés bien. Y pensar que yo me sentía una “freak” por tener un par de enfermedades crónicas siendo tan joven —comento aprovechando el impulso, ya que siempre he pensado que es una de las tantas razones para salir corriendo y no involucrarse conmigo.
—No pasa nada, son cosas que, si bien son parte de uno, no nos definen como personas ¿no? —Meeee derrriiiiittttoooooooooo.
—Es cierto. Gracias por contarme —Sonrío.
—Y… bueno, ¿cómo has estado? —pregunta, nervioso otra vez.
Le comento sobre mi nuevo trabajo freelance, sobre las postulaciones a trabajos más estables y cosas cotidianas sin importancia.
Él siempre con mucho interés en lo que le comento. Me cuenta sobre su trabajo, es Asesor Legal en una firma de abogados. Me comenta que aún vive con sus padres, por el mismo tema de su enfermedad y que habían convivido poco como familia, ya que se la pasaban entre hospitales y doctores. Aprovecharé la instancia, para comenzar a mostrarle mis demonios, ya que está hablando de la familia.
—Bueno, como ya te comenté antes, también vivo con mis padres todavía, aunque he estado ahorrando para comprar una casa e irme a vivir sola, pero de momento es más fácil ahorrar así —Trato de sonar lo más madura posible.
—Qué bueno que tengas tus cosas claras —Toma su café y le queda un poco de crema en el labio, por lo que me acerco y le limpio con el pulgar. Me acomodo en el asiento y lo veo sonrojado y eso me sonroja a mí también.
—Sí, además que necesito salir de la casa de mis padres, ya que vivir ahí es como vivir con el mismísimo Hitler —digo graciosa, intentando que no suene tan terrible.
—¿Por qué necesitas salir de tu casa? ¿Será tan así, Emilia? —pregunta, alzando una de sus cejas.
—Cuando tenía cinco años, mi madre tuvo un accidente automovilístico, mientras iba en ruta a su trabajo —Sus ojos se abren de par en par—. Estuvo dos años en coma y otro año hospitalizada con visitas a un psiquiatra, ya que cuando salió del coma, se volvió un poco loca —Le hago un gesto con la mano—. A mí me pellizcaba, me mordía, porque pensaba que yo también había muerto y quería “verificar” si era así o no; decía muchas cosas incoherentes y le costó un año recuperarse del todo —Asiente y se queda pensativo unos segundos.—Eras muy pequeña cuando eso paso. Dos años en coma, que heavy —dice incrédulo.—Así es y por lo mismo, me tenían engañada con que mi madre estaba de viaje, por su trabajo —explico—. Y como para los niños el tiempo transcurre diferente que, con los adultos, así que no sentí tanto su ausencia —Él asiente y apoya sus brazos en la meza con sus manos entrelazadas y apoya su barbilla mientras continúo con la historia—. Pero a medida que fui creciendo, ella se puso muy es
Llevamos más de una semana con coqueteos intensos, video llamadas, conversaciones sobre nuestras metas y sueños. Cristian es un cinéfilo empedernido, es fanático de la saga de Indiana Jones, por lo que hemos hablado mucho sobre películas y música. Es demasiado “querible” y como soy una romántica encubierta en estas capas de chica ruda, heavy metal y sarcasmo, nadie se ha enterado, además es guapo, tiene un trabajo estable, le gusto… ¿qué podría salir mal?Es viernes por la noche y hemos quedado de juntarnos mañana en la tarde en el cine para ver alguna película de la cartelera.Le he hablado tantas maravillas de este hombre a mamá, que no ha sido necesario darle tanta vuelta para que me deje salir con él, aunque regresar a casa a las nueve de la noche, sigue siendo una de las reglas con la que no puedo negociarEs ley —Pienso mientras me acuesto pensando en él.He llegado hace unos minutos al cine, pero me puse en un lugar estratégico para que no me vea, no quiero que sienta que estaba
Después de que le envié el correo, simplemente desapareció. No se volvió a conectar ni al chat ni a Messenger.Es sábado y voy camino a la estación del metro donde lo cité. Soy un manojo de nervios. Me sudan las manos. Traigo conmigo una botella de agua, porque mi nivel de ansiedad es tal, que siento seca la boca.Por la mañana, me di mil vueltas en el closet buscando qué ponerme, por lo que me decido por un vestido negro hasta la altura de las rodillas, con pequeñas flores rojas estilo japonés, abotonado en la parte de la espalda. Unos botines estilo militar negros, un pequeño bolso para guardar lo necesario, el cabello suelto con los rizos bien definidos, un poco de delineador negro en los ojos, máscara en las pestañas y labial rojo suave, terminando el atuendo con unos pendientes largos y mis infaltables lentes de sol.Llego a la estación. Me siento en una de las escaleras para esperar su llegada.¡Dos horas! Dos jodidas horas lo espere y no apareció. Mi orgullo y mi autoestima está
Han pasado un par de días desde esa conversación y como si fuera poco, Cristian no se ha vuelto a conectar, otra vez ¿Cómo va a ser tan difícil decidir qué se siente por una persona?Sigo sintiendo lo mismo por él, pero ya me está cansando todo el tema. Sí, soy impaciente y no me gustan las situaciones ambiguas. Así que para cambiar de “aires” he estado conversando con mayor frecuencia con Sebastián y Felipe.Si hiciéramos una fusión entre uno y el otro, creo que tendría al ser humano perfecto, aunque es difícil deducir algo como eso, si aún no los conozco en mayor profundidad.En la agencia hemos estado con muchísimo trabajo, ya que estamos haciendo un sitio web para una clínica muy importante de la ciudad. Estamos trabajando en paralelo con una productora de eventos, ya que se realizará el lanzamiento en una cena de gala para los empleados de la clínica y nosotros además de organizar y diseñar todo, estamos invitados al evento.Entro a F******k y reviso la bandeja de entrada, tengo n
Suena Nearly Lost You de Screaming Trees en mis oídos, mientras miro la foto que tiene Felipe en su perfil de Zoosk, parece más joven de lo que es, ya que está con el uniforme de la escuela. Su cabello es rizado, cejas bien definidas, pero no se ve más que eso, ya que la fotografía es en blanco y negro.Leo la información de su perfil. Se graduó de uno de los colegios más importantes del país, donde se han formado la gran mayoría de los presidentes de nuestro país. Pero no aparece nada sobre su familia o datos más duros para hacerme una idea más real de él, me siento una Stalker al revisar su perfil.Tómate las cosas con calma, Emilia —Me digo a mí misma.Ha pasado una semana del evento en la clínica. Felipe me ha llamado todos los días desde ese día. Durante el día conversamos por Messenger, en los ratos libres y por las noches hablamos por teléfono. Hemos hablado millones de cosas, pero ninguno de los dos ha indagado más allá en el tema personal. Supongo que estamos dejando esa infor
No sé cómo ha pasado el tiempo tan rápido. A pesar de lo cansada que estoy, he continuado mis conversaciones nocturnas con Felipe.Cristian se ha conectado un par de veces, pero si no le escribo yo, no se molesta si quiera en saludar, por lo que opté por hacer exactamente lo mismo con él. Si ésta es su manera de hacer que me desilusione o me “olvide” de él, lo ha conseguido.Ya estamos en la quincena de diciembre. Hemos decorado la agencia con motivos navideños, también organizamos un coctel para el día veinticuatro y hemos decidido jugar al amigo secreto, me ha tocado Marco.Emilia: ¡Necesito tu ayuda!Felipe: ¿Qué ha sucedido? ¿Estás bien? —que tonta he sido, cómo le escribo así, debe pensar que es algo grave.Emilia: ¡Hola! Sí, todo bien. Disculpa que lo haya dicho así u_UFelipe: Pensé que te había ocurrido algo. Bueno, dime ¿en qué te puedo ayudar?Emilia: Hemos jugado al amigo secreto y me ha salido Marco, mi jefe. No sé qué comprar ¿Me ayudas?Felipe: Mmm… ¿Cuántos años tiene?
—Sí, por eso mismo te cité aquí. Así después cada uno toma el metro hasta su destino —contesto, guiñándole un ojo.—Bien pensado, ¿vamos? —Asiento.Llegamos a una cafetería llamada Cinzeo. Nos sentamos lejos del bullicio de la gente que transita por el terminal, cerca de un ventanal que da hacia un parque.Me sudan las manos, por el calor que hace y por los nervios.Felipe logró ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, ya que es muy guapo. Es muy alto, y sí, lo vuelvo a repetir porque me tiene impactada su altura, ya que debe medir más de un metro noventa, espalda ancha, buen trasero, una hermosa sonrisa, mentón ancho, labios no muy gruesos, pero tampoco tan delgados. Tiene barba de algunos días y lo que lo hace único es su barbilla partida. Tiene el cabello con rizos anchos de color castaño oscuro y ojos expresivos color avellana.Está vestido con un traje negro de dos piezas, lleva una camisa blanca arremangada hasta sus codos, con dos o tres botones desabrochados a la altura de su
Al llegar a casa, sentí un gran alivio, ya que mamá y yo llegamos al mismo tiempo.Me salvé del interrogatorio, ya que ella con sus hermanas habían ido a visitar a una tía que vive en el campo, así que, durante la cena, nos dedicamos a conversar sobre eso.Una vez en mi dormitorio, me tiro en la cama pensando en Felipe. Y como si el destino me intentara decir algo, entra un mensaje a mi móvil.Felipe: Hola Emilia ¿Has llegado bien a casa? —Suspiro como boba.Emilia: ¡Hola! Sí, todo bien, ya estoy lista para dormir, ¿y tú? Felipe: Llegué hace unos minutos, pero algo me falta… —No recuerdo que hayamos olvidado nada sobre la mesa.Emilia: ¿Has perdido algo en el café?Felipe: Así es… —¿Qué será?Felipe: Creo que te llevaste algo que me pertenece… —No recuerdo haber tomado nada… Emilia: ¿En serio? ¿Qué es? No recuerdo haber tomado nada tuyo —Ya me está preocupando.Felipe: Es sólo un… —Me mata de la curiosidad.Emilia: ¿Un qué? —Observo la pantalla que dice “escribiendo”, pero tarda una