Cuando me puse de pie, los presentes vitorearon mi nombre. Ahora, oficialmente, ya era el cacique del círculo bajo. Como el mismo Alfredo lo había dicho, me había convertido en lo que más temía, y ya no había marcha atrás. Habíamos tomado todos juntos esa decisión y teníamos que enfrentar las consecuencias.Los aplausos terminaron un rato después, y entonces al fin estuve libre de esa obligación, por ese momento. Bajé, aún con la corona sobre mi cabeza, que pesaba como si estuviese hecha de oro, pero era tan liviana como el algodón. Lo primero que hice fue abrazar a mi esposa. Ana Laura me devolvió con fuerza el abrazo.Lo único que quería en ese momento era alejarme de la fiesta. No quería saber absolutamente nada sobre Los Pilares o sobre el círculo bajo. Quería acostarme en mi cama, dormir y pensar en cómo disfrutaría mi siguiente movimiento para librarme de todo aquello. Pero las responsabilidades eran muchas. Imaginé que no volvería a tener tiempo para mí en un largo rato.Xavier
Carlota observó alrededor para asegurarse de que nadie nos estuviera escuchando, pero todos parecían demasiado distraídos en las conversaciones mundanas que estaban teniendo. El licor parecía ya hacer mella en algunos, que se veían mareados y con las mejillas rojas. — ¿Qué es lo que quiero? — preguntó la mujer — . Quiero lo mismo que ya me habías prometido cuando yo te di mi apoyo. Lo hice sin ningún tipo de intención oculta. Lo único que yo quería era un hijo. Está bien, si no me vas a dar un hijo, entonces no me lo des, pero ya me habías prometido el Círculo Bajo completo, y no te voy a ayudar por menos que eso.Volteé a mirar a Xavier. Ahora sentía que no podía tomar ninguna decisión sin su aprobación, pero no era más que el miedo que tenía de cometer algún error.Mi hermano se cruzó de brazos. Sinceramente, ninguno de los dos tenía muy buena idea sobre qué hacer a continuación, pero al menos, con Carlota de nuestro lado, las cosas estarían bien. — Está bien — le dije, cuando vi
Fue ingenuo de nuestra parte pensar que podríamos llegar a consumar el matrimonio cuando los trontes nos dejaron en la casa de Ana Laura. Los dos nos encerramos en la habitación después de darnos una larga ducha juntos. Era la primera vez en varios días que nos acostaríamos relativamente temprano, y sinceramente, los dos queríamos aprovechar.Nos tocamos y nos besamos un largo rato, pero ninguno tenía cabeza para nada en ese momento. Así que nos acostamos uno al lado del otro, observando las sombras que creaban las luces de la ciudad al entrar por la ventana.Entonces Ana Laura me acarició el pecho, rascando un poco con sus uñas. — ¿Qué dirás mañana en la reunión con Los Pilares? — me preguntó.Sinceramente, no tenía la menor idea de qué podría decirles. Se suponía que debía presentar una estrategia para que el círculo bajo saliera de todos sus problemas. No tanto los financieros, sino más bien todo lo demás.La organización necesitaba urgentemente una diversificación, y se suponía q
No tuve mucho tiempo de explicarle a Xavier todo lo que había pensado, las cosas que se me habían ocurrido. Pero él me miró extrañamente sorprendido. — Pareciera como si te interesara realmente este negocio — me dijo.Yo negué absolutamente. — Sabes lo que pretendo, lo que pretendemos. Solamente hago esto por nuestra supervivencia, porque Los Pilares necesitan confiar en nosotros. — De todas formas, incluso esto podría ser una buena estrategia para quien siga en el círculo — dijo mi hermano mientras leía nuevamente los papeles.Yo, la verdad, ya no sabía qué pensar. Por mí, ojalá desapareciera el círculo bajo para siempre, que jamás volviera a existir, que todos sus Pilares se fuesen a la cárcel y que nosotros pudiéramos quedar libres de todo aquello. Pero yo sabía que las cosas no eran tan sencillas. Así que lo mejor que podía hacer era ayudar al futuro, a un nuevo cacique. O sea, a Carlota. — Por cierto, ¿Carlota? ¿Dónde está? — pregunté. — Me envió un mensaje esta mañana — dij
Todos los Pilares se escucharon atentos porque lo tenía para decir: — Nuestra filosofía es moralmente inviable — dije, mientras me ponía de pie y caminaba por la sala.Estar de pie hacía que me sintiera un poco más seguro y tener la atención de los Pilares me hacía sentir mejor, porque no me observaban como forastero, no me observaban como loco. Todos sabían que el Círculo Bajo pendía de un hilo; estaban desesperados por lo que yo podía ofrecerles para que su calidad de vida, al igual que sus incontables fortunas, siguieran creciendo. — Ya estamos metidos hasta el fondo con negocios ilícitos que podrían enviarnos a la cárcel de por vida. Entonces, la pregunta que yo me hago en este momento es: ¿por qué no ir más allá? Las nuevas tecnologías nos pueden brindar excelentes negocios. — ¿A qué te refieres exactamente? — preguntó doña Amelia.Era una de las Pilares más antiguas. A pesar de las cientos de cirugías y costosos tratamientos, no podía ocultar el envejecimiento en su pálido ro
El gesto de Carlota era estresante. Caminó por la oficina de un lado para otro, despeinándose el cabello, pero yo, sinceramente, aún no lograba entender del todo cuál era su problema. — Se supone que tenemos que fingir, ¿no es así? — le dije con un poco de inseguridad.Ella me miró mal. — No, Alexander. Recuerda que los planes que teníamos eran que los pilares pensaran que tú eras incompetente y que no tendrías nada que ofrecerle al círculo bajo. Así, cuando yo tomara el poder, ellos no dudarían en aceptarme. Pero ahora lo echaste todo a la mierda.Yo, sinceramente, no encontraba por qué la mujer estaba tan enojada. Hice lo que tenía que hacer. — Presentarme como un fiasco no va a funcionar. Así es como tienen que ser las cosas.Pero ella no parecía estar segura. Ana Laura contuvo el aliento y las ganas de decirle algo, pero, por suerte, no dijo nada. — Esto no va a funcionar — dijo Carlota, comenzando a estresarse y caminar de un lado para otro — . Esto no va a funcionar. Esto
Xavier se quedó un largo rato después de que Ana Laura y Alexander hubieran decidido irse a casa. Él era el hermano mayor, el encargado de velar por la seguridad de sus hermanos. Tenía que cuidar a Alexander. No solo era su hermano mayor, ahora era su mano derecha dentro del círculo bajo. Tenía que encontrar la forma de que todo saliera bien de aquella terrible situación en la que se habían metido. Carlota tenía razón, aunque él no había querido decírselo. Alexander estaba completamente acorralado. Solo existían dos opciones: o que alguien heredara el puesto de cacique que él quería abandonar, pero, para que fuera así, la única forma en que los Pilares confiaran en alguien era que él muriera. Así como Ezequiel le había quitado la vida al padre de Máximo para poder convertirse en cacique, alguien tendría que quitarle la vida a Alexander para lograrlo. Eso de ceder el puesto era algo que posiblemente no podía hacerse. La otra opción era lo que ya habían planteado: destruir todo el cír
Llevaba tanto tiempo sin sentir cualquier poco de estabilidad. Aquella noticia ni siquiera me tomó por sorpresa. Para nadie del mundo criminal era un secreto que yo ahora era el cacique del círculo bajo, así que la naviera estaría bajo mi responsabilidad.Cualquiera de los enemigos que tenía el círculo estaría encantado de molestarme robando alguna de las mercancías, aunque yo me pregunté quién sería el estúpido que tendría el coraje para hacerlo.Tal vez los rumores de que el círculo bajo no estaba en las mejores de sus condiciones se habían extendido a lo largo del mundo criminal. Por eso alguien había osado atacar y robar uno de los barcos de la naviera Idilio. Le habían robado todo su contenido. mi tío había preferido guardar la información mientras trataba de encontrar la mejor manera para decírmelo. De todas formas, lo hecho, hecho estaba. ¿Qué más podía hacer? Cuando llegué a las instalaciones de la naviera, me encontré con un caos total. Estaban la policía, los bomberos y ta