Después de pensar y pensar por tantos días, comencé con un pequeño cambio de actitud, ya no quería más oscuridad en mi vida.
Una nueva semana en la oficina, mis compañeros como siempre payaseando. Don José el dueño de la agencia, tan prepotente como siempre, aprovechándose de que era mi primer trabajo y de que soy novata, ya que llevaba tres meses trabajando ahí. Siempre me exigía más de lo necesario y me amenazaba con que me despediría si no hacía lo que él decía.
El ambiente laboral era bueno, todos mis compañeros jóvenes, nos llevábamos bien, pero era una agencia pequeña, sin renombre y en realidad, sentía que no podía aspirar a más, por ser novata y no tener la experiencia suficiente.
Estábamos haciendo una campaña para una farmacéutica internacional que llegaría al país, donde yo estaba a cargo de todo el material gráfico. Habíamos estado muy atareados esa semana.
El miércoles tuvimos reunión con Rodrigo, jefe de área y con Don José. Nos trató pésimo, porque no estábamos cumpliendo con la normativa gráfica de la marca. Con la cabeza gacha, mirándome los pies, sólo escuchaba los retos y asentía a lo que él nos gritaba.
Esto es el colmo, ¡no lo soporto más! —pensé.
Terminó la reunión y salimos a nuestra oficina.
—Rodrigo... —lo llamé.
—¿Diiiiiime? —dice en tono divertido, como siempre.
—¿Podemos hablar? —digo seria.
—Obvio, sabes que sí. Al final del día nos quedamos y conversamos ¿te parece? —A pesar de que era nuestro jefe, sólo tenía un par de años más que yo.
—Dale, me parece —respondí. Retomándo mis labores en el computador.
El día pasó con tranquilidad, Don José se había ido a su otra empresa, una imprenta que tenía cerca de la agencia, así que no lo escucharíamos gritar más por este día.
Llegó la hora de irnos a casa. La mayoría habían salido rápidamente, ya que éramos jóvenes y era jueves, así que todos tenían sus planes listos para salir de happy hour o algo así, menos yo, obviamente.
—¿Qué me querías decir? —pregunta un poco apurado, con su bolso en el hombro y su chaqueta en la mano.
—Quiero renunciar, pero me da miedo, es mi primer empleo como diseñadora, no tengo experiencia, me costó muchísimo encontrar este trabajo… —digo, soltando todo lo que pensaba de una vez, porque veo que está apurado y quiere irse luego—. Sé que soy muy nueva, pero no puedo dejar que me pasen a llevar faltándome el respeto y denigrándome de esa forma —menciono, con los puños apretados—. Don José se pasó de la raya hoy —agrego con rabia.
—Te entiendo, Don José es todo un caso, pero es fácil de llevar, lo que pasa es que te ve novata y se aprovecha de eso —dice mientras deja sus cosas nuevamente en el escritorio —Emilina trasero de gelatina —Se ríe—. Sé que tú tienes un carácter fuerte, no dejes que Don José te intimide y muéstrate como eres de verdad, como lo haces con nosotros —asevera con un tono más serio que de costumbre.
—Ni te imaginas lo que significa para mí, tener que renunciar por algo así. Lo único que quiero es trabajar, juntar algo de dinero y poder salir de la casa de mis padres, porque ya no aguanto más ahí —digo con la voz quebrada.
—Tú tienes talento, no lo has sabido explotar aún, pero sé que puedes. He visto lo que haces y no creas que, con aguantar malos tratos, vas a ganar experiencia. Ésta es una agencia pequeña, no la conoce nadie, no tenemos grandes clientes, te pagan poco, no te sientas atada acá por querer escapar de tu casa —Me aconseja—. Búscate algo mejor, si es lo que necesitas para que tu talento salga a la luz, aquí no vas a poder crecer mucho más de lo que ya has hecho… —Siento sus palabras muy sinceras.
—Gracias… —Suspiro—. Entonces mañana renunciaré sin previo aviso, sólo te lo digo para que estés preparado y buscar un nuevo reemplazo —digo decidida, poniéndome de pie. Le doy una palmada en la espalda como agradecimiento, ya que no soy muy de abrazos.
—Cerremos y salgamos juntos —Me pide.
—Ok, no hay problema.
“¡Al fin es viernes y fin de mes!”, exclamaban mis compañeros felices, aunque para mí es un día más. Lo único que me consolaba, era que me pasaba horas en el chat conversando con mis “amigos” y “conociendo” gente nueva...
Eran las cuatro de la tarde, cuando Don José comenzó a llamarnos de a uno para darnos nuestro cheque. Cuando es mi turno me acerco a la oficina y cierro la puerta detrás de mí, él me miró con el ceño fruncido.
—Gracias —le digo recibiendo mi pago—. Quería informarle que hoy es mi último día en esta agencia, por lo que resta de tarde dejaré todos los trabajos ordenados y respaldados para que, a mi próximo reemplazo no le cueste encontrar la información —espeto lo más seca posible.
—¿Así que te vas? —dice en un tono serio.
—Ehm… sí. Me ofrecieron algo mejor —Miento, ya que no podía permitir que mi orgullo fuera pisoteado con alguna de sus frases, apocándome.
—Está bien, buena suerte —dice, restándole importancia y hace un ademan de que me retire.
Salgo de la oficina de Don José con una pequeña sonrisa en los labios, no podía tener un infierno en casa y otro en el trabajo, eso tenía que cambiar y si yo no daba el primer paso, nadie lo haría por mí.
Cuando llegué a casa, entré extrañamente feliz, mi madre estaba en la cocina y mi padre estaba sentado en el comedor viendo una serie mientras esperaba la cena.
—¡Hola! —saludo.
—Ya voy a servir —dice mi madre, antes si quiera saludar.
—Voy enseguida —digo, mientras entro al baño, me lavo las manos y la cara.
Vuelvo al comedor y ayudo a servir los platos en la mesa, me siento y los miro a ambos, me aclaro la garganta y les digo:
—¡Renuncié!
Sabía que renunciar significaba que tendría que pasar más tiempo con mi madre, pero no me quedaba otra. No podía seguir sintiéndome humillada en el trabajo, también. Sabía que en el fondo soy una buena profesional y que me apasiona mucho mi trabajo, pero eso era siempre y cuando se me valorara como tal.
(…)
Unos días después, dedicaba las mañanas a postular a nuevos empleos, y, aunque nada nuevo se veía en el horizonte, mi cambio de actitud me ayudaba mucho a seguir adelante.
Hice mi muro de los deseos, siguiendo uno de los consejos de “El Secreto”, con las cosas que quería para mi vida, mis metas y objetivos.
En las tardes me montaba en la bicicleta elíptica y pasaba alrededor de una hora pedaleando, mientras escuchaba música que realmente me motivara. Compartía con mi madre algunas horas y ayudaba en casa. Era la hija modelo, que, en realidad siempre he sido.
Por las noches me sumergía en el chat, donde era “conocida” y “popular”. Tenía varios “enamorados virtuales”—. Si supieran cómo soy físicamente, ¡Puaj! ni me escribirían.
Cuando era pequeña sufrí mucho de bullying y ni se imaginan el daño que eso causó en mi manera de ser y pensar, sobre todo con mi autoestima.
Siempre he tenido problemas con el peso, por lo mismo, una autoestima muy baja, la cual mi madre siempre aportaba un granito de arena, haciéndome sentir peor. Me consideraba una “gordita feliz”, siempre haciendo bromas, riéndome y haciendo reír a los demás, pero nadie sabía que por dentro tenía una batalla con mis propios demonios, aunque eso estuviera cambiando de a poco, con este nuevo enfoque que estaba intentando darle a mi vida, y uno de los cambios que quise incorporar, era el de aceptarme como realmente soy.
Llevaba un par de meses conversando con Cristian, un chico con el que tenía mucha química. Habíamos pasado rápidamente de conversar en la sala de chat, donde hay más participantes, a pedirme el Messenger y hacerlo en privado. Hace días me pedía que nos viéramos a través de la webcam para “vernos las caras”, pero yo siempre inventaba alguna excusa.
Estaba demasiado nerviosa, ese día había decidido aceptar su petición; era tarde, así que no había riesgo de que mis padres se asomaran por la puerta. Me había arreglado, puse una luz para que no se me viera ningún “defecto” en la cara y había hecho varias pruebas. Sentía el corazón a mil por hora, ya que hace tiempo nadie me generaba esas mariposas en el estómago.
Decido iniciar el chat con video sin decirle nada antes.
Cristian: ¡Hola Emi! ¡Qué sorpresa! —¡Y sí! ahí estaba él, demasiado guapo.
Emilia: Pensé que no aceptarías :-O —Lo saludo con la mano.
Cristian: Wow... no... o sea, sí, ¿cómo no iba a aceptar, si era yo el que insistía en verte? —Sonríe, mientras yo tengo fuegos artificiales en el estómago.
Emilia: no me mires así, me pones nerviosa —Le hago pucheros y me tapo con el sweater que traigo encima.
Cristian: es que me siento estafado —dice y sonríe.
Emilia: ¿Por qué? ¿por mí? —cuestiono confundida.
Cristian: Sí. Cuando te pregunté cómo eras, me dijiste “caucásica, tez blanca, ojos pardos y cabello rizado”
Emilia: pero es así ¿o ves algo diferente? —cuestiono confundida y le pongo cara de pregunta.
Cristian: es que de verdad eres más que eso, eres muy linda —dice y lo veo guiñarme un ojo.
Creo que morí en este momento —pienso.
Emilia: :-O no digas tonterías, es la luz que ayuda y muchoooo jejeje :P —Y trato de sonreír para para pasar desapercibida con mis nervios.
Cristian: Sácame la lengua, no me envíes emoticones —Pide coqueto, mientras yo me retuerzo de los nervios en mi asiento.
Emilia: ¡Nooooo, me da vergüenza! —Lo miro y luego de un momento lo hago rápidamente, se ríe.
Luego de conversar, mirarnos y coquetearnos por un largo rato, nos despedimos, deseándonos las buenas noches.
Estuvimos en este juego con la cámara por varios días, hasta que decidimos juntarnos en persona, para saber si la química era real, tal cual cómo la sentíamos a través del chat y de la cámara.
Estaba realmente nerviosa, llevaba más de dos años desde la última relación que tuve. Francisco fue mi primer novio. Lo conocí en el chat, no había otra forma de conocer personas para mí. Estuvimos por cinco años y medio juntos. Creí que era el amor de mi vida, pero la vida nos hizo entender que no.
Hasta el momento, sólo había conocido chicos con los que no tuve química o simplemente, no entendieron mis demonios y se alejaron.
Con Francisco comenzamos un noviazgo adolescente a los dieciséis años. Con él, perdí mi virginidad y por lo mismo, pensé que sería el primero y el último; estaba muy equivocada. A medida que fuimos creciendo, nuestros gustos y afinidades, fueron cambiando.
Sus padres me querían mucho, igual que su hermano menor Gonzalo.
El último tiempo antes de que todo terminara, Francisco estaba muy distante. Yo estaba en tercer año de universidad, tenía muchos ramos, lo que se resumía a muchos trabajos para entregar; además, que a veces trabajaba como mesera en eventos y matrimonios, para costear mis útiles de la universidad.
Él también estaba en la universidad, en segundo año de Ingeniería en Construcción Civil; había perdido su primer año, porque pensó que lo suyo era la Arquitectura, pero a mitad de año lo dejó.
Ya no salíamos tanto como de costumbre y sólo nos veíamos los fines de semana, por lo que no podía decirle que no saliera con sus amigos, aunque en realidad no me molestaba que lo hiciera, al menos él podía tener ese mundo al que yo no podía acceder tan fácilmente y no era quién para impedirle conocerlo y disfrutarlo.
Comenzó a ir a fiestas electrónicas, donde el agua embotellada y las pastillas con caritas felices circulaban por el lugar. Era un ambiente muy distinto al que habituábamos, y lo más común, era ver jóvenes adinerados en estas fiestas, lo que estaba muy lejos de nuestra realidad, al menos de la mía.
No teníamos una clase social baja, nuestros padres podían pagar nuestros estudios universitarios, aunque en mi caso sólo papá trabajaba, ya que mi madre se había retirado hace unos años, un año antes de terminar la escuela. En cambio los padres de Francisco, trabajaban en un banco muy importante y podían darse gustos de vez en cuando.
Además de las fiestas, Francisco estaba obsesionado con un juego en línea de franco tirador, en el que pasaba casi todas sus tardes y sus horas “libres” jugando, lo que nos quitaba aún más tiempo, como pareja.
Lo crítico comenzó poco antes de las fiestas patrias. Un día simplemente desapareció, no me llamó, ni me texteó. Traté de no tomarle mucho peso, no quise suponer nada, pero algo dentro de mí, me decía que éste era el fin de nuestra relación.
No estuve muy equivocada.
Al día siguiente llamó diciendo que “tenía mucho que pensar”, que por eso había estado distante y se había ido a la playa con su mejor amigo, Sebastián. Quería estar lejos para tomar algunas decisiones. Era el fin, ya tendría que hacerme la idea y tomar estas fiestas para volver a barajar mis prioridades y sueños en la mesa y volver a ordenar mi vida. Dos días después llegó a mi casa y terminamos.
Me dolió, pero no tanto como yo pensé, quizás mi orgullo me ayudo a salir adelante, no lo sé. Pero una semana después seguí con mi vida sin volver a pensar en él.
Unos días después, entre que nos coqueteábamos y Cristian me insistía por vernos en persona, yo trataba de inventar alguna excusa con mi madre, ya que aún no me atrevía a decirle a Cristian absolutamente todo de mí, sentía que lo espantaría antes de vernos personalmente.Decidí ir de frente con mi madre, comencé a contarle sobre Cristian, lo que hacía, su edad que llevábamos tiempo conversando y viéndonos por webcam y algunas otras cosas más para pintarlo como el hombre perfecto.Mamá siempre ha sido reacia a toda la modernidad del chat y de todo lo que tenga que ver con internet, no soporta nada moderno, está pegada en un pasado del que no quiere salir y nadie la hará cambiar de opinión.Me miraba con dudas y desconfianza, pero yo le insistía que no pasaría nada y que de conocernos sería en un lugar público con mucha gente alrededor—Mamá iremos a los cafés que están cerca del Centro comercial, no pasará nada. Además, si no lo conozco en persona, cómo sabré si tengo alguna posibilidad
—Cuando tenía cinco años, mi madre tuvo un accidente automovilístico, mientras iba en ruta a su trabajo —Sus ojos se abren de par en par—. Estuvo dos años en coma y otro año hospitalizada con visitas a un psiquiatra, ya que cuando salió del coma, se volvió un poco loca —Le hago un gesto con la mano—. A mí me pellizcaba, me mordía, porque pensaba que yo también había muerto y quería “verificar” si era así o no; decía muchas cosas incoherentes y le costó un año recuperarse del todo —Asiente y se queda pensativo unos segundos.—Eras muy pequeña cuando eso paso. Dos años en coma, que heavy —dice incrédulo.—Así es y por lo mismo, me tenían engañada con que mi madre estaba de viaje, por su trabajo —explico—. Y como para los niños el tiempo transcurre diferente que, con los adultos, así que no sentí tanto su ausencia —Él asiente y apoya sus brazos en la meza con sus manos entrelazadas y apoya su barbilla mientras continúo con la historia—. Pero a medida que fui creciendo, ella se puso muy es
Llevamos más de una semana con coqueteos intensos, video llamadas, conversaciones sobre nuestras metas y sueños. Cristian es un cinéfilo empedernido, es fanático de la saga de Indiana Jones, por lo que hemos hablado mucho sobre películas y música. Es demasiado “querible” y como soy una romántica encubierta en estas capas de chica ruda, heavy metal y sarcasmo, nadie se ha enterado, además es guapo, tiene un trabajo estable, le gusto… ¿qué podría salir mal?Es viernes por la noche y hemos quedado de juntarnos mañana en la tarde en el cine para ver alguna película de la cartelera.Le he hablado tantas maravillas de este hombre a mamá, que no ha sido necesario darle tanta vuelta para que me deje salir con él, aunque regresar a casa a las nueve de la noche, sigue siendo una de las reglas con la que no puedo negociarEs ley —Pienso mientras me acuesto pensando en él.He llegado hace unos minutos al cine, pero me puse en un lugar estratégico para que no me vea, no quiero que sienta que estaba
Después de que le envié el correo, simplemente desapareció. No se volvió a conectar ni al chat ni a Messenger.Es sábado y voy camino a la estación del metro donde lo cité. Soy un manojo de nervios. Me sudan las manos. Traigo conmigo una botella de agua, porque mi nivel de ansiedad es tal, que siento seca la boca.Por la mañana, me di mil vueltas en el closet buscando qué ponerme, por lo que me decido por un vestido negro hasta la altura de las rodillas, con pequeñas flores rojas estilo japonés, abotonado en la parte de la espalda. Unos botines estilo militar negros, un pequeño bolso para guardar lo necesario, el cabello suelto con los rizos bien definidos, un poco de delineador negro en los ojos, máscara en las pestañas y labial rojo suave, terminando el atuendo con unos pendientes largos y mis infaltables lentes de sol.Llego a la estación. Me siento en una de las escaleras para esperar su llegada.¡Dos horas! Dos jodidas horas lo espere y no apareció. Mi orgullo y mi autoestima está
Han pasado un par de días desde esa conversación y como si fuera poco, Cristian no se ha vuelto a conectar, otra vez ¿Cómo va a ser tan difícil decidir qué se siente por una persona?Sigo sintiendo lo mismo por él, pero ya me está cansando todo el tema. Sí, soy impaciente y no me gustan las situaciones ambiguas. Así que para cambiar de “aires” he estado conversando con mayor frecuencia con Sebastián y Felipe.Si hiciéramos una fusión entre uno y el otro, creo que tendría al ser humano perfecto, aunque es difícil deducir algo como eso, si aún no los conozco en mayor profundidad.En la agencia hemos estado con muchísimo trabajo, ya que estamos haciendo un sitio web para una clínica muy importante de la ciudad. Estamos trabajando en paralelo con una productora de eventos, ya que se realizará el lanzamiento en una cena de gala para los empleados de la clínica y nosotros además de organizar y diseñar todo, estamos invitados al evento.Entro a F******k y reviso la bandeja de entrada, tengo n
Suena Nearly Lost You de Screaming Trees en mis oídos, mientras miro la foto que tiene Felipe en su perfil de Zoosk, parece más joven de lo que es, ya que está con el uniforme de la escuela. Su cabello es rizado, cejas bien definidas, pero no se ve más que eso, ya que la fotografía es en blanco y negro.Leo la información de su perfil. Se graduó de uno de los colegios más importantes del país, donde se han formado la gran mayoría de los presidentes de nuestro país. Pero no aparece nada sobre su familia o datos más duros para hacerme una idea más real de él, me siento una Stalker al revisar su perfil.Tómate las cosas con calma, Emilia —Me digo a mí misma.Ha pasado una semana del evento en la clínica. Felipe me ha llamado todos los días desde ese día. Durante el día conversamos por Messenger, en los ratos libres y por las noches hablamos por teléfono. Hemos hablado millones de cosas, pero ninguno de los dos ha indagado más allá en el tema personal. Supongo que estamos dejando esa infor
No sé cómo ha pasado el tiempo tan rápido. A pesar de lo cansada que estoy, he continuado mis conversaciones nocturnas con Felipe.Cristian se ha conectado un par de veces, pero si no le escribo yo, no se molesta si quiera en saludar, por lo que opté por hacer exactamente lo mismo con él. Si ésta es su manera de hacer que me desilusione o me “olvide” de él, lo ha conseguido.Ya estamos en la quincena de diciembre. Hemos decorado la agencia con motivos navideños, también organizamos un coctel para el día veinticuatro y hemos decidido jugar al amigo secreto, me ha tocado Marco.Emilia: ¡Necesito tu ayuda!Felipe: ¿Qué ha sucedido? ¿Estás bien? —que tonta he sido, cómo le escribo así, debe pensar que es algo grave.Emilia: ¡Hola! Sí, todo bien. Disculpa que lo haya dicho así u_UFelipe: Pensé que te había ocurrido algo. Bueno, dime ¿en qué te puedo ayudar?Emilia: Hemos jugado al amigo secreto y me ha salido Marco, mi jefe. No sé qué comprar ¿Me ayudas?Felipe: Mmm… ¿Cuántos años tiene?
—Sí, por eso mismo te cité aquí. Así después cada uno toma el metro hasta su destino —contesto, guiñándole un ojo.—Bien pensado, ¿vamos? —Asiento.Llegamos a una cafetería llamada Cinzeo. Nos sentamos lejos del bullicio de la gente que transita por el terminal, cerca de un ventanal que da hacia un parque.Me sudan las manos, por el calor que hace y por los nervios.Felipe logró ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, ya que es muy guapo. Es muy alto, y sí, lo vuelvo a repetir porque me tiene impactada su altura, ya que debe medir más de un metro noventa, espalda ancha, buen trasero, una hermosa sonrisa, mentón ancho, labios no muy gruesos, pero tampoco tan delgados. Tiene barba de algunos días y lo que lo hace único es su barbilla partida. Tiene el cabello con rizos anchos de color castaño oscuro y ojos expresivos color avellana.Está vestido con un traje negro de dos piezas, lleva una camisa blanca arremangada hasta sus codos, con dos o tres botones desabrochados a la altura de su