Temblaba. Estaba temblando y no dejé de hacerlo hasta que me dormí, lo que, por cierto, me tomó mucho tiempo.
¿Qué había sido eso?
Cuando me mostró su tatuaje quise tocarlo, porque había tanto ahí, en ese dibujo en apariencia juvenil, que lo sentí con solo verlo. Aparté mi mano sabiendo que sería profano y por el terror que me dio desencadenar lo que, de todas formas, se liberó.
Estoy segura de que hay una historia mucho más profunda en ese tatuaje, no es solo la cobertura de un horrible dibujo anterior; no, la mujer lobo que yace a los pies de su pareja fue real y, el lupino que aúlla, no es otro que Camilo.
Después solo nos quedamos mirando, en si
No me di cuenta de que me había comprometido a un viaje de negocios hasta que el proveedor, que se estaba hospedando en la mansión, me preguntó en qué hotel deseaba alojarme. Mi mente seguía metida en la habitación, con Valentina, medio desnuda, mirándome a los ojos, en silencio.—Cualquier Damton está bien —contesté.El vuelo salía a las nueve de la mañana, pero cuando vi, a través de la ventana de mi habitación, que Valentina corría hacia la casa central, llamé a Alfredo.—Si Valentina pregunta, dile que ya salí, hace una hora, a un viaje de negocios.Me sentí terrible, la peor basura del mundo, menos que la caca del
Ese día Camilo regresaba de su viaje y yo no veía la hora de encontrarme con él. Le dije a Alfredo, cuando regresé a casa (temprano, esa tarde no fui a la casa de Myriam) que me avisara cuando llegara, que quería cenar con él.—Por supuesto, señorita Valentina.Me encerré en mi cuarto, a estudiar. Ya sabía cómo usar mi celular para reproducir música y hasta había descargado una aplicación que tenía prácticamente cualquier canción existente en el mundo (qué maravilla, y yo que me había quedado en el reproductor MP3). Me suscribí con la tarjeta de crédito, todavía preguntándome cuánto cupo tendría.—Una de estas tardes, sal
El dolor era insoportable, tanto, que incluso con una modelo de Victoria's Secret desnuda a mi lado, en mi cama, bajo las mismas sábanas, no fui capaz de sentir ninguna emoción y la oí, dormida, después de un infructuoso intento por hacer el amor. Pensaba en Valentina, a solo unos cientos de metros de mí, en su habitación, seguro ya también acostada, llorando con amargura por mi culpa. De no ser porque estaba acompañado, también habría llorado y sentía la humedad en mis ojos, acumulándose cuando me imaginaba a la pobre Valetina, hecha un ovillo en la cama, humedeciendo la almohada, de olor a fresas, con sus lágrimas.Esto iba a ser más duro de lo que había creído y si esta mujer a mi lado era incapaz, con su rostro esculpido por un encargo especial de Dios y dueña de un cuerpo por el
No voy a hablar del estado en el que desperté la mañana siguiente a la primera vez en que me rompieron el corazón.Al mediodía día, en el cole, miramos con Myriam y Horacio la fecha exacta en que empezaba la semana de receso, para ajustar la fecha del crucero.—¿Yo no puedo ir? —preguntó Horacio cuando Myriam le dijo que iría conmigo, sin más acompañantes— Pero eres mi novia.—Eso no significa que sea de tu propiedad, cariño —contestó Myriam—. Si quiero ir sola, solo con una amiga, a pasar unas vacaciones, voy, porque contigo paso el resto del año, ¿me entiendes?Horacio levantó los hombros. No parecía molesto, pero tam
Nos distanciamos. El “muro humano” estaba funcionando, como lo hubiera previsto Miguel. No entiendo por qué sigue soltero, si es tan bueno para dar este tipo de consejos. Bueno, será decisión suya.Reuní valor y me acerqué a “ella”, una noche al verla salir del comedor de la cocina. Llevaba una taza de té en las manos, igual a la que le quebró esa noche cuando…—Para corroborar el cumplimiento de la condición, debes tomarte una foto de cuerpo completo, en cuatro ángulos… desnuda —Pensé que iba a llamarme tirano misógino, pero no. Solo aceptó.—¿Debo ir a algún estudio fotográfico, o cómo es?Le
—Todavía no entiendo por qué ese hombre te abrió la puerta —dijo Myriam cuando íbamos camino al internado.—¿Tú qué crees, Emily? —pregunté.—Yo prefiero no opinar, chicas. Trabajo en esa casa y, como dice Alfredo, no me corresponde opinar.—Ay, vamos, que no diremos nada —dijo Myriam.—¿En verdad quieren mi opinión?Asentimos.—A ese hombre le encanta la música que escuchas, Tina —dijo Emily, copiando la manera en que Myriam me llamaba.—Pero esa noche tenía los aud&iac
El jefe no quería que me fuera, lo percibí en sus constantes ofertas para que cambiáramos de actividad. Después de ganarle, por primera vez en una partida de billar, quiso que bajáramos a la cocina, a preparar, nosotros mismos, una receta de tacos que había visto en un programa. Fue un desastre y los ayudantes de la cocina tuvieron que ayudarnos a enmendar varios errores. Era la primera vez que veía que a alguien se le quemaba (con llama) una lechuga.Subimos, de nuevo, al cuarto de televisión y, desde allí, nos llegaron las risas de las chicas, que habían regresado. Camilo se acercó al ventanal, desde el que era posible ver al estacionamiento en donde estaban. Las miró como si estuviera viendo el hongo de una bomba nuclear que acabara de estallar al frente de su casa. En verdad estaba deshecho.
Carlos nos llevaría al aeropuerto en la madrugada. El vuelo saldría a las seis. Camilo me organizó una comida en la noche, según él, para despedirme, pero supe que en realidad la hizo con el ánimo de conocer a Myriam, a quien invitó a la cena.Esa tarde en el cole, hablamos sobre eso.—Es la primera vez que un CEO multimillonario me invita a comer —dijo Myriam mientras realizábamos un experimento de aminoácidos en el laboratorio de química—. ¡Qué emoción!La miré con las cejas casi juntas.—Así como lo dices, pareciera como si te hubiera invitado a una cita.Imitó mi ge