Liuggi no podía creer tanta coincidencia ¿Qué probabilidades había de encontrarse en menos de un par de horas a la misma persona, era mucha casualidad, pensaba el hombre irritado.
—¡Por Dios mujer!, es una desgracia coincidir contigo cada dos por tres. Por si lo olvidaste, te recuerdo, fuiste tú quien me chocó a mí y el taxi lo pare yo, no tendría problema en dejártelo, pero desgraciadamente tengo una reunión muy importante, estoy retardado.
—¿Tu madre no te ha enseñado a ser un caballero? Debes darme el taxi a mí, ¡soy mujer! —exclamó desafiante.
—¡Ya veo! Eres una frágil mujer cuando te conviene ¿Dónde quedó tu discurso feminista? La igualdad entre hombres y mujeres y nosotros subestimándolas. Pues, te complaceré, no te dejaré mi taxi porque lo vi primero y lo necesito —expuso con firmeza.
Cuando estaba abriendo la puerta del auto, ella se tiró encima, la volvió a cerrar gritando como loca.
—¡Auxilio! Este hombre está atacándome, tocó mi trasero, ahora quiere robarme.
Liuggi no esperaba esa reacción de ella. La gente alrededor empezó a fijarse en ellos, mientras la loca no dejaba de gritar, por el contrario alzaba más la voz para llamar la atención de los presentes, muchos empezaron a reclamarle diciéndole:
—¿Qué le está haciendo a la chica? Respete, no ve que es una dama—. Así, comenzó a escuchar otros comentarios en defensa de la chica.
Él se acercó a la gente tratando de explicarles, no eran ciertas sus acusaciones y ella aprovechó la situación, subió en el taxi. Cuando Liuggi volteó ella tenía una gran sonrisa pícara, mientras con su mano izquierda le decía adiós.
Liuggi se quedó viendo al taxi mientras arrancaba con la loca abordo.
—¡Maledizione!
Estaba muy molesto con esa mujer del demonio, era una tramposa, lo acusaba de agresión para propiciar el enfado de la gente en su contra y así aprovechar a tomar el taxi que él había parado. Suspiró para calmarse, lo bueno, al final los presentes, pudieron darse cuenta de la treta de la mujer, terminaron pidiéndole disculpas.
Debió esperar un aproximado de más de diez minutos para tomar otro taxi, y pedirle lo llevara a las oficinas de Augusto Morelli. Cuando subió comenzó a revisar, unos documentos que llegaron a sus manos y eran necesarios para la reunión.
Quedó sorprendido al ver su contenido, le pareció interesante conocer las verdaderas intenciones de Morelli, aunque no estaba dispuesto a que se saliera con la suya. Cuando llegó a su destino, pagó y bajó del auto, caminando a la sala de juntas donde lo estaban esperando.
Cuando entró al salón, la reunión había comenzado, se encontraba Augusto Morelli un empresario Italo-Español de cincuenta años de edad, de actitud muy intimidante y algunos accionistas de la empresa.
En representación de Lombardi Security Solution, por supuesto asistió Lisbani Angélica Antonelli, quien aparte de la abogada era accionista de la empresa.
—Buen día, siento haber llegado tarde, tuve algunos inconvenientes —se disculpó, sin dejar de posar los ojos en Lisbani, sus miradas se cruzaron y una sensación de calor recorrió su cuerpo.
Cuando lo vio Morelli, lo observó de manera despectiva.
—Al fin te dignas a llegar, pensé te importaba poco la falla en los sistemas de seguridad.
—Acabo de disculparme, si no me interesara no hubiese mandado a la persona de más confianza dentro de mi empresa —señaló con seriedad.
—No debería ser ella quien dé la cara, sino tú, es tu empresa, tus dispositivos defectuosos, los cuales le están causando grandes daños económicos a mi empresa. Pero al parecer como las pérdidas económicas son solo mías, pretendes evadir tu responsabilidad.
Liuggi se sonreía en un gesto despectivo.
—Estás hablando visceralmente Morelli, aunque no entiendo cuáles son tus intenciones en hacerlo, no me sorprende si tienes alguna agenda oculta.
—Mi intención era llegar a una solución de este problema por vía amistosa, aunque ahora creo lo remitiré al departamento legal de la empresa—concluyó en tono amenazador.
—¡Vaya Morelli! Me encanta tu forma para resolver los conflictos por vía amistosa, si apenas llegué no has dejado de vociferar de manera amenazante. Me encanta, deberías patentar tu método, para darlos a conocer a los mediadores en el manejo de conflictos. —expresó el más joven con sarcasmo.
Una hermosa mujer de cabello negro largo, hasta la cintura, ojos café, nariz perfilada, un cuerpo divinamente proporcionado, se levantó del asiento tomando la palabra, no era otra que Lisbani, no pudo evitar una erección al solo verla “¡Calma!”, se dijo y dirigió su atención a las palabras de la chica.
—Por favor, siento están muy alterados. Vamos a calmarnos, de esta manera no podremos solucionar nada.
—¿Qué propone usted señorita? —preguntó Morelli sin dejar de verla.
—Señor Morelli, nuestra empresa abrió una investigación para determinar el origen de la falla en los sistemas de seguridad, con los resultados podemos tomar acciones favorables a todos —respondió la chica con diplomacia.
—Dada su extensa experiencia ¿Qué pudo haber pasado? —interrogó con un dejo de burla en su semblante, pensando en intimidar a la mujer.
—Tengo dos, puede tratarse de un error de fábrica de los dispositivos, de comprobarse este supuesto, nosotros ejerceríamos las acciones pertinentes contra el fabricante.
Allí tomó la palabra Liuggi.
—Debo dejar claro, de ser cierto esa teoría, yo como presidente y accionista mayoritario no tengo ninguna oposición en pagar los daños a su empresa, porque soy un hombre de honor, si la responsabilidad llegase a recaer en nosotros, personalmente me encargaré de dirigir el resarcimiento correspondiente.
» Sería necesario nombrar una comisión integrada por representantes de ambas empresas y un tercero especialista en la materia, ajeno a las partes, para calcular el monto a pagar. Continúa —señaló mirando a Lis de manera intensa.
No podía dejar de pensar en ella, aunque tenía numerosas mujeres, ella era la única constante en su vida, aunque había intentado alejarse, siempre terminaba otra vez a su lado, era una mujer genial, hermosa e inteligente una excelente combinación, aunque no podía amarla, pero era perfecta.
Lisbani continuó.
—Mi segunda teoría, puede tratarse de un saboteo a los dispositivos de seguridad. En ese caso le correspondería a su empresa señor Morelli, realizar las investigaciones pertinentes para dar con los responsables.
Morelli no podía dejar de apartar los ojos de Lisbani, la miraba hipnotizado, absorto por completo en su belleza, eso causó en Liuggi molestia.
Sin pensar, se levantó del asiento por completo cabreado, haciéndolo caer por el impulso, lo tomó del cuello sujetándolo con fuerza.
—¡No la veas! ¡Aparta tu maldita mirada de ella! Déjala de observar como si fuera un bistec, porque no me va a importar darte un puñetazo para romperte tu ya defectuosa nariz —espetó con voz gruesa e intimidante, dominado por la ira.
El hombre intentó soltarse, pero el agarre de Liuggi era demasiado fuerte, todos miraban sorprendido la reacción del hombre, sin entender las razones para haber actuado tan violentamente.
— Lo único que deseo de ti Morelli, es tu compromiso en los mismos términos en los cuales yo me he comprometido. Aunque dudo mucho seas un hombre de honor y no tengo ninguna duda de que tu empresa es la responsable de todo.
Morelli enrojeció de la ira al oír las últimas palabras expuestas por Liuggi.
—¿Te crees muy seguro de ti mismo Lombardi? No obstante, ¿Cómo explicas que siendo tan experto en materia de seguridad, tu sistema dual es una m****a?—interrogó con burla.
—La seguridad no es tu fuerte Morelli, el sistema de alarma instalado a tu empresa es uno solo aunque contenga dos componentes, sin embargo, incluí en algunas secciones doble sistema de seguridad y video verificación independiente, por lo cual, no te preocupes, voy a dar con la verdad de los hechos—concluyó sonriente.
» Pero algo me hace demasiado ruido y resulta bastante interesante. Tienes más de cinco años contratando los servicios de mi empresa de seguridad, nunca habías tenido ninguna objeción; es ahora, precisamente cuando has adquirido acciones de Security World, cuando de forma sorpresiva los dispositivos fallan ¿No te resulta bastante curioso? Por eso, yo lo tomaré en cuenta por si este asunto pasare al departamento legal de mi empresa —. Se levantó del asiento, asió el maletín, y agarró la mano de Lisbani, levantándola también y llevándola consigo.
Camino hacia la puerta, le soltó la mano, colocándose un dedo en el mentón, para segundos después regresar diciendo:
—Aquí tienes una copia del registro de la empresa de la cual eres socio, ¡Por Dios! ¡Qué despistado soy!, es cierto ya la tienes, aunque igual te la dejo—comentó burlón, mientras salían de la sala de juntas.
—¡¿Qué diablos fue todo eso?! —preguntó Lisbani sorprendida.
—¡Es un viejo asqueroso! Te estaba desnudando con la mirada —expresó más tranquilo.
—¿Eso en que te afecta Lombardi? —inquirió la chica alzando las cejas con curiosidad, mientras terminaban de recorrer el pasillo con camino al ascensor.
—¿A mí? ¡En nada! —simuló con una sonrisa—. Pensé te afectaba a ti, por eso reaccioné de esa manera. Pero ya sé para la próxima Lisbani, te encanta ver a los tipos babeando por ti. Mejor olvidemos este punto y hagamos como si nunca sucedió.
“Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quien tiene corazón.”Gabriel García Márquez.
Al salir de las oficinas, llamaron el ascensor marcaron y bajaron al estacionamiento donde Lisbani tenía aparcado su vehículo, le extendió las llaves a Liuggi diciéndole: — ¡Ten! Maneja tú por favor —Liuggi hizo una mueca. —Nooo, yo emocionado porque me iba a gastar una gran choferesa, mientras con toda confianza me embelesaba con mi móvil a responder mis correos electrónicos y los mensajes de mis numerosas admiradoras, eres una verdadera aguafiestas Lisbani Antonelli—expresó en tono juguetón, mientras tomaba las llaves del auto, le abría la puerta para hacerla subir y luego abordaba él. Al encontrarse en el coche cuando él estaba encendiéndole Lisbani se le acercó, lo tomó del mentón y le dio un beso rápido en la boca, mientras le acariciaba el rostro comentándole. —Estoy orgullosa de ti Lombardi, estuviste realmente genial en todo, ¡Pensé no llegarías! Antes de tu entrada la prepotencia de
Él la observó por un momento, la vio mirando por la ventanilla del auto, no le gustó verla triste, le tomó la mano besándosela y expresó:—Ya no quiero verte triste, ni tampoco enojada. Tengo hambre, esta mañana salí deprisa sin desayunar, ¿Podemos ir a almorzar? —preguntó Liuggi.—¿Es una invitación Lombardi? —preguntó suspicaz.—Es una sugerencia, porque ando en tu carro y eres quien manda—dijo en tono neutro.—Ojalá me dijeras eso siempre. Almorcemos en mi departamento, yo invito —propuso la chica de mejor humor.—¿No será meterme en la cueva del lobo?—interrogó arqueando las cejas.—Le vas a tener miedo a una lobita como yo—pronunció coqueta—además
Tres días despuésLiuggi se estaba vistiendo, en menos de un par de horas su mejor amigo Nickólas Sebastini contraería matrimonio con la mujer a quien amaba profundamente Sophía Madrid, ambos se habían quedado juntos la noche anterior, pues pensaban era mala suerte ver a la novia el mismo día de la boda.—¿Cómo te preparas amigo para tu gran día?—le preguntó a Nick.—Jamás pensé estaría nerviosa el día de mi boda, ¡Es increíble! En apenas unas horas, voy a casarme con ella. Estoy loco, mas en verdad amo a Sophía con todas mis fuerzas, energías.—Eso me hace feliz, estoy muy alegre por ti, por haber superado todas tus inseguridades y por confiar de nuevo en Sophía —mencionó Liuggi colocando su mano en el hombro.
Luego de la ceremonia, empezó la celebración, habían servido una variedad de deliciosos platos para todos los gustos, había desde papas La Bonnotte en salsa blanca, hasta trufas blancas, Atún de aleta azul, Puré de Camote con malvaviscos, queso de alce, caponata siciliana, Arancines sicilianas, risotto al limón, queso de cabra, entre otros exquisitos platos.Liuggi terminó probando los diferentes platos, eran unas delicias, tenía una gran debilidad por la comida, eso junto con el sexo eran su mayor placer; le había tocado sentarse en la mesa con la loca del volante, quien con enfado expresó:—Cualquiera al verte, pensaría que no habías comido en días o ¡ya sé!, eres de quienes acuden a las fiestas sólo a tragar y a beber en exceso, porque es la única manera de acceder a las cosas buenas —concluyó la
Liuggi se quedó pensando en sus palabras “¿Estoy celoso? ¡Claro que no! Por ahora no quiero compartirla, no es porque signifique algo para mí”, dijo para convencerse. Luego escuchó las risitas al otro lado de la línea, le causó molestia su actitud de burla hacia él, sin embargo, le parecía más irritante el hecho de que ella pudiese estar con otro hombre.—Escúchame bien Lisbani Antonelli. El único quien va a tomarte soy yo —comenzó a decir con posesión, mientras la voz le iba enronqueciendo con cada palabra—. Te apartó esa fina lencería de tu cuerpo. Llevo mi mano acariciando lentamente tu muslo interior hasta llegar a tu coño. Comienzo a acariciarlo con movimientos circulares, te sostengo de la nuca halando tu cabello hacia atrás, tú gimes deseosa porque quieres más de mí —con cada
Lisbani estaba en el apartamento, caminaba impaciente de un lugar a otro, esperando la llegada de Liuggi, le prometió ir a pasar la noche más excitante con ella, si con solo esa llamada la dejó totalmente encendida, su cuerpo sensible necesitaba ser amado. A penas cortó la llamada, corrió a ducharse, se puso una lencería roja muy sexy, encendió unas velas aromáticas por todo el apartamento, colocó a enfriar una botella de champaña y sirvió fresas con chocolates, esperando con ansiedad apareciera.Estaba muy feliz de haberle escuchado la voz, si la llamó tal vez estaba pensando en ella y a lo mejor ninguna mujer fijó su interés en él, pensó. Los minutos iban pasando, le marcó al número, aunque timbró el celular no lo atendió. La ansiedad crecía dentro de ella, se sentó en el sofá a esperarlo, los minutos
Un intenso ruido la sacó de ese inquietante sueño, sin embargo, aún no abría por completo los ojos, se quedó inmóvil, esperaba el aparato infernal dejara de sonar, porque, sino la cabeza le iba a terminar estallándole, abrió los ojos y los sintió pesados, así como tenía el cuerpo, la boca la tenía como acartonada, intentó levantarse, pero le dolía hasta el alma, no obstante, debió recostarse por la intensa sensación de mareo.Llevó una de sus manos a la cabeza tratando de calmarse porque sus pulsaciones se habían acelerado, tanto como si estuviese corriendo un maratón, sabía porque estaba así, tarde o temprano el cuerpo terminaría cediendo, mas no pensaría más en eso.Ya sabía cómo era sentirse muerta en vida, exactamente como estaba en ese momento, por má
Lisbani reaccionó al momento de sentir algo frío en su frente, abrió los ojos quedándose sorprendida al reconocer al hombre frente a ella, se trataba de un excompañero de estudio Fabrizio Contí.—No puedo creer mi niña bonita. Es una agradable sorpresa encontrarte aquí —expuso la chica emocionada, mientras él sonreía con alegría. La tomó del mentón, dándole un beso en cada mejilla.—¡Wow! Estás muy hermosa Lisbani, mucho más de la última vez —expresó Fabrizio con una expresión de admiración, pues ella era la mujer a quien siempre recordaba.Se conocieron cuando cursaron estudios universitarios, habían sido amigos muy cercanos, no obstante, desde el momento de la graduación, no habían vuelto a coincidir. Por eso le causó alegría volverlo a ver, ella se incorpor&