Al salir de las oficinas, llamaron el ascensor marcaron y bajaron al estacionamiento donde Lisbani tenía aparcado su vehículo, le extendió las llaves a Liuggi diciéndole:
— ¡Ten! Maneja tú por favor —Liuggi hizo una mueca.
—Nooo, yo emocionado porque me iba a gastar una gran choferesa, mientras con toda confianza me embelesaba con mi móvil a responder mis correos electrónicos y los mensajes de mis numerosas admiradoras, eres una verdadera aguafiestas Lisbani Antonelli—expresó en tono juguetón, mientras tomaba las llaves del auto, le abría la puerta para hacerla subir y luego abordaba él.
Al encontrarse en el coche cuando él estaba encendiéndole Lisbani se le acercó, lo tomó del mentón y le dio un beso rápido en la boca, mientras le acariciaba el rostro comentándole.
—Estoy orgullosa de ti Lombardi, estuviste realmente genial en todo, ¡Pensé no llegarías! Antes de tu entrada la prepotencia de Morelli estaba a punto de sacarme de mis casillas, casi me le arrojo encima para darle unas cuantas bofetadas, ¿puedes creer?
»El muy descarado quería que Lombardi Segurity, indemnizara a su empresa por el triple de las pérdidas ocurridas como consecuencia de la falla en el sistema de seguridad? Y para obligarme a aceptar esa propuesta hizo el compromiso de mantener discreción sobre lo sucedido para evitar la mala publicidad a la empresa.
Él le acarició el rostro con el torso de la mano, mirándola por unos segundos fijamente.
—Me alegra poder hacerte sentir orgullosa—. De inmediato arrancó el vehículo, tomó la principal avenida y siguió hablando—. Si vi la clase de escoria con la cual está hecho Morelli, es capaz de todo, pero para su pesar, tuvo un error de cálculo, no contaba con que manejáramos información de interés. Tú también estuviste genial, como siempre.
—No me hagas sonrojar —dijo con timidez—¿Y cómo te pusiste en esa información? —indagó curiosa Lisbani.
—Antonelli, ¿Sabes por qué murió el gato?—devolvió la pregunta.
—Por la curiosidad Lombardi, pero no veo porque debas ocultarme esa información a mí, soy tu abogada, tu socia y tu amante o ¿acaso desconfías de mí?
—Lo primero mi estimada, debes saber, nunca es bueno revelar la fuente de información, por mera protección, segundo, estoy seguro soy el único hombre ingenuo capaz de ponerse en un peligro tan latente, en concentrar en una sola mujer tanto poder, porque si mis conflictos fuesen contigo tendría todas las de perder, aunque debo decir a mi favor y recordártelo, ya no somos amantes Lisbani— le explicó serio.
—Si no lo somos es porque tú no lo quieres, ya te confesé mi verdad, estoy enamorada de ti, te amo Liuggi, adoro hasta el suelo por dónde pisas, nada me haría más feliz, como verte decidir aceptar una relación seria conmigo.
—Vaya mujer, ya hemos hablado de eso. Te lo dije de manera clara, cuando te enamoraras, allí todo terminaba. Además eres una exagerada, nunca te he visto prender velas ni arrodillarte por el suelo donde piso, bueno esto último solo algunas veces—manifestó jocosamente y con picardía.
—No puedes tomarte nada en serio Liuggi, siempre debes sacar una broma para todo, ¡Por Dios! Si hasta en una junta te las arreglas para burlarte de tus interlocutores.
—Lisbani, ¿Te estás escuchando?, para ser abogada resulta bastante sorprendente como tienes la capacidad de contradecir tus argumentos a segundos de expresarlos.
—¿Te das cuenta cómo te burlas de mí?—expresó un poco irritada.
—No me estoy burlando, solo afirmo un hecho notorio, dijiste estar enamorada de mí, confesaste tu inmenso amor —habló con un gesto de burla—. A los segundos, confiesas molestarte por sacar broma de todo, esas dos declaraciones son contradictorias entre sí, porque amar es aceptar al ser amado como es, con lo bueno, pero también con lo malo que lo caracteriza, porque a fin de cuenta eso conforma su ser.
» En cuanto a lo demás, lo sabes, nunca me enamoro, jamás te he engañado, somos un par de adultos, maduros, aceptamos las condiciones de nuestra relación, ambos estábamos de acuerdo y si mal no recuerdo, tú fuiste la primera en proponer “Cero dependencia psicológica” —pronunció mofándola—y con eso he cumplido a cabalidad, no puedes molestarte porque me haya comportado de acuerdo a las reglas impuestas por nosotros dos.
—Puse esa condición p-por p-porque—empezó a titubear al hablar—no pensaba terminaría tan colada de ti —concluyó avergonzada, mientras su rostro se cubría de un tenue carmesí.
—¡Wow! Es muy alentador conocer eso, colocas condiciones cuando estás segura de serte favorables. Maravilloso Lis ¡Eso habla maravillosamente bien de ti! —indicó con sarcasmo—claro, si quien me enamoraba era yo, ni por asomo hubieses declarado la intención de cambiar las condiciones de nuestra relación —soltó ya un poco irritado.
» ¿Sabes qué Lisbani? No quiero seguir hablando del tema, creo ya está trillado. No te amo para tener una relación seria contigo, sería ruin por mi parte involucrarme de esa manera, porque no te garantizaría serte fiel, me encantan todas las mujeres, no me parece limitarme en comer de un sólo tarro de chocolate cuando hay tantos otros cuencos llenos.
—¡Eres un cínico! Ya verás Liuggi, un día te veré enamorado de una mujer, andarás detrás de ella y te ignorara, sufrirás en carne propia como es amar sin ser correspondido —expresó Lisbani con su voz un poco quebrada al escucharlo dejarle claro sus sentimientos.
Entretanto pensaba, ¿cómo reaccionaría Liuggi si llegaba a saber que se había enamorado de él desde el primer momento en verlo?
—Cielito, eso jamás lo verás, dentro de unos cuantos meses tendré treinta y dos año, en toda mi vida, jamás he probado un tarro de chocolate lo suficientemente exquisito para hacerme desistir de comer de los demás cuencos —habló con una sonrisa de suficiencia.
—Pues te voy a ver Lombardi, y aunque ese día terminé partiéndoseme el corazón por verte sufrir, también estaré feliz de tener la razón, espero poder decirte “Te lo dije” —expresó ella muy seria, abrazándose a sí misma, pensando en por qué se vino a enamorar de alguien que nunca le correspondería.
Le dio tristeza consigo misma porque nunca iba a saber cómo era sentirse amada, un par de lágrimas escaparon de sus ojos, sin embargo, se las limpió con premura, para así evitar ser vista, mientras esbozaba en su rostro una sonrisa, la cual trataba de simular de la mejor manera el estado de angustia agitado en su interior.
“Inexplicable angustia, hondo dolor del alma, recuerdo que no muere, deseo que no acaba.” Rosalía de Castro.
Él la observó por un momento, la vio mirando por la ventanilla del auto, no le gustó verla triste, le tomó la mano besándosela y expresó:—Ya no quiero verte triste, ni tampoco enojada. Tengo hambre, esta mañana salí deprisa sin desayunar, ¿Podemos ir a almorzar? —preguntó Liuggi.—¿Es una invitación Lombardi? —preguntó suspicaz.—Es una sugerencia, porque ando en tu carro y eres quien manda—dijo en tono neutro.—Ojalá me dijeras eso siempre. Almorcemos en mi departamento, yo invito —propuso la chica de mejor humor.—¿No será meterme en la cueva del lobo?—interrogó arqueando las cejas.—Le vas a tener miedo a una lobita como yo—pronunció coqueta—además
Tres días despuésLiuggi se estaba vistiendo, en menos de un par de horas su mejor amigo Nickólas Sebastini contraería matrimonio con la mujer a quien amaba profundamente Sophía Madrid, ambos se habían quedado juntos la noche anterior, pues pensaban era mala suerte ver a la novia el mismo día de la boda.—¿Cómo te preparas amigo para tu gran día?—le preguntó a Nick.—Jamás pensé estaría nerviosa el día de mi boda, ¡Es increíble! En apenas unas horas, voy a casarme con ella. Estoy loco, mas en verdad amo a Sophía con todas mis fuerzas, energías.—Eso me hace feliz, estoy muy alegre por ti, por haber superado todas tus inseguridades y por confiar de nuevo en Sophía —mencionó Liuggi colocando su mano en el hombro.
Luego de la ceremonia, empezó la celebración, habían servido una variedad de deliciosos platos para todos los gustos, había desde papas La Bonnotte en salsa blanca, hasta trufas blancas, Atún de aleta azul, Puré de Camote con malvaviscos, queso de alce, caponata siciliana, Arancines sicilianas, risotto al limón, queso de cabra, entre otros exquisitos platos.Liuggi terminó probando los diferentes platos, eran unas delicias, tenía una gran debilidad por la comida, eso junto con el sexo eran su mayor placer; le había tocado sentarse en la mesa con la loca del volante, quien con enfado expresó:—Cualquiera al verte, pensaría que no habías comido en días o ¡ya sé!, eres de quienes acuden a las fiestas sólo a tragar y a beber en exceso, porque es la única manera de acceder a las cosas buenas —concluyó la
Liuggi se quedó pensando en sus palabras “¿Estoy celoso? ¡Claro que no! Por ahora no quiero compartirla, no es porque signifique algo para mí”, dijo para convencerse. Luego escuchó las risitas al otro lado de la línea, le causó molestia su actitud de burla hacia él, sin embargo, le parecía más irritante el hecho de que ella pudiese estar con otro hombre.—Escúchame bien Lisbani Antonelli. El único quien va a tomarte soy yo —comenzó a decir con posesión, mientras la voz le iba enronqueciendo con cada palabra—. Te apartó esa fina lencería de tu cuerpo. Llevo mi mano acariciando lentamente tu muslo interior hasta llegar a tu coño. Comienzo a acariciarlo con movimientos circulares, te sostengo de la nuca halando tu cabello hacia atrás, tú gimes deseosa porque quieres más de mí —con cada
Lisbani estaba en el apartamento, caminaba impaciente de un lugar a otro, esperando la llegada de Liuggi, le prometió ir a pasar la noche más excitante con ella, si con solo esa llamada la dejó totalmente encendida, su cuerpo sensible necesitaba ser amado. A penas cortó la llamada, corrió a ducharse, se puso una lencería roja muy sexy, encendió unas velas aromáticas por todo el apartamento, colocó a enfriar una botella de champaña y sirvió fresas con chocolates, esperando con ansiedad apareciera.Estaba muy feliz de haberle escuchado la voz, si la llamó tal vez estaba pensando en ella y a lo mejor ninguna mujer fijó su interés en él, pensó. Los minutos iban pasando, le marcó al número, aunque timbró el celular no lo atendió. La ansiedad crecía dentro de ella, se sentó en el sofá a esperarlo, los minutos
Un intenso ruido la sacó de ese inquietante sueño, sin embargo, aún no abría por completo los ojos, se quedó inmóvil, esperaba el aparato infernal dejara de sonar, porque, sino la cabeza le iba a terminar estallándole, abrió los ojos y los sintió pesados, así como tenía el cuerpo, la boca la tenía como acartonada, intentó levantarse, pero le dolía hasta el alma, no obstante, debió recostarse por la intensa sensación de mareo.Llevó una de sus manos a la cabeza tratando de calmarse porque sus pulsaciones se habían acelerado, tanto como si estuviese corriendo un maratón, sabía porque estaba así, tarde o temprano el cuerpo terminaría cediendo, mas no pensaría más en eso.Ya sabía cómo era sentirse muerta en vida, exactamente como estaba en ese momento, por má
Lisbani reaccionó al momento de sentir algo frío en su frente, abrió los ojos quedándose sorprendida al reconocer al hombre frente a ella, se trataba de un excompañero de estudio Fabrizio Contí.—No puedo creer mi niña bonita. Es una agradable sorpresa encontrarte aquí —expuso la chica emocionada, mientras él sonreía con alegría. La tomó del mentón, dándole un beso en cada mejilla.—¡Wow! Estás muy hermosa Lisbani, mucho más de la última vez —expresó Fabrizio con una expresión de admiración, pues ella era la mujer a quien siempre recordaba.Se conocieron cuando cursaron estudios universitarios, habían sido amigos muy cercanos, no obstante, desde el momento de la graduación, no habían vuelto a coincidir. Por eso le causó alegría volverlo a ver, ella se incorpor&
Lisbani al girarse vio a Fabrizio, sin embargo, mantuvo una actitud fría, distante como si no lo conociera, pues sus palabras causaron molestia en ella, eso hizo congelar la sonrisa del hombre en el rostro, más cuando la escuchó hablar con una voz firme.—Nosotros en Lombardi Security Solution, somos una empresa seria, con un personal altamente calificado —expresó al mismo tiempo de tomar asiento—¿Iniciaron alguna investigación para determinar la responsabilidad de nuestra empresa? —inquirió sin titubeo—. Considero una irresponsabilidad de su parte, hacer acusaciones tan directas en nuestra contra, pensé tenían un informe detallado y preciso de las novedades, pero si no tienen nada de eso, como pueden afirmar a la ligera nuestra culpabilidad.» Estarían hablando de presunciones, y como abogado señor Conti, d