No sé cómo ha pasado el tiempo tan rápido. A pesar de lo cansada que estoy, he continuado mis conversaciones nocturnas con Felipe.Cristian se ha conectado un par de veces, pero si no le escribo yo, no se molesta si quiera en saludar, por lo que opté por hacer exactamente lo mismo con él. Si ésta es su manera de hacer que me desilusione o me “olvide” de él, lo ha conseguido.Ya estamos en la quincena de diciembre. Hemos decorado la agencia con motivos navideños, también organizamos un coctel para el día veinticuatro y hemos decidido jugar al amigo secreto, me ha tocado Marco.Emilia: ¡Necesito tu ayuda!Felipe: ¿Qué ha sucedido? ¿Estás bien? —que tonta he sido, cómo le escribo así, debe pensar que es algo grave.Emilia: ¡Hola! Sí, todo bien. Disculpa que lo haya dicho así u_UFelipe: Pensé que te había ocurrido algo. Bueno, dime ¿en qué te puedo ayudar?Emilia: Hemos jugado al amigo secreto y me ha salido Marco, mi jefe. No sé qué comprar ¿Me ayudas?Felipe: Mmm… ¿Cuántos años tiene?
—Sí, por eso mismo te cité aquí. Así después cada uno toma el metro hasta su destino —contesto, guiñándole un ojo.—Bien pensado, ¿vamos? —Asiento.Llegamos a una cafetería llamada Cinzeo. Nos sentamos lejos del bullicio de la gente que transita por el terminal, cerca de un ventanal que da hacia un parque.Me sudan las manos, por el calor que hace y por los nervios.Felipe logró ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, ya que es muy guapo. Es muy alto, y sí, lo vuelvo a repetir porque me tiene impactada su altura, ya que debe medir más de un metro noventa, espalda ancha, buen trasero, una hermosa sonrisa, mentón ancho, labios no muy gruesos, pero tampoco tan delgados. Tiene barba de algunos días y lo que lo hace único es su barbilla partida. Tiene el cabello con rizos anchos de color castaño oscuro y ojos expresivos color avellana.Está vestido con un traje negro de dos piezas, lleva una camisa blanca arremangada hasta sus codos, con dos o tres botones desabrochados a la altura de su
Al llegar a casa, sentí un gran alivio, ya que mamá y yo llegamos al mismo tiempo.Me salvé del interrogatorio, ya que ella con sus hermanas habían ido a visitar a una tía que vive en el campo, así que, durante la cena, nos dedicamos a conversar sobre eso.Una vez en mi dormitorio, me tiro en la cama pensando en Felipe. Y como si el destino me intentara decir algo, entra un mensaje a mi móvil.Felipe: Hola Emilia ¿Has llegado bien a casa? —Suspiro como boba.Emilia: ¡Hola! Sí, todo bien, ya estoy lista para dormir, ¿y tú? Felipe: Llegué hace unos minutos, pero algo me falta… —No recuerdo que hayamos olvidado nada sobre la mesa.Emilia: ¿Has perdido algo en el café?Felipe: Así es… —¿Qué será?Felipe: Creo que te llevaste algo que me pertenece… —No recuerdo haber tomado nada… Emilia: ¿En serio? ¿Qué es? No recuerdo haber tomado nada tuyo —Ya me está preocupando.Felipe: Es sólo un… —Me mata de la curiosidad.Emilia: ¿Un qué? —Observo la pantalla que dice “escribiendo”, pero tarda una
Las festividades pasaron y al igual que todos los años. Celebramos Navidad en casa de mi prima Susana, donde nos reunimos con su familia, mis otros primos y mis tías. Como siempre, fue entretenido ver las caritas de ilusión de mis sobrinos pequeños cuando abren sus regalos.El año nuevo, lo festejamos con un pequeño coctel en el departamento de tía Linda, donde estaban dos de mis primos, ya que Susana lo celebró con la familia de su esposo, Álvaro. También estaban unas amistades de mi tía y la hermana mayor de ambas, mi tía Carmen.Esa noche estaba enfurecida. Había discutido con mamá toda la tarde, porque me tomó más de dos malditas horas el llegar a casa, ya que las calles colapsaron con toda la gente saliendo temprano de sus trabajos para volver a casa. Ese día decidí ir a trabajar en el auto de papá, con la excusa de que me demoraría menos en volver, pero fue todo lo contrario. Flashback*—¡Eres una cualquiera! quizás con quién te estuviste revolcando, que has llegado tan tarde —g
Llego al parque donde quedamos de juntarnos y lo veo sentado, esperándome en una de las bancas. Es extraño verlo sin sus trajes, pero se ve muy guapo. Está vestido con un jean celeste, una camisa blanca con las mangas recogidas hasta sus codos y los tres primeros botones del cuello desabrochados. El cabello no tan peinado como de costumbre, con sus rizos más alborotados. Se ve guapo, muy guapo.—Emilia —dice con su voz sensualmente profunda.—¡Hola, Felipe! ¿me esperas hace mucho? —Niega con la cabeza.—No, te envié el mensaje apenas llegué. En todo caso lo merezco, te hice esperar nuevamente —dice apenado.—No pasa nada. Aproveché el tiempo —digo guiñándole un ojo.—Y bueno, ¿qué hacemos ahora? —Me mira y me levanta una ceja, es tan jodidamente guapo, ¿por quéééé?—Tengo ganas de tomar un helado, ¿vamos? —Pregunto y le hago un puchero.—¡Perfecto! —dice y me da la mano para que caminemos hacia alguna heladería. —¿Te dije que te ves hermosa hoy? —pregunta y yo me pongo roja como un tom
Si se preguntan qué paso con Cristian, la respuesta es nada. Creo que chateamos una vez más y no lo volví a ver ya que fui muy Emilia para conversar con él, en otras palabras, cortante. Será porque estamos en época de vacaciones, no lo sé; simplemente desapareció. Por un lado, fue lo mejor. El destino sacó al hombre incorrecto y dejó al que me sorprende y hace que mi corazón bombee con fuerza cada día, o eso quiero creer.Las cosas con mamá iban “mejorando” de a poco, por lo que no me arrepiento de no haber tomado una decisión desde el enojo.Ya hacía unas semanas que estábamos saliendo “oficialmente” con Felipe. Nos veíamos prácticamente todas las semanas, la mayoría de las veces me sorprendía en el metro y de vez en cuando salíamos, uno que otro sábado por la tarde.Aún recuerdo el día en que mis padres conocieron a Felipe. A papá le habían regalado tres entradas para ver una obra de teatro al aire libre, y como mamá sufre de agorafobia, mi papá me dijo que invitara a Felipe en su lu
Beep, beep, beep, beep, apago la alarma algo confundida, me paso las manos por los ojos para lograr desperezarme, cuando caigo en cuenta que hoy es la cita “sorpresa” con Felipe, por lo que me levanto rápidamente y me dirijo al baño para darme un baño.Una vez lista, termino de retocar mi maquillaje, me aplico bloqueador solar, ya que soy muy blanca y no quiero insolarme. Mamá se asoma por la puerta, me mira de arriba abajo y asiente.—Te queda bien, aunque deberías tomarte el cabello, hoy será un día muy caluroso y puede que te de calor; además te queda muy bonito el cabello recogido —propone.—¿Tú crees?—Sí, además, las veces que te ha visto Felipe, siempre vas con el cabello suelto —agrega.—Tienes razón, gracias.—Tú papá tuvo que salir en el auto, pero no te preocupes, le pregunté a tu tía Carmen si te presta su auto y no puso problemas —dice con tranquilidad.—¡Oh! Gracias por eso, iré a buscarlo apenas esté lista —Wow, hay algo de humanidad ahí.Me arreglo el cabello en una col
Hemos conversado de todo un poco. De la vida, los amores, los desamores, ideas, proyectos y metas, hasta que en un momento veo que Felipe se pone de pie y me extiende la mano, la cual acepto y me pongo de pie junto a él.Caminamos en silencio hacia la orilla del río tomados de la mano y cuando llegamos a la orilla, me gira para quedar frente a mí, aferrándome a su cuerpo y tomándome por la cintura con uno de sus brazos. Con su otra mano me toma por la nuca suavemente y me acerca a él, para besarme suavemente, pero el beso se va tornando cada vez más intenso. Su lengua recorre mi boca y con sus labios exige mi lengua, para luego succionarla sin separar nuestros labios. Levanto mis brazos y entrelazo mis dedos detrás de su nuca, mientras siento que su mano recorre mi espalda con la yema de sus dedos, muy suavemente, erizándome la piel.Se aparta un poco para que ambos tomemos aire, pegando su frente a la mía.—Me gustas, Emilia. Mucho —jadea, sobre mis labios.—Y tú a mí, Felipe —respond