No era una situación fácil. Yeison se había tomado su tiempo en procesar lo que estaba a punto de hacer, pero no tenía más opción.Había sido relativamente fácil encontrar a Alfredo. El hombre que había visitado en el barrio obrero era una pieza clave en la pandilla, también una pieza clave en la organización de Carlota. Pero Yeison había tenido la bendición de haberle salvado la vida una vez, encubriendo una de sus fechorías con la pandilla.Era un hombre astuto, que siempre intentaba sacar provecho de cualquier situación, pero esa deuda que tenía con Yeison era insalvable. Por eso había confiado en su palabra, y justo como había dicho, ahí estaba Alfredo.Era un joven muy atractivo. Tenía los labios rosados y la cara lampiña, con unas cejas anchas enmarcadas a unos ojos verdes como el diamante oscuro. No eran como los ojos de Alexander y Paloma; eran más penetrantes, menos vivos. Pero, aun así, era muy activo y sexy.Entendió por qué un hombre como Máximo se fijaría en un barman cua
Era imposible conciliar el sueño. Ana Laura y yo nos acostamos en su cama, abrazados. Había sido un día extenuantemente largo, y aquí habíamos pasado más de medianoche sentados en la sala esperando alguna noticia. Al final, decidimos irnos a la cama.Federico había decidido quedarse con nosotros en la casa de Ana Laura. A pesar de que nos había visto juntos, parecía que su preocupación por su hermano era más grande que sus celos. Habíamos decidido irnos a la cama después de todo.Carlota tenía movilizando todo su equipo para tratar de encontrar a los escondites donde Máximo tenía a nuestros hermanos, pero era prácticamente imposible.Lo único que nos quedaba era esperar, esperar a que el hombre se comunicara con nosotros, que dijera qué quería, que nos llamara para explicarle que nosotros no tuvimos nada que ver con el dron.Pero, ¿cómo podríamos justificarle eso? Aunque nosotros no lo hicimos directamente, probablemente fue mi padre, o sea, prácticamente lo mismo.Mientras abrazaba a
Me sentí terriblemente mal cuando Federico me pidió ir por cuerda. Sabía dónde estaba: el abuelo las había utilizado para crear un tendedero en la parte trasera, y lo que sobraba yo lo había guardado debajo de la alacena en la cocina. Pero mientras las sacaba, no dejé de sentirme culpable.Cuando regresé a la sala, los tres hombres tenían al chico recostado en el mueble, listo para atarlo y amordazarlo. — Esto que estamos haciendo está mal — les dije.Alexander y Federico se miraron entre ellos, como si intentaran encontrar las palabras para hacerme entender, pero fue Yeison el que habló: — Nosotros no le haremos daño, solo le haremos creer a Máximo que sí. De todas formas, él tiene a nuestros hermanos y los va a torturar de ser necesario. ¿Por qué nosotros no podríamos hacer lo mismo para defender a nuestra sangre?Yeison comenzaba a asustarme. Al principio se había visto como un chico tan dulce. De hecho, lo era, pero aquella situación al límite lo había convertido en alguien de a
Yeison había dado en el clavo. Haber secuestrado a Alfredo era una lotería que no sabíamos si podría resultar a nuestro favor, pero así había sido. Habíamos tenido suerte y había resultado. Ahora teníamos que aprovechar esa ventaja.me puse de pie con una extraña sensación en el pecho. Comprendí entonces que todos no éramos más que niños, atrapados en un juego que se repetía una y otra vez. Teníamos miedo de Máximo por lo que era capaz de hacer, y ahora él nos tenía a nosotros por lo que éramos capaces de hacer. Era un círculo interminable que se repetía una y otra vez. Pensé que la única forma real de terminar con todo era romper ese círculo, pero por el momento, lo único que tenía en mente eran mis hermanos.Me puse de pie, caminando por la sala. Máximo, al otro lado de la llamada, se hizo esperar un largo segundo. — ¿Qué es lo que quieres? — me preguntó. — Creo que es bastante obvio, ¿no? Quiero a mis hermanos, y te prometo que no le haré daño a tu chico si ellos están a salvo.E
El joven se abalanzó sobre nosotros. Yo aún estaba abrazada a Alexander cuando levantó el palo que había encontrado en el armario en lo alto.Entonces Alex me empujó de costado contra una vitrina que tenía platos de cerámica. El cuerpo entero me dolió, pero Alfredo levantó el palo que tenía y golpeó el costado de Alexander con tanta fuerza que lo hizo caer de rodillas.Federico y Xavier se abalanzaron sobre él. ¿Cómo había escapado de los amarres que los hombres le habían hecho? ¿Cómo es que, a pesar de ser tan pequeño, podía enfrentarse contra Federico y Xavier, que prácticamente lo doblaban en tamaño?Yeison apenas estaba poniéndose de pie; parecía aturdido por el golpe que el joven le había dado.Se convirtieron en una maraña de puños y patadas. Alfredo volteó el brazo de Xavier con el palo, que se rompió en varios fragmentos. Federico lo tomó con fuerza por la cadera, pero el joven dio una pirueta hacia atrás, golpeándole la nariz, que comenzó a sangrar de inmediato.Alexander y Y
No había entendido el plan de Yeison. Me pareció que estaba actuando de una forma un poco descontrolada. Pero entonces, cuando me tomó del brazo y me llevó hacia la habitación, pude relajarme un poco. — Claro que no quisiera hacerle daño, pero podríamos hacerle creer que sí, ¿no crees? — me dijo. — ¿Y cómo? — le pregunté.Teníamos todo el día para tratar de sacar información del joven, cualquier cosa que pudiera ayudarnos a derrotar a Máximo, a sacarle ventaja. — Déjamelo a mí. Sé muy bien qué debo hacer.Y entonces eso hicimos. Dejamos solo a Yeison con el muchacho, confiando en que no le haría daño, al menos no físicamente. — Me asusta — dijo Federico mientras estábamos en la cocina, tomando nuestro café para tratar de recuperar energías. Él tenía un trozo de hielo sobre la nariz dónde Alfredo lo había golpeado — . Yeison a veces me asusta. — Claro que sí, pero fue la vida la que forjó ese carácter. Ya sabemos que es capaz de hacer lo que sea necesario por salvar a su familia,
Cuando llegamos a la sala nuevamente, Ana Laura y Xavier ya estaban ahí.Ana se había cambiado de ropa y se había puesto algo más cómodo, pero yo podía anotar en su rostro cómo se veía cansada.Llevábamos tantos días durmiendo mal, ya llevábamos tantos días pensando, que yo podía notar cómo el cansancio hacía mella en su hermoso rostro.Me sonrió con ternura y yo le sonreí de vuelta. Alfredo estaba sentado en el amplio mueble; tenía una expresión derrotada en su rostro. No sabía exactamente qué le había dicho Yeison, pero al parecer había sido lo suficientemente convincente como para que el joven cediera a aquella información. Cuando llegué con él, me senté en una silla enfrente y el joven me miró con ojos suplicantes. — Por favor — me dijo — , él me dijo que tú no le harías nada a Máximo.— si tú me ayudas, yo voy a cumplir esta promesa y te prometo que no lo mataré, pero debes ayudarme, Alfredo — le dije, estirando mi mano y agarrándolo con fuerza por el hombro — , la única forma
Tenía tanta ansiedad que no había sido capaz de comer prácticamente en todo el día, pero en ese momento me entró un hambre que me revolvió el estómago por dentro.Sin embargo, tenía que fingir interés. Iba a ser el futuro cacique, estaba a punto de hacer un intercambio peligroso por mis hermanos y debía asegurarme de ser el más seguro del lugar. Por eso, acaricié un poco el cabello de mi hermano Xavier y presioné con fuerza el hombro de Yeison para darles ánimo. Todos estaban ahí, asustados en silencio. Alfredo, amarrado y sentado en la esquina del auto, observaba el lugar con el labio tembloroso. — ¿Por qué estás tan nervioso? — le pregunté. — Conozco a Máximo. Debe estar muy furioso. Tengo miedo de lo que pueda llegar a hacer. — ¿Y no tienes miedo de lo que nosotros podamos llegar a hacer?Solo la mirada leve que me dio me hizo entender que no. No estaba nervioso por lo que nosotros pudiéramos llegar a hacer. Entonces, aquello me asustó un poco más.Sabía que tenía que concentrar