Al caer la noche, los lobos levantaron el campamento. La tienda de campaña del Alfa era custodiada por varios guardias. Alfa Caleb se encontraba en un escritorio, sentado revisando algunas cosas y escribiendo en un pergamino, mientras que Namar, permanecía sentada en una silla, en una esquina del lugar. El joven Alfa levantó la vista para ver a la loba y se percató que ella permanecía con sus ojos semicerrados, con su cabeza apoyada sobre su puño, al borde de caer dormida. - ¿Te aburre estar aquí? - comentó Alfa Caleb. Namar abrió los ojos - pensé que siempre habías soñado con ser una princesa. - De hecho, es bastante tedioso… - confesó.- ¿Qué preferirías estar haciendo? Lavando trastos, sirviendo la mesa, siendo de entretención para mis hombres… - Apuesto a que sus lobos se divierten más que usted, allá afuera. - ¿Con Astrid? Es muy probable. - No me refiero a eso- Sé a lo que te refieres… ¿Quieres salir? Ir y sentarte alrededor del fuego, bailar y canturrear tontamente, como
Los gemidos de Astrid continuaron por un par de horas más. La loba estaba totalmente extasiada de haber logrado estar aquella noche con la suma de cincuenta lobos, que hicieron de ella una diosa del sexo, lamiendo sus grandes pollas y dándoles toda la satisfacción que ellos deseaban de ella; y siendo lamida y degustado su coño por tantos como quisieron. Aquella, se diría, fue una buena noche, triunfal, para la joven y libertina loba.En tanto, Namar y Alfa Caleb, durmieron por primera vez en la misma cama, siendo vencidos por el sueño.Nadie se esperaba, que aquella noche, a poco más de una hora antes del alba, mientras todos dormían exhaustos de tanto fuego, alguien desconocido entraría sigilosamente al campamento, hasta llegar a la tienda de Alfa Caleb. Namar, que siempre dormía alerta, logró percibir la presencia de aquel lobo que los observaba y oyó la espada que suavemente desenvainó para atacarles. La joven loba se incorporó rápidamente y sacó la espada de Alfa Caleb que se enc
- Beta Emir ¿Puede limpiar las manos de Alfa Caleb con esta solución?Astrid le entregó una botella con un líquido, junto con un paño limpio a Emir, que los recibió, aun anonadado. La joven loba molió un par de hierbas en su mortero, para luego depositarlas sobre las palmas del Alfa. Mientras vendaba sus manos, Alfa Caleb rompió el silencio.- ¿Cómo sabes todo esto? - preguntó. La joven loba sonrió ante la pregunta.- Sabes, no siempre fui una esclava, Alfa - luego hizo una pausa para inhalar - mi madre era curandera en la manada donde crecí, fui esclavizada cuando aún era una niña, pero mi madre me enseñó todo lo que se necesita. No es muy útil en mi particular posición de cortesana, pero sí, en ocasiones, cuando se requiere. - Creo que ni siquiera la curandera de la manada hubiese reaccionado tan bien… - comentó pensativo Beta Emir. Astrid solo sonrió, sin despegar la vista de lo que estaba haciendo.- Por cierto… - dijo Astrid - te extrañé en mi pequeña fiesta, Beta Emir. - No di
Astrid continuó acompañando a Namar, durante todo ese día, Emir le ayudó, buscando agua y en lo que fuese necesario. La joven loba buscaba instancias para abordarlo, pero Emir no daba lugar a pláticas extendidas. Cuando cayó la noche, Astrid se encontraba arreglando las mantas de Namar, la joven loba de fuego ya se había quedado dormida. Emir entró a la tienda. - ¿Cómo se encuentra? - preguntó el joven lobo- Es fuerte. Su sistema aun no ha eliminado el acónito, pero estará bien. La herida ya no sangra, su color y temperatura son normales, por lo que puedo descartar cualquier infección… es de cuidado, mientras no tenga la habilidad de sanar, pero estará bien… es una loba muy fuerte. Una Omega no habría resistido. Administré algunas hierbas en infusión para que pueda dormir por más tiempo, así se recuperará más pronto - dijo Astrid acariciando con cariño el rostro de la joven loba.- Puedo notar que sientes gran aprecio por ella… - Ante sus palabras, Astrid volteó a verlo- Es una gr
Alfa Caleb asistió sin demora a su reunión en la manada aliada, la manada Luna menguante, a la que debía visitar. Debido a los incidentes en el campamento, decidió ir solo en compañía de sus soldados y dejar el campamento. Olvidó los protocolos de los Alfas, dejando todos los atavíos y cosas sin importancia atrás, yendo en su piel de lobo, junto a sus soldados a la cita, para no adicionar tiempo extra en banalidades que no le permitieran llegar pronto a reencontrarse con Namar.El Alfa Kaan vio desde el ventanal de su castillo, como una jauría de lobos, se aproximaba, reconociendo entre los lobos a Alfa Caleb. El Alfa de la manada Luna Menguante, era un lobo de mediana edad, quien ya tenía a su descendiente, un lobezno de diecisiete años. Al lobo Alfa le pareció muy extraña y poco convencional la forma en que el joven Caleb llegó a su manada, no comprendía el afán de los lobos más jóvenes por querer cambiar lo preestablecido y simplemente movió la cabeza en desaprobación, intentando r
Alfa Caleb corrió junto a sus lobos, a través del desierto. Las palabras de Alfa Kaan retumbaban en su mente… De verdad ¿Namar se había convertido en su debilidad? ¿Era capaz de arriesgar a toda su manada por ella? ¿Era capaz de entregar a Namar a su enemigo, por proteger a su manada? Alfa Drago ya conocía la verdad; siendo así y, suponiendo que Namar no hubiese mentido ¿Sería capaz el maldito, de dañarla sabiendo que es su hija?Llegaron al campamento entrada la noche, Astrid y Emir salieron de la tienda a recibir a Alfa Caleb. El joven Alfa inmediatamente se transformó, al volver al lugar y habló a los lobos.- ¿Cómo está su Luna? - Ella está muy bien - comentó Astrid - Es una loba muy fuerte, es probable que el día de mañana ya esté recuperada casi por completo. En este momento está durmiendo, le administré algunas hierbas, para que pueda dormir y recomponerse más rápido. - Bien… - comentó el joven Alfa - ¿Algún conflicto? - Ninguno, Alfa - dijo Emir - Las cosas han permanecido
Al comprender lo que estaba sucediendo, Alfa Caleb fue hasta atrás, al carruaje donde se encontraba Namar.- Namar - Dijo, intentando esconder su angustia- ¿Qué sucede? - Le dijo la joven, intentando divisar el frente, a través de la ventanilla. Intentó abrir la puerta del carruaje, pero Caleb la detuvo.- No salgas. No permitas que te vean- ¿Por qué? ¿Quién puede verme?- Tu Padre… Alfa Drago está aquí. Los ojos de Namar se abrieron con temor, mientras que Alfa Caleb intentaba analizar la situación con la cabeza fría. Alfa Drago había intentado acabar con su vida, mientras estaba en el campamento, estaba muy claro para él, que el maldito viejo sabía que se encontraba fuera de su manada. Ahora, en su regreso, se interponía entre él y su ciudad; estaba más que claro que Alfa Drago no tenía intenciones pacíficas. El joven Alfa dirigió su caballo hasta el frente de su jauría, inhalando hondo, para enfrentar al desalmado Alfa que buscaba generar caos en su manada. Beta Emir se posicio
El séquito de Alfa Drago avanzó, retirándose del territorio de Alfa Caleb. El joven Alfa sentía como parte de él le había sido arrebatado; pero no podía expresarlo: Él era un Alfa, y cosas como la debilidad o el amor, estaban vetadas para él. Un Alfa jamás puede mostrar debilidad y finalmente, hizo lo que cualquier Alfa habría hecho, priorizar a su manada, antes que a su pareja. Sin embargo, él y su lobo sabían, que la ausencia de Namar jamás podría ser llenada por ninguna otra loba en su vida, aunque fuese por poco tiempo, él tuvo la fortuna de experimentar el amor de su pareja dada por la diosa de la Luna, un “lujo”, que ningún Alfa podía darse. Lidiando con esta derrota silenciosa, Alfa Caleb volvió a su manada; mientras que Alfa Drago, regresó a su manada, con una sonrisa triunfal, sabiendo que, no solo había conseguido su botín, sino que también, había logrado dañar nuevamente la fortaleza de su enemigo. - ¡Guardias! - gritó, cuando ya no se lograba divisar ningún lobo rival a