CAPÍTULO 50

Antoni abandonó el estacionamiento una vez que el auto de sus padres dejó de verse en el camino. No le dijo nada a su cuñado, en cierta medida porque estaba digiriendo demasiadas cosas y no tenía fuerzas suficientes para enfrentarse a él ni recriminarle su comportamiento reciente.

Mientras se alejaba en busca de su esposa, pensó en lo que acababan de decirle, tanto su hermano menor como David, le echaron en cara lo mucho que malcrió y consintió a Laura.

Cada vez que su hermana lo llamaba llorando para contarle sus cuitas, nunca dudó de ella ni una vez, a pesar de que siempre había testigos que la acusaban. Él le creyó a pie juntillas todas las veces; y eso no cambió ni un ápice después de tantos años.

Incluso su esposa bromeó, en más de una ocasión, con que no podía ser tan permisivo con sus hijas como lo fue ―y aún e

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