Al comprender lo que estaba sucediendo, Alfa Caleb fue hasta atrás, al carruaje donde se encontraba Namar.- Namar - Dijo, intentando esconder su angustia- ¿Qué sucede? - Le dijo la joven, intentando divisar el frente, a través de la ventanilla. Intentó abrir la puerta del carruaje, pero Caleb la detuvo.- No salgas. No permitas que te vean- ¿Por qué? ¿Quién puede verme?- Tu Padre… Alfa Drago está aquí. Los ojos de Namar se abrieron con temor, mientras que Alfa Caleb intentaba analizar la situación con la cabeza fría. Alfa Drago había intentado acabar con su vida, mientras estaba en el campamento, estaba muy claro para él, que el maldito viejo sabía que se encontraba fuera de su manada. Ahora, en su regreso, se interponía entre él y su ciudad; estaba más que claro que Alfa Drago no tenía intenciones pacíficas. El joven Alfa dirigió su caballo hasta el frente de su jauría, inhalando hondo, para enfrentar al desalmado Alfa que buscaba generar caos en su manada. Beta Emir se posicio
El séquito de Alfa Drago avanzó, retirándose del territorio de Alfa Caleb. El joven Alfa sentía como parte de él le había sido arrebatado; pero no podía expresarlo: Él era un Alfa, y cosas como la debilidad o el amor, estaban vetadas para él. Un Alfa jamás puede mostrar debilidad y finalmente, hizo lo que cualquier Alfa habría hecho, priorizar a su manada, antes que a su pareja. Sin embargo, él y su lobo sabían, que la ausencia de Namar jamás podría ser llenada por ninguna otra loba en su vida, aunque fuese por poco tiempo, él tuvo la fortuna de experimentar el amor de su pareja dada por la diosa de la Luna, un “lujo”, que ningún Alfa podía darse. Lidiando con esta derrota silenciosa, Alfa Caleb volvió a su manada; mientras que Alfa Drago, regresó a su manada, con una sonrisa triunfal, sabiendo que, no solo había conseguido su botín, sino que también, había logrado dañar nuevamente la fortaleza de su enemigo. - ¡Guardias! - gritó, cuando ya no se lograba divisar ningún lobo rival a
Las criadas entraron a la habitación de la joven loba, por encargo de Beta Kerim, la ayudaron a bañar y la vistieron adecuadamente. Caminó por los pasillos en compañía del joven Beta, sin cruzar palabras, hasta llegar al despacho del Alfa. Beta Emir abrió la puerta, para que Namar entrara, la joven loba inhaló profundamente para darse valor. Hizo una suave inclinación de cabeza que la asqueó en cada fibra de su ser, sabiendo frente a la clase de lobo estaba frente a él. - Levántate, dijo el Alfa.Beta Emir quiso cerrar la puerta tras de sí, para quedarse fuera de la habitación, pero el Alfa lo detuvo.- Kerim, no te vayas - le ordenó - cierra la puerta, tú también debes estar aquí.Namar no podía comprender la situación que se estaba formando en esa habitación, después de todo, estaba totalmente ignorante de la conversación que Caleb había entablado con Alfa Kaan.Alfa Drago se echó hacia atrás en su asiento observando a la joven loba que permanecía aún inmóvil en la puerta. - Cami
Namar intentó comprender el dolor de Alfa Drago al perder a su pareja, aunque no podía comprender cómo podía sentirse; no es como que a una esclava se le enseñara cómo se siente exactamente el tener a tu pareja predestinada, se preguntaba si es que había alguna especie de señal para saberlo, ¿Se sentiría de un modo similar a lo que ella estaba sintiendo al haberse separado de Caleb? Sí, es verdad, ella y su lobo debían admitir que sentían una conexión muy fuerte por el joven Alfa, pero eso no era una unión de parejas predestinadas, si así hubiese sido, Caleb lo habría confesado y no, negado.En su interior, Namar podía sentir como su loba aullaba angustiada por el rechazo de Alfa Caleb. No lograba comprender cómo podía sentir dolor por algo que ella supo, desde un principio, era un acuerdo de emparejamiento falso. Aun así, extrañaba su olor y el contacto con su piel. No comprendía por qué se sentía de ese modo.- Tu, hija, soportaste los venenos administrados, por ser una cachorra Al
Cuando el joven Alfa Caleb volvió a su castillo, traía consigo reprimidas todas las emociones que no podía expresar. Su lobo estaba al borde del colapso en su interior, quería a toda costa salir y correr tras Namar. Sin embargo, por el bien de su manada tuvo que limitarse a ver como su peor enemigo se llevaba a la loba que, aunque jamás logró admitirlo, traspasó la barrera de su gélido corazón e incluso había llegado a amar. Sin embargo, un Alfa no puede arriesgar la vida de toda una manada debido a una loba: Ese sería un indicio indiscutible de debilidad. Si hubiese reaccionado de otra manera, oponiéndose al hecho de que Alfa Drago reclamara de vuelta a su hija, el viejo Alfa habría logrado ver el amor que él sentía por Namar y, sin lugar a dudas, lo habría usado en su contra. Caminó en silencio a través de los pasillos del palacio. Como siempre, súbditos, criados y los lobos que estaban a su servicio, caminaban junto a él, sin embargo, Alfa Caleb se sentía totalmente absorto de lo
- ¡Mátenla ahora! – Dijo el Alfa - Pero, Alfa, es su hija - ¡Ese demonio jamás será mi hija! No quiero ver su rostro… ¡Llévensela y mátenla ya! Tírenla al río. Su nombre era Namar. En aquel tiempo las cosas no eran como lo son ahora. Ella nació en un fastuoso palacio rodeada de lujos, cuando los Alfas tenían el control sobre esclavos, concubinas y cortesanas; servidos y venerados como reyes. Se diría que su destino era ser la hija predilecta del Alfa, al haber sido gestada en el vientre de la concubina favorita de su padre; sin embargo, el Alfa Drago engendró a una cachorra fuerte como él, y su madre era muy frágil y pequeña, lo que no le permitió sobrevivir al cansado nacimiento de Namar. Su padre la culpó eternamente y la maldijo por haber sido la causante de la muerte de su amada concubina y ordenó que terminaran con su vida. La partera, con la cachorra en brazos, no fue capaz de acatar tan terrible orden, por lo que buscó entre los rincones de palacio, a una esclava y le e
El encargado se dirigió hasta la celda donde dormía Namar, muy preocupado. - Namar… - dijo muy serio – ¿Qué has hecho? - ¿De qué hablas? Yo no he hecho nada – intentó mentir - Has cometido el peor error de todos… te has dejado ver por el Alfa. - Debía ver a madre Tabita… ese Alfa es un despiadado animal. - Ese Alfa es tu padre, Namar… ¿No comprendes aun la gravedad de la situación, verdad? Alfa Drago ha ordenado que preparemos a la nueva esclava para servirlo en sus aposentos… él desea acostarse contigo. - ¿Qué? Pero Argos, yo no puedo acostarme con él… ¡Él es mi padre! - Pero eso, nuestro Alfa no lo sabe. Le has dicho que has llegado en el último barco de esclavos… él ni siquiera sospecha que tu sigues con vida, Namar.- Por la diosa ¿Qué haré? - Ay, pequeña… mejor hubiese sido tu muerte. Terminar como la concubina de tu propio padre… - No, Argos… no lo haré.Namar habló decidida, caminó fuera de las mazmorras, pero los guardias la detuvieron. - Alfa Drago ha ordenado que v
El viaje duró dos días, en los que permaneció la mayor parte del tiempo recostada en la carreta inmóvil, con la certeza que al llegar la noche, el mercader se acercaría nuevamente a ella a poner sus manos sobre su cuerpo, recorrerla por completo y lamer sus pechos. Hoy podía comprender porque su madre decía que, en ocasiones, la esclavitud era peor que la muerte ¿Qué podía esperar ahora que ocurriera con su vida? Tal vez lo mejor sería que llegara a manos de algún lobo suicida que acabara con esa horrible existencia que tendría que vivir en adelante. Bajo la pesada manta que cubría la carga de la carreta, Namar no podía ver como el mercader entró a un pueblo correspondiente a la manada Luna Cristal y que se dirigía con la firme intención de hablar directamente con el encargado de los esclavos de palacio. Llegó a las puertas de la fastuosa casa de la manada y habló a los guardias. - Necesito hablar con el encargado de los esclavos – dijo el mercader.- ¿Quién eres tú? – le dijo un