Llego al parque donde quedamos de juntarnos y lo veo sentado, esperándome en una de las bancas. Es extraño verlo sin sus trajes, pero se ve muy guapo. Está vestido con un jean celeste, una camisa blanca con las mangas recogidas hasta sus codos y los tres primeros botones del cuello desabrochados. El cabello no tan peinado como de costumbre, con sus rizos más alborotados. Se ve guapo, muy guapo.—Emilia —dice con su voz sensualmente profunda.—¡Hola, Felipe! ¿me esperas hace mucho? —Niega con la cabeza.—No, te envié el mensaje apenas llegué. En todo caso lo merezco, te hice esperar nuevamente —dice apenado.—No pasa nada. Aproveché el tiempo —digo guiñándole un ojo.—Y bueno, ¿qué hacemos ahora? —Me mira y me levanta una ceja, es tan jodidamente guapo, ¿por quéééé?—Tengo ganas de tomar un helado, ¿vamos? —Pregunto y le hago un puchero.—¡Perfecto! —dice y me da la mano para que caminemos hacia alguna heladería. —¿Te dije que te ves hermosa hoy? —pregunta y yo me pongo roja como un tom
Si se preguntan qué paso con Cristian, la respuesta es nada. Creo que chateamos una vez más y no lo volví a ver ya que fui muy Emilia para conversar con él, en otras palabras, cortante. Será porque estamos en época de vacaciones, no lo sé; simplemente desapareció. Por un lado, fue lo mejor. El destino sacó al hombre incorrecto y dejó al que me sorprende y hace que mi corazón bombee con fuerza cada día, o eso quiero creer.Las cosas con mamá iban “mejorando” de a poco, por lo que no me arrepiento de no haber tomado una decisión desde el enojo.Ya hacía unas semanas que estábamos saliendo “oficialmente” con Felipe. Nos veíamos prácticamente todas las semanas, la mayoría de las veces me sorprendía en el metro y de vez en cuando salíamos, uno que otro sábado por la tarde.Aún recuerdo el día en que mis padres conocieron a Felipe. A papá le habían regalado tres entradas para ver una obra de teatro al aire libre, y como mamá sufre de agorafobia, mi papá me dijo que invitara a Felipe en su lu
Beep, beep, beep, beep, apago la alarma algo confundida, me paso las manos por los ojos para lograr desperezarme, cuando caigo en cuenta que hoy es la cita “sorpresa” con Felipe, por lo que me levanto rápidamente y me dirijo al baño para darme un baño.Una vez lista, termino de retocar mi maquillaje, me aplico bloqueador solar, ya que soy muy blanca y no quiero insolarme. Mamá se asoma por la puerta, me mira de arriba abajo y asiente.—Te queda bien, aunque deberías tomarte el cabello, hoy será un día muy caluroso y puede que te de calor; además te queda muy bonito el cabello recogido —propone.—¿Tú crees?—Sí, además, las veces que te ha visto Felipe, siempre vas con el cabello suelto —agrega.—Tienes razón, gracias.—Tú papá tuvo que salir en el auto, pero no te preocupes, le pregunté a tu tía Carmen si te presta su auto y no puso problemas —dice con tranquilidad.—¡Oh! Gracias por eso, iré a buscarlo apenas esté lista —Wow, hay algo de humanidad ahí.Me arreglo el cabello en una col
Hemos conversado de todo un poco. De la vida, los amores, los desamores, ideas, proyectos y metas, hasta que en un momento veo que Felipe se pone de pie y me extiende la mano, la cual acepto y me pongo de pie junto a él.Caminamos en silencio hacia la orilla del río tomados de la mano y cuando llegamos a la orilla, me gira para quedar frente a mí, aferrándome a su cuerpo y tomándome por la cintura con uno de sus brazos. Con su otra mano me toma por la nuca suavemente y me acerca a él, para besarme suavemente, pero el beso se va tornando cada vez más intenso. Su lengua recorre mi boca y con sus labios exige mi lengua, para luego succionarla sin separar nuestros labios. Levanto mis brazos y entrelazo mis dedos detrás de su nuca, mientras siento que su mano recorre mi espalda con la yema de sus dedos, muy suavemente, erizándome la piel.Se aparta un poco para que ambos tomemos aire, pegando su frente a la mía.—Me gustas, Emilia. Mucho —jadea, sobre mis labios.—Y tú a mí, Felipe —respond
Mientras merendábamos junto a mis padres, aunque en realidad, parecía cena, más que merienda, ya que mamá había preparado unos sándwiches deliciosos, comenzaron las preguntas, casi como en un interrogatorio.—¿Y cómo lo pasaron? —pregunta papá.—Muy bien, es hermoso el lugar —respondo, para romper el hielo, aunque Felipe tiene una personalidad que no lo deja corto.—Quería darle las gracias, Angélica, por la recomendación. De verdad que el lugar es hermoso y cerca —dice a mi madre, tomándole ambas manos, en modo de agradecimiento.—No hay de qué —responde sonriente—. ¿Se fueron por el camino que te recomendé? —cuestiona.—Así es. Llegamos por una arboleda a una ladera de la montaña y teníamos el río a un par de metros de dónde nos aparcamos —contesta alegre.—La verdad, es que Felipe se lució con todo lo que preparó —Lo halago, dándole una sonrisa y veo cómo se le iluminan los ojos.—Yo solía llevar a tu papá hasta allá, cuando aún no nacías —dice mamá, orgullosa.—Me raptaba a ese tip
ANGÉLICA(Cuarenta años atrás)En menos de una semana me casaré con Raúl. Uno de los empresarios de la carne más grande a nivel nacional, ya que tiene una cadena de carnicerías y es uno de los distribuidores, para los restaurantes más famosos del país. Estoy tan nerviosa y la ansiedad no me deja tranquila.Así es cómo lo conocí: un día que fue a dejar un pedido al restaurant de mi familia, “La Rosa Restaurant”, como los tantos pedidos que mi padre le hacía semanalmente. Ese día me ofrecí en acompañar a papá, para cuadrar la caja, ya que soy muy buena en hacer balances, cobranza y contabilidad.Habíamos comenzado una relación un par de meses después de esa vez que me vio en el restaurant. Insistió cada día desde ese día. Iba vestido de punta en blanco a esperarme fuera de casa, con un ramo de rosas rojas.Cuando me propuso ser su novia, lo hizo frente a mi padre, con la promesa de que nos casaríamos a corto plazo. Y así fue, muy conveniente. Nos comprometimos tres meses después de conve
Se acerca marzo a paso agigantado, y todo el trabajo que tenía con el instituto de negocios, está por enviarse a imprenta, por lo que hacemos una última revisión con Marcelo y la gente del instituto, en una reunión improvisada. Termino de afinar las últimas correcciones y con el visto bueno de Marcelo y Marco envío todo a la imprenta, solicitando una prueba de color para todos los libros.—Emi, ayúdame con éstas gráficas, que estoy colapsada y ya no se me ocurre cómo resolverlo —Me pide la Cote.—Claro, lo único que quiero es hacer cosas distintas. Llevaba meses trabajando en esos condenados libros —espeto.—Te creo —dice con una sonrisa torcida.Tomo el móvil y le envío un mensaje a Felipe.Emilia: Hola, cosi ¡Al fin envié los condenados libros a imprenta!Felipe: Hola, bonita :* ¡Me alegro mucho!Emilia: Sííííí… ¿podríamos salir a celebrarlo mañana? —pregunto coqueta.Felipe: Jaja ¿es tu mejor excusa para que nos veamos? —Sonrío. Me encanta que sea pesado.Emilia: No es excusa, sabes
FELIPE(Ese mismo día)Marco el número de la casa de los padres de Emilia, al tercer tono contestan.—¿Aló, diga? —responde Angélica.—Buenas tardes, Angélica, que gusto escucharla —digo amable.—Hola, Felipe. Emilia no ha llegado a casa ¿la estás buscando? —cuestiona.—No, Angélica, quería preguntarle si tiene algún problema con invitar a Emilia a comer algo, la quiero sorprender cuando tome el metro hacia su casa —pregunto.—Mmm, no lleguen tarde. Emilia sabe que debe estar antes de las nueve en casa —espeta.—No se preocupe, hasta ahora no le he fallado con respecto a eso. Sólo no quería pasar por sobre usted y consultarle primero —respondo, adulándola un poco, para que no me ponga problemas.—Está bien, cuídamela, ¿eh? —Pide.—Con mi vida, Angélica. Nos vemos luego. Buenas tardes —respondo.—Buenas tardes —dice, cortando la llamada.Corro escaleras abajo para hacer la combinación, donde me espera Emilia.La veo sentada en unos escalones que dan a la salida de emergencia; tiene los