La española y la inglesa obtuvieron muy buenos puntos en su presentación, casi habían asegurado los primeros lugares, por lo que se perfilaban como las ganadoras absolutas del certamen.
Elena sintió un poco de pena por su prima, ya que secretamente deseaba que ocupara un mejor lugar. Ella misma se extrañó de pensar así, cuando debía estar feliz del fracaso de su odiada rival, que como su albacea la obligaba a estar presente rigiéndole todos sus movimientos, presionándola a cambiar algunos aspectos de su personalidad y limitándola en sus acciones.
Aún faltaba el ultimo recorrido de Amanda. Cuando apareció en la pista, aplausos y gritos de apoyo retumbaron en las gradas, los concurrentes la alentaban a superar lo presentado por las otras competidoras. La muchedumbre estaba al pendiente de sus evoluciones completamente hipnotizados por su talento.
Elena se encontraba en
Comprendía que la vida podía ser de otra manera si se lo proponía. Eso significaba, renunciar a su venganza y someterse por completo a la voluntad de su prima, nuevamente se enfrentaba a sí misma en una muda lucha de sentimientos encontrados.No supo que decidir, así que pensó en otras cosas más agradables, no tenía caso amargarse la dicha que estaba disfrutando. Sólo el tiempo y las circunstancias le indicarían el camino que debía tomar, después de todo tenía que darse a sí misma una oportunidad de ser feliz. No importaba como le llegara esa felicidad, simplemente la aprovecharía en cuanto la tuviera.Sobre todo, si esa dicha que tanto anhelaba vivir le llegaba en la figura de Andrés de la Ronda, por él si sería capaz de renunciar a todo, incluso hasta a su venganza, porque estaba segura que con él podr&iacu
Ese era el motivo principal por el cual, sus hermosos ojos lo revisaban minuciosamente, grabando en su mente cada rasgo de su rostro, de su porte, de sus modales. Todo en aquel hombre le parecía perfecto, aún podía recordar claramente su voz, seria, firme y varonil, y al mismo tiempo, tierna, dulce, arrulladora y acariciante en cada palabra, llena de matices y colores.Por un breve momento, que a Amanda le pareció un siglo, tuvo una pequeña fantasía muy íntima.Se veía a sí misma, al lado de Andrés, estaban a la orilla del mar, ambos desnudos, sintiendo en sus pieles la brisa y el sol del atardecer, abrazados frente a frente, parados en la arena.Aquel abrazo estaba lleno de ternura, de pasión, de anhelo y él estaba besándola con intensidad, con un beso como jamás se lo había dado nadie y menos aún con tanta intensidad.Mientras l
—Y según usted, ¿cómo son los hombres como yo? —preguntó él sin dejar de verla a los ojos y sonriendo burlón.—No necesito decírselo. Usted lo sabe perfectamente bien. Prepotentes, machistas, mujeriegos, misóginos… Piensan que todas las mujeres debemos caer rendidas a sus pies a una mirada de ustedes, y que, con solo pedirlo, tenemos la obligación de entregarles todo. Aunque luego se burlen de nuestros sueños e ilusiones… aunque desde un principio oculten sus intenciones…Arrogantes que, en su estúpida vanidad, imaginan que nos hacen un gran favor al fijarse en nosotras, por eso nos ven inferiores, y se burlan impunemente cuando llegamos a enamorarnos sinceramente y se los decimos. No buscan en nosotras sino satisfacer sus más bajos instintos, sin importarles nuestros sentimientos, nuestros sueños, nuestras ilusiones…No s
Y mientras Elena fantaseaba sobre todo aquello, Amanda se puso de pie y tomándola de una mano la hizo levantarse:—Vámonos... ya no quiero estar un minuto más aquí —le ordeno más que pedirle, mostrando abiertamente su coraje.Elena iba a replicar, al verla tomar su bolso de mano y el elegante abrigo, ya que no deseaba marcharse en ese momento, pero no alcanzo a pronunciar una sola palabra ya que los dos amigos se habían acercado a ellas y estaban a su lado.—No puede ser posible que ya estén por marcharse —murmuro Andrés sonriendo, al verlas de pie y con sus pertenencias en las manos— ¿Por qué se van? La reunión está muy animada y es en su honor.—¡Eso es cosa que a usted no le importa! —respondió Amanda cortante. Ya que de la Ronda se había dirigido directamente a ella.—Lo que más me agrada
Elena, se veía a sí misma, en aquellos momentos, como una adolescente enamorada, con sus dudas y temores, pensando que Andrés de la Ronda estaba a su alcance, pero al mismo tiempo tan lejos como para poder entregarse en sus brazos y vivir a su lado todo lo tierno y dulce que tenía en su ser y que nunca antes había entregado a nadie.Esas ideas y sentimientos que surgieran en Londres, y que la hicieran decidirse a perdonar a su prima si esta la comprendía y la ayudaba a conquistarlo, la habían seguido hasta México y ahora en la intimidad de su recámara, volvían a motivarla a soñar despierta, formando planes futuros, siempre al lado de Andrés.Lo que no se imaginaba siquiera, era que, no sólo ella pensaba en el conocido seductor esa noche en aquella casa. También Amanda lo tenía en la mente, aunque sus reflexiones eran una mezcla de confusas sensaciones emoc
Si Amanda, no estaba en tal o cual competencia, se reunían para platicar de sus inquietudes, comentando sus planes, sus triunfos y fracasos, encontrando consuelo mutuo en su franca comunicación de sus contadas entrevistas.Por eso fue que a Catalina le sorprendió mucho recibir la llamada de su querida amiga Amanda, y más le impacto saber el motivo de aquel telefonema, no obstante, se ofreció ayudarla y hacer lo que ella le pedía en ese momento.Habían transcurrido cinco días desde que la llamara y ahora que se encontraban juntas, en la casa de la ciudad, Amanda la condujo a la biblioteca en donde podrían hablar con total libertad y tranquilidad.Nadie podría escucharlas en ese lugar, ya que la servidumbre no se acercaba si no era algo de urgencia, o por qué se les llamara para algún servicio, y Elena no se encontraba en la casa.—Celebro que por fin hayas venido a ve
» —¡Yo soy quien tiene la culpa! —le dijo— si quieres pegarle a alguien, hazlo conmigo… pero ya déjalo… ya no lo lastimes más… no seas tan desgraciado.» —¿Por qué? —preguntó Andrés casi llorando— Yo te amo y tú me pagas así… ¿por qué?» —Porque así soy… siempre lo he sido… me gustas, me caes bien y disfruto mucho estando contigo, pero no soy mujer de un solo hombre… tengo varios amantes, todos jóvenes, por eso no quise que lo nuestro se supiera, no me convenía… —le confesó ella apenada» —¡Lárguense los dos de esta casa ahora mismo o los echo a patadas! —gritó Andrés furioso» —Tarde o temprano te ibas a enterar —dijo Aurora mientras se vestía— lamento que h
Su primer contratiempo fue al llegar, no podía entrar sin invitación; intento sobornar al guardia de seguridad que la detenía, no lo consiguió, vio que llegaban unos viejos amigos y se unió a ellos y de esa manera pudo entrar.Tampoco en aquel lugar los encontró, hacia sólo unos minutos que ellos se habían marchado, justo cuando estaba discutiendo con el guardia. Ellos habían salido por la puerta trasera.Por enésima vez pregunto por ellos y al enterarse su destino, volvió a ir tras de sus huellas.Todo fue inútil, tal parecía que la suerte la odiaba y se ponía en su contra. O llegaba cuando él ya se había marchado o simplemente Andrés y su amigo cambiaban de planes yendo a otro lado diferente al que dijeran que acudirían.Para esos momentos, llevaba recorrida media ciudad, y no había logrado verlos.El tiem