Las criadas entraron a la habitación de la joven loba, por encargo de Beta Kerim, la ayudaron a bañar y la vistieron adecuadamente. Caminó por los pasillos en compañía del joven Beta, sin cruzar palabras, hasta llegar al despacho del Alfa. Beta Emir abrió la puerta, para que Namar entrara, la joven loba inhaló profundamente para darse valor. Hizo una suave inclinación de cabeza que la asqueó en cada fibra de su ser, sabiendo frente a la clase de lobo estaba frente a él. - Levántate, dijo el Alfa.Beta Emir quiso cerrar la puerta tras de sí, para quedarse fuera de la habitación, pero el Alfa lo detuvo.- Kerim, no te vayas - le ordenó - cierra la puerta, tú también debes estar aquí.Namar no podía comprender la situación que se estaba formando en esa habitación, después de todo, estaba totalmente ignorante de la conversación que Caleb había entablado con Alfa Kaan.Alfa Drago se echó hacia atrás en su asiento observando a la joven loba que permanecía aún inmóvil en la puerta. - Cami
Namar intentó comprender el dolor de Alfa Drago al perder a su pareja, aunque no podía comprender cómo podía sentirse; no es como que a una esclava se le enseñara cómo se siente exactamente el tener a tu pareja predestinada, se preguntaba si es que había alguna especie de señal para saberlo, ¿Se sentiría de un modo similar a lo que ella estaba sintiendo al haberse separado de Caleb? Sí, es verdad, ella y su lobo debían admitir que sentían una conexión muy fuerte por el joven Alfa, pero eso no era una unión de parejas predestinadas, si así hubiese sido, Caleb lo habría confesado y no, negado.En su interior, Namar podía sentir como su loba aullaba angustiada por el rechazo de Alfa Caleb. No lograba comprender cómo podía sentir dolor por algo que ella supo, desde un principio, era un acuerdo de emparejamiento falso. Aun así, extrañaba su olor y el contacto con su piel. No comprendía por qué se sentía de ese modo.- Tu, hija, soportaste los venenos administrados, por ser una cachorra Al
- ¡Mátenla ahora! – Dijo el Alfa - Pero, Alfa, es su hija - ¡Ese demonio jamás será mi hija! No quiero ver su rostro… ¡Llévensela y mátenla ya! Tírenla al río. Su nombre era Namar. En aquel tiempo las cosas no eran como lo son ahora. Ella nació en un fastuoso palacio rodeada de lujos, cuando los Alfas tenían el control sobre esclavos, concubinas y cortesanas; servidos y venerados como reyes. Se diría que su destino era ser la hija predilecta del Alfa, al haber sido gestada en el vientre de la concubina favorita de su padre; sin embargo, el Alfa Drago engendró a una cachorra fuerte como él, y su madre era muy frágil y pequeña, lo que no le permitió sobrevivir al cansado nacimiento de Namar. Su padre la culpó eternamente y la maldijo por haber sido la causante de la muerte de su amada concubina y ordenó que terminaran con su vida. La partera, con la cachorra en brazos, no fue capaz de acatar tan terrible orden, por lo que buscó entre los rincones de palacio, a una esclava y le e
El encargado se dirigió hasta la celda donde dormía Namar, muy preocupado. - Namar… - dijo muy serio – ¿Qué has hecho? - ¿De qué hablas? Yo no he hecho nada – intentó mentir - Has cometido el peor error de todos… te has dejado ver por el Alfa. - Debía ver a madre Tabita… ese Alfa es un despiadado animal. - Ese Alfa es tu padre, Namar… ¿No comprendes aun la gravedad de la situación, verdad? Alfa Drago ha ordenado que preparemos a la nueva esclava para servirlo en sus aposentos… él desea acostarse contigo. - ¿Qué? Pero Argos, yo no puedo acostarme con él… ¡Él es mi padre! - Pero eso, nuestro Alfa no lo sabe. Le has dicho que has llegado en el último barco de esclavos… él ni siquiera sospecha que tu sigues con vida, Namar.- Por la diosa ¿Qué haré? - Ay, pequeña… mejor hubiese sido tu muerte. Terminar como la concubina de tu propio padre… - No, Argos… no lo haré.Namar habló decidida, caminó fuera de las mazmorras, pero los guardias la detuvieron. - Alfa Drago ha ordenado que v
El viaje duró dos días, en los que permaneció la mayor parte del tiempo recostada en la carreta inmóvil, con la certeza que al llegar la noche, el mercader se acercaría nuevamente a ella a poner sus manos sobre su cuerpo, recorrerla por completo y lamer sus pechos. Hoy podía comprender porque su madre decía que, en ocasiones, la esclavitud era peor que la muerte ¿Qué podía esperar ahora que ocurriera con su vida? Tal vez lo mejor sería que llegara a manos de algún lobo suicida que acabara con esa horrible existencia que tendría que vivir en adelante. Bajo la pesada manta que cubría la carga de la carreta, Namar no podía ver como el mercader entró a un pueblo correspondiente a la manada Luna Cristal y que se dirigía con la firme intención de hablar directamente con el encargado de los esclavos de palacio. Llegó a las puertas de la fastuosa casa de la manada y habló a los guardias. - Necesito hablar con el encargado de los esclavos – dijo el mercader.- ¿Quién eres tú? – le dijo un
Llevaba un par de días encerrada en la habitación; realmente las comodidades eran pocas, únicamente una cama, sin más muebles, o un espejo.La luz entraba únicamente por una pequeña ventana con gruesos barrotes, por donde se podía observar lo que ocurría frente a palacio; aquello se convirtió en la única entretención para Namar. Una tarde de aquellos días, que para ella transcurrían de la misma manera, vio como la gente frente a palacio se agolpaba y, a lo lejos, un séquito se acercaba. Al entrar en la ciudad, sonaron trompetas y los lobos recibieron con vítores al grupo de recién llegados. Namar desconocía el motivo de tal agitación, podía escuchar cómo, dentro de palacio, los lobos también corrían, sin embargo, un sentimiento de temor llenó su corazón… Caía ya la noche, cuando el grupo de lobos entró a Palacio y el encargado de los esclavos irrumpió de golpe en la habitación. - Muévete – dijo sin dar más explicaciones. Namar no comprendió la orden y lo observó con rostro de dud
Alfa Caleb se abalanzó sobre Namar y rasgó su vestido, dejándola totalmente desnuda y entró en ella con su pene erecto, con gran fuerza. Namar se aferró a las muñecas del lobo, para contener el dolor que le produjo el rompimiento tan brusco y violento de su himen. Apretó sus ojos para evitar que las lágrimas se agolparan y brotaran libremente, cuando aquel Alfa se movía dentro y fuera de su coño que escocía de dolor. Parecía que jamás se detendría. Levantó las piernas de Namar por sobre sus hombros, para entrar con su enorme polla aún más dentro de ella, en ese momento, la joven loba no resistió más y rogó que se detuviera. - Basta… por favor, Alfa…. Haré lo que me pidas, pero por favor… no más – dijo entre lágrimas. - Comprenderás tu posición, esclava. Jamás volverás a negarte a una orden de tu Alfa – le dijo aun moviéndose dolorosamente dentro de ella.- No lo volveré a hacer… lo siento, Alfa Caleb – dijo.El Alfa se detuvo, sujetó a Namar del cabello y la introdujo en su boca
A la mañana siguiente Namar despertó como de costumbre, tendió su cama y se sentó junto a la pequeña ventana a observar el ir y venir de los lobos en el pueblo, esperando a ver si alguien recordaba que ella se encontraba aun en aquella habitación/celda, y le llevaba algún pedazo de pan para aplacar su hambre. Aun sentía el fuerte agarre de aquel Alfa en sus brazos y muslos, y el dolor entre sus piernas. Jamás imaginó que el sexo sería algo tan terrorífico y desagradable, como ha tenido que experimentarlo ella. Realmente la muerte sería mucho más llevadera que ser la esclava o la concubina de ese sanguinario Alfa. Hasú, el encargado de los esclavos, llegó hasta la habitación de Namar y abrió la puerta, ella se encontraba meditando en sus desventuras y volteó para verlo, al darse cuenta que se trataba de él, su rostro se llenó de temor, pensando en que sería llevada nuevamente con el Alfa. - Que mal aspecto tienes… - dijo el encargado – andando, esclava. Muévete. Namar se quedó in