CAPÍTULO 5

- Crees que se molestará tu abuelo si me descalzo?

- Estas en tu casa! -dijo él

- Mario, yo ... Te debo una disculpa - el le tapó la boca con su dedo índice.

- No te disculpes, estabas en tu derecho de pensar libremente

- Es que, después de todo esto, del día de hoy, me siento mal por ti. Por lo borde que fui.

- Eso significa que repetiremos la cita? - preguntó divertido, acercándose a ella, Juls se moría por esa sonrisa picarona, miró fijamente aquellos ojos verdes que le penetraban el alma cada vez que la miraba

- Creo que ya vuelven, oigo pasos - susurró Juls poniendose de pie. Mario, tiró de su mano, haciéndola caer sobre su regazo, sin duda el vino sabía mucho mejor en boca de ella, desgustó cada ricón de su boca, penetrándo con su lengua aquel ricón de su cuerpo, jugueteando y mordisqueando sus labios.

- Amiga especial, dice el niño!- soltó el abuelo al berlos besándose. - Ahora lo llamaís así? - Juls se puso de pie rapidamente avergonzada, dándo un traspies a Mario.

- Vaya, vaya! Pero mira que guapo se ha puesto Luis! - dijo Julia al verlo con unos pantalones grises, camisa blanca y tirantes azules.

- Además de guapa, zalamera! Huele a tarta de manzana, quiero postre - todos se hecharon a reír

- Primero cenamos abuelo, Julia a cocinado para nosotros.

La velada fue muy tranquila, el abuelo cenó sólo, divertido por las ocurrencías de Julia, quién divertida contaba alguna historia de su niñez. Emocionado el abuelo, también recordó alguna que otra historia de Mario, un lanzado adolescente que se comió dos tartas de queso para desayunar, y luego le dijo a su abuela que había sido el perro.

- Julia cocina como mi Maria! Y Maria? Porque no está con nosotros? Donde está Maria? - preguntó deorientado.

- Abuelo, recuerda, la abuela ya no ...- Juls le interrumpió

- Vendrá más tarde, Luis- dijo Juls

- El licorcito, voy a buscarlo - el hombre se levanto, dirigiéndose a la cocina, volvió con una botellita de color frambuesa, y un libro en la mano, que dió a Julia.- Mi Maria ya no lo va a necesitar, ella murió - Julia se quedó helada, cogió el libro y lo abrió bajo atenta mirada de Mario

- Es un recetario de cocina - susurró enseñándoselo a Mario

- Es la letra de mi abuela, ni si quiera sabía que este recetario existía.

- No puedo aceptarlo, Luis, es un recuerdo demasiado valioso que debe permanecer en la familia.

- Mira hija, nunca hasta el día de hoy mi nieto había traido a ninguna mujer a esta vieja choza, si eres especial para él, también lo eres para mi. - Juls se levantó para abrazarlo, con un nudo en la garganta sonrió a Mario.- Y ahora, mientras las mujeres recogen, tú y yo nos tomaremos este licorcito mientras me lees un rato al calorcito de la chimenea -dijo

Julia ayudaba a Angelica a limpiar la cocina, mientras oía la voz firme de Mario, leyendo un fragmento del libro Sexus, de Henry Miller, hipnotizada por las palabras que salían de la boca de aquel hombre que un día se había convertido el alguien digno de admirar, se acercó al salón y se apoyó en el marco de la puerta, escuchando cada frase que él pronunciaba:

Durante siete días y siete noches estuve solo. Empecé a pensar que Mona me había dejado. Telefoneé dos veces, pero su voz sonaba lejana, perdida, consumida por la pena. Recordé las palabras del señor Einstein. Me preguntaba si la habrían hecho volver al redil.Después, un día, hacia la hora de cerrar, salió del ascensor... y se detuvo ante mí. Iba vestida totalmente de negro, excepto un turbante malva que le daba aspecto exótico. Se había producido una transformación. Los ojos se habían vuelto todavía más apacibles, la piel más translúcida. Su figura se había vuelto seductoramente suave, su porte más majestuoso. Tenía el aplomo de una sonámbula.

Mario clavó su mirada en Julia, intentando no perderse entre las lineas de aquel libro, que tanto le hacía sentir. Siguió leyendo:

Por un momento, apenas si podía dar crédito a mis ojos. Había algo hipnótico en ella. Irradiaba poder, magnetismo, encantamiento. Era como una de esas mujeres del Renacimiento que te miran fijamente con una sonrisa enigmática desde un cuadro que retrocede hasta el infinito. En los pocos pasos que dio antes de arrojarse en mis brazos sentí un abismo, como no había sabido nunca que pudiera existir entre dos personas, que se cerraba. Era como si la tierra se hubiese abierto entre nosotros, como si, mediante un esfuerzo supremo y mágico de la voluntad, ella hubiera salvado el vacío de un salto y se hubiese reunido conmigo. El suelo sobre el que estaba hacía un momento desapareció, se deslizó hasta un pasado del todo desconocido para mí, así como la plataforma continental se desliza en el mar. Nada tan claro y tangible como esto se formuló en mi mente entonces; hasta después -porque reviví aquel momento una y otra vez posteriormente- no entendí la naturaleza de nuestra reunión.Todo su cuerpo me transmitía una sensación extraña al tacto, al apretarla contra mí. Era el cuerpo de un ser que había renacido. Era un cuerpo enteramente nuevo el que me entregaba, nuevo porque contenía algún elemento que hasta entonces había faltado. Por extraño que pueda parecer decirlo así, era como si hubiese regresado con su alma... y no su alma privada, individual, sino el alma de su raza. Parecía estar ofreciéndomela como un talismán.

- Sr. Luis, es hora de irse a dormir - susurró Angelica al ver que esta casi dormido.

El anciano se levantó obediente, se despidió de su nieto y de Julia, y dejó que Angelica le llevara hasta la habitación.

- Es admirable la ternura con la que tratas a tu abuelo -dijo ella dejando caer su cuerpo en el sofá.

- Estas cansada?

- No -mintió

- Será mejor que nos pongamos en marcha, son casi las once de la noche, ya no llegaremos antes de las cinco. - Julia sin darse cuenta puso los ojos en blanco.- Qué ocurre?

- Tenemos que volver caminando hasta el pueblo? -preguntó con voz infantil

- No, cogeremos la lancha - cogiendo una manta del armario del recibidor, se pusieron en marcha. Al salir de la cabaña, Mario cubrió a Julia con la manta, la temperatura había bajado considerablemente. Ella le ofreció una de las esquinas a Mario, quien le pasó el brazo por los hombros. Caminaron en silencio hasta el embarcadero, con pensamientos similares, cada uno pensando en el otro, cada uno con miedo a sentir, con deseos que nacian desde el corazón. Al fin, Mario rompió el hielo, el silencio le resultaba insoportable, ver a Julia bajo la luz de la luna, con aquella trenza semi despeinada, su cara reflejaba el cansancio del día., pero seguía igual de guapa, La cubrió en aquella manta de cuadros verde, antes de subir a la lancha, quiso decirle tantas cosas, pero él silencio le volvó cobarde, y simplemente enmudeció.

Durante todo el trayecto de vuelva a casa, Juls se acurrucó en el asiento central del coche, cerca de Mario, colocó la cabeza sobre su hombró, se cubrió con la manta, sujetando entre sus manos el recetario de la abuela de Mario, durmió las seis horas de regreso. Sobre las seis de la mañana, Mario aparcaba en coche en frente del apartamento de Julia, un pequeño piso de planta baja. Con voz baja le susurró al oido que ya había llegado. Juls se desperezó, estiró sus pies y brazos, dejando caer la manta al suelo del coche, miró por la ventanilla del coche.

- Es mi casa

- Lo sé - dijo saliendo del coche. La acompañó hasta la puerta, pensando la mejor manera de terminar una cita no cita. - Ha sido genial pasar el día contigo, Julia, ella le sonreía al mismo tiempo que se deshacía la trenza, y alboraba su pelo. - Dios, como un simple gesto podía excitarle tanto!-pensó Mario, la agarró por la cintura atrayendola hacía su cuerpo, ella temblora hasta los dedos de los pies, lo miró esperando un beso. - Cenamos juntos el viernes? - ella asintió con la cabeza, sin decir palabra, esperaba su beso de despedida, él sontandola lentamente dijo- te recojo el viernes a las nueve, entonces- la desesperación y las ganas de besarle provocaron en ella tomar por su cuenta lo que tanto ansiaba, se acercó hacia él, pusó sus labios sobre los de Mario, quien dejó que ella tomara lo que tanto ansiaba, abrió su boca para recibir su sabor, le gustaba ver que ella deseaba su boca tanto como él deseaba la de ella.

- Nos vemos el viernes -susurro.

No se había propuesto enamorarse de nuevo, de hecho, ya no estaba en sus planes, tener una relación seria con una mujer, le bastaba con salir de vez en cuando con alguna amiga, y amigas no le faltaban, cuando llegó a casa, Mario tenía más de diez mensajes en el contestador: Lidia, Sofia, Eva ... Así hasta diez. Todas querían quedar con él, borró los mensajes, sin saber por qué, sólo tenía a una mujer en la cabeza, y esa era Julia, pensar en ella, le hacía feliz, su timides y ternura le habían conquistado, si bien no era el tipo de mujer en la cual él se había fijado fisicamente, reconocía sentía una atracción sexual hacía ella, que jamás había sentido antes, una atracción que no podía dominar cuando estaba cerca de ella. Después de ducharse, intentó dormir un par de horas, pero Julía rondaba su mente, sonrió al recordar el beso frente a su casa. Intentó pasar la semana centrado en el trabajo, el hotel a veces llegaba a ser agotador, el jueves, decidió quedarse allí a dormir, encerrado en su despacho, decidió enviar un mensaje de whasap a Julia.

“No he dejado de pensar en ti”, enviado Mario.

Mario observó su móvil durante un minuto, una rayita, dos rayitas, mensaje enviado, mensaje recibido, rayita azul, mensaje leido. Julia escribiendo, leyó en su móvil. Por un momento, se sentió el hombre más ridiculo del mundo, a sus 41 años, estaba eufórico esperando la llegada del mensaje, se sentía como si tuviera 18 años, y Julia fuera su primera cita, pensar esto le hizo sonreír como un tonto.

“Pensamientos buenos, espero”, enviado Juls

“La verdad ... No, quiero todo de ti, todo, enviado Mario. Volvió a leer el mensaje enviado, y acto seguido se arrepintió, menos mal que no querías presionarla Mario? Julia escribiendo.

“ Una de mis virtudes es que soy muy generosa con las personas que se lo merecen, nos vemos mañana, emoticono de un giño.

Mario ya no contestó el último mensaje.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo