Él la observó por un momento, la vio mirando por la ventanilla del auto, no le gustó verla triste, le tomó la mano besándosela y expresó:
—Ya no quiero verte triste, ni tampoco enojada. Tengo hambre, esta mañana salí deprisa sin desayunar, ¿Podemos ir a almorzar? —preguntó Liuggi.
—¿Es una invitación Lombardi? —preguntó suspicaz.
—Es una sugerencia, porque ando en tu carro y eres quien manda—dijo en tono neutro.
—Ojalá me dijeras eso siempre. Almorcemos en mi departamento, yo invito —propuso la chica de mejor humor.
—¿No será meterme en la cueva del lobo?—interrogó arqueando las cejas.
—Le vas a tener miedo a una lobita como yo—pronunció coqueta—además, lo tengo claro, jamás te enamorarás de mí, sin embargo, nada nos impide seguir practicando una sesión de sexo sin compromiso —expresó mientras se subía a horcajadas sobre él, obligándolo a aparcar a un lado.
—¡¿Sabes estás loca?! Pudimos haber chocado—le dijo serio.
—¿No te gusto? ¿Tampoco las cosas que te hago? —inquirió meciéndose encima de él y tocándolo, mientras lo besaba apasionadamente —. Te deseo por favor, no me rechaces —mencionó la chica junto a su boca—, te necesito, no ha habido nadie más.
Liuggi no podía rechazarla, porque le encantaba estar con ella, además Lisbani era demasiado provocativa, aparte no quería ofenderla, la chica tenía la capacidad de provocarlo y tocarlo en el punto exacto donde sus deseos se aceleraban, era como un vicio, no podía renunciar a ella por muchos intentos hechos por hacerlo, entonces si no tenía ningún impedimento, porque negarse a esos momentos de placer y sin pensarlo más respondió a sus besos, cuando sintió su descontrol, la apartó a un lado.
—Vamos a tu apartamento—le dijo con voz ronca.
Siguió conduciendo demasiado ansioso por llegar a su destino, al entrar no mediaron las palabras, sino que la tomó por detrás y la atrajo hacia sí, inclinó la cabeza hacía ella y empezó a besarle el cuello con pasión. El cuerpo de Liuggi se pegó al suyo y un leve corrientazo le recorrió el cuerpo, la volteó y se fueron despojando de la ropa con frenesí, la cual caía desordenada en el piso mientras caminaban abrazados hacia la habitación.
Se arrojaron en la cama y siguieron besándose con ímpetu, dieron rienda a la pasión, le arrancó la ropa interior con violencia, al terminar de desnudarla la colocó de espaldas, acariciando su columna, la inclinó en la cama, mientras la tomaba por las caderas, situándose detrás de ella, se introdujo de una sola estocada, con movimientos duros y fuertes la fue penetrando, mientras sentían oleadas de calor recorrer sus cuerpos.
La apretó con fuerza, entraba y salía de ella con estocadas frenéticas, arrancándole fuertes gemidos a Lisbani, ella siempre tenía esa capacidad de nublarle los sentidos, le encantaba tocarla, estar dentro de ella, lo hacía sentir fuera de sí, siempre sus encuentros eran gloriosos, con Lis, estaba siempre al borde del precipicio, perdió el control, la tomó sin misericordia, con un poco de violencia y sin poder esperar más se vació dentro de ella, mientras olas de placer los recorrían.
Al terminar se acostó con ella, tratando de controlar la respiración, sin querer salir de su interior, la movió quedándose en la misma posición acostados, permaneciendo dentro, no pudo evitar acariciarle los senos, los masajeaba, logrando que Lis le sacudiera el trasero en el pene, eso lo puso a mil, la giró y comenzó a besar, mordisquear y chupar deliciosamente sus senos, disfrutaba de ellos como si fuesen el manjar más exquisito probado.
Ella era como una droga para él, se sintió de nuevo muy erecto y sin pérdida de tiempo, la volvió a penetrar, esta vez fue más fuerte sin ceremonia, entraba y salía con ímpetu de su interior, haciéndole estremecer todo su cuerpo, alcanzando ambos de manera simultánea la cúspide del placer, cayendo uno en brazos del otro completamente extasiados y satisfechos.
Con Lisbani siempre era así, todo pasión, sexo duro, sin ternura, ni delicadeza, sin palabras dulces, ni promesas de amor, por mucha satisfacción que le producía estar con ella, y el delicioso placer sexual experimentado, no la amaba, la quería, pero como una amiga, sin embargo, a pesar de tener otras mujeres siempre volvía a ella, no aguantaba estar mucho tiempo lejos.
De repente se sorprendió y salió de ella asustado, se le olvidó usar protección, enseguida le dijo.
—Lisbani ¿Estás tomando la píldora? No he usado protección.
—Tranquilo Liuggi, yo me encargo, no tienes porque temer—pronunció Lisbani, mientras su conciencia le cuestionaba, por sus intenciones, sentía no tenía otra opción, le pidió perdón mentalmente por eso, aunque había pensado y planificado todo durante muchos días, desde el momento de enterarse… estaba quizás comportando de forma egoísta… no obstante, de inmediato interrumpió sus pensamientos diciéndose interiormente “no mires atrás Angélica, si lo haces puedes arrepentirte y ya no hay vuelta atrás”.
—Me parece bien. No quiero sorpresas Lis —habló con seriedad—. Espero no confundas lo sucedido. Esto entre nosotros es solo y puramente sexo, sin compromiso. No quiero te hagas ilusiones, recuerda soy demasiado egoísta para amar a nadie —dijo sin dejar de mirarla. Sintió algo conmoverlo en su interior, cuando vio como un indicio de tristeza cruzarle el rostro, mas ella lo disimuló rápido, por eso le preguntó—¿Está Claro Lisbani?
Ella sintió su corazón partirse como si fuera galleta, quiso entristecerse, mas de inmediato logró retomar el control, no valía la pena, ella sabía a qué atenerse con Liuggi, jamás la amaría y no podía olvidarse de eso. Liuggi interrumpió sus pensamientos interrogándola nuevamente mientras fruncía el entrecejo.
—¿Me has escuchado Lisbani Angélica?
—No necesitas decir mi nombre completo, como si fueras mi padre y yo una niña desobediente, te entendí perfectamente y claro. Solo te sirvo en la cama, para follar y más nada —. Se levantó caminó al baño para limpiarse, pero de inmediato regresó diciéndole —, si quieres llévate mi auto, ve a comer a un restaurante, retiro la invitación de hacerte la comida. Ya no me provoca cocinar.
—Estás haciendo esto ¿Por qué estás enojada, por lo que te dije? —preguntó preocupado, no le gustaba cuando ella exhibía ese carácter de mujer indomable, porque generalmente con él siempre era agradable.
—No Liuggi, estoy muy encantada —le dijo con sorna
.
—¿Cómo irás al trabajo si me llevo tu vehículo? —preguntó preocupado.
—Voy en la motocicleta—respondió ella desafiante.
—No me gusta te movilices en motocicleta, si no estoy yo manejándola—le dijo con énfasis—además tú corres mucho, me atemorizo de solo pensar puedas tener algún accidente.
Ella se quedó mirándolo incrédula y molesta.
—Pues a mí sí, me gusta conducirla, adoro la velocidad. Además no es asunto tuyo donde y la manera de como me desplazo, no eres nada mío, sino el tipo con quien de vez en cuando follo —refutó mientras entraba nuevamente al baño.
—Cuando te pones con esa actitud no te reconozco Lis, eres una grosera, deberías lavarte la boca con jabón —Le dijo a través de la puerta cerrada.
Mientras sonreía, su chica era así cuando se enojaba. Y luego pensó “¿Tu chica Liuggi? Estás delirando, ella no es tu chica, no sé qué te pasa últimamente con esa morenaza, se está colando en tu mente a cada rato”, se dijo.
Debes buscar a alguien para dejar claro, Lisbani no es nada especial para ti. ¡Por Dios! No podía imaginarse toda la vida con una misma mujer, eso lo asustaba. Debía buscar otra fémina y con urgencia. Pensó mientras salía del apartamento de Lisbani.
“No hay nada más fácil que el autoengaño. Ya que lo que desea cada hombre es lo primero que cree“. Demóstenes.
Tres días despuésLiuggi se estaba vistiendo, en menos de un par de horas su mejor amigo Nickólas Sebastini contraería matrimonio con la mujer a quien amaba profundamente Sophía Madrid, ambos se habían quedado juntos la noche anterior, pues pensaban era mala suerte ver a la novia el mismo día de la boda.—¿Cómo te preparas amigo para tu gran día?—le preguntó a Nick.—Jamás pensé estaría nerviosa el día de mi boda, ¡Es increíble! En apenas unas horas, voy a casarme con ella. Estoy loco, mas en verdad amo a Sophía con todas mis fuerzas, energías.—Eso me hace feliz, estoy muy alegre por ti, por haber superado todas tus inseguridades y por confiar de nuevo en Sophía —mencionó Liuggi colocando su mano en el hombro.
Luego de la ceremonia, empezó la celebración, habían servido una variedad de deliciosos platos para todos los gustos, había desde papas La Bonnotte en salsa blanca, hasta trufas blancas, Atún de aleta azul, Puré de Camote con malvaviscos, queso de alce, caponata siciliana, Arancines sicilianas, risotto al limón, queso de cabra, entre otros exquisitos platos.Liuggi terminó probando los diferentes platos, eran unas delicias, tenía una gran debilidad por la comida, eso junto con el sexo eran su mayor placer; le había tocado sentarse en la mesa con la loca del volante, quien con enfado expresó:—Cualquiera al verte, pensaría que no habías comido en días o ¡ya sé!, eres de quienes acuden a las fiestas sólo a tragar y a beber en exceso, porque es la única manera de acceder a las cosas buenas —concluyó la
Liuggi se quedó pensando en sus palabras “¿Estoy celoso? ¡Claro que no! Por ahora no quiero compartirla, no es porque signifique algo para mí”, dijo para convencerse. Luego escuchó las risitas al otro lado de la línea, le causó molestia su actitud de burla hacia él, sin embargo, le parecía más irritante el hecho de que ella pudiese estar con otro hombre.—Escúchame bien Lisbani Antonelli. El único quien va a tomarte soy yo —comenzó a decir con posesión, mientras la voz le iba enronqueciendo con cada palabra—. Te apartó esa fina lencería de tu cuerpo. Llevo mi mano acariciando lentamente tu muslo interior hasta llegar a tu coño. Comienzo a acariciarlo con movimientos circulares, te sostengo de la nuca halando tu cabello hacia atrás, tú gimes deseosa porque quieres más de mí —con cada
Lisbani estaba en el apartamento, caminaba impaciente de un lugar a otro, esperando la llegada de Liuggi, le prometió ir a pasar la noche más excitante con ella, si con solo esa llamada la dejó totalmente encendida, su cuerpo sensible necesitaba ser amado. A penas cortó la llamada, corrió a ducharse, se puso una lencería roja muy sexy, encendió unas velas aromáticas por todo el apartamento, colocó a enfriar una botella de champaña y sirvió fresas con chocolates, esperando con ansiedad apareciera.Estaba muy feliz de haberle escuchado la voz, si la llamó tal vez estaba pensando en ella y a lo mejor ninguna mujer fijó su interés en él, pensó. Los minutos iban pasando, le marcó al número, aunque timbró el celular no lo atendió. La ansiedad crecía dentro de ella, se sentó en el sofá a esperarlo, los minutos
Un intenso ruido la sacó de ese inquietante sueño, sin embargo, aún no abría por completo los ojos, se quedó inmóvil, esperaba el aparato infernal dejara de sonar, porque, sino la cabeza le iba a terminar estallándole, abrió los ojos y los sintió pesados, así como tenía el cuerpo, la boca la tenía como acartonada, intentó levantarse, pero le dolía hasta el alma, no obstante, debió recostarse por la intensa sensación de mareo.Llevó una de sus manos a la cabeza tratando de calmarse porque sus pulsaciones se habían acelerado, tanto como si estuviese corriendo un maratón, sabía porque estaba así, tarde o temprano el cuerpo terminaría cediendo, mas no pensaría más en eso.Ya sabía cómo era sentirse muerta en vida, exactamente como estaba en ese momento, por má
Lisbani reaccionó al momento de sentir algo frío en su frente, abrió los ojos quedándose sorprendida al reconocer al hombre frente a ella, se trataba de un excompañero de estudio Fabrizio Contí.—No puedo creer mi niña bonita. Es una agradable sorpresa encontrarte aquí —expuso la chica emocionada, mientras él sonreía con alegría. La tomó del mentón, dándole un beso en cada mejilla.—¡Wow! Estás muy hermosa Lisbani, mucho más de la última vez —expresó Fabrizio con una expresión de admiración, pues ella era la mujer a quien siempre recordaba.Se conocieron cuando cursaron estudios universitarios, habían sido amigos muy cercanos, no obstante, desde el momento de la graduación, no habían vuelto a coincidir. Por eso le causó alegría volverlo a ver, ella se incorpor&
Lisbani al girarse vio a Fabrizio, sin embargo, mantuvo una actitud fría, distante como si no lo conociera, pues sus palabras causaron molestia en ella, eso hizo congelar la sonrisa del hombre en el rostro, más cuando la escuchó hablar con una voz firme.—Nosotros en Lombardi Security Solution, somos una empresa seria, con un personal altamente calificado —expresó al mismo tiempo de tomar asiento—¿Iniciaron alguna investigación para determinar la responsabilidad de nuestra empresa? —inquirió sin titubeo—. Considero una irresponsabilidad de su parte, hacer acusaciones tan directas en nuestra contra, pensé tenían un informe detallado y preciso de las novedades, pero si no tienen nada de eso, como pueden afirmar a la ligera nuestra culpabilidad.» Estarían hablando de presunciones, y como abogado señor Conti, d
Liuggi, no podía creer la situación en la cual estaba, debió llamar a Lisbani ayer, terminar esa extraña relación con ella, pero ya era tarde para lamentarse. Sin darse cuenta activó el alta voz, se escuchó claramente la voz de la chica cuando decía.—Hola, querido, me dejaste esperando— reclamó la chica. Él intentó quitar el alta voz, Mariana se lo impidió con firmeza, mirándolo con ojos de odio, mientras su tormento continuó hablando—. La noche de la boda de tu amigo, dijiste estabas deseoso por mí, hasta sexo telefónico tuvimos y me quedé esperándote, ¿Ligaste con alguien más que estaba más cerca de ti? Pues yo, la pase fabuloso, sobre todo porque terminé dándome placer en tu nombre —pronunció de forma descarada.Él intentó hablar, mas