CAPÍTULO 4. PALABRAS PROFÉTICAS

Al salir de las oficinas, llamaron el ascensor marcaron y bajaron al estacionamiento donde Lisbani tenía aparcado su vehículo, le extendió las llaves a Liuggi diciéndole:

— ¡Ten! Maneja tú por favor —Liuggi hizo una mueca.

—Nooo, yo emocionado porque me iba a gastar una gran choferesa, mientras con toda confianza me embelesaba con mi móvil a responder mis correos electrónicos y los mensajes de mis numerosas admiradoras, eres una verdadera aguafiestas Lisbani Antonelli—expresó en tono juguetón, mientras tomaba las llaves del auto, le abría la puerta para hacerla subir y luego abordaba él.

Al encontrarse en el coche cuando él estaba encendiéndole Lisbani se le acercó, lo tomó del mentón y le dio un beso rápido en la boca, mientras le acariciaba el rostro comentándole.

—Estoy orgullosa de ti Lombardi, estuviste realmente genial en todo, ¡Pensé no llegarías! Antes de tu entrada la prepotencia de Morelli estaba a punto de sacarme de mis casillas, casi me le arrojo encima para darle unas cuantas bofetadas, ¿puedes creer?

»El muy descarado quería que Lombardi Segurity, indemnizara a su empresa por el triple de las pérdidas ocurridas como consecuencia de la falla en el sistema de seguridad? Y para obligarme a aceptar esa propuesta hizo el compromiso de mantener discreción sobre lo sucedido para evitar la mala publicidad a la empresa.

Él le acarició el rostro con el torso de la mano, mirándola por unos segundos fijamente.

—Me alegra poder hacerte sentir orgullosa—. De inmediato arrancó el vehículo, tomó la principal avenida y siguió hablando—. Si vi la clase de escoria con la cual está hecho Morelli, es capaz de todo, pero para su pesar, tuvo un error de cálculo, no contaba con que manejáramos información de interés. Tú también estuviste genial, como siempre.

—No me hagas sonrojar —dijo con timidez—¿Y cómo te pusiste en esa información? —indagó curiosa Lisbani.

—Antonelli, ¿Sabes por qué murió el gato?—devolvió la pregunta.

—Por la curiosidad Lombardi, pero no veo porque debas ocultarme esa información a mí, soy tu abogada, tu socia y tu amante o ¿acaso desconfías de mí?

—Lo primero mi estimada, debes saber, nunca es bueno revelar la fuente de información, por mera protección, segundo, estoy seguro soy el único hombre ingenuo capaz de ponerse en un peligro tan latente, en concentrar en una sola mujer tanto poder, porque si mis conflictos fuesen contigo tendría todas las de perder, aunque debo decir a mi favor y recordártelo, ya no somos amantes Lisbani— le explicó serio.

—Si no lo somos es porque tú no lo quieres, ya te confesé mi verdad, estoy enamorada de ti, te amo Liuggi, adoro hasta el suelo por dónde pisas, nada me haría más feliz, como verte decidir aceptar una relación seria conmigo.

—Vaya mujer, ya hemos hablado de eso. Te lo dije de manera clara, cuando te enamoraras, allí todo terminaba. Además eres una exagerada, nunca te he visto prender velas ni arrodillarte por el suelo donde piso, bueno esto último solo algunas veces—manifestó jocosamente y con picardía.

—No puedes tomarte nada en serio Liuggi, siempre debes sacar una broma para todo, ¡Por Dios! Si hasta en una junta te las arreglas para burlarte de tus interlocutores.

—Lisbani, ¿Te estás escuchando?, para ser abogada resulta bastante sorprendente como tienes la capacidad de contradecir tus argumentos a segundos de expresarlos.

—¿Te das cuenta cómo te burlas de mí?—expresó un poco irritada.

—No me estoy burlando, solo afirmo un hecho notorio, dijiste estar enamorada de mí, confesaste tu inmenso amor —habló con un gesto de burla—. A los segundos, confiesas molestarte por sacar broma de todo, esas dos declaraciones son contradictorias entre sí, porque amar es aceptar al ser amado como es, con lo bueno, pero también con lo malo que lo caracteriza, porque a fin de cuenta eso conforma su ser.

» En cuanto a lo demás, lo sabes, nunca me enamoro, jamás te he engañado, somos un par de adultos, maduros, aceptamos las condiciones de nuestra relación, ambos estábamos de acuerdo y si mal no recuerdo, tú fuiste la primera en proponer “Cero dependencia psicológica” —pronunció mofándola—y con eso he cumplido a cabalidad, no puedes molestarte porque me haya comportado  de acuerdo a las reglas impuestas por nosotros dos.

—Puse esa condición p-por p-porque—empezó a titubear al hablar—no pensaba terminaría tan colada de ti —concluyó avergonzada, mientras su rostro se cubría de un tenue carmesí.

—¡Wow! Es muy alentador conocer eso, colocas condiciones cuando estás segura de serte favorables. Maravilloso Lis ¡Eso habla maravillosamente bien de ti! —indicó con sarcasmo—claro, si quien me enamoraba era yo, ni por asomo hubieses declarado la intención de cambiar las condiciones de nuestra relación —soltó ya un poco irritado.

» ¿Sabes qué Lisbani? No quiero seguir hablando del tema, creo ya está trillado. No te amo para tener una relación seria contigo, sería ruin por mi parte involucrarme de esa manera, porque no te garantizaría serte fiel, me encantan todas las mujeres, no me parece limitarme en comer de un sólo tarro de chocolate cuando hay tantos otros cuencos llenos.

—¡Eres un cínico! Ya verás Liuggi, un día te veré enamorado de una mujer, andarás detrás de ella y te ignorara, sufrirás en carne propia como es amar sin ser correspondido —expresó Lisbani con su voz un poco quebrada al escucharlo dejarle claro sus sentimientos.

Entretanto pensaba, ¿cómo reaccionaría Liuggi si llegaba a saber que se había enamorado de él desde el primer momento en verlo?

—Cielito, eso jamás lo verás, dentro de unos cuantos meses tendré treinta y dos año, en toda mi vida, jamás he probado un tarro de chocolate lo suficientemente exquisito para hacerme desistir de comer de los demás cuencos —habló con una sonrisa de suficiencia.

—Pues te voy a ver Lombardi, y aunque ese día terminé partiéndoseme el corazón por verte sufrir, también estaré feliz de tener la razón, espero poder decirte “Te lo dije”  —expresó ella muy seria, abrazándose a sí misma, pensando en por qué se vino a enamorar de alguien que nunca le correspondería.

Le dio tristeza  consigo misma porque nunca iba a saber cómo era sentirse amada, un par de lágrimas escaparon de sus ojos, sin embargo, se las limpió con premura, para así evitar ser vista, mientras esbozaba en su rostro una sonrisa, la cual trataba de simular de la mejor manera el estado de angustia agitado en su interior.

“Inexplicable angustia, hondo dolor del alma, recuerdo que no muere, deseo que no acaba.” Rosalía de Castro.

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