―No te preocupes, en mi opinión, la basura debe estar junta… Tú tienes razón, David y tú están hechos el uno para el otro…
David escuchó esa sentencia y sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos. Fue imposible controlar la expresión de su rostro, tampoco le importó; cuando sus ojos aterrizaron en Ángela, y esta habló con tanta indiferencia, que su suegro se diera cuenta de su estado le valió un rábano.
Cuando regresó del lago, entró en el salón y se dirigió a la mesa de los Miller, para su sorpresa, Jacobo estaba sentado a solas, degustando su bebida en silencio. Parecía contemplar las respuestas del universo a medida que removía el licor con movimientos circulares del vaso, abstraído por completo de su entorno.
Barrió con su vista el salón medio vacío, los invita
Antoni abandonó el estacionamiento una vez que el auto de sus padres dejó de verse en el camino. No le dijo nada a su cuñado, en cierta medida porque estaba digiriendo demasiadas cosas y no tenía fuerzas suficientes para enfrentarse a él ni recriminarle su comportamiento reciente.Mientras se alejaba en busca de su esposa, pensó en lo que acababan de decirle, tanto su hermano menor como David, le echaron en cara lo mucho que malcrió y consintió a Laura.Cada vez que su hermana lo llamaba llorando para contarle sus cuitas, nunca dudó de ella ni una vez, a pesar de que siempre había testigos que la acusaban. Él le creyó a pie juntillas todas las veces; y eso no cambió ni un ápice después de tantos años.Incluso su esposa bromeó, en más de una ocasión, con que no podía ser tan permisivo con sus hijas como lo fue ―y aún e
Cuando Pilar colgó la llamada el silenció se instaló en el habitáculo del carro. Poco después de subirse fue la misma madre de Laura quien accionó los controles para subir el panel divisorio entre los asientos con la finalidad de tener privacidad; aunque todos los empleados de la familia tenían cláusulas de confidencialidad en sus contratos, todas las precauciones extras eran bienvenidas; y ella no deseaba que la cara hinchada y amoratada de su hija fuese vista por las demás personas.―El doctor accedió a ir hasta la casa ―anunció Pilar.Ni su esposo ni su hija dieron señales de haberla escuchado, eso la frustró a niveles estelares; no era como que la hubiese pasado bien, todas las estupideces que escupió el imbécil del hijo de Penélope la pusieron de mal humor.Adicional a eso, no sabía qué tanto escuchó Jacobo, debido a esto, se
Después de que el doctor le tomó una radiografía con un aparato portátil de emergencia, confirmó que no tenía fracturas en ninguna zona de su nariz.―Con estos analgésicos que le estoy recetando y los antinflamatorios adicionales, pronto estará mejor. ―Extendió los dos frascos a la empleada, que estaba de pie, firme como un soldado, al lado de Pilar. El médico se volvió hacia su paciente, procurando mantener su expresión plana, sonriendo de forma profesional―. Tiene suerte, señora Laura, aunque pareciera algo grave, en realidad sanará rápido.Luego se marchó sin hacer preguntas, con las familias como esa era mejor no saber más de lo necesario; en especial si los hechos ponían a los miembros en ese humor denso y extraño en el que se encontraban.―Ahora debemos decidir qué vamos a hacer con esa salvaje ―habló Pilar, mir
Ángela no lo notó al principio, sin embargo, cuando salieron de Goudenberg ―uno de los distritos de lujo de la ciudad, poblado de enormes y elegantes mansiones―, se percató de que tardaron casi media hora en llegar a la autopista principal; dicho trayecto solo requería de quince minutos a una velocidad media.David estaba conduciendo despacio de manera intencional.Quiso quejarse, pero recordó sus palabras y eso minó su fuerza de voluntad; la morena estaba dividida entre dos versiones de ese hombre que se yuxtaponían y no sabía cómo reaccionar a ello.―¿Has recuperado tus recuerdos? ―preguntó ella, sin mirarlo. En cambio él, giró su rostro para detallar el perfil de Ángela.―No, no todos, al menos… creo que ni siquiera un veinte porciento ―respondió con honestidad―. Es raro, no sé cómo explicarlo. Por ejemplo, hace una semana estab
―Lo siento, Ángela… tienes razón, soy una basura, lo siento… ―repitió David. Ella estaba estática entre sus brazos, como si no diera crédito a lo que estaba pasando.Viejas emociones lo inundaron, las sensaciones que recordaba se despertaron haciendo que su corazón latiera de prisa.A pesar del perfume, el olor subyacente de ella, su fragancia natural, se encontraba allí; la textura de su cabello le hizo cosquillas en la nariz y eso lo llenó de felicidad. Su cuerpo encajaba perfectamente entre sus brazos, como si a pesar de tiempo transcurrido nada hubiese cambiado.Ángela había ganado algo de peso, dándole a su cuerpo una forma más curvilínea y saludable; cuando estudiaba medicina una de las principales preocupaciones de él era que ella no se alimentase bien, que se saltara las horas de comida por estudiar o trabajar.―No pude evitarlo, no tien
Laura apareció al día siguiente en su casa, una perfecta capa de maquillaje disimuló la mayoría de los moretones en su cara, sin embargo, la inflamación en su nariz y debajo de los ojos era imposible de ocultar.Encontró a David y a Noah en la sala de entretenimiento, mirando caricaturas en la pantalla gigante. El niño se levantó de su silla al verla, caminó despacio y tras tomar la mano de la pelirroja, saludó con un muy educado ‘hola, mamá’.Ella le respondió de la misma forma, sonriéndole de manera forzada. David observó la interacción; mientras el pequeño procuraba mantenerse calmado, era evidente que deseaba darle la bienvenida a su madre de una forma más efusiva. En cambio, Laura, daba a entender que le daba igual si Noah la saludaba o no.―¿Qué hiciste anoche? ―preguntó ella, procurando sonar despreocupada
Detestaba esos trabajos.El asesino miró la pantalla del móvil donde los mensajes se apilaban, su nueva cliente lo urgía a obtener resultados lo más pronto posible, sin embargo, a él nadie lo apuraba, porque el arte de asesinar requería planeación, meticulosidad y tiempo.Silver era uno de los mejores asesinos del mundo por una razón, y todo el que lo contrataba sabía que siempre cumplía su objetivo, de una manera eficaz y eficiente. Por eso, sus principales clientes eran magnates, políticos, mafiosos, poderosos empresarios, incluso terroristas o fuerzas oficiales. Sus presas eran gente poderosa, lo que hacía de la cacería algo excitante.No obstante, por cortesía con un cliente con el que llevaba casi dos décadas trabajando, aceptó una comisión ridícula.Los asuntos domésticos eran aburridos.Y para más colmo,
―Gracias por tu ayuda ―dijo Silver. Había visto cómo se movían sus manos, todo el proceso fue preciso y bien ejecutado, era posible que no le quedase una cicatriz notoria.―No hay de qué ―descartó ella, terminando de vendarlo―. Solo ten cuidado con tu salud y aliméntate bien, para que te recuperes pronto. Toma. ―Le tendió unos blísteres que sacó del maletín―. Son antibióticos de amplio espectro, analgésicos y antiinflamatorios. Los primeros tómalos por cinco días, uno cada doce horas. Los demás, uno de cada uno cada ocho horas por una semana.―Esto no es necesario… puedo conseguir mis propios medicamentos…―La sutura va a ser absorbida por tu cuerpo, va a tardar un tiempo, pero así evitas ir al hospital ―lo ignoró, estaba recogiendo lo utilizado, en una bolsa fue metiendo las gasas llenas de sangre y todo lo desechable. Inclusive t