Admiro el cartel enorme que teníamos justo delante de nosotros en donde ponía letra por letra el apellido de mis dos amigos, "Ballester". Se trata de un diseño bastante deportivo en donde predominaban los colores del club: el rojo, el negro y el blanco.
Los chicos y yo nos encontrábamos en la entrada para socios del circuito esperando a que un coche que estaba delante nuestro terminara de ser identificado para poder acceder a la zona.
Una vez el portero que se encargaba de mirar los carnets de socios dio el visto bueno, el conductor de aquel deportivo rojo se puso en marcha y se adentró hacia los aparcamientos, dejando vía libre para que mi amigo pudiera colocarse en su lugar.
Albert arrancó el motor del coche y pisó un poco el acelerador para colocarse a la par que la cabina donde se encontraba aquel señor, quien al ver que se trataba de mi amigo, sonrió.
- Buenos días, Albert. - Dice él mientras sonreía amablemente hacia nosotros.
- Buenos días, Jesús. ¿Todo bien? – Respondió de la misma manera mientras le mostraba el carnet que minutos antes sacó de la cartera, pero el señor ni si quiera lo miró abriendo directamente el portón para nosotros.
- Adelante. – Dice él señalando hacia el interior del aparcamiento.
Albert chocó puños con él antes de adentrar la furgoneta hacia el interior. Era un parking habilitado para los socios, pilotos y demás miembros del club. Era grande, no tanto como el que está en el exterior para el público, pero está bastante bien para lo que es.
Cada aparcamiento está destinado para cada miembro, por lo que Albert se dirigió directamente hacia la zona de la familia Ballester y aparcó en su sitio habitual. Allí ya se encontraban estacionados los coches de los padres de ambos, quienes eran los dueños del club.Mientras los chicos se bajaban de la furgoneta y se disponían a sacar las motos de esta, yo cojo la bolsa donde tenía mis accesorios y me empiezo a vestir en los asientos traseros.
Normalmente lo hago en una de las carpas de los chicos, dentro del circuito, pero ayer mis padres estaban reacios a que viniera hoy al circuito, porque ellos no estarían para vigilar, así que les dije que estaría con las gemelas y que no me acercaría al circuito. Pero aquí estoy, es mejor hacerlo así.
Aunque se supone que mi padre está en esa exposición con Mario, no queremos arriesgarnos a que aparezca y nos pille desprevenidos. Ya ha sucedido un par de veces.
- ¿Vans? ¿Ya estás lista? – Dice Albert mientras terminaba de abrocharme las botas. Ya tenían las tres motos por fuera y solo quedaba yo por salir.
-Sí, espera un segundo. – Dije intentando abrochar bien el cierre. Cuando lo conseguí, me acerqué a la bolsa donde tenía el casco y me lo puse. – Listo.
Salté de la furgoneta y tras cerrar la puerta de esta, me acerqué a donde estaban mis dos amigos sonrientes junto a las motos. Rodé los ojos cuando Marco sacó su móvil del bolsillo y me sacó una foto.
- Para las chicas. – Dice Marco tecleando algo en el móvil. Dejó pulsado el dedo en la pantalla y empezó a hablarle a esta. Estaba grabando un audio. - ¡Miren que bien le queda el rosa! Amaia, escogiste bien el color, preciosa.
Me acerqué hasta mi moto sonriendo mientras negaba con la cabeza. Marco guardó su móvil en su bolsillo nuevamente y los tres nos encaminamos hacia el circuito.
Nada más atravesar las enormes puertas para acceder al interior de este no pude evitar cerrar los ojos y respirar hondo. Siempre me ha gustado el ambiente, el ruido de los motores, el olor a tierra y a gasolina.
Admiré el lugar a mi alrededor y sonreí para mí misma. A estas horas no suele haber mucha gente aquí, aunque si había unos cuantos pilotos en la pista. Albert llamó mi atención al ver que me había quedado parada justo en medio. Respiré una vez más y les seguí hacia donde se encontraba la zona de las carpas.
Todas eran del mismo tamaño con diferentes números y colores una al lado de la otra. Estaban cubiertas no dejando ver lo que hay en el interior, excepto aquellas cuyos pilotos se encontraban en la pista y estaban abiertas.
Nos acercamos hacia una carpa de color verde con el número treinta y seis, en donde se podía leer perfectamente debajo del número el nombre de Marco. Cuando llegamos hasta esta dejé la moto junto a la de él por fuera.
- Nessa, espera aquí mientras nos cambiamos. – Dice Marco abriendo su carpa y cuando vio que asentí con la cabeza se adentró en ella.
Albert por su parte, se dirigió a la suya, que estaba dos carpas más allá de la de su primo. La de él era azul con detalles en negro y en blanco; y en un lateral estaba en grande su número, el sesenta y uno.
Mientras esperaba a que se cambiaran, me acerqué hasta el lateral de la pista para ver quien se encontraba en ella. Había exactamente cinco motos y no me sorprendió al ver que uno de ellos era mi hermano con el dorsal noventa y seis.
Él siempre suele venir a entrenar por las mañanas, sobre todo a primeras horas del día. El circuito se suele llenar de gente y más en verano, que es cuando empieza la escuela para pilotos, pero por las mañanas es cuando mejor se entrena.
Además, con la carrera que tiene este fin de semana, sé que pasa más tiempo aquí que en nuestra propia casa. Mi hermano ha ganado tres veces el campeonato de Valencia, pero nunca ha podido clasificarse para competir en el campeonato de España. Este fin de semana es su oportunidad.
Mientras observaba hacia los cinco pilotos, hubo uno en concreto que me llamó la atención. A los otros cuatro los conocía, son miembros del club desde hacía años, pero al piloto número veinte no lo había visto nunca.
- Tendremos que esperar a que ellos terminen. - Dice Marco asustándome y haciéndome brincar. Le di un golpe en el hombro cuando lo vi soltar una risa.
Lo miré de arriba a abajo. Ya estaba totalmente equipado con el combo del mismo color que su moto, verde, y con el casco en la mano.
- Tranquilo, no hay prisas. - Dije volviendo a mirar hacia la pista notando como Marco se coloca a mi lado.
Mi mirada se posó nuevamente con intriga y curiosidad sobre el piloto número veinte. Tenía un buen control sobre la moto y se notaba que tenía experiencia en comparación con los demás pilotos. Sin poder evitarlo, me dirijo hacia mi amigo.
- ¿Quién es el veinte? – Pregunté observando como destacaba entre los demás con el combo y la moto de color rojo. Nunca lo había visto. Al menos en los veranos pasados.
- ¿Te refieres a Nate? – Pregunta mirando hacia donde estaba mirando yo. - Es nuevo en el club desde hace unos ocho meses, más o menos. Vino desde Francia.
- ¿Desde Francia? – Pregunté aún más intrigada mirando como adelanta a mi hermano en la curva cinco.
- Si. – Dice encogiéndose de hombros. Pero enseguida se le abrieron los ojos como si hubiera recordado algo. – Le hubiera pedido a él que me ayudara con la pronunciación.
Lo miré levantando una ceja acordándome de lo primero que me intentó decir en francés cuando llegué a casa de mis abuelos y rodé los ojos.
Diez minutos después, los cinco salieron de la pista dirigiéndose a sus respectivas carpas. Mientras, Albert, que había llegado hace poco, Marco y yo fuimos a buscar las motos para adentrarnos a la pista.
De camino a esta me crucé con Alex, que me hizo un gesto dándole el visto bueno al casco y como siempre hacemos cuando nos encontramos en el circuito, coloqué dos dedos en mi frente e hice el saludo militar. Antes de perderle de vista escuche que dijo “¡dale gas, Nessa!”.
Una vez llegamos a la pista, nos colocamos en el punto de salida y esperamos a que sonara el pitido que daría comienzo a mi primera carrera del verano.
Cuando sonó el pitido, el que iba en cabeza era Marco, pero por un fallo en la tercera curva, Albert logró adelantarlo con facilidad. Finalmente, tras varias vueltas y la cosa reñida entre ambos, Albert quedó en primera posición, Marco segunda y yo, última. No era de extrañar, es obvio que yo no estoy al nivel de ellos.
Tras acabar esa rápida carrera de calentamiento, salimos de la pista por donde mismo entramos para que pudieran entrenar otros pilotos. Marco no dejaba de pelearse con Albert por su victoria, aunque este último le ignoraba totalmente.
Yo estaba en silencio, disfrutando del momento y dándome cuenta de lo mucho que echaba de menos esto. Sí, es cierto que quedé en última posición, pero eso es lo último que me importa. Yo no entreno para competir. Solo lo hago porque me gusta. Por ahora.
- Debes aprender a frenar en las curvas, le das mucha ventaja a los otros pilotos para adelantarte por dentro, Marco. – Le dije interrumpiendo su indignación.
-Tiene razón, tío – Dice Albert coincidiendo conmigo mientras asentía con la cabeza. – Vas demasiado rápido.
Marco estaba a punto de respondernos, pero un grito de un niño nos hizo frenar en seco. Miré asustada hacía los chicos, que estaban igual de confundidos que yo, y bajé la mirada hacia el suelo en donde se encontraba un niño de unos cinco años a unos cuantos centímetros de la rueda delantera de mi moto.
- ¡Tommy! – Gritó una chica que venía corriendo desde la zona de las carpas. Esta tenía una gorra de color roja con el logo del club sobre la cabeza.
El niño, que estaba muy cerca de la moto, miraba asustado hacia arriba, donde me encontraba yo. Sin pensarlo, apoyé la moto con su pata y caminé hasta el niño.
- ¿Estás bien? – Pregunté agachándome hasta su altura. Él asintió un poco asustado, pero al segundo cogió con sus manitas la parte delantera de mi casco, que lo tenía puesto, y empezó a moverlo de un lado a otro.
Me reí por sus ligeros movimientos, causando que apareciera una sonrisa en su cara. Ver como se le achinaban los ojos cuando mostraba sus dientitos me tranquilizó bastante. Pensé que le había tocado.
- ¡Tommy! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no salgas corriendo así? – Dice la chica, que aparentaba tener unos veinte años, cogiendo al niño en brazos. - Por aquí pasan muchas motos, cariño, y te pueden hacer daño. No es un buen lugar para jugar.
Me levanté de donde estaba minutos antes agachada y miré más calmada hacia el niño, quien estaba siendo regañado por aquella chica. Los observé bien sin poder evitar pensar que me sonaban de haberlos visto antes en algún lugar, pero no sé dónde.
- Lo siento mucho. – Dice ella apartando la mirada del niño y dirigiéndose a mí. – Es muy pequeño y aún no se da cuenta de lo que hace.
- No te preocupes. Por suerte no le pasó nada y se quedó solo en un susto – Dije sonriendo mientras le quitaba importancia con la mano.
- Tendremos mucho más cuidado la próxima vez. ¿Verdad, cielo? – Dice ella mirando al niño y sonriéndome. Con esa frase, mi cabeza hizo clic. ¡Ya sé de qué me suena! Es la chica del coche negro que casi me atropella en Barcelona, en donde iba el niño con el peluche de la vaquita.
- Ay, ¡pero qué casualidad! – Dije sorprendida mirándolos a ambos. - ¿Qué hacen aquí? Nunca los había visto en este circuito.
Ella puso cara de confundida dejando claro que no estaba entendiendo nada. Miré alrededor asegurándome instintivamente que mi padre no estaba por el lugar y me quité el casco junto a las gafas. Ella, tras unos minutos mirándome, cambió su cara a una de sorpresa.
- ¡Eres tú! – Dice señalándome mientras sonreía. El niño abrió los ojos como si hubiera recordado que me había enseñado su peluche aquel día.
- Es eda, mami – Dice él mirando a la chica y señalándome con sus pequeños dedos.
- Nunca pensé que iba a volver a verlos, y menos aquí. – Dije sonriendo mientras le cogía una de las manitas al niño. Marco y Albert se miraban confundidos entre ellos.
- ¿Emma? ¿Qué pasa? – Dice un chico moreno que se acercaba hacia donde estábamos nosotros. Tenía un casco en la mano y un combo parecido al de Alex, pero de color rojo. La chica se giró hacia él y le sonrió.
- Nada, estaba saludando a una conocida – Dice ella sonriéndome. – Él es mi hermano...
- ¡NESSA! – La interrumpió una voz a lo lejos haciendo que apartara la mirada de la chica.
Era Alex, que iba corriendo hacia la entrada mientras gesticulaba algo con las manos. Observé confundida hacia él y dirigí la mirada hacia donde estaba señalando. La entrada del circuito. Cuando me di cuenta de lo que sucedía, abrí los ojos como platos.
- Oh, m****a. Papá.
No aparto la mirada de mi hermano Alex mientras él corre hasta la entrada donde se encuentran mi padre y Mario hablando con uno de los entrenadores del club. Cuando llegó hasta ellos, los saluda a los tres metiéndose en la conversación y pude observar cómo cogía del hombro a mi padre girándolo sutilmente para colocarlo de espaldas a donde estábamos nosotros. A su lado, Mario, llamó su atención haciendo que él bajara la mirada hacia su hijo. Segundos después mi padre asintió con la cabeza y Mario se fue con dos niños que lo estaban esperando a unos metros de ellos. - ¡Vans! – Dice Albert sacudiéndome del brazo. Me había quedado totalmente paralizada en el sitio. – Tienes que ir a cambiarte ¡Ya! - ¡Joder! – Dije sin darme cuenta que aún estaba delante de aquella chica, su hijo y su hermano. Miro al niño un poco apurada. – Eso no se dice, ¿eh, Tommy? Mi padre no podía verme así vestida, o de lo contrario, ya podía despedirme de poder venir aunque ellos p
Alex, Marco y Albert aún no habían entrado en el circuito, seguían esperando a que los pilotos que estaban entrenando en este momento terminaran. Junto a ellos se encontraban tres chicos más, uno lo reconocí como el piloto número veinte. Cuando terminaron la última vuelta, los que estaban en pista salieron, dejándola libre para los seis que estaban esperando, entre ellos mis amigos y mi hermano. Una vez se colocaron en la parrilla de salida y sonó el pitido anunciando el comienzo del entrenamiento, los seis le dieron al gas dejando una ligera nube de tierra detrás suyo. Álvaro, uno de los chicos, se coloca en primera posición, pero por poco tiempo, pues Albert le adelantó. Las posiciones se mantienen de esa manera hasta que, en un descuido tonto, los dos se van al suelo. Me levanto de mi asiento preocupada mientras observo como el equipo de médicos se acerca tanto a Albert como al otro chico. Me tranquilicé cuando vi como él se levanta y tras coger su
Una vez llegamos, Mi madre, Mario y yo nos adentramos en el circuito por donde mismo entran los miembros del club. El lugar estaba a rebosar de gente, y se notaba que hoy era un día de competición importante. El ganador podrá competir en el campeonato de España. Lo que cualquier piloto español desea. Mi padre, junto a mi hermano Alex, llevan en el circuito desde esta mañana, al igual que el resto de pilotos y sus entrenadores. Algunos para terminar de hacer los últimos retoques a las motos, y otros para entrenar antes de la competición. Se notaba la tensión en el ambiente, al igual que la emoción y los nervios. Los pilotos estaban cada uno en sus carpas, mentalizándose y preparándose para la carrera. Sin embargo, los familiares de estos ya estaban guardando sus asientos en las gradas para poder verla con todos los detalles. Miro hacia las carpas y pude ver la de mi hermano, Albert y Marco. Me gustaría verlos antes de que comience la carrera. Miro a mi madre,
"Nunca había estado tan nerviosa como hoy. Me costó poder acercarme a alguien y relacionarme a pesar de que nunca he tenido problemas a la hora de conocer y hablar con otras personas. Cuando iba por los pasillos a través de todos aquellos alumnos con libros y cada uno a lo suyo, me sentía como pez fuera del agua. Pero es cierto y debo recordar lo que nos dijeron en las charlas de la Universidad cuando vinimos con el instituto. Y es que bachillerato nunca será lo mismo que la Universidad, y aquí cada uno va a su bola. A pesar de que al principio me sentía como un bicho raro y no sabía dónde me había metido, el día acabó mejor de lo que esperaba. Conocí a un chico rubio, que al igual que yo, está en el primer año de Filología Francesa. Él estaba mucho más tranquilo que yo, tanto, que gracias a sus pequeñas bromas y su personalidad tan peculiar logró que mis nervios se disiparan. Al ver que con el paso de las horas estaba cada vez más tranquila, su
Observo asustada hacia el coche negro que se encuentra a unos escasos metros de mí. En el asiento de piloto está sentada una chica con el pelo castaño y ojos claros, que me mira a través del parabrisas totalmente preocupada, mientras en el asiento trasero un niño pequeño que podría tener la edad de mi hermano observa atento lo que sucedía. Respiro hondo quitándome la tensión que el susto me había causado y me acerco a la ventanilla donde se encuentra aquella chica. Nada más tenerla en frente, le pido disculpas por haber cruzado sin mirar antes y le prometo un par de veces que no volverá a pasar. Ella desde su deportivo negro de cinco plazas, me sonríe mientras le quita importancia a lo que sucedió minutos antes. - No te preocupes, bonita. La próxima vez vete con más cuidado. - Dice ella sonriendo mientras echa un vistazo por el espejo retrovisor hacía el niño, quien seguía mirando atento entre las dos. - Lo tendré. – Dije tomando distanci
Termino de bajar las últimas escaleras del portal de mi edificio y camino hasta el maletero del coche en donde únicamente faltaba por meter mi maleta y dos bolsas más. Mis padres, Mario y yo ya estamos listos para irnos por fin hacia Valencia.Anoche, después de haber permanecido media hora mirando hacia el techo con estrellitas que brillan en la oscuridad que pusieron mis padres cuando era más pequeña, intenté dormir de todas las maneras posibles, pero obviamente fue en vano. Por suerte, o por desgracia, porque ahora tengo más sueño que nunca, me acordé que había dejado una serie de N*****x apartada debido a la universidad, así que para matar el tiempo me vi un par de capítulos.
- Intenta no llegar tarde, vamos a cenar en familia, no lo olvides. - Me recordó mi abuela mientras los chicos se terminaban de tomar el chocolate caliente que ella nos preparó. - No te preocupes, abu. – Dije dándole un beso en la mejilla y dándole un golpe a Marco en el hombro para que se diera prisa. – Espabílate, hombre. - Ya voy, ya voy. – Dice bebiéndose de golpe lo que quedaba de chocolate en su taza. Al terminárselo se levantó y metió la taza en el lavavajillas. Se acercó a mi abuela y le dio un beso – Delicioso, ¡como siempre! Ella le respondió con una sonrisa mientras Albert lo cogía del brazo y lo empuja hacía la puerta de la entrada para salir de la casa. Los seguí y antes de salir de esta nos despedimos de todos los presentes. - ¡Marco, saluda a Maribel de mi parte y dile que un día de estos me paso a verla! - Dice mi madre, quien estaba sentada junto a mi abuelo en el salón. Maribel es la madre de Marco. Ellas son muy amigas desde la univ
Desde donde estábamos, a unos veinte metros de la casa, pude ver el coche azul marino de Alex aparcado por fuera de esta. Sin importarme dejar atrás a mis primas, corrí hacia la puerta abriéndola rápidamente antes de atravesar la entrada. Busqué en el piso de abajo esperando encontrarme a algún miembro de mi familia, pero no encontré a nadie. Sin perder más tiempo atravieso el salón y me acerco a la puerta de cristal que daba hacia el jardín trasero de la casa. Allí es donde normalmente hacemos las comidas familiares. La puerta ya se encontraba abierta, por lo que la atravesé dejándome una vista completa del jardín. En la mesa, que estaba en medio de este, se encontraban mi tía, mi madre y mis abuelos hablando tranquilamente, mientras que mi tío y mi padre estaban en la parrilla preparando la comida. Observé a la derecha, donde pude ver la espalda de un chico moreno jugando a la pelota con Mario y sin dudarlo corro hacia él. Cuando estaba a escasos metros int