Lecturas prohibidas

Cuando llegué al internado, lo vi distinto, mucho mejor de lo que recordaba de la última vez que lo visité, cuando firmé los documentos de salida de Valentina, luego de la muerte de Gloria. Los aportes hechos por Emily, Myriam y Valentina, luego de la fortuna que consiguieron en el casino del crucero, lo habían transformado en un mejor sitio.

La Madre Superiora me esperaba en su despacho y, después de saludarnos y hablar sobre el presente de mi hijastra, pasé al tema que me había llevado hasta allí. 

—¿Será entonces posible que le dé permiso, Madre?

La monja entrecruzó sus manos sobre el escritorio y apretó los labios. 

—Es un permiso muy excepcional, s

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