Liuggi seguía extasiado besando a la hermosa mujer encima de él, quien no dejaba de ejecutar esos movimientos, los cuales sin pensarlo provocaron su excitación, hasta sentirla morderle el labio inferior haciéndolo sangrar, la soltó de ipso facto. Si aún eso era posible, ella se encolerizó más, se levantó de encima de él y le tiraba bofetadas mientras Liuggi, trataba de protegerse manteniendo ambos brazos delante del rostro, ella le gritaba:
—¡Eres un maldito pervertido! ¡¿Cómo te atreves?! Aparte de imbécil eres un violador, y además mudo porque tampoco hablas, miserable.
—¡Por Dios mujer! ¡Ya basta!, solo te besé para hacerte callar, era la única forma de lograrlo, pareces una loca desquiciada. —le dijo levantándose del suelo y sacudiéndose la ropa con la mano.
—¿Cómo no voy a estar desquiciada? Si acabo de conseguirme un imbécil como tú, primero te aparcas mal, cuando paso provocas colisione con tu auto y me lleve el retrovisor rayándome el vehículo, el cual de paso no es mío, sino del marido de mi amiga, luego te burlas a grandes carcajadas. Como si fuera poco tu amiguito se levanta debajo de mí y vienes tú a completarlo besándome.
» ¿Acaso te crees único e irresistible, dueño del mundo?, pues déjame decepcionarte, porque esa cara, ese porte son de los más comunes, no me resultan para nada atractivo y especial, bueno si tienes algo de especial, tu idiotez, eso sí…
Liuggi la interrumpió.
—Mujer ¡Como hablas!, me tienes aturdido por la cantidad de palabras disparadas por segundo, estoy bastante seguro que el mecanismo de disparo automático de una ametralladora, lo hicieron inspirados en un ascendiente tuyo.
—Eres un maldito atrevido, ni siquiera me conoces, vienes a estar diciendo esas cosas de mí ¿Quién te crees? Claro, pero no se podía espera menos. Los hombres siempre se han creído el género superior, aunque en realidad son solo unos pobres mediocres, no aguantan ni dos seguidos, y viven jugando al importante, en sus oficinas, sus trabajos, mirando a esos supuestos seres inferiores como nos creen a nosotras.
»Por ello, para mantener su supremacía sobre nosotros, se inventan unas tonterías, el amor, enamoramiento, el matrimonio para someternos, nos ponen a parir como animales para mantenernos ocupadas, porque en el fondo tienen la plena certeza, de si nos dejan ocupar los espacios, van a comprobar por millones de veces cuan mejores somos frente a ustedes.
Liuggi mientras ella hablaba dejó de oírla, esa mujer aparte de habladora estaba totalmente loca, no obstante, era bonita, alta, delgada con largas piernas evidenciadas porque usaba en ese momento un short a la altura del muslo, pese a no ser una chica de ensueño, más provocativa era su Ángel pensó, sin embargo, no estaba mal, él era un hombre quien nunca desaprovechaba las oportunidades y las detectaba en cuanto las encontraba.
Evidentemente frente así esa mujer era una muy buena representación del sexo femenino, mas le irritaba lo demasiado habladora, para callarla debía ponerle una cinta adhesiva o una mordaza en la boca porque de lo contario por voluntad propia no creía lo hiciera. Ya le palpitaban las sienes al estar solo un par de minutos con ella, si algo bueno tenía Angélica era su oportunidad de palabra.
Pobre novio o esposo de esta loca si lo tenía y si aún no, lo compadecería al infeliz, se la llevaría creyéndola el premio gordo de la lotería, le causó risas sus pensamientos y se sonrió, ella se quedó mirándolo intensamente, si las miradas fuesen proyectiles él estaría en ese momento muerto acribillado.
—Ya veo, te parece gracioso todo lo mío, ahora soy tu payaso personal, pero claro es la concepción bajo la cual mujeres más machistas a ustedes los han criado, metiéndoles en la cabeza, que somos su entretenimiento y solo venimos al mundo para complacer…
Liuggi la interrumpió porque no soportaba más esa absurda conversación.
—¡Ya basta! ¿No te cansas de hablar? Si te pagaran por la cantidad de palabras pronunciadas en un segundo, seguro serías millonaria, pudieras tener un chofer para trasladarte, porque ciertamente tú eres un peligro al volante, no tienes la mínima idea de las reglas de tránsito.
» Yo fuese policía vial, revocaría tu licencia. Por otra parte, yo estaba aparcado correctamente, viniste tú, creyéndote andar en una gandola, te abriste mucho en la curva, por eso te llevaste mi retrovisor y aparte de ello me agrediste.
—Eso no es así, tú eres el culpable, debes ser tú quien pague el daño a mi vehículo, aparte de eso—aquí hizo una pausa—, me estaba defendiendo porque tú me besaste, y de pervertido tú… Eso allí… Se levantó… —ella dio la impresión de cohibirse en ese momento y sus mejillas se sonrojaron, quedándose callada.
Y él para continuar fastidiándola le dijo.
—¡Vaya! Hay algo que te callé, Dime ¿A qué te refieres a eso? No entiendo ese lenguaje y cómo tú por el rato en el cual llevo hablando contigo tienes un lenguaje muy extenso, ¿podrías explicarme bien?— le mencionó arqueando sus cejas, y sonriendo, exponiendo sus perfectos dientes.
—¡Mira! No trates de burlarte de mí, cuando digo a eso, estoy refiriéndome a tu amiguito, se levantó rozándome mi… ¡Ya! Sabe como es la cosa no voy a seguir hablando con un ser como tú, me voy, no te preocupes yo reparo mi auto y tú el tuyo, asunto arreglado, espero no volver a verte.
—Si eres magnánima, estoy sorprendido de tu genialidad, tú reparas tu auto y yo el mío, todo sería perfecto, si no es porque yo no choqué tu auto, fuiste tú quien colisionó con el mío, aparte no has dejado de agredirme desde el mismo momento de verme.
—Bueno, las cosas no pasaron como las expones y en vista de no encontrarnos de acuerdo, tendremos que acudir a las instancias correspondientes para solucionar esta situación, no sin antes, hacer un par de llamadas a algunos de mis colegas periodista, para pedirles reporten cómo tratan a los turistas en La Toscana, eso sería contraproducente para los ingresos de la zona, porque la gente no va a querer venir a un sitio donde va a ser objeto de maltrato, eso sería realmente…
—Hasta chantajista resultaste, no se podía esperar menos de una chismosa profesional, eso explica porque hablas tanto, claro te pagan por hacerlo, aunque no creo deba ser mucho —le dijo observándola de pies a cabeza—. ¿Sabes qué? —dijo ya irritado.
» Yo soy un hombre muy ocupado, no puedo seguir perdiendo tiempo contigo, no tienes más cualidad a resaltar, sino la de hablar hasta por los codos, cosa que a mí en lo particular no me resulta para nada atractivo, porque me da jaqueca, así pues, tú arreglas tu carro y yo el mío. ¡Capisci!
—No te creas muy sabio, porque quien solucionó fui yo, pero a los hombres les encanta tomar las ideas de las mujeres para hacerlas pasar por propias —él sin pronunciar palabra subió al auto, arrancó sin decirle más nada.
—¡Imbécil!, no me dejes hablando sola—gritó mientras seguía el auto de Liuggi corriendo detrás—. Es un hombre atorrante y grosero, espero más nunca volver a verlo en mi vida.
Pese a haberse ido, siguió pensando, es un tipo desagradable, la llamó chismosa profesional, si será irrespetuoso, hasta la besó, tan atrevido. De inmediato empezó a recordar cuando estaba a horcajadas encima de él, sintió como se excitó, a decir verdad ella también lo hizo, percibió un corrientazo recorrerle el cuerpo, su panty humedeció, eso le gustó, además le había gustado hacerse un poco la inocente con él, eso siempre le encantaba a los idiotas de los hombres, pensó, en definitiva estaba loca de atar.
En seguida el recuerdo del hombre sosteniéndole las manos, mientras la tomaba por la cabeza para besarla, volvió acudir a ella, en ese momento le había sorprendido su carácter recio, debía confesarse a sí misma, le gustó mucho, por eso reaccionó mordiéndolo, pues ningún hombre vendría a dominarla, ella era quien seducía, usaba, botaba. Inmediatamente desechó esos pensamientos, diciéndose, “deja de cavilar en ello, no es el primer hombre a quien besas”, “aunque es el primero, por el cual te excitas tanto y despierta tantas ganas en ti” respondió su conciencia”.
Suspirando, subió al vehículo, tenía muchas cosas por hacer, debía ir a la ciudad, debía buscar su laptop, se la habían enviado de Barcelona a través de una empresa de encomiendas, y cualquiera pensaría “¿No habrá donde su amiga algún equipo computador para utilizar?” ¡Pues sí!, pero en el suyo tenía todos sus archivos, cronograma de trabajo relacionado con unas investigaciones periodísticas que estaba realizando.
Una de ellas debía hacerla en Florencia, el hermano de su madre, quien la había criado desde pequeña, le había comentado sobre uno de los emporios de seguridad más importante de Europa, al parecer estaba adquiriendo sensores defectuosos, los cuales estaban usándolos en sistemas de seguridad instalados en empresas, residencias de grandes personalidades del mundo financiero, político y artístico, para disminuir los costos de instalación y obtener ingresos adicionales, aprovechándose de la trayectoria obtenida por la empresa en los últimos años.
Mariana quería llegar al fondo del asunto, porque de ser cierto tenía debía informar a la comunidad de esos manejos turbios; trabajaba en uno de los periódicos más famosos de la Unión Europea, aun cuando se tituló como Periodista hacía un mes, tenía más de dos años trabajando en ese diario, hacía solo tres semanas le habían dado un cargo como periodista investigativa, y debía probar su valía, por lo cual estaba obligada a hacer un excelente trabajo para demostrarle a sus jefes que no habían errado al ascenderla, por ello estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias, se dirigió a dejar el vehículo en un taller para repararlo y pensaba tomar un taxi con destino a retirar su encomienda.
Entre tanto Liuggi, dejó en un taller de la ciudad la camioneta, para repararle tanto el problema mecánico como la reparación del retrovisor, estaba retardado, debía reunirse con un cliente, Augusto Morelli, había llamado para informar de su retraso, mas lo aliviaba la presencia de Lis allí, pues ella siempre se ocupaba de todo, era magnífica, eso no lo eximía de poder tener problemas, por cuanto podían pensar que su ausencia era intencional, aunque nada más lejos de la verdad.
Jamás podía imaginarse ser víctima de una loca al volante, habladora hasta por los codos, era una feminista empedernida, y no porque él fuera machista, para nada, consideraba a las mujeres como la obra más perfecta de la creación, su madre le había enseñado a ser un caballero, a respetarlas, sin embargo, debía reconocer, “Todas les encantaban”, era un mujeriego, pero no las engañaba, siempre les dejaba claro su deseo de no querer nada serio con ellas, con quien había tenido una relación más estrecha era con Lisbani Angélica, igual le tenía miedo al compromiso, peor aún a enamorarse.
Por otra parte, detestaba a una mujer feminista, de esas a quienes les encantaba humillar a los hombres como signo de igualdad, él reconocía el papel protagónico de las mujeres en la sociedad, eran el núcleo fundamental de la familia, incluso de la vida, por eso les daba el lugar correspondiente, no las discriminabas ni nada parecido, no obstante, no toleraba, quisieran humillar al hombre, eso lo descontrolaba, porque para defender los derechos de la mujer no era necesario satanizar al hombre. Y la mujercita esa, de hacía un rato, encajaba perfectamente en esta última categoría.
Salió del taller, camino hacía una estación para ubicar un taxi, no quiso llamar para que lo fueran a buscar, pues se le haría más tarde y el tiempo transcurría inexorablemente, vio pasar uno, le extendió su mano para pararlo, al detenerse corrió a tomarlo.
En el recorrido chocó con alguien, quien también buscaba abordar uno, al levantar el rostro para ver a la persona, se encontró con la loca del volante. Al reconocerlo no tardó en lanzar su carga pesada contra él.
—¡Tenías que ser tú! Aparte de haberme chocado, pretendes tomar mi taxi, el cual yo detuve para llevarme a mi destino, ¡si serás descarado! —. Habló llena de ira la mujer, mientras Liuggi la observaba incrédulo.
“Ten cuidado de la ira, del miedo, de la agresividad. el Lado Oscuro ellos son. Una vez que entras en el sendero Oscuro dominará tu destino para siempre.” Frank Oz- Yoda.
Liuggi no podía creer tanta coincidencia ¿Qué probabilidades había de encontrarse en menos de un par de horas a la misma persona, era mucha casualidad, pensaba el hombre irritado. —¡Por Dios mujer!, es una desgracia coincidir contigo cada dos por tres. Por si lo olvidaste, te recuerdo, fuiste tú quien me chocó a mí y el taxi lo pare yo, no tendría problema en dejártelo, pero desgraciadamente tengo una reunión muy importante, estoy retardado. —¿Tu madre no te ha enseñado a ser un caballero? Debes darme el taxi a mí, ¡soy mujer! —exclamó desafiante. —¡Ya veo! Eres una frágil mujer cuando te conviene ¿Dónde quedó tu discurso feminista? La igualdad entre hombres y mujeres y nosotros subestimándolas. Pues, te complaceré, no te dejaré mi taxi porque lo vi primero y lo necesito —expuso con firmeza. Cuando estaba abriendo la puertadel auto, ella se tiró encima, la volvió a cerrar gritando como
Al salir de las oficinas, llamaron el ascensor marcaron y bajaron al estacionamiento donde Lisbani tenía aparcado su vehículo, le extendió las llaves a Liuggi diciéndole: — ¡Ten! Maneja tú por favor —Liuggi hizo una mueca. —Nooo, yo emocionado porque me iba a gastar una gran choferesa, mientras con toda confianza me embelesaba con mi móvil a responder mis correos electrónicos y los mensajes de mis numerosas admiradoras, eres una verdadera aguafiestas Lisbani Antonelli—expresó en tono juguetón, mientras tomaba las llaves del auto, le abría la puerta para hacerla subir y luego abordaba él. Al encontrarse en el coche cuando él estaba encendiéndole Lisbani se le acercó, lo tomó del mentón y le dio un beso rápido en la boca, mientras le acariciaba el rostro comentándole. —Estoy orgullosa de ti Lombardi, estuviste realmente genial en todo, ¡Pensé no llegarías! Antes de tu entrada la prepotencia de
Él la observó por un momento, la vio mirando por la ventanilla del auto, no le gustó verla triste, le tomó la mano besándosela y expresó:—Ya no quiero verte triste, ni tampoco enojada. Tengo hambre, esta mañana salí deprisa sin desayunar, ¿Podemos ir a almorzar? —preguntó Liuggi.—¿Es una invitación Lombardi? —preguntó suspicaz.—Es una sugerencia, porque ando en tu carro y eres quien manda—dijo en tono neutro.—Ojalá me dijeras eso siempre. Almorcemos en mi departamento, yo invito —propuso la chica de mejor humor.—¿No será meterme en la cueva del lobo?—interrogó arqueando las cejas.—Le vas a tener miedo a una lobita como yo—pronunció coqueta—además
Tres días despuésLiuggi se estaba vistiendo, en menos de un par de horas su mejor amigo Nickólas Sebastini contraería matrimonio con la mujer a quien amaba profundamente Sophía Madrid, ambos se habían quedado juntos la noche anterior, pues pensaban era mala suerte ver a la novia el mismo día de la boda.—¿Cómo te preparas amigo para tu gran día?—le preguntó a Nick.—Jamás pensé estaría nerviosa el día de mi boda, ¡Es increíble! En apenas unas horas, voy a casarme con ella. Estoy loco, mas en verdad amo a Sophía con todas mis fuerzas, energías.—Eso me hace feliz, estoy muy alegre por ti, por haber superado todas tus inseguridades y por confiar de nuevo en Sophía —mencionó Liuggi colocando su mano en el hombro.
Luego de la ceremonia, empezó la celebración, habían servido una variedad de deliciosos platos para todos los gustos, había desde papas La Bonnotte en salsa blanca, hasta trufas blancas, Atún de aleta azul, Puré de Camote con malvaviscos, queso de alce, caponata siciliana, Arancines sicilianas, risotto al limón, queso de cabra, entre otros exquisitos platos.Liuggi terminó probando los diferentes platos, eran unas delicias, tenía una gran debilidad por la comida, eso junto con el sexo eran su mayor placer; le había tocado sentarse en la mesa con la loca del volante, quien con enfado expresó:—Cualquiera al verte, pensaría que no habías comido en días o ¡ya sé!, eres de quienes acuden a las fiestas sólo a tragar y a beber en exceso, porque es la única manera de acceder a las cosas buenas —concluyó la
Liuggi se quedó pensando en sus palabras “¿Estoy celoso? ¡Claro que no! Por ahora no quiero compartirla, no es porque signifique algo para mí”, dijo para convencerse. Luego escuchó las risitas al otro lado de la línea, le causó molestia su actitud de burla hacia él, sin embargo, le parecía más irritante el hecho de que ella pudiese estar con otro hombre.—Escúchame bien Lisbani Antonelli. El único quien va a tomarte soy yo —comenzó a decir con posesión, mientras la voz le iba enronqueciendo con cada palabra—. Te apartó esa fina lencería de tu cuerpo. Llevo mi mano acariciando lentamente tu muslo interior hasta llegar a tu coño. Comienzo a acariciarlo con movimientos circulares, te sostengo de la nuca halando tu cabello hacia atrás, tú gimes deseosa porque quieres más de mí —con cada
Lisbani estaba en el apartamento, caminaba impaciente de un lugar a otro, esperando la llegada de Liuggi, le prometió ir a pasar la noche más excitante con ella, si con solo esa llamada la dejó totalmente encendida, su cuerpo sensible necesitaba ser amado. A penas cortó la llamada, corrió a ducharse, se puso una lencería roja muy sexy, encendió unas velas aromáticas por todo el apartamento, colocó a enfriar una botella de champaña y sirvió fresas con chocolates, esperando con ansiedad apareciera.Estaba muy feliz de haberle escuchado la voz, si la llamó tal vez estaba pensando en ella y a lo mejor ninguna mujer fijó su interés en él, pensó. Los minutos iban pasando, le marcó al número, aunque timbró el celular no lo atendió. La ansiedad crecía dentro de ella, se sentó en el sofá a esperarlo, los minutos
Un intenso ruido la sacó de ese inquietante sueño, sin embargo, aún no abría por completo los ojos, se quedó inmóvil, esperaba el aparato infernal dejara de sonar, porque, sino la cabeza le iba a terminar estallándole, abrió los ojos y los sintió pesados, así como tenía el cuerpo, la boca la tenía como acartonada, intentó levantarse, pero le dolía hasta el alma, no obstante, debió recostarse por la intensa sensación de mareo.Llevó una de sus manos a la cabeza tratando de calmarse porque sus pulsaciones se habían acelerado, tanto como si estuviese corriendo un maratón, sabía porque estaba así, tarde o temprano el cuerpo terminaría cediendo, mas no pensaría más en eso.Ya sabía cómo era sentirse muerta en vida, exactamente como estaba en ese momento, por má